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Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie)

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Wendolyn Leagan
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Wendolyn Leagan

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ENTRE LAS NUBES

Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) Images17





“Cuantas nubes vuelan alto y en el viento van andando
Siempre viajan y no llegan, por el cielo van contentas
Son tan blancas muchas veces, otras grises y oscurecen
Y los días en que lloran, son la lluvia que me moja…”
(“Cuántas Nubes” – Diego Topa)




A Archibald Cornwell le gustaba admirar las nubes.

Llevaba haciendo esto toda su vida; a veces pasaban largas temporadas que no lo hacía, pero luego, lo retomaba; no dejaba pasar mucho tiempo sin hacerlo. Era una costumbre que tenía muy arraigada, desde su tierna infancia.

No había sido iniciativa propia, eso sí ¡a decir lo que es!

Había sido… cómo decirlo ¿aprendida? ¿imitada? ¿heredada? Bueno, daba igual, lo cierto es que la había vuelto suya, y quienes lo conocían, sabían también de esta costumbre.

Costumbre que, cualquiera que lo viera, tan pulcro, tan elegante; jamás pensarían que fuera posible. Salir al jardín, o escapar al prado; recostarse en la hierba, sin nada que protegiera su finísimo atuendo, colocar los brazos bajo la cabeza, y mirar hacia el cielo, viendo a las nubes en su lento transitar.

Cuando era pequeño, alguna vez le preguntó a su hermano, a dónde irían las nubes; y es que le parecía a él que, después de tanto viajar, a algún lugar tenían que llegar ¿o no?

Pero con el tiempo comprendió, que no es tan necesario llegar a ningún lugar, cuando lo que en realidad te gusta ¡es el viaje!

Como ya he dicho, pasaban largas temporadas en que lo dejaba, podían pasar meses, pero luego el hábito regresaba. Ya Annie lo sabía, y el verlo haciéndolo era para ella una mezcla de sentimientos; entre el alivio, de verlo buscar así un remanso de todas sus responsabilidades, y la tristeza de saber que, aunque lo hacía solo, en realidad no lo estaba.

Un ejército de recuerdos lo acompañaba siempre, durante estos momentos de extraño relax, que podían durar horas; y que se extendían incluso en tiempos lluviosos.

Las nubes grises no lo amedrentaban, tampoco así el frío de una posible lluvia.

“No le temas a la lluvia, hermanito…”  

Y no, él no le temía. Hubo una época en que sí, pero hace mucho que ya no.
Había muchas cosas a las que había dejado de temer gracias a las palabras adecuadas que guardaba en su memoria, como auténticos tesoros…

Cuando era pequeño, y sus padres marcharon a una misión diplomática en la lejana Arabia Saudita, Archie y su hermano mayor, Stear (corto para Alistear) se quedaron con su tía Elroy en su mansión campestre de Chicago.

Eran aún muy pequeños, pero aprendieron pronto que, cualquier mimo que sus padres tuvieran para con ellos, ahí en aquella enorme y solitaria mansión, no cabían.

No es que Tía Elroy no les quisiera, o que fuera mala con ellos ¡Al contrario; era muy buena y les amaba, y mucho! Pero, cada quién tiene sus maneras, y las de ella no eran precisamente las más cariñosas.

Los niños tuvieron que aprender que, para efectos prácticos, se tenían solo el uno al otro; y aunque escasos diecisiete meses les separaban en edad, Stear se tomó muy en serio el trabajo de hermano mayor, ocupándose del pequeño Archie, en todo lo que hiciera menester.

Sí, de eso no cabía duda y Archie, aún a su edad adulta, lo tenía tremendamente claro: Stear había sido un excelente hermano.
Siempre admiró la capacidad que tenía Stear para mirar las cosas desde perspectivas diferentes. Siempre tenía una palabra acertada, siempre sabía qué decir y cuándo decirlo. Siempre la sonrisa justa, siempre el abrazo certero. Stear siempre sabía qué hacer ¡Incluso más que muchos adultos!

De Stear era la costumbre esta, de echarse de espaldas sobre la tierra, y admirar las nubes en su leve tránsito...

- ¿De qué están hechas son las nubes, hermano? – preguntó una vez Archie, cuando tenía como 6 años.

- ¿Ya te olvidaste? – replicó Stear – el tutor nos lo enseñó la semana pasada: son de agua; del agua que se evapora de los ríos y los lagos cuando hace calor, y que suben como vapor y se quedan allá arriba.

- ¡Ah, y por eso es que llueve! ¿verdad, hermano?

- ¡Verdad! – exclamó el niño de gafas.

- ¿A dónde van las nubes, hermano? – preguntó de nuevo el menor luego de un minuto.

-  Ahm… ¿A dónde? – titubeó el mayor – Puesss… eso sí que no lo sé ¿Por qué?

- Pues, míralas; siembre van andando… - respondió Archie mirando al cielo – Algunas van lentitas lentitas; pero otras, van como si corrieran ¿las has visto? Cuando hace mucho viento.

- Sí, las he visto, parece que corrieran. – respondió Stear.

- Entonces, dí hermano ¿Para dónde es que van?

Stear se desperezó, un poco y después de un momento, suspiró con una sonrisa.
Archie lo miraba, y un brillo extraño poblaba los ojos color café de su hermano mayor.

- Pues yo creo que no van a ningún lado. – dijo al final.

- ¿Cómo? ¿Tanto viajar, para nada?

- Pero Archie, si lo piensas un momento te darás cuenta. ¡Sólo míralas! Están allá arriba en ese cielo enooorme que no tiene fin, y son libres de andar a su antojo ¿No te gustaría hacer lo mismo? Poder subir como ellas, mirarlo todo desde allá arriba, ser libre de andar y andar, sin importar a dónde ir; solamente por el gusto de andar y seguir andando… De volar, y seguir volando.

Stear soñaba con volar.

Archie no tenía claro cómo su hermano conseguiría tal proeza ¡Le parecía una completa locura! Pero, por alguna razón, siempre supo que lo conseguiría. Aunque sus inventos salieran siempre mal, Archie desde pequeñito supo que su hermano mayor cumpliría su deseo de volar...

Pero a él, esa idea que a su hermano parecía hacerle tanta ilusión; a él la verdad no le causaba ninguna.

Archie se quedó así, muy quieto, mirando de reojo el plácido rostro de su hermano, y la pacífica expresión que lo acompañaba, cuando una ligera gota en su propio rostro, lo hizo parpadear.

- Uy, parece que va a comenzar a llover…

- ¿Te quieres ir, Archie? – preguntó Stear.

- No, todavía no.

- ¿No tienes miedo que la Tía nos rete?

- Nos reta todos los días de todas formas – respondió el niño soltando una risita – Quedémonos otro ratito.

Stear miró a su hermanito con una sonrisa complacida; pensar que hasta hace solo unos meses, el atisbo de la lluvia le hacía querer correr a encerrarse. Le tenía terror a los truenos y relámpagos.

Aún daba algún saltito cuando el cielo lluvioso tronaba muy fuerte; pero debía reconocer que su pequeño Archie, había madurado mucho en ese sentido, y eso lo hacía sentir muy orgulloso porque, la lluvia y los truenos eran solo un primer paso, y superar un miedo, solo te lleva a vencer otro superior. Stear se daba cuenta con gusto que su hermano, a pesar de lo delicado que podía parecer, iba a ser una persona de carácter…

- No le tengas miedo a la lluvia, hermanito… - le había dicho su hermano, la primera vez que se echaron a la hierba a ver volar las nubes, y de pronto, con un ligero tronar, el cielo desencadenó de inmediato una ligera llovizna que poco a poco se fue volviendo profusa.

Archie, incorporó como un resorte, y habría salido corriendo y lloriqueando, si la mano de su hermano mayor no lo hubiera sujetado con cariño.

- ¡Hey! – exclamó el pequeño de cabello negro, sujetando al más chico - ¿A dónde vas? ¡Es solo lluvia!

- Pero, nos vamos a mojar… - gimió Archie – y nos vamos a enfermar…

- ¡Nada de eso! – respondió Stear con una sonrisa – Anda, quédate donde estás. No dejes de ver las nubes. Hazme caso te va a gustar.

Archie hizo como su hermano le dijera; con las manitos entrelazadas sobre el pecho, se recostó de nuevo en la hierba, mirando temeroso hacia arriba.  Las nubes pasaban de grises a negras, el cielo se iba encapotando de apoco mientras, sobre su rostro ya sentía una a una las ligeras gotas, cayendo cada vez más rápido, y cada vez más gruesas.

De pronto un haz de luz hirió las nubes oscuras, alumbrándolas por un instante.

- ¡¡Qué Bonitoooo!! – exclamó el chico con una sonrisa - ¿¡Lo viste hermano, lo viste!?

- ¡Sí, sí  lo vi! – exclamó el mayor, riendo.

Archie volteó emocionado a mirar a su hermano, justo en el momento en que este se quitaba sus gafas, completamente empañadas; doblaba con cuidado las patitas del armazón, y se las guardaba en el bolsillo de la camisa.

- ¡Te dije que te iba a gustar! – exclamó luego, sonriéndole de esa manera que le hacía creer que su hermano mayor siempre tenía las respuestas, para todo.

Al final, empapados y llenos de fango por correr entre la torrencial lluvia, volvían a casa donde indudablemente tía Elroy los recibía con un regaño mayúsculo,  y tirando orejas los arrojaba a la bañera de agua caliente donde se encargaba de tallarlos muy bien aunque chillaran.

Luego, una taza de cocoa caliente “Para calentar el pechito y evitar cualquier cosa”, decía ella. Una historia rápida, un besito apresurado, y a dormir ¡sin cena, porque estaban castigados!

Y así Archie había aprendido a no temerle a la lluvia, ni a los relámpagos que alumbraban el cielo tormentoso. Ni a los regaños de la tía Elroy tampoco.

A veces le parecía a él que Stear nunca había sido un niño; que siempre fue un hombre grande, de mirada amable y sonrisa dulce, atrapado en el cuerpo de un niño que solamente se volvía más sabio y más amable, a medida que iba creciendo.
Quizá por eso, es que no debía permanecer mucho aquí…

Quizá es que su hermano Stear, como dicen por ahí los que creen en esas cosas, solo estaba aquí cumpliendo una misión.
Quizá es que su misión era cuidar de él hasta que pudiera valerse por sí mismo. Los buenos siempre parten primero, y su hermano había sido el más bueno de todos.

Talvez era por eso su gran anhelo de volar; porque simplemente, no pertenecía a esta tierra…


Cuando al año siguiente llegó su primo Anthony, les fue mucho mejor. Ya no eran solo ellos dos, había llegado un tercero a hacerles compañía, a complementar el trío que se volvió inseparable.
Y si Stear era reposado y obediente, Anthony era un pequeño remolino.



Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 11661d10 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) Candy_11


¡Qué niño para andar de arriba para abajo por toda la casa! Parecía tener una vitalidad inusitada, la tía Elroy no sabía qué hacer con él porque, cuando ella iba a ver qué diablura había hecho, ya él había inventado alguna nueva travesura. Pero era bueno, a la tía le constaba y ellos sabían que, aunque siempre venía el consabido regaño; al final la tía terminaba meneando la cabeza intentando esconder una sonrisilla divertida.

La llegada de Anthony fue buena para ellos dos, y la compañía de ellos fue lo mejor para Anthony.
Había perdido a su mamá hace muy poco, y su papá, marino, que se la pasaba viajando, no podía cuidar de él.

A Anthony no le gustaba hablar de su mamá; y con el tiempo Stear y Archie comprendieron que era mejor que no lo hiciera si no quería.

Anthony era el más vivaracho de los tres ¡brillaba como un sol él solito! Pero cuando se ponía triste; era peor que cuando el cielo se encapotaba de nubes negras.

Peor sí, porque al menos el cielo lloraba y hasta eso era bonito de ver, pero Anthony no.

Sólo se sentaba en medio del rosal durante horas, durante días; y no importaba las bromas que le hiciera Archie, o los juegos que se inventara Stear; Anthony solo quería estar solo.

………………………………

- ¿Y qué vamos a hacer aquí, echados en el suelo? – preguntó Anthony, cuando Stear y Archie le invitaron a compartir su hábito.

- Vamos a observar las nubes – respondió Stear, sentándose en la hierba. A su lado el pequeño Archie ya yacía recostado con una gran sonrisa.

- Observar las nubes… - dijo el rubio, nada convencido – Miren ¿por qué no se van a hacer otra cosa y me dejan solo, sí?

Era uno de esos días grises, en el que sol de Anthony amanecía apagado. El chico no quería saber de nadie.

- ¡Ay no seas aguafiestas! – exclamó Archie.

- ¡No soy aguafiestas! – reclamó el rubio - ¡Solo quiero estar solo!

- ¡Anthony, todos estamos solos! – dijo Stear – Todos estamos solos aquí ¿no lo entiendes? Tú estás solo, y mi hermano y yo también lo estamos. Él me tiene a mí y yo lo tengo a él, nada más. Ahora te tenemos a ti, y tú nos tienes a nosotros. ¡No te quedes solo! Si quieres nos quedamos callados, no diremos ni una palabra; pero no te quedes solo Anthony.- El chico permaneció en su sitio, mirando al piso con el ceño fruncido -  Mmmh… ¿Ves cuando te da esa gripe boba,  que al principio parece que no es nada y un buen día ¡pum! te tumba y pasas tres días con fiebre? – insistió Stear; el niño rubio asintió -  La soledad es igual, es como la gripe boba: te debilita de a poquito y un buen día, te tumba. Pero si estamos juntos ¡eso nos mantiene fuertes!

Archie volteó a ver a su hermano, boquiabierto. No entendió muy bien todo lo que le había querido decir a su primo, pero al ver la expresión del chico, supo que, como siempre, Stear había sido certero.

Aquella vez fue la primera en que a Archie le pareció que su hermano mayor, tenía la mente de un hombre grande.

Anthony caviló un ratito; les miró un momento, y Stear le sonrió dándole ánimos.

Se recostó a la derecha de Archie y se quedó quieto un rato, mirando al cielo. Las nubes blancas y frondosas, volaban lentamente frente a sus ojos, por la explanada azul clarito del cielo de medio día.

- Mi mamá… se llamaba Rosmary… - Dijo de pronto.

- Sí, lo sabemos… - respondió Stear.

- ¿Saben? ¡Ella era muuuy bonita!

- Sí, lo sabemos… - respondió Archie.

- ¡Estas rosas las sembró ella! ¿sabían?- dijo Anthony -  Por eso, cuando papá tuvo que irse y me preguntó si quería vivir con los abuelos, yo dije que no, que quería vivir aquí.

- ¿O sea que, viniste aquí por las rosas? – preguntó Stear.

- Sí… por las rosas. – respondió el niño –  Son lo único que me queda de mi mamá.

Luego, se hizo un silencio lánguido, roto únicamente por las cigarras que cantaban a lo lejos.

Las nubes continuaban su lento transitar, y Archie comenzó a reír suavemente.

- ¿Qué pasa? – preguntó el mayor.

- Un gato…- respondió el niño entre risas.

- ¿Dónde?

- ¡Ahí! – respondió él señalando al cielo con su dedo – ahí está la cabeza, y la cola…

- Eso no es un gato – dijo Anthony - ¡Es un conejo!

- ¡Es un gato!

- ¡Conejo! Mira, las orejas le cuelgan y el rabito está cortito.

- ¡Tiene el rabo largo y está haciendo así! – reclamó Archie haciendo un ademán con su mano.

- ¡Tiene el rabo corto y las orejas le cuelgan hasta acá! – exclamó Anthony, señalándose las rodillas.

- ¡Cállense los dos! – exclamó Stear – Ni gato ni conejo. Es un… ¡rinoceronte!

- ¿¡Que qué!? – exclamaron los otros dos volteándose de improviso.

- Bueno, al menos logré que se callen un rato. – respondió entre risas.

Los otros dos volvieron a recostarse, admirando el cielo. De pronto comenzaron a reír suavemente, como si quisieran esconder la risa.

- ¿De qué se ríen? – preguntó Stear. Los dos chicos se miraron y comenzaron a reír más fuerte.

- ¡Vas a haber visto un rinoceronte en las nubes!- alcanzó apenas a balbucear Archie.

Stear se incorporó para mirarlos.
Archie, con las manos en el estómago se desternillaba de risa, y Anthony, hacía otro tanto.
Stear los miró por un instante, y rió también; pero no por el mismo motivo, sino por el gusto que le produjo de pronto, verlos ahí, riéndose divertidos, juntos.



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……………………………………………………….

Archibald Cornwell, recostado sobre la hierba de su jardín trasero, miraba las nubes pasar frente a sus ojos.
No pudo evitar que un suspiro se escapara de su pecho  al entregarse a estos recuerdos.

Hasta sus oídos llegó el rumor de ruidos lejanos. Un auto que se detenía, portezuelas abrirse y cerrarse, la puerta de la casa.

La voz de Annie dando la bienvenida a sus hijos que llegaban del colegio, y la voz de los chicos contando niñerías.
Los pasitos correteados de sus hijas al subir por las escaleras a las habitaciones. Los pasos firmes del primogénito de la casa…

“¡Papá!...” oyó de pronto.

…………………………………………………..


Stear se sentó a su lado en la hierba, todavía llevaba la chaqueta negra que no se había quitado desde el servicio funerario. Archie en cambio, la había dejado tirada sobre la hierba.

Con los brazos detrás de su cabeza, Archie miraba hacia el cielo.  Pero su hermano supo que esta vez, no estaba mirando las nubes.

Adivinó una ligera rojez en su nariz y mejillas, y aquella humedad en su mirada castaña. Suspiró mirando hacia el horizonte, pero no dijo ni una palabra.

Luego de unos instantes, se recostó a su lado. Archie lo miró de reojo; lo vio retirarse los lentes, doblar delicadamente las patitas del armazón, y guardarlos en el bolsillo de su camisa, y en silencio agradeció la discreción de su hermano, de no preguntarle nada.


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Había llorado, y no es que quisiera escondérselo a Stear… ¡Como si pudiera hacerlo! Stear sabía que había estado llorando con solo mirarlo; y Archie sabía que Stear sabía… No había nada más que decir.

- Qué bien huelen las rosas… - dijo Stear, quedamente, luego de unos minutos en silencio – Comienza a hacer frío ¿eh? Se nota que viene el otoño.

Archie, frunció un poco el ceño y carraspeó.

- Mira, parece que fuera a llover. Claro que no es raro en otoño…

Archie estiró la pierna derecha, flexionando la izquierda.

- ¡Mira, un gato…! – Dijo Stear, señalando al cielo.

- ¡Ay Stear…! – farfulló Archie, haciendo amago de levantarse, cuando de pronto sintió que lo aferraban delicadamente de la muñeca.

- No te vayas… - escuchó Archie, miró a su hermano, que sin dejar de mirar el cielo, lo aferraba. Sus ojos brillaban diáfanamente. Archie pudo adivinar las lágrimas que se formaban – No te vayas, Archie. No te quedes solo, por favor; no es bueno. No es bueno que nos quedemos solos ahora...No me dejes solo ahora.

Archie se recostó nuevamente al lado de su hermano. Cierto que ya comenzaba a hacer frío.

- Se ha ido… de verdad se ha ido… - dijo Archie después de un rato, con la voz quebrada, intentando esconder que sorbía por la nariz. Stear no lo miró, solo atinó a apretar ligeramente su mano.

Las nubes volaban sobre ellos, a través de un cielo cada vez más oscurecido, y como si fuera un hecho sobrenatural; con cierta velocidad inusitada.

¿¡Cómo se lo vamos a decir a Candy!? – exclamó Archie en un sollozo, lanzando un puño a la hierba a su costado.

- Ahora mismo, no debemos preocuparnos por eso.- respondió el mayor - Ella duerme y es mejor así. Ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos al río.

- Nos quedamos solos de nuevo, hermano… - susurró el muchacho cubriéndose el rostro con un brazo.

Stear escuchó los sollozos de su hermano menor, y lo dejó llorar. No se atrevía a intentar consolarlo en ese momento. No porque no supiera qué decirle, sino porque conocía perfectamente la importancia del desahogo, y en Archie era especialmente importante.

- ¿Qué vamos a hacer, Stear, sin Anthony…? – preguntó Archie cuando se hubo calmado un poco - ¡Yo no sé qué voy a hacer! No me puedo imaginar qué haré el día de mañana sin verlo, sin escucharlo ¡Ni siquiera puedo creer que estamos aquí sin él ahora mismo…!

- Pero Archie, si te calmas un poco – dijo Stear – podrás entender que en realidad estamos todos reunidos.

- Ay Stear… - resopló el chico.

- No, es en serio – siguió el otro – Yo creo, que según la metafísica…

- ¡Ya Stear, deja de hablar pende…!

- ¡¡Hey, esa boca jovencito!! – exclamó Stear con fuerza, ante la grosería de su hermano.

- Perdón… - balbuceó el menor, guardando silencio durante unos momentos.

- Archie ¡cierra los ojos! – dijo de pronto Stear

- ¿Qué? ¿Para qué?


Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) Lz10  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) Mj_nyu10


- ¡Tú hazlo! Te voy a demostrar que, tal como te digo, Anthony sigue aquí, a nuestro lado.

- Mira, en serio no creo que ahora sea el mo…

- ¡Oh que eres terco! – regañó Stear - ¡Que cierres los ojos te dicen!

Con un resoplido fastidiado, el chico hizo lo que su hermano mayor le decía.

- Ya ¿y ahora? – preguntó con desgano.

- Ahora, piensa en él. – respondió Stear, y vio como su hermano fruncía el ceño - ¡No vayas a abrir los ojos! No, hasta que yo te lo diga. Solo, piensa en él ¡Piensa en Anthony! – siguió diciendo Stear – Piensa en lo bonita que se volvió la mansión cuando él llegó, haciendo su bulla, a vivir con nosotros. Piensa, en la facilidad que tenía de voltear de buenas a la Tía cada vez que se enfadaba con nosotros ¡siempre se fue sin castigo el muy bribón!

- ¡Es que, era su favorito…!

- Piensa en su rostro; cuando lo vimos por primera vez, le dijiste que tenía cara de niña chiquita ¿te acuerdas?

- ¡Ah sí! ¡Y me sacó la lengua el muy malcriado! – respondió Archie, soltando una risa.

- Piensa en él, lo tienes frente a ti. Está regando las rosas y contándote alguna de sus ocurrencias. Te sonríe, y te mira con esos ojazos azules brillantes que siempre le envidiaste.

- ¡Ah, es que tenía más éxito con las chicas, pues!

- Bueno, bueno; tu sigue mirándolo ¿lo ves? – Archie, asintió sonreído – Te está sonriendo Archie ¿lo ves? Te habla, te está contando un chiste ahora mismo; lo tienes a tu lado hermano. Ahora, sin abrir aún los ojos, voltea a tu derecha. Ese siempre fue el sitio de Anthony cuando mirábamos las nubes ¿te acuerdas? Siempre a tu derecha, para poder susurrarte tonterías en el oído que te hacían reír. Ahora Archie, ahora puedes abrir los ojos.

El muchacho hizo como su hermano le indicaba y, tal como él se lo dijera,  de pronto Anthony estaba ahí, a su lado. Como si no acabaran de despedirlo hace solamente unas horas. Lo tenía recostado a su lado, como siempre que perdían las horas de esa manera. ¡Hermoso como solo él! Mirándolo con sus ojos de cielo, y sonriéndole, como siempre, con el rubio cabello ondéandole ante el frío viento otoñal que comenzaba a rodearlos. Como si jamás se hubiera ido.

- Oh Anthony… - susurró Archie – no sabes la falta que me haces ya.

- Él siempre va a estar contigo, hermanito; siempre va a estar con nosotros. Solo tienes que cerrar los ojos y mirar dentro de ti ¡Ahí lo vas a encontrar!

Archie desvió la mirada hacia el cielo de nuevo con un suspiro ahogado.

- Prométeme que tú no vas a dejarme nunca, hermano.

- Oh Archie… ojalá pudiera hacerlo – respondió Stear – ojalá pudiera prometerte que siempre voy a estar aquí, a tu lado; pero no puedo hacerlo, y eso tú lo sabes ya no eres un niño. La vida es una ruleta que no sabemos hacia dónde va a girar, así que prometerte eso sería una irresponsabilidad de mi parte. Pero puedo prometerte esto… - Archie volteó a mirar a su hermano, y se sorprendió de verle el rostro bañado en lágrimas – Yo siempre voy a estar contigo; y lo único que tienes que hacer para tenerme a tu lado, si algún día te falto físicamente, es cerrar tus ojos, buscarme dentro de ti y ahí es donde vas a encontrarme; igual que a Anthony.

Esa fue la segunda vez que Archie Cornwell tuvo esa extraña certeza, de que Stear definitivamente no era un joven común y corriente como él. No, Stear era especial, diferente. Le volvió a parecer, como cuando eran niños, que Stear jamás había sido un chico; sino que, por dentro,  siempre fue un hombre grande, que solo se volvía más sabio a medida que maduraba.

Se quedó mirando a su hermano, mientras este, sin sus lentes, seguía escrutando el cielo oscurecido.

Un brillo especial se desprendía de los ojos de su hermano cuando miraba el cielo; no eran las lágrimas que el dolor por la muerte de su primo le provocaban. Esta vez, era algo más.

De pronto Archie, extrañamente recordó que su hermano anhelaba volar. ¿Y qué tal si un día de estos lo lograba?

Este pensamiento lo llenó de un extraño sentimiento, que no le fue del todo agradable…


Desafortunadamente, Archie Cornwell no tuvo que esperar demasiado para darse cuenta que, en verdad si su hermano le hubiera hecho la promesa de estar junto a él para siempre, ciertamente habría sido una gran irresponsabilidad de su parte.

La vida, definitivamente es una ruleta, que nadie sabe para dónde va a girar… Y eso, en algunos casos es terrible.

Si Archie hubiera sabido lo que iba a pasar ¡es que capaz habría sido de amarrar a su hermano con una camisa de fuerza!
Pero no ¿quién iba a saberlo? ¿Quién va a saber los designios de la vida? ¡Nadie!

La rueda gira y gira y gira… no se detiene jamás, y en ese despiadado e incesante rodar, donde todos tenemos ficha, algunos a veces ganan; pero todos ¡todos! alguna vez perdemos.

Annie y Candy se habían ido; Patty se había puesto tremendamente mal durante el funeral simbólico que le hicieron a Stear, y ellas, como buenas amigas, se habían dedicado a cuidarla.

Archie no sabía qué hacer, simplemente no hallaba consuelo. Encerrado en su habitación, pasaban los días y él creía volverse loco; el silencio y la soledad de aquella casona lo estaban envolviendo. Él no sabía cómo sobrevivir a eso. Stear siempre había visto por él.  En la dificultad, él le hacía hallar las soluciones.

A cualquier pregunta, él le guiaba hasta encontrar las respuestas.

En las tristezas, siempre supo hacerle sonreír.

¡Stear era su luz!... era su luz y ahora, se había apagado.

Él creía ser mayor e independiente pero esto… esto él no podía lidiarlo.

Solo ¡Solo! ¡Se había quedado completamente solo!

Salió corriendo de su habitación azotando la puerta; bajó los anchos escalones de la mansión que retumbaron al sonido de sus pisadas. Las mucamas lo miraron azoradas.

En la puerta, el buen Georges intentó detenerle sujetándole por los brazos, pero el chico se debatió hasta que, casi rugiendo, logró soltarse y salió.

En el jardín, el viento soplaba arrancando cruelmente los pocos pétalos que quedaban en el rosal. No podía ser más deprimente.

Se colocó las manos sobre las rodillas, y comenzó a resoplar y resoplar, como si de pronto estuviera muy agitado, mientras las lágrimas, incontenibles, corrían abundantes por su rostro “¿Qué voy a  hacer? ¿¡Qué voy a hacer!?” se preguntaba una y otra vez sin poderse dar respuesta.

Escuchó unos pasos cercanos, volteó un instante y vio a Georges, que venía a paso ligero hacia él.

¡No! No quería hablar con nadie. No quería la lástima de nadie. No quería que lo miraran, porque lo miraban con pena; “pobrecito” escuchaba murmurar a la servidumbre. Sí… pobrecito, el pobre chico que se queda solo en aquella gran casa.

George llegaba y él, no quería verlo, no quería escucharlo ¡No quería nada!

Emprendió a correr de nueva cuenta, y no paró de correr, hasta que se encontró en medio del prado donde, ya fuera por la frenética carrera, o por su llanto desesperado; comenzó a faltarle el aire.

Cayó de rodillas al suelo de hierba crecida, apretó sus puños cerrados entre la hierba y dio un golpe; después otro, y otro más; hasta que luego de un momento, estaba como enloquecido, propinando puñetazos estériles a la tierra insensible, y manchando las briznas de hierba frente a sí, con la sangre de sus puños, y regándolas con sus lágrimas.

Luego de un momento, agotado, debilitado y sudoroso; cayó de espaldas al suelo respirando afanosamente, intentando llenar de aire sus pulmones adoloridos.

Se llevó una mano al pecho y aferró fuertemente la pechera de su camisa; sentía un dolor opresivo en medio del pecho, y un silbido pernicioso que se escapaba de él en cada respiración.


Abrió los ojos de repente, y su mirada se llenó con el cielo amplio ante él.
No era un cielo despejado, ni celeste. Era un cielo oscuro y frío, las nubes no eran esponjadas y frondosas, eran largas briznas sin forma, como cuando se arranca el algodón a pedazos; y oscuras, como si alguien hubiera manchado el algodón con hollín.

Se quedó ahí acostado, con la mirada fija en las nubes que volaban frente a él; y así, en ese peculiar ejercicio que adoptara de su hermano, su respiración fue encontrando la calma.

Su pecho desbocado, comenzó latir cada vez más pausadamente; las lágrimas desesperadas, comenzaron a mermar, hasta que poco a poco, se quedó tranquilo y en silencio durante un largo rato.

Con el pasar del tiempo, el viento fue arrastrando a las nubes (quizá, emisarias de tormenta) hacia otros destinos; poco a poco, el cielo sobre su cabeza comenzó a despejarse.

Las nubes largas y sin forma, se fueron desintegrando, el negro hollín, se fue desvaneciendo; hasta que pronto tuvo frente a sí un cielo que, si bien no era del todo halagüeño, al menos parecía ser el reflejo de su propio ánimo apaciguado.

- No fue justo lo que hiciste… - murmuró de pronto, con la mirada fija – No tenías derecho a hacerlo… Stear, no tenías derecho a  hacer lo que hiciste. A irte así, sin decir nada ¡No tenías derecho! ¿¡Me escuchas, Stear!? – dijo, subiendo de a poco la voz - ¡¡No. Tenías. Derechoooo!!

Se quedó de nuevo en silencio, mirando el cielo y las nubes frente a él.

- Ojalá pudiera verte en una nube… - murmuró quedamente – ojalá pudiera adivinarte, andando por ahí en el cielo. Yo, con eso me conformaría. De verdad que sí… de verdad que sí… Porque, no sé qué es lo que voy a hacer ahora… sin ti.

Archie cerró los ojos; se sentía agotado, debilitado. El pico de adrenalina que se había provocado gracias a su desenfreno de hace unos momentos, lo abandonaba ahora; y el cuerpo, ya relajado y en paz, parecía comenzar a pedir merecido descanso.

“Yo siempre voy a estar contigo; y lo único que tienes que hacer para tenerme a tu lado, si algún día te falto físicamente, es cerrar tus ojos, buscarme dentro de ti y ahí es donde vas a encontrarme… igual que a Anthony.”

- Anthony… - murmuró de pronto, entre dormido y despierto, pero no movió ni un músculo. Ya no podía, sentía como si el cuerpo le pesara una tonelada, pero no lucharía contra eso. Ahora no.

Las palabras que su hermano le dijera, el día del funeral de Anthony, habían llegado furtivamente hasta su mente atormentada; quizá, un recurso misterioso de la psiquis, para hallar algo de sosiego.

Extrañamente, aunque la voz en su cabeza era la de Stear, fue la efigie de su primo la que se fue formando en su mente; y comenzó a recordarlo todo, desde el momento que llegó a la casa a vivir con ellos. Las primeras peleas, la primera golpiza. Las primeras aventuras que compartieron.

Quiso abrir sus ojos, pero estos no le obedecieron, la imagen de su primo parecía empecinarse en habitar su memoria por completo; lo único que atinó a hacer, fue girar suavemente su cabeza hacia su derecha; y mientras el rostro, la mirada y la voz de su primo le llenaban la mente, de pronto abrió los ojos, y lo vio ahí, a su lado; a la edad exacta de 15 años, tal como lo había visto la última vez, sonriéndole dulcemente, con el cabello rubio ondeándole al viento.

- Anthony… -balbuceó.

- ¡Primo! – le respondió él - ¿Qué estás haciendo, Archie? ¡Mírate nada más como estás! Todo sucio y lastimado ¿Qué es lo que te ha pasado?

- Stear…

- ¿¡Stear te hizo esto!? – preguntó su visión - ¡Vaya! Bueno, la verdad es que una paliza hace rato te andabas mereciendo.

- No… no… Stear, se ha ido.

- ¿Ido? ¿A dónde?

- Anthony… Tú… ¿Tú no lo has visto allá… allá donde tú estás?

- ¿Allá donde yo estoy? ¿¡De qué hablas tonto!? ¡si estoy acá mismo contigo! – respondió el rubio, riendo. – Y verlo ¡claro que lo he visto! Es más, estoy viéndolo ahora mismo.

- ¿¡Dónde!? – preguntó Archie.

- ¿Y dónde va a ser? Pues ahí a tu lado, tonto ¡como siempre! – Archie lo miró abriendo mucho los ojos y negando con la cabeza.

- No… no…

- ¿Cómo no? ¡Sí! Ahí mismo lo tienes, anda voltea y míralo.

El muchacho hizo como su primo le dijera, con cierta dificultad volteó hacia su izquierda y, efectivamente se topó de frente con el amable rostro de su hermano, que lo miraba dulcemente.

- Hola Archie… - saludó Stear. Archie no lograba articularse, simplemente lo miraba – Lo siento hermano, lo siento mucho. No era esta mi intención, yo…

- No tenías derecho… - balbuceó Archie.

- No, no lo tenía. Tienes razón.

- No fue justo… no fue justo… - repitió el joven, entre dientes.

- No lo fue, tienes toda la razón. Lo que hice no fue justo.

- ¿¡En qué carajo estabas pensando!? – exclamó Archie.

- ¡¡Hey, esa boca...!!

- ¡No me vengas con regaños ahora! – explotó el chico - ¡Tú estás muerto, y los muertos no tienen derecho a regañar a nadie! ¡Así que voy a decir todas las groserías que me dé la gana, y tú te quedas callado porque ahora yo soy el hijo mayor de los Cornwell!… ahora yo soy el hijo… Yo… Ahora yo soy el único hijo… - murmuró al final con un hilo de voz, mientras la lágrimas comenzaban de nuevo  – Yo soy el único que queda en esa casa. Ya no hay nadie ahí. Ya no hay risas ni bromas ni nada. Estoy solo ¡Estoy yo solo! ¡Y eso es culpa tuya, maldito cabrón egoísta!

- Archie… modales...

- ¡¡Cállate!! – exclamó cubriéndose el rostro con las manos - ¡Cállate que ya no tienes derecho a nada; ni a regañarme ni a nada! ¿¡Has visto lo que le hiciste a la Tía Elroy!? ¡¡Lo que le hiciste a mamá!! ¿¡la viste!? ¡¡Patty, pedazo de idiota!! ¿¡Has visto lo que le hiciste a Patty!?¿¡La has visto!?... ¿Me has visto a mí?... ¿has visto lo que me hiciste a mí?

Archie comenzó a llorar abiertamente, como cuando era niño; dejaba salir sus sollozos sin intentar esconderlos o detenerlos. Dejaba salir su llanto libremente, como no lo había hecho quizás nunca.

Se colocó de lado, y se abrazó las rodillas al pecho, mientras se permitía llorar y llorar, como nunca antes.

Cuando pudo recuperarse un poco, abrió los ojos, irritados y adoloridos por el esfuerzo… y se topó con Anthony, que lo miraba de frente, sonriéndole.

- ¿Ya? – le preguntó el rubio - ¿Se calmó el bebito? ¿Ahora sí vamos a poder conversar como la gente civilizada?

- ¡¡Sigues aquí!! – exclamó Archie, espantado.

- Y yo también. – escuchó a su izquierda, al voltearse, vio a su hermano retirándose los lentes, doblándolos con cuidado y guardándolos en el bolsillo de su camisa.

- Pero… pero… ¿¡Por qué!? – exclamó el joven.

- Tú nos llamaste, primo. –respondió Anthony.

- ¡Noooo, yo no llamé a nadie!

- Ah no, claro que lo hiciste – replicó Stear-  llevas días… Qué digo días… ¡Meses, invocándonos! Ahora aquí estamos. Di ya lo que quieras decirnos.

- ¡Hey! A mí no ¿eh? – dijo Anthony – Que yo no hice ninguna tontería como la tuya, a mí no tiene nada que reclamarme. Yo solo estoy aquí acompañándolos.

- Bueno, bueno, está bien – replicó Stear – Aquí estoy, vamos hermano, suéltalo todo.

Archie se quedó mirando fijamente a la visión de su hermano que tenía a su lado, y en ese instante sintió que no tenía nada más que reclamarle. Ya se lo había dicho todo; hasta se había permitido el soltarle algún insulto. Ya se había desahogado, y si había alguien que entendía lo importante que era para Archie el desahogo, ese era Stear.

- ¿Qué pasó Archie, es que ya no tienes nada que decirme? – preguntó Stear.

- ¡Te quiero…! – dijo de pronto el joven.

- Yo también te quiero, Archie.

- ¡Te extraño…!

- Yo también te extraño, hermanito. Te extraño mucho.

- ¿Qué voy a hacer sin ti?

- Lo mismo que hicimos cuando Anthony murió, Archie: seguir adelante.

- ¡No!... No, porque cuando Anthony murió, yo aún te tenía a ti, pero ahora ya me quedé solo…

- No estás solo, hermano. Tienes a nuestros amigos, que van a estar siempre contigo. Tienes a una chica que te quiere sinceramente y que es buena contigo. Tienes mucha gente a tu alrededor que cuidará de ti, igual o mejor de lo que lo hice yo ¡Pero tú también cuídalos! Ellos serán tu familia ahora. Tú sabes que los amigos, son los hermanos que nos pare la vida, Archie. Vela por ellos y ellos velarán por ti. Acompáñalos y ellos serán tu compañía. No te encierres, no te quedes solo hermanito ¡No te quedes solo!


- La soledad es mala. – dijo Anthony llamando la atención del chico - La soledad, es como una gripe boba, que un buen día ¡pum! Te tumba y te come a fiebres.

- ¡Exacto! – exclamó Stear – no dejes que la soledad te consuma, como una fiebre. Archie, no te quedes solo. No quiero que estés solo, y por favor entiende: yo me fui, pero no te dejé solo. ¡Jamás me habría ido si hubiera sabido que no tenías a nadie! Yo te encargué, Archie. ¡Eres mi tesoro más preciado! y te encargué, para que cuidaran de ti, a todas las personas que nos quieren. No te alejes, que ellos tampoco son eternos. La vida es una ruleta ¿recuerdas? Nadie sabe para dónde va a girar, así que no los descuides.  ¡Atesóralos! Como yo hice contigo.


Esa, fue la tercera vez que Archie tuvo la certeza… no, no fue la tercera ¡Fue la primera!

Esa fue la primera, única y definitiva vez, en que Archie Cornwell supo de manera certera, que su hermano no era para nada un ser común; y tal como alguna vez lo había pensado, la misión de su hermano era la de un protector, y un guía. Pero no solo para él, sino para todos los que estuvieron a su alrededor.

Archie supo en ese momento, que la muerte de Stear no había sido una estupidez fortuita; y que su vida, no había sido ningún desperdicio.

Las lecciones que Stear dejaba en su corazón ¡eran enormes! Y era apenas ahora que comenzaba a comprenderlas.


- Archie, por favor cuida de Patty ¿sí? – pidió Stear a su hermano.

- ¡Ah claro! Tú te vas y me dejas cubriendo tu responsabilidad…

- ¡No seas malcriado! – regañó Stear – Patty no es una responsabilidad, no lo es para ti y jamás lo fue para mí. Una responsabilidad es un peso, y ella es cualquier cosa menos eso.

- ¿Y qué es lo que quieres que haga?

- Que cuides de ella, nada más. No por mucho, hasta que se recupere. Lo hará, quizá no sea pronto, pero lo hará. Ella todavía no lo sabe ¡pero es tan fuerte, Archie!

- ¿Y Candy?

- No necesitas cuidar de Candy, ella se cuida muy bien sola. – dijo Anthony a su espalda haciéndolo voltear– pero, si puedes hacerme un favor personal de primo, tenle un ojo encima ¿puedes?

- Desde luego que sí, no te preocupes Anthony.

- Ah y Annie… - intentó recalcar Stear.

- No, no te preocupes por Annie – respondió Archie con una sonrisa – Yo ya sé lo que debo hacer.

- ¡Me alegro! – dijo Stear, mirándolo con orgullo – Entonces ya nos vamos.

- ¡No! – rogó el joven - ¡Por favor! ¡Por favor no se vayan! ¿Qué voy a hacer si me dejan de nuevo?

- Pero primo, nosotros jamás vamos a dejarte. Siempre estaremos a tu lado.

- Así es hermano – recalcó Stear – y cuando menos te lo esperes, sabremos hacerte entender que estamos contigo más que nunca.

- ¡Mira Archie, un conejo! – dijo Anthony haciéndolo voltear hacia el cielo, que se había copado de nubes blancas y espumosas.

- ¡Ay no seas tonto Anthony, es un gato ya te lo dije…!


Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) Candy_12



…………………………………………………………..


Cuando Georges logró encontrar a Archie, lo halló en pleno prado abierto.

Recostado boca arriba, y con una mano colocada sobre el corazón; se había quedado profundamente dormido.

Cuando intentó despertarlo, más allá de sus heridas en las manos, y los surcos salinos en sus mejillas, lo que más llamó la atención a Georges, fue la delicada sonrisa de paz que reposaba sobre sus labios.

Fue por esa razón que decidió no perturbar su sueño.

Solo D-s sabe la de noches que no habrá logrado el descanso aquel pobre muchacho atormentado, y ahora que duerme plácidamente, era más que claro que estaba teniendo un dulce sueño. Despertarlo, pensó, después de todo por lo que estaba pasando, sería un acto imperdonable.

Así que, solamente se sentó a su lado en la hierba, y lo dejó dormir; mientras observaba el cielo, repentinamente celeste como si fuera de verano, copado de nubes grandes y frondosas que parecían de puro algodón.


………………………………………………………………………………..


- Oye papá, cuidado te va a llover…

Archibald Cornwell, despertó como de una ensoñación al escuchar esa voz que amaba tanto.

Un par de tenis se le situaron cerca del rostro, y luego, con poca o nada delicadeza, el joven dueño de los mismos, se echó a su lado.

- No va a llover, hijo ¿no ves el cielo? – respondió Archie.

- Yo nomás digo – replicó el muchacho – ¿Y, cómo están las nubes hoy?

- ¡Enormes! – respondió él divertido haciendo ademanes – Mira nada más esa ¡gordota y esponjadota! Hasta parece que volara más lento que las otras de lo grande que está.

El muchacho a su lado soltó una carcajada, que a él le hizo saltar el corazón de alegría.

- ¿Ves alguna forma? – preguntó el adolescente - ¿O solo son nubes gordas y esponjadas volando por ahí?

- A ver, a ver… - murmuró Archie, como buscando algo – Sí, mira ahí ¡Un gato!

- ¿Dónde? – preguntó el joven.

- ¡Ahí! – dijo él señalando con su dedo – ahí cerca de esa otra nube pequeña.

- Ah, eso no es un gato – dijo el chico -¡Es un conejo!

Al oír esto, Archie volteó a mirarlo de improviso, y por un momento le pareció que era a otro muchacho al que tenía a su lado. Parpadeó un poco, algo incrédulo, y de pronto le pareció que era la primera vez que miraba detenidamente a su hijo.

Alto y delgado. Tenía el dulce rostro de su madre, y había heredado el cabello dorado de los Andrew; pero en sus ojos brillaba el diáfano café de los ojos Cornwell.

- Sí papá, es un conejo, míralo. Tiene el rabo cortito, y las orejotas largas hasta acá…- decía el chico, mientras se señalaba las rodillas.

De pronto, con una risita suspirada, el muchacho se quitó los anteojos.

Les dobló con cuidado las patitas del marco, y se las guardó en el bolsillo de la camisa; y volteó a ver a su padre, que lo miraba con ternura.

- Ay, está bien papá, es un gato ¿ok? Es un gato. Tú ganas.


“Siempre estaremos a tu lado, hermano…  y cuando menos te lo esperes, sabremos hacerte entender que estamos contigo más que nunca.”

Con estas palabras sonándole en el alma, Archibald Cornwell se miró en el cristalino café de la mirada límpida de su hijo, y sintió el corazón lleno de alegría.

En ese momento lo supo: si la soledad era una enfermedad ¡él hace mucho tiempo que estaba curado!

Ante la dulce sonrisa que le regalara su hijo, él también sonrió enternecido.




Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 29793010



Gracias por leer...

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Lau_4_U

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Niño/a del Hogar de Pony
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¡Oh, por dios, que extraordinario FIC! ... de  los mejores que he leído.  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 189452  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 189452

Me hiciste llorar, ¡no se vale Wendolyn!... que sabias palabras plasmaste, mi hiciste reflexionar y me quedé maravillada con tu narración    Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 463717  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 463717

Gracias por compartirla, te mando un abrazote
 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 752716  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 142209

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GINA R.

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Niño/a del Hogar de Pony
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Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 4149639568 Hermosos fic , pobre Archie sufrió tanto con la partida de Anthony y luego la de Stear , pero entendió que siempre estarían a su lado . Felicitaciones Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 233976

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Linda Flores

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Niño/a del Hogar de Pony
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Muy hermoso felicidades Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 334740

stormaw

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Niño/a del Hogar de Pony
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Ah, que triste y hermoso tu minific.
Me encanto, te felicito
Cuidate

Wendolyn Leagan

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Niño/a del Hogar de Pony
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MUCHAS GRACIAS SEÑORITAS; DE VERDAD ME HALAGAN SUS PALABRAS

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Byul_Hye


Dulce Candy
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Es tan bonito... Cómo una tormenta y su respectiva calma.

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Lady Letty

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Niño/a del Hogar de Pony
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WUW MUY BONITA TU HISTORIA. ME GUSTO MUCHO.


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Fabiola Ruiz Angeles

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Niño/a del Hogar de Pony
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Estuvo muy bonito, ver el dolor de Archie al perder a sus hermanos pero logro curarse sabiendo que están con él, gracias Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 142879 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 142879 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 87635 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 189452 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 189452

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Karym wg

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Niño/a del Hogar de Pony
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Simplemente¡¡ hermoso!! Felicidades ❤❤❤

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Wendolyn Leagan

Wendolyn Leagan
Niño/a del Hogar de Pony
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GEZABEL

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Guerrera de Lakewood
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wendoooooo volvio la musa, pero que belleza de mini... a ver, a ver, necesito que voltees para otro lado que ya me lo estoy guardando para mi coleccion :D ... este, no, no voltees que este ya es mio...

Capri67

Capri67
Niño/a del Hogar de Pony
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Hermoso fic muy triste también creo que esta mañana he  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 142879 mucho tu fic tiene tantas cosas bellas y mucha reflexión pobre archie pero que bonito que los pudo ver en su sueño y los escucho los llevará  en su corazón por siempre.. :.Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 87635

Primrose

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Niño/a del Hogar de Pony
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que puedo decir, si hay un personaje que quiero aparte de Terry y Candy es Stear, e llorado tanto con su historia, está muy linda y me ha conmovido mucho, gracias por compartirlo  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 498689  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 498689  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 498689  Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 498689

Sussy

Sussy
Niño/a del Hogar de Pony
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Wendoly, mil gracias por una historia maravillosa, llena de bellos detalles, de momentos maravillosos de estos 3 paladines.
Le has dado voz a una parte de la historia que me ha dejado con un nudo en la garganta, que me dado mucho en que pensar sobre los 3, pero sobre todo de Stear, un persona que admiro y adoro y que aquí lo revelas como un ser tan extraordinario¡

MIMICAT StEaRsGirL

MIMICAT StEaRsGirL
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Ese es Stear, sólo él podría ser así de tierno y sabio, es su naturaleza. mi corazón arde dentro de mi pecho de ternura, de admiración por tu arte y la belleza de la voz de tus letras.

Sólo tú puedes crear algo tan bello, es tu naturaleza.

Gracias por mantener vivo el Imaginario de Stear

Te quiero hermana.





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LORENA **AlbertManìa**

LORENA **AlbertManìa**
Niño/a del Hogar de Pony
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Hermoso querida condesa! No pude evitar las lágrimas, fue vívido y dulce! Vos como siempre os habéis lucido con vuestra pluma y letra. Gracias por estas reflexiones llenas de amor.

Saludos fraternales

Angie Jaba

Angie Jaba
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

¡Ah mi Wen!
como siempre es un placer leerte
¡Me encantó! entre la sencillez y el eterno paso de las nubes... ¡me encantó!

https://www.fanfiction.net/u/2654699/

Wendolyn Leagan

Wendolyn Leagan
Niño/a del Hogar de Pony
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QUERIDAS AMIGAS ¡MUCHAS GRACIAS POR SUS LINDAS PALABRAS! YO SOLO ESCRIBO, LO QUE YO MISMA HUBIESE QUERIDO LEER, ASÍ QUE ME COMPLACE MUCHO QUE HAYA SIDO DE SU AGRADO.
GRACIAS


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AndyGraham

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Niño/a del Hogar de Pony
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Los tres siempre juntos, haciendo travesuras,  protegiendo a Candy... Al final Archi se queda solo, pero las personas que se van y siempre las piensas,  viven contigo. Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 355103 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 355103 Desde El Imaginario de Stear, y El Clan Alba Highland's Andrew: "ENTRE LAS NUBES" (Para Stear, Anthony y Archie) 355103

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