Wuuu!!! Feliz de estar participando una vez más defendiendo al wero de mi vida y de mi amor...
Este fic es una idea original de mi compañerita Vane, pero tome el reto (me estoy retando a mi misma jejejeje) y Candy fann ha sido una gran guía para darle forma a la historia..
Gracias Legión Andrew esta experiencia es genial
Espero que lo disfruten
Abrazos a todas
Después de saborear un espectacular banquete Saray, Vane y Albert disfrutaban en el gran salón recostados sobre cojines. Sentadas al lado de su amado rubio, y después de turnarse para robarle algunos fogosos besos al hermoso hombre, Vane acariciaba su sedosa cabellera, de pronto él recordó que tenía que emprender su tan fastidioso viaje por otros reinos, así que a Saray se le vino en mente la estrategia que junto con sus compañeras de Legión habían acordado para no dejarlo ir… de esta manera estas dos guerreras comenzaron a contarle una historia muy especial…
OLVIDÁNDOME DE TU AMOR
CAPITULO 1
-¡Candy! ¡Tienes que darte prisa! ¡Tus nuevos padres ya están aquí!CAPITULO 1
En la voz de la hermana María no había señal de reproche, sino un profundo sentimiento de emoción al ver a su chiquilla predilecta bajando las escaleras del orfanato por última vez.
Después de muchos años viendo cómo muchos de sus amigos se marchaban para formar parte de una familia, ahora, finalmente, era su turno.
¡Y qué familia la que tendría la dicha de acoger a Candy en su seno!
La familia O’Brian era una de las más influyentes no solo en Chicago, sino que también en Londres e Irlanda. Pese a sus mejores esfuerzos, el matrimonio O’Brian produjo tan solo una hija, Patricia, quien era la luz en los ojos de sus padres. Sin embargo, con el paso de los años, a los señores O’Brian les fue evidente de que su hija no debería crecer como hija única, así que comenzaron a buscar la manera de darle un hermano o hermana para que estuviera siempre a su lado. Ese anhelo y tras otros intentos en vano, los llevó a las puertas del Hogar de Pony, donde una niñita de cabellos de oro y ojos tan brillantes como un par de esmeraldas les robó el corazón.
Ahora era tiempo de llevarla a casa, y los ansiosos padres estaban esperando por su nueva hija en el despacho de la señorita Pony.
La única persona que no compartía el entusiasmo flotando en el aire era Patricia O’Brian.
Sentada en una silla al lado de una enorme ventana, Patricia concentró su atención en las nubes flotando en el nítido cielo azul, creando imágenes que solo ella era capaz de ver.
-Patricia, ven aquí, hija, - le pidió Jana O’Brian, su madre, con una sonrisa sincera. – Creo que tu nueva hermana debe entrar en esta habitación y ver a su nueva familia sonriente al darle la bienvenida.
La chica se acercó a sus padres a regañadientes, esbozando una sonrisa tensa.
-¿Quieres que sonría así? – dijo apretando los labios y levantando las comisuras de su boca - ¿O así? – dijo mostrando todo los dientes igual que un perrito.
Pat O’Brian fulminó a su hija con una mirada severa.
-¡No permitiré que le faltes al respeto a tu madre, señorita!
Avergonzada, Patricia agachó la cabeza.
-Discúlpame papá…
La señorita Pony carraspeo un par de veces, deseando de una manera sutil romper la tensión del momento, ya que no quería que su adorada Candy se encontrara con caras largas en un día tan importante para ella.
-Los nervios a veces nos hacen actuar de una manera extraña, señor O’Brian, - recalcó con tacto, acercándose a la familia. – Recibir a una nueva hermana en la familia es algo que requerirá mucha paciencia de parte de todos. Es normal sentir aprensión, señorita Patricia. Solo le ruego que se dé un tiempo para hacerse la idea de tener una nueva hermana compartiendo su hogar. Candy es una chica muy dulce que no desea nada más que tener una hermana a quien proteger y amar con todo su corazón. Ha sufrido mucho al ver que todos sus amigos se han marchado de este orfanato a hacer sus vidas con una familia… y ahora, cuando menos lo esperaba, es su turno. Le ruego que la reciba con el corazón abierto, porque como hermana ella jamás la defraudará.
Meditando en las palabras de la señorita Pony, Patricia levantó el rostro, asintiendo con una sonrisa tímida.
En ese instante, un par de golpecitos a la puerta hicieron que todos giraran en dirección a esta.
La hermana María entró en el despacho, seguida de cerca por una chiquilla que, sonriendo de oreja a oreja, se aferraba a una pequeña maleta desgastada.
-Candy. Ya conoces a tus nuevos padres, - declaró la señorita Pony con una sonrisa maternal. -Ahora quiero presentarte a tu nueva hermana. Patricia O’Brian, esta es Candice White, quien de ahora en adelante será conocida como Candice O’Brian, su hermana.
La cálida sonrisa de Candy deslumbró a Patty, quien solo pudo devolverle el amago de una sonrisa tímida.
-Es un placer conocerte,- dijo Patty, ofreciéndole su mano extendida como saludo.
Candy parpadeó un par de veces, observando la mano extendida e insegura de cómo corresponder a un saludo tan frio de la que supuestamente sería su hermana.
Afortunadamente Pat O’Brian, conociendo a su hija, salió al rescate de la situación.
-Tú bien sabes que en esta familia nos abrazamos, Patty. Así que puedes darle un abrazo a tu nueva hermana.
Al escuchar las palabras de su nuevo padre, Candy volvió a sonreír, y apartando la mano de su hermana, la estrechó en un fuerte abrazo.
-Hola hermanita, - saludó con alegría, dando un par de saltitos. – Este es el día más feliz de mi vida. Siempre soñé con tener una hermana como tú…
-Apenas me conoces, - masculló Patricia, casi ahogándose en los brazos de su nueva hermana.
-¡Patricia! – espetaron ambos padres entre dientes, abochornados por la actitud de su hija frente a la señorita Pony.
Candy rompió el abrazo para mirar a su hermana directamente a los ojos.
-Eres mejor que en mis sueños, Patty, porque eres de carne y hueso y no vas a desaparecer cuando despierte mañana.
Conmovida por las palabras de la chiquilla, Patricia, por fin, esbozó una sonrisa sincera.
-Espero no defraudarte Candy. Suelo ser muy malhumorada y refunfuño a menudo… pero no voy a desaparecer. Te lo prometo. Pero tú tienes que prometerme algo a cambio…
Los ojos de Candy brillaron de alegría.
-Lo que sea!
Patricia tomó la mano de Candy en las suyas.
-Tienes que prometerme que siempre me dirás la verdad. Si me comporto como una gruñona, o si estoy siendo demasiado negativa, tienes que hacérmelo saber, aunque sepas que no me gustará, ¿de acuerdo?
Candy apretó la mano de su hermana levemente, emocionada por sus palabras y aceptación.
-Trato hecho… hermanita.
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Los años volaron como gaviotas al viento, y pronto las dos hermanas fueron enviadas a Londres para continuar con su educación. Para Pat O’Brian ambas eran sus hijas, para Jana, su esposa, era algo más complicado. Amaba tanto a Patty que sentía celos de cómo miraban a Candy donde quiera que se presentara, ya que jamás pasaba desapercibida.
Candice crecía cada día más en belleza, atrayendo la atención de muchos chicos en el Real Colegio San Pablo. Aunque por otro lado, para Patty el estar con Candy era siempre una gran aventura y en realidad se alegraba demasiado que le quitara atención de personas extrañas. Para Candy Contar con el alma apacible de Patty era totalmente una bendición.
Fue en esta etapa de su vida donde conocieron a su amiga Annie Brither con quién disfrutaron de una adolescencia divertida y llena de buenos momentos…
Pero en la vida sólo somos simples peones del juego…
Al fnal del relato y viendo que su amado estaba profundamente dormido, se acercaron a su lado, y tapándolo con una sábana de seda, se propusieron dormir a su lado hasta que la siguiente Legionaria comenzara su historia.