PRÓFUGOS
ZANYA GRANCHESTER
Él le dijo “vámonos”,
¿Dónde?, le respondió ella llorando.
Una madrugada de julio Alistear Cornwell y Patricia O’Brian decidieron hacer la mayor aventura de sus vidas. Después de pensarlo tanto y sin planearlo salieron del Colegio San Pablo saltando la barda ubicada cerca de la colina de Pony. A las risas lo cruzaron y tomados de la mano se dirigieron a su destino.
Sin alas para volar, prófugos del instituto, de su familia, amigos y sociedad, los enamorados viajaron rumbo a Francia, se les hacía romántico ir juntos a conocer “La ciudad luz”. Ellos se fueron sin pensar en la preocupación que les provocarían a sus seres queridos, solo querían ser libres.
Al llegar a su destino, la impresión que tenían del lugar no era precisamente el mismo que les habían enseñado en la escuela, mas, sin embargo, no iba a ser impedimento para disfrutar de la corta estancia que tenían planeado estar. Buscaron un hotel accesible a sus presupuestos, pero se llevaron con la sorpresa de que no podían hospedarlos por ser menores de edad, un poco decepcionados, pero sin perder las esperanzas siguieron buscando un lugar en donde pasar las siguientes tres semanas.
Encontraron hospedaje en un modesto y sencillo hostal, le hicieron creer al recepcionista que eran hermanos en busca de su familia para que más adelante nos los fueran a echar. Organizaron sus equipajes en el húmedo closet, tomaron un baño y de ahí se fueron a cenar pasta a un bonito restaurant cerca del Río Sena. Cuando terminaron, salieron del lugar y Patricia empezó a girar sobre su propio eje levantando las manos para sentir el aire y la brisa del lugar, era tanto su entusiasmo que Stear la tomó de su cintura y realizó la misma operación, ambos reían a carcajadas, de repente, sus miradas se encontraron, él se detuvo, y sin quitarle la vista lentamente se acercó a su boca, ella se puso roja intuyendo lo que iba a suceder, llevaba tiempo deseándolo y este era el momento tan esperado y deseado.
Ella lo recibió con añoranza, como si toda la vida lo hubiera esperado, fue un beso suave, tierno, sublime e indescriptible. Paulatinamente se fue retirando poco a poco también sonrojado y le dijo en un susurro: “te amo Patty”, el cual, ella respondió: “Yo también te amo Stear”. Después de eso continuaron su camino entre las sombras y las luces que les regalaba ese hermoso lugar.
Mientras ellos estaban en la Ciudad Luz, el colegio San Pablo se encontraba en un segundo escándalo en menos de 24 horas… Terry y Candy habían sido sorprendidos en los establos cuando el reglamento indicaba que ni siquiera debía haber cercanía entre los estudiantes de sexos opuestos. La madre superiora jamás hubiera imaginado que este tipo de situaciones se suscitaran en ese plantel de alto prestigio y menos dos en un inter de tiempo parecido, solo que en el caso de Patty y Stear se dieron cuenta de sus ausencias en el pase de lista.
La hermana Grey no tenía cara para notificar a sus tutores las vergonzosas acciones de sus estudiantes y el cómo era posible que dos de los casos fueran de la misma familia, no le cabía la duda que esto fue planeado por la rubia de ojos verdes, ya que ella era la conexión entre los tres chicos. Así que ella sería la responsable de que los prófugos se hayan marchado sin dejar huella alguna y a su vez haya manchado el prestigio de tan honorable plantel. Había que guardar toda la discreción posible.
Cuando la Madre superiora tenía redactado en cuatro hojas los acontecimientos y a su vez hecho por escrito solicitando la presencia de sus tutores en calidad de urgente, Terrence Granchester con su característica arrogancia entró a la oficina argumentando la misma historia de una trampa… La directora no cedió ni un ápice en su petición de liberarla del cuarto de castigo y de su inminente expulsión. Cuando Terrence le dijo que tomaría el lugar de Candy sintió un alivio, ya que no habría que ser mencionado a su tutor la vergonzosa escena del establo y no correría el riesgo de que la removieran de su rectoría. En cuanto el duque de Granchester, confiaba que Terry le hiciera conocimiento que él mismo abandonaba el plantel. Solo quedaba la parte más importante.
Muy contrariados llegaron los padres de Patty, jamás en la vida los habían hecho llamar en calidad de urgente y menos por una mala conducta, ella era un ejemplo y modelo a seguir en cuanto a valores y educación. George llegó en representación del Tío abuelo William, a él no le causaba ni una sorpresa el citatorio, infería que alguno de sus inventos había fallado causando algún daño material. Sorpresa fue lo que tuvieron ambas partes cuando los hicieron pasar y se enteraron de los acontecimientos.
Acordaron tener la mayor discreción posible, buscarlos de manera independiente y mantenerse informados en caso de encontrar alguna pista de los muchachos. La vergüenza de los padres de Patty no fue comparada con el que sintieron más adelante cuando salió a la luz la desaparición de los jóvenes en los principales diarios del país, alguien había filtrado información, misma información que le fue llegada de manera anónima al duque de Granchester en relación de la mala influencia de la huérfana de Pony y la repentina salida de su heredero del prestigioso colegio San Pablo.
La hermana Grey ya no podía con tanta presión, y haciendo el mejor uso de su paciencia y tolerancia le dio un ultimátum a Elisa por sus procederes. Ya no había vuelta atrás, fue una trampa y una injusticia, pero, aun así, el reglamento indicaba que Terrence y Candy habían roto dichas reglas. Ahora, se le sumaba el escándalo de Patty y Stear en los diarios. El destino de ambos también estaba escrito… ellos serían expulsados en cuanto aparecieran y esclarecieran los acontecimientos.
Una semana había pasado desde la fuga de Paty y Stear, una semana de haber sido encontrados en los establos del colegio a Terrence y a Candy, una semana que le había quitado el sueño a la rectora, ya que no había rastro de los prófugos, al menos tenía conocimiento que Terrence había partido para América y ahora, le seguía lloviendo sobre mojado, la partida de Candy en el transcurso de la madrugada… En cuanto llegó George y le explicó el motivo de un segundo citatorio, logró notar una gran palidez y de repente un cambio de temperamento, golpeó fuertemente la mesa y le exigió una explicación. No tuvo más opción que contar la omisión de los sucesos pasados.
Paty y Stear habían pasado una semana maravillosa, entre las visitas al museo de Louvre, al palacio de Versalles, al río Sena, a la Torre Eiffel, a los campos Eliseos y a uno que otro restaurant donde degustaron de exóticos platillos, consideraron que ya habían visto suficiente y decidieron ir a otro destino, uno muy romántico para la imaginación de ellos: Niza.
Niza se encuentra ubicado en el sureste de Francia continental, a unos 30 kms de la frontera italiana, a orillas del mar Mediterráneo. Está ubicada entre las ciudades de Cannes y Montecarlo. De Paris a Niza hay de por medio una distancia de 960 kms, así que fueron por sus maletas, cancelaron la cuenta y partieron a su nueva aventura de viaje en tren.
Al llegar, el primer lugar en visitar fue la playa. Patty no cabía de la emoción, la vista que ofrecía la bahía se antojaba para hacer su residencia, la brisa fresca de la tarde los invitaba a recorrer el lugar hasta que cayera el ocaso, platicaron, jugaron, corrieron, cayeron en la arena, se besaron, reían, no les importaba nada, ¿quién los conocía en ese apartado lugar? Se hospedaron en un humilde hotel, sus ahorros se les estaba terminando, debían gastar de la manera mas racional posible si deseaban regresar a casa de una manera cómoda.
Continuaron con su travesía en Niza y recorrieron la Colina del Castillo, la vista panorámica daba una imagen mas amplia del lugar, la bahía, los Alpes y los campos, los campos no eran verdes, eran moradas, con un aroma muy peculiar… los famosos campos de lavanda. Ese sería su destino del día siguiente.
Para ahorrar lo poco que les quedaba optaron por pedir un aventón hacia la salida de la ciudad y llevaron unas piezas de pan, un poco de leche y agua. ¡Qué maravilloso es sentirse vivo! Ambos reconocían cuando se pararon en medio del lugar para apreciar el maravilloso espectáculo de la naturaleza. Definitivamente, ese sería su futuro hogar cuando fueran mayores.
En la tarde noche volvían contentos del campo, regresaban sonrojados, con futuras promesas de amor y sin saberlo en ese momento, un ser se concebía dentro del vientre de Patricia. ¡Qué caro pagarán por su osadía!... No terminaban de descender de la carreta cuando de repente Alistear fue sometido por un guardia del orden y de manera inmediata fue introducido a una patrulla. A Patricia la trataron de manera mas amable, le preguntaron si se encontraba bien y la invitaron a subir a otra unidad. Ambos no tenían idea de lo que estaba sucediendo.
Fueron interrogados por separados, coincidieron en las versiones y omitieron las mas privadas entre ellos. Quedaron resguardados por ser menores de edad hasta que llegaran sus tutores o representantes, mientras, no se verían ni tendrían comunicación alguna… Ellos llegaron a Francia sin dirección, alpiste ni papeles. La guardia nacional les decomisó el sudor y la sonrisa, ¡Pobres bastardos de la prisa! ¡Qué vergüenza tendrán sus papás!
Las autoridades francesas entregaron a los prófugos del San Pablo a sus homónimos ingleses y a sus representantes legales, entre ellos iba George Jhonson, la mirada que le brindó a Stear de decepción hizo que el joven empezara a notar el grave error que cometió de haber invitado a Patricia a escapar lejos de todos y conocer juntos la ciudad Luz. Un grave error que no se arrepentiría jamás, porque había sido el mejor de su vida y estaba seguro de que ella tampoco lo haría. Fuese cual fuese los resultados finales de la sanción impuesta por la familia, lo acataría cabalmente.
Cuando llegaron al puerto de Southampton los chicos ya se encontraban preparados y asesorados para el acoso de los reporteros hambrientos por la primera plana del mayor escándalo social de dos familias reconocidas, sobre todo una, la familia Andrew, y del prestigioso Colegio San Pablo, que en menos de tres semanas cuatro estudiantes se habían escapado del plantel, dos de ellos con rumbo desconocido y los otros dos no dieron a conocer sus nombres, la injerencia del duque de Granchester impidió que los nombres de los alumnos involucrados fueran mencionados, más adelante el asunto se manejó como producto de las casualidades el darlos de baja para cambiarlos de plantel y del penoso caso de la desaparición de los chicos.
Los jóvenes bajaron de manera separada y custodiados por elementos de la guardia nacional, no se permitió a los periodistas realizar una sola pregunta ni tomar una sola fotografía, ya estaba dada la orden, cubiertos y protegidos fueron trasladados al Real Colegio San Pablo, lugar donde se le determinaría su situación escolar y posteriormente a sus respectivos domicilios… Había que borrar el expediente de los prófugos y limpiar toda mancha de desprestigio hacia el plantel. Se acordó que ellos bajo autorización de sus padres y el permiso de la rectoría saldrían de viaje de manera independiente en compañía de un representante de la familia… Alumbraron el amanecer muertos de frío, se arroparon con la sensatez del desvarío tuyo y mío de vuelta al hogar. ¡Qué vergüenza tendrán sus papás!
Con una evidente expulsión disfrazado de baja voluntaria por cambio de residencia Alistear Cornwell y Patricia O’Brian fueron trasladados a sus respectivas mansiones, ahí, los padres de ambos firmaron una serie de documentos y despidieron las autoridades que se hicieron cargo de los prófugos. Ahora, su destino estaba escrito. ¡Nadie les enseñó a merecer el amparo de la Virgen de la Soledad!
Cuando Patricia llegó a casa sus padres la abrazaron y su madre lloraba desconsoladamente, en cuanto se retiraron el personal de la guardia nacional, su madre le dio una cachetada y la mirada de su padre se endureció. Estaba decidido, ella sería enviada a un convento hasta que alcanzara la edad suficiente para casarse… ella había manchado el apellido y aunque los diarios habían sido sobornados e incluso en el último momento se les amenazó con cerrar la editorial en caso de que se les ocurriera dar una sola mención de lo sucedido. Ella lloraba desconsoladamente, no deseaba separarse de su amado. Qué vacío deja la ansiedad, ¡qué vergüenza tendrán sus papás!
Alistear se llevó la sorpresa de su vida, en cuanto entró a la estancia de la mansión Andrew acompañado por George Jhonson y de la guardia nacional, se encontraban la tía abuela Elroy y sus padres, ¿Acaso tenía que haber sucedido esto para que sus progenitores regresaran de Arabia a ver la gracia de su hijo al irse de pinta? Su silencio cortaba cualquier mínimo sonido. La guardia nacional se retiró en compañía de Jhonson… Stear sería enviado como cadete a un plantel militar en los Estados Unidos de América. No, no volvería a ver a su amada, ni siquiera podría despedirse de ella. Qué vacío deja la ansiedad, ¡qué vergüenza tendrán sus papás!
Todavía quedaba una esperanza, el tío abuelo William, le pidió a George que le enviara una carta explicando su situación y de manera encarecida le solicitó que le hiciera llegar una misiva a Patricia pidiéndole que lo esperara. Lo que no sabía Stear es que William se encontraba en calidad de desaparecido a partir de que Jhonson le enviara un telegrama desde que él y Candy abandonaran el Colegio.
Su destino estaba trazado, él sería partícipe de la Gran Guerra, pidió ser voluntario desde septiembre de 1914 pero le fue denegado gracias a la protección Andrew, pero a raíz de que los Estados Unidos le declaró la guerra a Alemania en abril de 1917 la influencia de los Andrew pasó a segundo término… Stear desapareció en combate. Sus familiares y amigos estaban destrozados, entre ellos un amor del pasado. Qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad.
Entre lágrimas Patricia O’Brian les rogaba a sus padres que no la internaran en el convento, que Stear respondería por las decisiones que ambos tomaron, pero lo que sus padres no le dijeron es que los Cornwell ni Andrew responderían por las acciones de los jóvenes, ni siquiera de la virtud de ella en caso de que hubieran consumado “su amor”. Su agonía y ansiedad se acrecentó cuando confirmó su gravidez, ¿ahora que iba a ser de su vida? Un rayito de esperanza le nació cuando George Jhonson le entregó en sus propias manos la carta de Stear. Él le pedía que lo esperara sin importar cuanto tiempo pasara. Nadie les enseñó a merecer el amparo de la Virgen de la Soledad.
Los padres de Patricia la retiraron del convento a causa de la guerra, con un estado avanzado de embarazo ella fue enviada junto con la abuela Martha al Estado de Florida en los Estados Unidos para protegerla del conflicto bélico. Nadie notó su gravidez, en cuanto pusiera un pie en América ella empezaría una nueva vida, un nuevo comienzo, la certeza de que estando en el mismo país de su amado le permitía estar más cerca de él. Solo era cuestión de tiempo para que se reencontraran y con ella el fruto de su amor. Fue un parto difícil, doloroso, pero todo eso no fue nada a comparación cuando el niño nació, la primigesta acunó a su bebé en brazos cuando la partera se lo dio, lo besó y le dio su primer alimento.
Ella decidió estudiar literatura inglesa, en algo debía ocuparse para guardar las apariencias, sus padres no estaban de acuerdo, una mujer no era bien vista trabajando y menos con un hijo. Todo eso ya lo tenía solucionado, su dama de compañía era la madre sustituta del pequeño Alistear, así que a donde ella iba, ambos iban a donde fuera. Su rendimiento académico era excepcional, se destacó por ser la primera en clase, así pasaron los años y se tituló con mención honorífica. Se trasladó a Chicago para trabajar como docente en la universidad de ese estado y para estar aún más cerca de él, para que supiera en donde encontrarla en cuanto regresara.
Un día se encontró a Candy en el hospital Santa Juana, llevó al pequeño Stear a que lo atendieran de un resfriado. Se saludaron y acordaron de verse en un fin de semana en donde a amabas le tocaba descanso. Su mundo se le derrumbó cuando la rubia le contó que su primo se había marchado al frente de guerra, lloraba desconsoladamente que por un momento se olvidó de su hijo. Candy observaba al pequeño, a Patty y a su dama de compañía y notaba su gran parecido con su primo. No dijo nada, prefirió quedarse callada.
La armada norteamericana rindió un homenaje a los caídos de guerra, entregó la bandera estadounidense a los padres del teniente Alistear Cornwell, mientras tocaban la marcha del silencio… Una caja vacía sería llevada al mausoleo de la familia Andrew. Patty lloraba desgarradoramente, vestida de negro se encontraba hincada frente a su tumba. La madre del desaparecido en combate se le acercó y la culpó de lo sucedido… Si no se hubieran escapado del Colegio. Sin alas para volar, prófugos del instituto y de la cama, apenas dos minutos mala fama, devuélveme el mes de abril, se llamaban Patricia y Alistear, arcángeles bastardos de la prisa.
La gran guerra finalizó el 11 de noviembre de 1918 cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio, para el 28 de junio de 1919 se firmó el Tratado de Versalles junto con Alemania y posteriormente con el resto de los países involucrados en la misma. En ese inter de tiempo los aliados se dedicaron a desarmar a los vencidos, a rescatar a los soldados en cautiverio y tener el control de las ciudades principales.
Era principios de enero de 1920, un joven de apariencia mayor, alto y extremadamente delgado desembarcaba con uniforme militar de un barco naval norteamericano en el puerto de Nueva York. Se acomodó los lentes, se quitó la boina y lo guardó en uno de los múltiples bolsillos de la guerrillera. Llevaba consigo su baja definitiva, solo tendría que ir al cuartel en donde le firmaran su arribo. En cuanto lo obtuviera iría a buscar a su familia para que supieran que estaba vivo y posteriormente iría a Inglaterra en busca de Patricia.
Lleno de sueños y esperanza llegó a la mansión Andrew, la tía abuela perdió el sentido en cuanto lo vio, Archie corrió a su encuentro, lo abrazó y ambos lloraron de felicidad, George sonreía ante la escena tan conmovedora mientras se resistía de derramar una sola lágrima, ya imaginaba como reaccionaría Stear en cuanto supiera de Patricia y de su hijo. Albert esperaba el momento adecuado para presentarse ante su sobrino para contarle y disculparse de su ausencia cuando más lo necesitó.
Candy había citado a Patty en el Grant Park, sabía que llevaría al pequeño Alistear consigo, de eso no tenía duda. Ella le había dicho a su primo que le concertaría una cita sorpresa para su reencuentro. Por mas que él le preguntaba por su amada, su prima prefirió omitir cualquier tipo de respuesta, cualquier cosa que desease saber, la misma Patricia le respondería y ambos se pondrían al día de tantos años sin verse.
La ojiverde llegó acompañada de George y Albert, traían una gran canasta con alimentos y bebidas. Acomodaron un mantel y le pidieron que se sentara, la rubia le dijo que le tenía una sorpresa, que ese día era muy especial y que para que fuera inolvidable debía mantener los ojos cerrados y abrirlos en cuanto terminara de contar hasta veinte de manera paulatina. En lo que ella contaba, los tres se retiraron mientras Stear se acercaba a la castaña. Cuando ella terminó de contar abrió lentamente sus ojos mirando hacia el mantel, esperando ver ahí su sorpresa. De abajo hacia arriba recorrió la mirada, parpadeó constantemente y sintió que su mente la traicionaba nuevamente ante sus recuerdos…
Lágrimas, muchas lágrimas por parte de los dos. “Prometí que volvería por ti”, esas fueron sus primeras palabras y ella le respondió: “Yo prometí que te esperaríamos”. Él se desubicó ante su respuesta, en ese momento, una pelota rebotó en su cabeza y lo volvió a la realidad. El niño se disculpó por su acción y reconoció que lo había hecho a propósito por haber hecho llorar a su mamá.
Ahora la sorpresa era mutua, Patty por verlo y él al saberse padre. Ya entendía el por qué Candy no había querido decirle nada acerca de la castaña. Las palabras no salían por mas que lo intentaba, el llanto se lo impedía, así que sin avisar abrazó a ambos y empezó a llenarlos de besos haciéndose la promesa que jamás habría una segunda separación se interpusiere quien se interpusiere.
Un mes fue suficiente para organizar una boda, comprar una casa y acomodarse en los negocios familiares…
¡Los declaro marido y mujer hasta que la muerte los separe, puede besar a la novia! Ambos se miraron y se dieron un beso para toda la vida.
FIN
Esta historia está basada en la canción Pájaros de Portugal de un gran canta autor, me refiero a mi marido Joaquín Sabina.
Gracias por leer.
¿Dónde?, le respondió ella llorando.
Una madrugada de julio Alistear Cornwell y Patricia O’Brian decidieron hacer la mayor aventura de sus vidas. Después de pensarlo tanto y sin planearlo salieron del Colegio San Pablo saltando la barda ubicada cerca de la colina de Pony. A las risas lo cruzaron y tomados de la mano se dirigieron a su destino.
Sin alas para volar, prófugos del instituto, de su familia, amigos y sociedad, los enamorados viajaron rumbo a Francia, se les hacía romántico ir juntos a conocer “La ciudad luz”. Ellos se fueron sin pensar en la preocupación que les provocarían a sus seres queridos, solo querían ser libres.
Al llegar a su destino, la impresión que tenían del lugar no era precisamente el mismo que les habían enseñado en la escuela, mas, sin embargo, no iba a ser impedimento para disfrutar de la corta estancia que tenían planeado estar. Buscaron un hotel accesible a sus presupuestos, pero se llevaron con la sorpresa de que no podían hospedarlos por ser menores de edad, un poco decepcionados, pero sin perder las esperanzas siguieron buscando un lugar en donde pasar las siguientes tres semanas.
Encontraron hospedaje en un modesto y sencillo hostal, le hicieron creer al recepcionista que eran hermanos en busca de su familia para que más adelante nos los fueran a echar. Organizaron sus equipajes en el húmedo closet, tomaron un baño y de ahí se fueron a cenar pasta a un bonito restaurant cerca del Río Sena. Cuando terminaron, salieron del lugar y Patricia empezó a girar sobre su propio eje levantando las manos para sentir el aire y la brisa del lugar, era tanto su entusiasmo que Stear la tomó de su cintura y realizó la misma operación, ambos reían a carcajadas, de repente, sus miradas se encontraron, él se detuvo, y sin quitarle la vista lentamente se acercó a su boca, ella se puso roja intuyendo lo que iba a suceder, llevaba tiempo deseándolo y este era el momento tan esperado y deseado.
Ella lo recibió con añoranza, como si toda la vida lo hubiera esperado, fue un beso suave, tierno, sublime e indescriptible. Paulatinamente se fue retirando poco a poco también sonrojado y le dijo en un susurro: “te amo Patty”, el cual, ella respondió: “Yo también te amo Stear”. Después de eso continuaron su camino entre las sombras y las luces que les regalaba ese hermoso lugar.
Mientras ellos estaban en la Ciudad Luz, el colegio San Pablo se encontraba en un segundo escándalo en menos de 24 horas… Terry y Candy habían sido sorprendidos en los establos cuando el reglamento indicaba que ni siquiera debía haber cercanía entre los estudiantes de sexos opuestos. La madre superiora jamás hubiera imaginado que este tipo de situaciones se suscitaran en ese plantel de alto prestigio y menos dos en un inter de tiempo parecido, solo que en el caso de Patty y Stear se dieron cuenta de sus ausencias en el pase de lista.
La hermana Grey no tenía cara para notificar a sus tutores las vergonzosas acciones de sus estudiantes y el cómo era posible que dos de los casos fueran de la misma familia, no le cabía la duda que esto fue planeado por la rubia de ojos verdes, ya que ella era la conexión entre los tres chicos. Así que ella sería la responsable de que los prófugos se hayan marchado sin dejar huella alguna y a su vez haya manchado el prestigio de tan honorable plantel. Había que guardar toda la discreción posible.
Cuando la Madre superiora tenía redactado en cuatro hojas los acontecimientos y a su vez hecho por escrito solicitando la presencia de sus tutores en calidad de urgente, Terrence Granchester con su característica arrogancia entró a la oficina argumentando la misma historia de una trampa… La directora no cedió ni un ápice en su petición de liberarla del cuarto de castigo y de su inminente expulsión. Cuando Terrence le dijo que tomaría el lugar de Candy sintió un alivio, ya que no habría que ser mencionado a su tutor la vergonzosa escena del establo y no correría el riesgo de que la removieran de su rectoría. En cuanto el duque de Granchester, confiaba que Terry le hiciera conocimiento que él mismo abandonaba el plantel. Solo quedaba la parte más importante.
Muy contrariados llegaron los padres de Patty, jamás en la vida los habían hecho llamar en calidad de urgente y menos por una mala conducta, ella era un ejemplo y modelo a seguir en cuanto a valores y educación. George llegó en representación del Tío abuelo William, a él no le causaba ni una sorpresa el citatorio, infería que alguno de sus inventos había fallado causando algún daño material. Sorpresa fue lo que tuvieron ambas partes cuando los hicieron pasar y se enteraron de los acontecimientos.
Acordaron tener la mayor discreción posible, buscarlos de manera independiente y mantenerse informados en caso de encontrar alguna pista de los muchachos. La vergüenza de los padres de Patty no fue comparada con el que sintieron más adelante cuando salió a la luz la desaparición de los jóvenes en los principales diarios del país, alguien había filtrado información, misma información que le fue llegada de manera anónima al duque de Granchester en relación de la mala influencia de la huérfana de Pony y la repentina salida de su heredero del prestigioso colegio San Pablo.
La hermana Grey ya no podía con tanta presión, y haciendo el mejor uso de su paciencia y tolerancia le dio un ultimátum a Elisa por sus procederes. Ya no había vuelta atrás, fue una trampa y una injusticia, pero, aun así, el reglamento indicaba que Terrence y Candy habían roto dichas reglas. Ahora, se le sumaba el escándalo de Patty y Stear en los diarios. El destino de ambos también estaba escrito… ellos serían expulsados en cuanto aparecieran y esclarecieran los acontecimientos.
Una semana había pasado desde la fuga de Paty y Stear, una semana de haber sido encontrados en los establos del colegio a Terrence y a Candy, una semana que le había quitado el sueño a la rectora, ya que no había rastro de los prófugos, al menos tenía conocimiento que Terrence había partido para América y ahora, le seguía lloviendo sobre mojado, la partida de Candy en el transcurso de la madrugada… En cuanto llegó George y le explicó el motivo de un segundo citatorio, logró notar una gran palidez y de repente un cambio de temperamento, golpeó fuertemente la mesa y le exigió una explicación. No tuvo más opción que contar la omisión de los sucesos pasados.
Paty y Stear habían pasado una semana maravillosa, entre las visitas al museo de Louvre, al palacio de Versalles, al río Sena, a la Torre Eiffel, a los campos Eliseos y a uno que otro restaurant donde degustaron de exóticos platillos, consideraron que ya habían visto suficiente y decidieron ir a otro destino, uno muy romántico para la imaginación de ellos: Niza.
Niza se encuentra ubicado en el sureste de Francia continental, a unos 30 kms de la frontera italiana, a orillas del mar Mediterráneo. Está ubicada entre las ciudades de Cannes y Montecarlo. De Paris a Niza hay de por medio una distancia de 960 kms, así que fueron por sus maletas, cancelaron la cuenta y partieron a su nueva aventura de viaje en tren.
Al llegar, el primer lugar en visitar fue la playa. Patty no cabía de la emoción, la vista que ofrecía la bahía se antojaba para hacer su residencia, la brisa fresca de la tarde los invitaba a recorrer el lugar hasta que cayera el ocaso, platicaron, jugaron, corrieron, cayeron en la arena, se besaron, reían, no les importaba nada, ¿quién los conocía en ese apartado lugar? Se hospedaron en un humilde hotel, sus ahorros se les estaba terminando, debían gastar de la manera mas racional posible si deseaban regresar a casa de una manera cómoda.
Continuaron con su travesía en Niza y recorrieron la Colina del Castillo, la vista panorámica daba una imagen mas amplia del lugar, la bahía, los Alpes y los campos, los campos no eran verdes, eran moradas, con un aroma muy peculiar… los famosos campos de lavanda. Ese sería su destino del día siguiente.
Para ahorrar lo poco que les quedaba optaron por pedir un aventón hacia la salida de la ciudad y llevaron unas piezas de pan, un poco de leche y agua. ¡Qué maravilloso es sentirse vivo! Ambos reconocían cuando se pararon en medio del lugar para apreciar el maravilloso espectáculo de la naturaleza. Definitivamente, ese sería su futuro hogar cuando fueran mayores.
En la tarde noche volvían contentos del campo, regresaban sonrojados, con futuras promesas de amor y sin saberlo en ese momento, un ser se concebía dentro del vientre de Patricia. ¡Qué caro pagarán por su osadía!... No terminaban de descender de la carreta cuando de repente Alistear fue sometido por un guardia del orden y de manera inmediata fue introducido a una patrulla. A Patricia la trataron de manera mas amable, le preguntaron si se encontraba bien y la invitaron a subir a otra unidad. Ambos no tenían idea de lo que estaba sucediendo.
Fueron interrogados por separados, coincidieron en las versiones y omitieron las mas privadas entre ellos. Quedaron resguardados por ser menores de edad hasta que llegaran sus tutores o representantes, mientras, no se verían ni tendrían comunicación alguna… Ellos llegaron a Francia sin dirección, alpiste ni papeles. La guardia nacional les decomisó el sudor y la sonrisa, ¡Pobres bastardos de la prisa! ¡Qué vergüenza tendrán sus papás!
Las autoridades francesas entregaron a los prófugos del San Pablo a sus homónimos ingleses y a sus representantes legales, entre ellos iba George Jhonson, la mirada que le brindó a Stear de decepción hizo que el joven empezara a notar el grave error que cometió de haber invitado a Patricia a escapar lejos de todos y conocer juntos la ciudad Luz. Un grave error que no se arrepentiría jamás, porque había sido el mejor de su vida y estaba seguro de que ella tampoco lo haría. Fuese cual fuese los resultados finales de la sanción impuesta por la familia, lo acataría cabalmente.
Cuando llegaron al puerto de Southampton los chicos ya se encontraban preparados y asesorados para el acoso de los reporteros hambrientos por la primera plana del mayor escándalo social de dos familias reconocidas, sobre todo una, la familia Andrew, y del prestigioso Colegio San Pablo, que en menos de tres semanas cuatro estudiantes se habían escapado del plantel, dos de ellos con rumbo desconocido y los otros dos no dieron a conocer sus nombres, la injerencia del duque de Granchester impidió que los nombres de los alumnos involucrados fueran mencionados, más adelante el asunto se manejó como producto de las casualidades el darlos de baja para cambiarlos de plantel y del penoso caso de la desaparición de los chicos.
Los jóvenes bajaron de manera separada y custodiados por elementos de la guardia nacional, no se permitió a los periodistas realizar una sola pregunta ni tomar una sola fotografía, ya estaba dada la orden, cubiertos y protegidos fueron trasladados al Real Colegio San Pablo, lugar donde se le determinaría su situación escolar y posteriormente a sus respectivos domicilios… Había que borrar el expediente de los prófugos y limpiar toda mancha de desprestigio hacia el plantel. Se acordó que ellos bajo autorización de sus padres y el permiso de la rectoría saldrían de viaje de manera independiente en compañía de un representante de la familia… Alumbraron el amanecer muertos de frío, se arroparon con la sensatez del desvarío tuyo y mío de vuelta al hogar. ¡Qué vergüenza tendrán sus papás!
Con una evidente expulsión disfrazado de baja voluntaria por cambio de residencia Alistear Cornwell y Patricia O’Brian fueron trasladados a sus respectivas mansiones, ahí, los padres de ambos firmaron una serie de documentos y despidieron las autoridades que se hicieron cargo de los prófugos. Ahora, su destino estaba escrito. ¡Nadie les enseñó a merecer el amparo de la Virgen de la Soledad!
Cuando Patricia llegó a casa sus padres la abrazaron y su madre lloraba desconsoladamente, en cuanto se retiraron el personal de la guardia nacional, su madre le dio una cachetada y la mirada de su padre se endureció. Estaba decidido, ella sería enviada a un convento hasta que alcanzara la edad suficiente para casarse… ella había manchado el apellido y aunque los diarios habían sido sobornados e incluso en el último momento se les amenazó con cerrar la editorial en caso de que se les ocurriera dar una sola mención de lo sucedido. Ella lloraba desconsoladamente, no deseaba separarse de su amado. Qué vacío deja la ansiedad, ¡qué vergüenza tendrán sus papás!
Alistear se llevó la sorpresa de su vida, en cuanto entró a la estancia de la mansión Andrew acompañado por George Jhonson y de la guardia nacional, se encontraban la tía abuela Elroy y sus padres, ¿Acaso tenía que haber sucedido esto para que sus progenitores regresaran de Arabia a ver la gracia de su hijo al irse de pinta? Su silencio cortaba cualquier mínimo sonido. La guardia nacional se retiró en compañía de Jhonson… Stear sería enviado como cadete a un plantel militar en los Estados Unidos de América. No, no volvería a ver a su amada, ni siquiera podría despedirse de ella. Qué vacío deja la ansiedad, ¡qué vergüenza tendrán sus papás!
Todavía quedaba una esperanza, el tío abuelo William, le pidió a George que le enviara una carta explicando su situación y de manera encarecida le solicitó que le hiciera llegar una misiva a Patricia pidiéndole que lo esperara. Lo que no sabía Stear es que William se encontraba en calidad de desaparecido a partir de que Jhonson le enviara un telegrama desde que él y Candy abandonaran el Colegio.
Su destino estaba trazado, él sería partícipe de la Gran Guerra, pidió ser voluntario desde septiembre de 1914 pero le fue denegado gracias a la protección Andrew, pero a raíz de que los Estados Unidos le declaró la guerra a Alemania en abril de 1917 la influencia de los Andrew pasó a segundo término… Stear desapareció en combate. Sus familiares y amigos estaban destrozados, entre ellos un amor del pasado. Qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad.
Entre lágrimas Patricia O’Brian les rogaba a sus padres que no la internaran en el convento, que Stear respondería por las decisiones que ambos tomaron, pero lo que sus padres no le dijeron es que los Cornwell ni Andrew responderían por las acciones de los jóvenes, ni siquiera de la virtud de ella en caso de que hubieran consumado “su amor”. Su agonía y ansiedad se acrecentó cuando confirmó su gravidez, ¿ahora que iba a ser de su vida? Un rayito de esperanza le nació cuando George Jhonson le entregó en sus propias manos la carta de Stear. Él le pedía que lo esperara sin importar cuanto tiempo pasara. Nadie les enseñó a merecer el amparo de la Virgen de la Soledad.
Los padres de Patricia la retiraron del convento a causa de la guerra, con un estado avanzado de embarazo ella fue enviada junto con la abuela Martha al Estado de Florida en los Estados Unidos para protegerla del conflicto bélico. Nadie notó su gravidez, en cuanto pusiera un pie en América ella empezaría una nueva vida, un nuevo comienzo, la certeza de que estando en el mismo país de su amado le permitía estar más cerca de él. Solo era cuestión de tiempo para que se reencontraran y con ella el fruto de su amor. Fue un parto difícil, doloroso, pero todo eso no fue nada a comparación cuando el niño nació, la primigesta acunó a su bebé en brazos cuando la partera se lo dio, lo besó y le dio su primer alimento.
Ella decidió estudiar literatura inglesa, en algo debía ocuparse para guardar las apariencias, sus padres no estaban de acuerdo, una mujer no era bien vista trabajando y menos con un hijo. Todo eso ya lo tenía solucionado, su dama de compañía era la madre sustituta del pequeño Alistear, así que a donde ella iba, ambos iban a donde fuera. Su rendimiento académico era excepcional, se destacó por ser la primera en clase, así pasaron los años y se tituló con mención honorífica. Se trasladó a Chicago para trabajar como docente en la universidad de ese estado y para estar aún más cerca de él, para que supiera en donde encontrarla en cuanto regresara.
Un día se encontró a Candy en el hospital Santa Juana, llevó al pequeño Stear a que lo atendieran de un resfriado. Se saludaron y acordaron de verse en un fin de semana en donde a amabas le tocaba descanso. Su mundo se le derrumbó cuando la rubia le contó que su primo se había marchado al frente de guerra, lloraba desconsoladamente que por un momento se olvidó de su hijo. Candy observaba al pequeño, a Patty y a su dama de compañía y notaba su gran parecido con su primo. No dijo nada, prefirió quedarse callada.
La armada norteamericana rindió un homenaje a los caídos de guerra, entregó la bandera estadounidense a los padres del teniente Alistear Cornwell, mientras tocaban la marcha del silencio… Una caja vacía sería llevada al mausoleo de la familia Andrew. Patty lloraba desgarradoramente, vestida de negro se encontraba hincada frente a su tumba. La madre del desaparecido en combate se le acercó y la culpó de lo sucedido… Si no se hubieran escapado del Colegio. Sin alas para volar, prófugos del instituto y de la cama, apenas dos minutos mala fama, devuélveme el mes de abril, se llamaban Patricia y Alistear, arcángeles bastardos de la prisa.
La gran guerra finalizó el 11 de noviembre de 1918 cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio, para el 28 de junio de 1919 se firmó el Tratado de Versalles junto con Alemania y posteriormente con el resto de los países involucrados en la misma. En ese inter de tiempo los aliados se dedicaron a desarmar a los vencidos, a rescatar a los soldados en cautiverio y tener el control de las ciudades principales.
Era principios de enero de 1920, un joven de apariencia mayor, alto y extremadamente delgado desembarcaba con uniforme militar de un barco naval norteamericano en el puerto de Nueva York. Se acomodó los lentes, se quitó la boina y lo guardó en uno de los múltiples bolsillos de la guerrillera. Llevaba consigo su baja definitiva, solo tendría que ir al cuartel en donde le firmaran su arribo. En cuanto lo obtuviera iría a buscar a su familia para que supieran que estaba vivo y posteriormente iría a Inglaterra en busca de Patricia.
Lleno de sueños y esperanza llegó a la mansión Andrew, la tía abuela perdió el sentido en cuanto lo vio, Archie corrió a su encuentro, lo abrazó y ambos lloraron de felicidad, George sonreía ante la escena tan conmovedora mientras se resistía de derramar una sola lágrima, ya imaginaba como reaccionaría Stear en cuanto supiera de Patricia y de su hijo. Albert esperaba el momento adecuado para presentarse ante su sobrino para contarle y disculparse de su ausencia cuando más lo necesitó.
Candy había citado a Patty en el Grant Park, sabía que llevaría al pequeño Alistear consigo, de eso no tenía duda. Ella le había dicho a su primo que le concertaría una cita sorpresa para su reencuentro. Por mas que él le preguntaba por su amada, su prima prefirió omitir cualquier tipo de respuesta, cualquier cosa que desease saber, la misma Patricia le respondería y ambos se pondrían al día de tantos años sin verse.
La ojiverde llegó acompañada de George y Albert, traían una gran canasta con alimentos y bebidas. Acomodaron un mantel y le pidieron que se sentara, la rubia le dijo que le tenía una sorpresa, que ese día era muy especial y que para que fuera inolvidable debía mantener los ojos cerrados y abrirlos en cuanto terminara de contar hasta veinte de manera paulatina. En lo que ella contaba, los tres se retiraron mientras Stear se acercaba a la castaña. Cuando ella terminó de contar abrió lentamente sus ojos mirando hacia el mantel, esperando ver ahí su sorpresa. De abajo hacia arriba recorrió la mirada, parpadeó constantemente y sintió que su mente la traicionaba nuevamente ante sus recuerdos…
Lágrimas, muchas lágrimas por parte de los dos. “Prometí que volvería por ti”, esas fueron sus primeras palabras y ella le respondió: “Yo prometí que te esperaríamos”. Él se desubicó ante su respuesta, en ese momento, una pelota rebotó en su cabeza y lo volvió a la realidad. El niño se disculpó por su acción y reconoció que lo había hecho a propósito por haber hecho llorar a su mamá.
Ahora la sorpresa era mutua, Patty por verlo y él al saberse padre. Ya entendía el por qué Candy no había querido decirle nada acerca de la castaña. Las palabras no salían por mas que lo intentaba, el llanto se lo impedía, así que sin avisar abrazó a ambos y empezó a llenarlos de besos haciéndose la promesa que jamás habría una segunda separación se interpusiere quien se interpusiere.
Un mes fue suficiente para organizar una boda, comprar una casa y acomodarse en los negocios familiares…
¡Los declaro marido y mujer hasta que la muerte los separe, puede besar a la novia! Ambos se miraron y se dieron un beso para toda la vida.
FIN
Esta historia está basada en la canción Pájaros de Portugal de un gran canta autor, me refiero a mi marido Joaquín Sabina.
Gracias por leer.