Con el periscopio elevado en la Trinchera Leagan, el Sr. García hacía la primera guardia de la mañana cuando de repente vio un punto blanco acercándose peligrosamente a la entrada de la trinchera.
con desilusión observó que llevaba una bandera blanca.
-Me lleva!! si no fuera por el mugroso código de guerra que no permite dispararle a quienes traigan bandera blanca, ya me hubiera tronado a esta mira que se puso de pechito la pobrecita vestidita de blanco, dijo entre dientes García acariciando la cacha de su pistolita.
Fuertes golpes lo pusieron alerta de pronto.
-¡¡¡Abran!!! ¡no sean ingratos! ¡¡¡Que me matan!!!
Gritó la Chef golpeando la puerta esquivando una certera pedrada que por un pelito y la descalabra, sino fuera por que traía un colador en la cabeza a manera de casco.
- ¿Quién? preguntó García con tonito burlón pues él era el vigía en esa mañana
-¡¡¡¡Mimi!!! -contestó la susodicha a grito pelado- Soy la chef de la Mansión!!! Yaaaa abraaaan!!
-Uy nooo se va a poder, todos los de la trinchera ya llegaron
-Nooo, falto yooo, pregúnteles a los 90210 de la cocina
García tomó el teléfono y llamó a la cocina.
-Umm, si, aja, mmmm, ¿no? bueno...
-Dicen que no la conocen... ¿Cómo ve? respondió García muerto de risa
-Ahhh ¡desgraperros! eso es motín
-Yaaa, bueno si es verdad que forma parte de la trinchera viene la contraseña
-¿¿¿Cuál???
-Mr. Leagan dio contraseñas a todos, así que, si quiere entrar, venga la contraseña, mmm... según la bitácora su contraseña es...
-Buaaaaa no sé
-No esa no es...
En ese momento entro el señorito muy molesto por la gritería
- ¿García porqué tanto grito? mira que con las 9 de la madrugada y ya me despertaste!
-Nada Mr. Neal, lo que pasa es que hay una gritona allá afuera que disque es la chef pero no se sabe la contraseña
- ¿Cuál contraseña tú?
-La que acabo de inventar ´pa resguardar la segurida de la trinchera pues...
-y ¿cómo quieres que se la sepa? ¡Animal!
-Ahh pos si verda
-¿Quién es? -gritó Neal al otro lado de la puerta-
-¡¡¡Señorito!!!! ¡¡¡gracias al Cielo!!! Soy ¡¡¡Mimiiii!!!
- ¿Mimi? válgame el cielo niña, ¿Porqué no abriste de inmediato lelo, no ves que ni nos la hieren seguiremos a té y galletas todo el festival -regaño el señorito al panzón, quién abrió la puerta-
Al entrar la chef se lanzó a los brazos de Neal
-Gracias Señorito, yo creí que me mataban -dijo haciendo su acostumbrada reverencia-
- ¿Y tú? ¿qué horas son estas de llegar? mira que estamos muriendo de hambre
- Es que, el GPS que me dio es una porquería, no fonuncia!
- ¿No? que raro, en la caja de cereal donde venía de regalo decía que era 100% efectivo.
La chef le lanzó una mirada asesina, venía con senda back-pack en la espalda, dos sartenes a manera de chaleco anti balas, un colador de casco y un mandil blanco atado a un extremo del batidor de globo como bandera de tregua.
-Mira nada más cómo vienes ¡Orale! ven siéntate...
-Gracias señorito... si me permite me quito la mochila
-Nooo niña, primero lo primero, ¿trajiste la lap?
-Si
-Pues sácala y enséñame lo que traes para tu ataque inicial
-P... pero, primero me quito...
-No... niña a lo que estamos... que si oyen que llegaste no te sueltan con el desayuno.
VA MI PRIMER APORTE DEL RECUERDO
BAILANDO TANGO
Estaba nerviosa, mucho muy nerviosa, trataba de acompasar mi respiración pero fue en vano. Sentía que las manos me sudaban, me veía al espejo una y otra vez.
El cabello recogido en un chongo en la nuca, la falda y la blusa con la espalda descubierta.
El uniforme reglamentario para mi clase de baile. ¡cielos! Quién creyera que me inscribiría en la clase de baile y aún más que haya durado lo suficiente como para llegar a este día.
Ese día sería cuando me examinaran para avanzar de nivel, de intermedio a avanzado. Mi pareja de baile no llegaba habíamos ensayado tanto… y no llegaba.
Una a una la parejas fueron entrando al salón para su examen, los veía salir eufóricos por el éxito obtenido por algunos. Otros salían con una discreta sonrisa en los labios aliviados de que su examen había terminado.
Mi turno estaba por llegar y no tenía pareja, cuando me llamaron entré el salón, ahí estaban en una mesa larga cuatro personas que me calificarían la rutina. Tenían los rostros inexpresivos y un tanto fastidiados por la larga jornada de trabajo y lo menos que deseaban era tener que resolverle el problema a una joven sin pareja para el examen. Para mi desgracia ninguno de los jóvenes que ya habían pasado estaba dispuesto a bailar conmigo.
Y ahí estaba yo, parada en medio del salón, sentía que la garganta se me cerraba y que seguro las lágrimas me traicionarían. Bajé la cabeza y giré a la puerta para salir. Cuando de repente una mano me detuvo.
-Yo bailaré contigo -me dijo con una leve sonrisa en sus labios- te he visto en los ensayos, yo seré tu pareja en esta ocasión.
Yo levanté los ojos para verlo de frente, ahí estaba él, alto, de hombros anchos y cintura breve. Tenía los ojos más hermosos que yo haya visto jamás. El ámbar de sus irises me miraban. Era endemoniadamente guapo con cierto aire arrogante pero a la vez gentil. Era uno de los chicos de la clase de avanzados, para mi simplemente era imposible no mirarlo en cuanto entraba al salón, de andar seguro y cadencioso, extremadamente varonil.
Cuando él comenzaba con las evoluciones de su rutina, le miraba embelesada imaginando qué se sentiría bailar con él. En algunas ocasiones, muy esporádicamente pensé por un momento que me daba una rápida mirada, era tan fugaz que cuando yo lo notaba él simplemente no me miraba más. Mi respiración se aceleraba, con la sensación cálida que hace posible que todas las fibras de tu ser se trastornen. Partiendo desde el centro mismo de mi cuerpo recorriéndome lentamente, pasando por mi vientre, mi pecho, llegando hasta mi rostro manifestándose en un rubor involuntario que me hacía sentir abochornada.
Con ese cosquilleo tan delicioso que recorría mi espalda, me pregunté muchas veces qué pasaría conmigo si alguna vez tocara sus manos, si con tan sólo una mirada me llevaba un estado de indefensión total.
Apenas y podía creer que fuera precisamente él quien tuviera la amabilidad de ir a mi rescate.
-Sólo te pido que cierres los ojos- me dijo al oído- y déjate guiar por mi. ¿Conoces tu rutina verdad? -me preguntó con voz aterciopelada.
-Así es -le respondí- ¡con los ojos cerrados!
-Pues bien, te pondrás en posición de inicio y cerrarás los ojos, si no lo haces no me importará dejarte sola a media rutina.
Me advirtió con tono autoritario pero a la vez sugerente.
Me ofreció el brazo y me llevó al centro del salón, tomó mi mano, ayudándome a caminar a su alrededor para hacer una reverencia a los examinadores.
-Cierra los ojos -me ordenó al mismo tiempo que se alejaba. Se detuvo a unos pasos más allá con el pecho erguido la espalda recta. Y así sin más me miró
Yo... yo entrecerré los ojos, hasta sumirme en la más profunda oscuridad. Ya no me encontraba en un salón con rodeada de personas, no... me encontraba en una habitación en penumbras donde sólo estábamos los dos.
Los primeros acordes del violín me hicieron saber que él se estaba acercando a mi con movimientos felinos, lentos y firmes.
El violín siguió en la introducción de la melodía, cayendo en picada al igual que yo, el sonido entraba en cada parte de mi ser, con los músculos en tensión, sentí que cada folículo de mi piel se erizaba al compás, tensándome, con la expectativa a flor de piel, con los ojos cerrados esperé... sentía que el corazón se saldría de mi pecho cuando después de un breve silencio sentí su mano en la mía, un inevitable choque eléctrico tuvo lugar en nuestras manos era como... como el primer contacto de un amante desconocido. Un amante que sabes que te llevará a la locura si se lo permites, poseyéndote toda sin más remedio.
Sentí deslizar su otra mano en mi espalda desnuda, su mano viajaba lenta, tibia, experta desde el final de mi cuello hasta la parte baja de espalda, fue entonces que se cerró el circuito que iluminó mis más profundos temores haciendolos desaparecer. El calor de su contacto me puso alerta, acercó su cuerpo al mío en un solo movimiento. Pude sentir por un momento sus fuertes muslos en contacto con los míos, nuestros pechos juntos íntimamente relacionados…
Él continuaba moviéndose como si estuviéramos en una nube, suave, delicado con movimientos firmes.
Cuando la música nos llevaba en crescendo sus movimientos fueron más rápidos, enérgicos y sensuales. Tomaba entre sus manos mi cuerpo, para hacer con el lo que le viniera en gana. Me elevaba con gran facilidad llevándome hasta su cadera. Después volvía a tomarme por la cintura lanzándome con igual energía para la otra evolución de la rutina. Yo apenas y abría los ojos para ubicarme en el espacio de su danza, simplemente me dejaba llevar, podía sentir la energía que corría desde sus manos hasta mi cuerpo.
Su brazo en perfecta escuadra me llevaba de un lado a otro con delicadeza y energía, yo bajé hasta el piso recorriendo su fuerte pecho , bajando por su cintura y su cadera, palpando y maravillándome con cada músculo endurecido de su cuerpo. Recorrí su musculosa pierna hasta estar a sus pies y me sujeté a él, me aferré en actitud de súplica, rogando que no me abandonara, él caminaba hacia atrás llevándome con él en cada movimiento de su pierna, alejándose displicente sin importarle nada mis ruegos.
Volvió a mí, tocando mi mejilla con su palma, hasta llegar a mi mentón que levantó para mirarme desde su altura
Cuando otro movimiento rápido elevó mi pierna a la altura de su cadera tomándome del muslo, llevándome con él con poderosa energía y una delicadeza jamás experimentada por mi hasta el momento.
Podía sentir el quiebre de su cintura, la fortaleza de sus brazos, la delicadeza de sus manos. La música de hacía cada vez más suave al igual que sus movimientos, rayando en la ternura etérea que sólo él dominaba. Pude sentir su aliento en mi mejilla al abrazarme por la espalda, recorriendo mis costados con sus manos. Me tenía así, con los brazos en alto llenándome con su presencia, con las manos inquietas bajando mis costados, deteniéndose en mis caderas, estrechándome poderoso, sensual y gentil al mismo tiempo.
Los últimos acordes de la melodía nos llevaron a un final energético y pude sentir su corazón latiendo junto al mío, su mano derecha en mi espalda, una de sus piernas perfectamente rectas junto a la mía. Mi rodilla muy cerca de él.
Sentí su respiración agitada tan cerca a mí, me llené en un instante de su aliento mentolado y su aroma tan delicioso. Me atreví a abrir los ojos lentamente, y vi sus hermosas facciones tan cerca de mi rostro, él tenía también los ojos cerrados, agitado por el esfuerzo, con el rostro sereno pero perlado en sudor, cosa que lo hacía terriblemente atractivo. Abrió poco a poco los ojos, dejando ver sus pupilas color ámbar que me miraban fijamente.
Rompimos la pose del final ayudándome él gentilmente por la cintura para estar nuevamente frente a los examinadores. Tomó mi mano y sin dejar de mirarme a los ojos me dijo.
-Un placer verdaderamente exquisito el guiarte - dijo mientras depositaba un suave beso en mi mano.
-Neal Leegan -dijo como en un susurro-
-Gracias -le respondí con un hilo de voz-
Con la misma desapareció por la puerta del salón, dejándome con la sensación de haber pisado el cielo entre sus brazos.
¿Qué si pasé el examen? Si, aunque francamente en ese momento eso era lo de menos.
Ahora de vez en cuando, cuando las clases han terminado y así, sin habernos puesto de acuerdo de ante mano. Nos encontramos en el salón, yo cierro los ojos y me dejo llevar por él nuevamente, elevándome hasta el cielo entre sus brazos bailando tango.
Última edición por Mimicat Cornwell el Jue Jul 20, 2017 8:38 pm, editado 1 vez