CONFESIONES
Por Zanya Granchester
Recuerdo aquel día de nevada en el que te conocí a las afueras del teatro Stranford, tocaste la puerta pidiendo una entrevista con el director Robert Hattaway para audicionar la puesta en escena de El Rey Lear… Ése día de nevada que se convirtió en primavera, ése día en donde nació el amor a primera vista, mi primer y único amor, en donde sentí que me estaba convirtiendo en una mujer lista para entregarme en cuerpo y alma a ese ser que sin saber quien era, mi corazón ya lo sentía como mío y de nadie más.
Que equivocada estaba, mi vanidad no me permitió ver mas allá de mis narices, ¿Quién podía competir contra mí? Belleza, talento, y gracia a tan corta edad, pero ni aún así él me dedicó una mirada, una sonrisa, una conversación. ¡Diablos!, ya no sabía como llamar su atención, fui amable, quise compartir mi almuerzo, lo invité a cenar a mi casa, le preguntaba por su día, sus gustos, le recordaba nuestras actividades laborales…
Incluso fui en varias ocasiones a su departamento, al grado que hice algo que jamás me arrepentiré: Le solicité a su casera con un buen pago que interceptara su correspondencia. “El fin justifica los medios” eso dice Maquiavelo y uno lo interpreta a su beneficio y sé que muchas de mis acciones no fueron dignas de una dama, pero cuando se ama de verdad, haces de todo para ser correspondida. Y a pesar de todos mis esfuerzos él no supo de mi existencia hasta el día de ese fatal accidente.
Quizás no me entiendan, me han de tachar como fría, calculadora, egocéntrica, hasta como una gusana por interponerme entre una pareja que se amaba a distancia. ¿Qué harían ustedes en mi lugar? Inicialmente no sabía nada de él, siempre fue muy reservado con su vida privada… No sabía absolutamente nada de él mas que su nombre: Terence Graham y por su acento sabía que era inglés, una persona solitaria que apenas y cruzaba palabras o monosílabos con nuestros compañeros de reparto, un muchacho serio y distante que se refugiaba en la gloria de una armónica que le hacía retroceder a un pasado que jamás conoceré.
Pocas veces lo vi sonreír y esas veces fue cuando lo espiaba leyendo las cartas de ella, de Candy. ¿Qué tanto se escribirían? ¿Cómo y en dónde se conocieron? ¿Qué tan íntimos eran como para buscarse esa noche de presentación en Chicago y de que él dejara la gala organizada por el mismo gobernador? Esa noche tampoco lo olvidaré y tampoco me arrepentiré: Ella fue a buscarlo al hotel, se veía tan ordinaria, tan simple, ¿Qué le habrá visto? Tuve que mentirle cuando me pidió verlo, la traté como una admiradora más y argumentando que él ya descansaba me ofrecí a darle su recado y su visita. ¿Y aún así me juzgan? ¿Acaso nunca se han enamorado de un imposible? Entonces, ¿Qué harían en mi lugar? Yo lo amo y sé que mi amor es mas que suficiente para los dos, tanto que no me importa que su alma y corazón esté con ella en éstos momentos.
Recuerdo cuando utilicé mi último recurso: Le confesé mi amor, fue una estrategia desesperada, los medios de comunicación hablaban de nosotros, de la nueva pareja de Broadway, de un posible romance, de nuestras salidas al final de cada presentación, todo lo que hice fue por amor, el protagónico ganado por mis méritos , las veces que lo defendí de los cotilleos y chismes sobre su origen oculto de una muy reconocida actriz y de su influencia para que Terry fuera reconocido como actor y de haber obtenido el protagónico de Romeo.
Nada de eso bastó, ya no sabía como ganarme su amor y esa fue la razón por la que me confesé , quizá con saberlo podría darse cuenta de que yo era mejor que ella, que yo estaba a su lado en todo este tiempo, que daría mi propia vida si era necesario. Más humillada no me podía sentir, mi corazón roto terminó por desquebrajarse: Yo, Susana Marlowe no era ni siquiera una sombra en su vida, nunca me vio como mujer, nunca vio todo lo que hice por él, sin mí, él no se habría enterado de las audiciones de Romeo y Julieta. No olvidaré la sorpresa ni la expresión en su rostro cuando le dije que lo amaba. No les diré lo que me dijo y antes que empezara a hablar de ella me di la vuelta y salí corriendo bañada en lágrimas jurando que si no era mío, no sería de nadie.
Me enteré por una de las cartas interceptadas que ella vendría a Nueva York a ver la premier de la obra Romeo y Julieta, ¡nada más eso me hacía falta!, Terry le envió un boleto de ida ¿Qué creen que eso significa? Imagino los mil y un escenarios para alejarla de su vida, no, de nuestras vidas, él es mío, creo que lo besaré en cuanto salgamos del teatro, total, los medios de comunicación ya especulan un romance, qué mejor que corroborar ante todos nuestro amor, si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo. No creo que ella le perdone un desliz, no creo que él se resista a mis encantos, él me dijo que le gustaba y eso es mas que suficiente. Ese día es mi última oportunidad y no lo desaprovecharé. Terence, debo decirte que escucho campanadas de boda.
Dejé de hablarle, me porté como toda una profesional en los ensayos, sin sonar arrogante debo de decir que él será el mejor Romeo y yo la mejor Julieta que haya habido en la historia del teatro, hacemos buena mancuerna , eso no se puede negar. En las dos últimas semanas que faltaba para el estreno sucedió lo que ya ustedes saben: “El accidente”. Accidente que para bien, le salvé la vida, para mal porque perdí una pierna, y se vio truncada mi futuro actoral, pero eso no importa a comparación de no tenerlo a mi lado… Eso no estaba en mis planes, ni siquiera lo imaginé, pero por amor todo se vale y mi sacrificio deberá ser recompensado, lo quiera o no, él deberá permanecer a mi lado por siempre y para siempre, quizá con el tiempo llegue a amarme, tengo mucho amor que dar, demasiada paciencia para esperar el tiempo necesario, así que hay mas tiempo que vida, de mientras, esperaré a que él pague su deuda y vaya al hospital a pedirme matrimonio.
Esperé y esperé hasta el día de mi muerte y jamás llegó esa proposición y nunca se enamoró de mí, solo estaba conmigo por gratitud, por honor, por un juramento que le hizo a ella, juramento que yo le pedí que hiciera para que él no se fuera de mi lado argumentando que no sería feliz, que mi vida no tendría sentido y tanto era mi amor por él que a ella misma le estaba demostrando hacerme a un lado para que vivieran su romance en paz cuando evitó que saltara de la azotea del hospital donde me atendían. ¿Ahora sí van a reconocer que soy una muy buena actriz? ¿Ahora comprenden mis acciones? Estoy segura que ustedes habrían hecho lo mismo o cosas peores.
Esa noche de invierno, en el cuarto de hospital , él miraba la ventana, estoy segura que la buscaba , estoy mas que segura que en ese momento él partió con ella, así es, le dio su alma y corazón porque desde esa vez aunque me dio un atisbo de esperanza de que se quedaría a mi lado él nunca volvió a ser el mismo, ni como persona ni como actor.
Un día me dijo que luego volvería y lo acepté, sabía que ambos tenían palabra, pero para asegurarme le escribí una carta a ella recordándole su juramento y que yo lo amaría por las dos. Carta que no fue contestada, infiero que entendió bien el mensaje, porque él hasta el día de hoy en mi lecho de muerte se encuentra a mi lado. Todos estos años deseando un beso, un abrazo, no cuenta el hecho de todas las veces que me cargó para llevarme a la cama o a la silla de ruedas o ese beso en la frente, esas veces que desee que se cumpliera mi mas íntimo deseo desde el primer día que lo vi, convertirme en su esposa, en su mujer, en la madre de sus hijos, en la amiga y la mejor de todas las amantes.
No, no se puede tener todo en la vida y aunque al final logré quedarme con él , no pude hacerlo feliz, lo único que teníamos en común era el teatro… Cuando él volvió de su peregrinación personal fue con Robert a pedirle una segunda oportunidad y Terence Graham renació tal cual Ave Fenix , él fue el mejor actor de todos los tiempos, vivía en carne propia sus personajes, siguió siendo ese mismo chico arrogante que se ocultaba bajo el manto de la tristeza.
Como parte de su promesa de permanecer a mi lado me incentivó a escribir y componer obras teatrales, me cumplió uno que otro capricho de asistir a algunas fiestas y reuniones, el cual, jamás perdí la oportunidad de aceptar una que otra entrevista para mi beneficio y salir en una que otra foto con Terry. Recuerden, el fin justifica los medios y no me importó que me criticaran el hecho de que vivíamos juntos sin estar casados. Aunque la prensa no lo sabía, éramos dos extraños compartiendo un mismo espacio al que no se le podía llamar hogar. Hubo ocasiones que mis celos y posesividad provocaron discusiones, todo porque yo sacaba a colación a esa mujer que a pesar no estar físicamente entre nosotros hacía que él no me amara. ¿Ahora sí me entienden? ¿Acaso ustedes no habrían hecho lo mismo?
Ahora, que estoy en el umbral de mi muerte, yo, Susana Marlowe confieso que no me arrepiento de todo lo que hice por amor, porque por amor di mi vida, mi carrera y al mejor actor de todos los tiempos. Adiós Terence, adiós Candy, ahora sí, pueden ser felices mas de lo que yo fui al lado de él, porque entre él y yo, jamás hubo un “NOSOTROS”.
Escucho campanas, pero no son campanadas de boda…
Adiós Terry, adiós a mi mas grande y puro amor.
Que equivocada estaba, mi vanidad no me permitió ver mas allá de mis narices, ¿Quién podía competir contra mí? Belleza, talento, y gracia a tan corta edad, pero ni aún así él me dedicó una mirada, una sonrisa, una conversación. ¡Diablos!, ya no sabía como llamar su atención, fui amable, quise compartir mi almuerzo, lo invité a cenar a mi casa, le preguntaba por su día, sus gustos, le recordaba nuestras actividades laborales…
Incluso fui en varias ocasiones a su departamento, al grado que hice algo que jamás me arrepentiré: Le solicité a su casera con un buen pago que interceptara su correspondencia. “El fin justifica los medios” eso dice Maquiavelo y uno lo interpreta a su beneficio y sé que muchas de mis acciones no fueron dignas de una dama, pero cuando se ama de verdad, haces de todo para ser correspondida. Y a pesar de todos mis esfuerzos él no supo de mi existencia hasta el día de ese fatal accidente.
Quizás no me entiendan, me han de tachar como fría, calculadora, egocéntrica, hasta como una gusana por interponerme entre una pareja que se amaba a distancia. ¿Qué harían ustedes en mi lugar? Inicialmente no sabía nada de él, siempre fue muy reservado con su vida privada… No sabía absolutamente nada de él mas que su nombre: Terence Graham y por su acento sabía que era inglés, una persona solitaria que apenas y cruzaba palabras o monosílabos con nuestros compañeros de reparto, un muchacho serio y distante que se refugiaba en la gloria de una armónica que le hacía retroceder a un pasado que jamás conoceré.
Pocas veces lo vi sonreír y esas veces fue cuando lo espiaba leyendo las cartas de ella, de Candy. ¿Qué tanto se escribirían? ¿Cómo y en dónde se conocieron? ¿Qué tan íntimos eran como para buscarse esa noche de presentación en Chicago y de que él dejara la gala organizada por el mismo gobernador? Esa noche tampoco lo olvidaré y tampoco me arrepentiré: Ella fue a buscarlo al hotel, se veía tan ordinaria, tan simple, ¿Qué le habrá visto? Tuve que mentirle cuando me pidió verlo, la traté como una admiradora más y argumentando que él ya descansaba me ofrecí a darle su recado y su visita. ¿Y aún así me juzgan? ¿Acaso nunca se han enamorado de un imposible? Entonces, ¿Qué harían en mi lugar? Yo lo amo y sé que mi amor es mas que suficiente para los dos, tanto que no me importa que su alma y corazón esté con ella en éstos momentos.
Recuerdo cuando utilicé mi último recurso: Le confesé mi amor, fue una estrategia desesperada, los medios de comunicación hablaban de nosotros, de la nueva pareja de Broadway, de un posible romance, de nuestras salidas al final de cada presentación, todo lo que hice fue por amor, el protagónico ganado por mis méritos , las veces que lo defendí de los cotilleos y chismes sobre su origen oculto de una muy reconocida actriz y de su influencia para que Terry fuera reconocido como actor y de haber obtenido el protagónico de Romeo.
Nada de eso bastó, ya no sabía como ganarme su amor y esa fue la razón por la que me confesé , quizá con saberlo podría darse cuenta de que yo era mejor que ella, que yo estaba a su lado en todo este tiempo, que daría mi propia vida si era necesario. Más humillada no me podía sentir, mi corazón roto terminó por desquebrajarse: Yo, Susana Marlowe no era ni siquiera una sombra en su vida, nunca me vio como mujer, nunca vio todo lo que hice por él, sin mí, él no se habría enterado de las audiciones de Romeo y Julieta. No olvidaré la sorpresa ni la expresión en su rostro cuando le dije que lo amaba. No les diré lo que me dijo y antes que empezara a hablar de ella me di la vuelta y salí corriendo bañada en lágrimas jurando que si no era mío, no sería de nadie.
Me enteré por una de las cartas interceptadas que ella vendría a Nueva York a ver la premier de la obra Romeo y Julieta, ¡nada más eso me hacía falta!, Terry le envió un boleto de ida ¿Qué creen que eso significa? Imagino los mil y un escenarios para alejarla de su vida, no, de nuestras vidas, él es mío, creo que lo besaré en cuanto salgamos del teatro, total, los medios de comunicación ya especulan un romance, qué mejor que corroborar ante todos nuestro amor, si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo. No creo que ella le perdone un desliz, no creo que él se resista a mis encantos, él me dijo que le gustaba y eso es mas que suficiente. Ese día es mi última oportunidad y no lo desaprovecharé. Terence, debo decirte que escucho campanadas de boda.
Dejé de hablarle, me porté como toda una profesional en los ensayos, sin sonar arrogante debo de decir que él será el mejor Romeo y yo la mejor Julieta que haya habido en la historia del teatro, hacemos buena mancuerna , eso no se puede negar. En las dos últimas semanas que faltaba para el estreno sucedió lo que ya ustedes saben: “El accidente”. Accidente que para bien, le salvé la vida, para mal porque perdí una pierna, y se vio truncada mi futuro actoral, pero eso no importa a comparación de no tenerlo a mi lado… Eso no estaba en mis planes, ni siquiera lo imaginé, pero por amor todo se vale y mi sacrificio deberá ser recompensado, lo quiera o no, él deberá permanecer a mi lado por siempre y para siempre, quizá con el tiempo llegue a amarme, tengo mucho amor que dar, demasiada paciencia para esperar el tiempo necesario, así que hay mas tiempo que vida, de mientras, esperaré a que él pague su deuda y vaya al hospital a pedirme matrimonio.
Esperé y esperé hasta el día de mi muerte y jamás llegó esa proposición y nunca se enamoró de mí, solo estaba conmigo por gratitud, por honor, por un juramento que le hizo a ella, juramento que yo le pedí que hiciera para que él no se fuera de mi lado argumentando que no sería feliz, que mi vida no tendría sentido y tanto era mi amor por él que a ella misma le estaba demostrando hacerme a un lado para que vivieran su romance en paz cuando evitó que saltara de la azotea del hospital donde me atendían. ¿Ahora sí van a reconocer que soy una muy buena actriz? ¿Ahora comprenden mis acciones? Estoy segura que ustedes habrían hecho lo mismo o cosas peores.
Esa noche de invierno, en el cuarto de hospital , él miraba la ventana, estoy segura que la buscaba , estoy mas que segura que en ese momento él partió con ella, así es, le dio su alma y corazón porque desde esa vez aunque me dio un atisbo de esperanza de que se quedaría a mi lado él nunca volvió a ser el mismo, ni como persona ni como actor.
Un día me dijo que luego volvería y lo acepté, sabía que ambos tenían palabra, pero para asegurarme le escribí una carta a ella recordándole su juramento y que yo lo amaría por las dos. Carta que no fue contestada, infiero que entendió bien el mensaje, porque él hasta el día de hoy en mi lecho de muerte se encuentra a mi lado. Todos estos años deseando un beso, un abrazo, no cuenta el hecho de todas las veces que me cargó para llevarme a la cama o a la silla de ruedas o ese beso en la frente, esas veces que desee que se cumpliera mi mas íntimo deseo desde el primer día que lo vi, convertirme en su esposa, en su mujer, en la madre de sus hijos, en la amiga y la mejor de todas las amantes.
No, no se puede tener todo en la vida y aunque al final logré quedarme con él , no pude hacerlo feliz, lo único que teníamos en común era el teatro… Cuando él volvió de su peregrinación personal fue con Robert a pedirle una segunda oportunidad y Terence Graham renació tal cual Ave Fenix , él fue el mejor actor de todos los tiempos, vivía en carne propia sus personajes, siguió siendo ese mismo chico arrogante que se ocultaba bajo el manto de la tristeza.
Como parte de su promesa de permanecer a mi lado me incentivó a escribir y componer obras teatrales, me cumplió uno que otro capricho de asistir a algunas fiestas y reuniones, el cual, jamás perdí la oportunidad de aceptar una que otra entrevista para mi beneficio y salir en una que otra foto con Terry. Recuerden, el fin justifica los medios y no me importó que me criticaran el hecho de que vivíamos juntos sin estar casados. Aunque la prensa no lo sabía, éramos dos extraños compartiendo un mismo espacio al que no se le podía llamar hogar. Hubo ocasiones que mis celos y posesividad provocaron discusiones, todo porque yo sacaba a colación a esa mujer que a pesar no estar físicamente entre nosotros hacía que él no me amara. ¿Ahora sí me entienden? ¿Acaso ustedes no habrían hecho lo mismo?
Ahora, que estoy en el umbral de mi muerte, yo, Susana Marlowe confieso que no me arrepiento de todo lo que hice por amor, porque por amor di mi vida, mi carrera y al mejor actor de todos los tiempos. Adiós Terence, adiós Candy, ahora sí, pueden ser felices mas de lo que yo fui al lado de él, porque entre él y yo, jamás hubo un “NOSOTROS”.
Escucho campanas, pero no son campanadas de boda…
Adiós Terry, adiós a mi mas grande y puro amor.
FIN