ÉRASE UNA VEZ
Capítulo 2
Capítulo 2
-Adelante, Neal.
Por la premura de las circunstancias tuve que citarlo ese mismo día para pagarle el dinero de la renta. Tuvo que ser en el apartamento porque con la presencia de mi tío, aunque se encontraba en su recámara, sabía que Neal no intentaría nada impropio. Su sonrisa ladeada, con la que seguramente conquistaba a cuanta chica quería, me indicó que pensaba esta vez salirse con la suya. No habló para nada mientras tomaba asiento en la sala, y no pude evitar admirar su cuerpo musculoso y bien formado. ¿Por qué tenía que ser tremendamente guapo, y a la vez tan mala persona? Como dije antes, su ser interior era terriblemente horrible, y opacaba totalmente lo bien que se veía por fuera.
-Aquí me tienes a tu disposición, caramelito. ¿En qué puedo ayudarte?
Lo mire con cierto disgusto. Unas horas antes había participado en el desalojo de una familia del tercer piso que obviamente se había retrasado unos días con la renta. Eso era algo de lo que todos estábamos conscientes al atrasarnos en el pago, pero la forma tan intransigente y humillante con la que había tratado a la pobre viuda con sus tres hijos, me indignó. Es decir, la señora estaba casada con un policía que solo unos días antes había muerto en el cumplimiento de su deber, y con todo el dolor y los problemas legales a los que la señora había tenido que enfrentarse, el pago de su pensión se había atrasado unos días. Ella solo le pedía tiempo para cobrarla y pagar incluso con intereses. Pero él solo se limitó a cruzarse de brazos, mirándola de manera altanera, y preguntarle:
“¿Acaso cree que somos la beneficencia pública? Si su esposo fue tan estúpido como para morirse y dejarla sin un quinto es su problema, señora”.
Le dio la espalda y ordenó a los cargadores que sacaran todo y lo aventaran a la calle. Así, sin tocarse el corazón ante la imagen desolada que presentaban la mujer y sus hijos. La mujer levantó la barbilla y con orgullo se hizo a un lado, estaba claro que no pensaba rogarle, aunque conociendo a Neal, seguramente era lo que esperaba.
Fue cuando mi tío se interpuso en el camino de los hombres y dijo los vecinos que nos habíamos congregado, le haríamos un préstamo. Eso era lo que estaba haciendo mientras yo contenía las ganas de patear a Neal donde más le doliera. Y así, se pagó la renta, y la señora no tardó en deshacerse en lágrimas y agradecer a todos. Pero Neal no estaba conforme y exigió que la mujer pagara a los cargadores por la molestia que había ocasionado.
Y ahí intervine yo. Con toda la dulzura que pude reunir, lo interrumpí y le pedí que se pasara esta noche a mi casa. Él olvidó por completo el asunto de la viuda y me prestó toda su atención. La multitud despareció y él me dijo que por la noche me daría una noticia que cambiaría mi vida por completo. Yo sinceramente esperaba que lo hubiera olvidado, fuera lo que fuera.
-¿Candy? – preguntó con impaciencia. Había olvidado qué había preguntado.
-Solo quiero pagarte la renta.
Le tendí el dinero y él se quedó estupefacto.
-¿Tan rápido conseguiste el dinero?
-No quiero deberte nada. Y te agradezco la espera, procuraré no volver a atrasarme –. Le di la espalda y me dirigía hacia la puerta para abrirla y que desapareciera. Pero él fue más rápido que yo e impidió que la abriera. Me acorraló entre la puerta y su cuerpo.
-Me gustas mucho, Candy.
-Gracias, Neal. Es muy amable de tu parte.
-No quiero ser amable, solo quiero que sepas lo afortunada que debes sentirte porque yo, Neal Leagan, se fije en alguien como tú. Millones de mujeres pagarían por una expresión de interés hacia ellas.
-Pues entonces te harás muy rico. Pero yo no contribuiré a sumar dinero a tus arcas –. Al darme cuenta que mi tono había sonado muy brusco, me corregí, no tengo ánimos para ganarme su enemistad. Y necesitábamos el apartamento, la renta era más baja que en otros lugares –. Es decir, tu mereces a alguien que esté a tu altura, sofisticada y refinada, que sea…
-Debes saber que quiero darte el honor de casarte conmigo.
Mi mandíbula se desencajó. ¿Me estaba pidiendo matrimonio? Claro, a su egoísta manera, yo sería la que recibiría el honor de ser su esposa. ¿Acaso no le había dejado claro lo que me inspiraba? Pasé debajo de sus brazos que mantenía recargados sobre la puerta y me alejé de él.
-Es un honor para mí que me lo pidas, pero creo que declinaré tu oferta. Gracias por haber pensado en mí, pero no pienso casarme. Nunca.
Me miró son los ojos desorbitados y aproveché la confusión para abrir la puerta de par en par y darle un ligero empujón hacia afuera. Le cerré la puerta en su cara para no darle tiempo a reaccionar y evitando su mirada furiosa que estoy segura tendría, él era como un niño. Si no tenía el juguete que quería, seguramente haría berrinche.
A través de la puerta pude escucharle decir: “Serás mi esposa quieras o no, Candy”.
Me dispuse a olvidar el sentimiento que provocó su declaración y me dispuse a preparar mis cosas para salir de viaje.
Tomé mi celular para actualizar la información que tenía, solo las señas dadas por Annie, y, créanme, seguir las instrucciones de Annie respecto a cualquier cosa, provocaba calamidades.
El mapa indicaba solo un pequeño pueblo, a las faldas de una montaña, pero Annie no había estaba en ese pueblo, sino en la montaña. Y el GPS no daba ninguna información. Me imagino que en el dichoso pueblo tenía que pedir instrucciones, seguramente los lugareños me ayudarían en la búsqueda.
-Candy, me voy al parque a pintar, hija. Necesitamos algo de dinero extra.
-Está bien, tío. me despido de ti, me voy en una hora, y el autobús sale puntual.
-Esta bien, hija, solo cuídate mucho. Me llamas en cuanto llegues a ese lugar. ¿Estás segura que te pagarán los viáticos?
-S-sí.
-Bien, se verían muy tacaños si te pidieran ayuda por un par de días, obligándote a dejar tu trabajo, y no fuera un trabajo con todo pagado.
Mi tío salió después de darme un beso en la mejilla. Yo ya no le respondí nada, me sentí mal al mentirle. Le dije que una vieja compañera de trabajo me había pedido que cuidara por un par de días a su hijo pequeño que tenía gripe. Eso estaba muy mal, lo sé, pero simplemente no podía decirle que iba a salvar una vez más el pellejo de la cabeza hueca de Annie. Afortunadamente, en el trabajo tenía días de vacaciones acumulados, por lo que no fue problema que me dieran permiso.
Ahora solo me urgía rescatar a Annie. Tal vez ustedes se preguntarán por qué la necesidad de hacer algo semejante, y la verdad es que Annie me ha ayudado muchas veces con la enfermedad de mi tío. Tanto física, emocional y económicamente, siempre estaba ahí para nosotros, y nunca me pedía que le devolviera el dinero que a veces me daba. Su familia era, sino millonaria, sí tenía la solvencia económica como para que le permitieran a Annie cambiar de profesión cada dos por tres.
Cualquiera diría que ella es una niña mimada y consentida, pero solo era una atolondrada de buen corazón, que metía la pata solo porque su impulsividad no le permitía pensar, antes de actuar.
Así que, sí, iría a buscar y ayudar a mi amiga, como estoy segura ella haría por mí. Total, ¿qué podría pasarme?
CONTINUARÁ...
¡Listo! Aquí está otro...y si quieren más, me avisan, jajajaja.
Las quiero!!!