...Y aunque mi Clan Andrew no se ha presentado propiamente, esto es...
- ¡Vamos; todos listos, ya casi salimos!
La voz del director de escenario llama la atención de la banda.
El tecladista asoma un ojo a través de las cortinas: “¡¡Está a reventar!!”, comenta, con una gran sonrisa.
Los chicos se sonríen, un par de ellos “choca los 5” con alegría.
El líder, sereno como él solo, coge su guitarra, se la cuelga del hombro y verifica que está a tono… pero lo cierto es que le tiemblan hasta los dedos.
Ellos nunca se imaginaron que este día llegaría…
Eran solamente un grupo de amigos, de esos que se hacen cuando andas de mochilero; almas libres, como él, que simplemente coincidieron en el camino.
Una reunión alrededor de una fogata -una de tantas, al llegar la noche a lo andariego- uno de ellos llevaba una guitarra que en realidad no sabía tocar. Se la habían regalado de recuerdo.
El rubio de pelo largo, el mayor del grupo, hizo los honores improvisando una vitela con un trocito de caña; otro de ellos, con el culo de una ollita y dos tenedores de madera, tuvo su percusión, otro metiendo piedrecillas en una botella vacía, improvisó un pandero… Se armó la banda para amenizar la cálida noche en algún semidesierto norteamericano.
El más joven de ellos, quiso plasmar el momento en toda su magia, con un celular anticuado que llevaba rogando que la poca batería alcanzara.
Jamás se imaginaron, que un video cutre en Youtube, los llevaría hasta donde estaban.
- 5…4…3…2…1… ¡¡Vamos ya ya ya ya…!!
El director del escenario da la pauta y salen los 5 amigos, al trote y saludando con la sonrisa franca, a la concurrencia que los recibe con un solo rugido emocionado.
El de la ollita, ahora tiene una batería Yamaha, con todos los implementos, y el nombre de la banda en el bombo.
El rubio, tuvo que aprender a manejar la guitarra eléctrica, pero le va de maravilla.
Se presentan; el rubio de la guitarra es quien canta porque su suave voz de barítono fue el principal gancho entre las miles de vistas femeninas que tuvo el video cutre.
Cada uno dice su nombre pero a él casi no le hace falta decir el suyo. Desde el foso donde miles de gargantas los aclaman, se oye a un solo ritmo “¡¡ALBERT… ALBERT… ALBERT… ALBERT…!!”
Lo que los amigos no saben, es que quienes “descubrieron” el video, al rubio le habían ofrecido ser solista.
Él pretextó sentirse viejo para incursionar en aquello él solo; lo cierto es que su innata nobleza no le permitía ser chueco con los amigos del camino.
Ahora estaban en esto juntos; la batería comienza el compás y al primer riff de guitarra, la concurrencia enloquece.
La voz suave y grave de Albert Andrew, se escucha por todo el recinto, incluso hasta afuera, donde aquellos que jamás faltan: los que no pudieron entrar, se apiñan unos a otros coreando la lírica, extendiendo los brazos, balanceándose al son.
Un grupo de chicas, han hecho sublimar sus camisetas con el nombre de la banda y el varonil rostro del “frontman” de ojos azules.
Otro, pasa por ahí vendiendo cachuchas con el nombre de la banda pintado en letras rojas, otro ha hecho pañuelos. No falta el de las pulseritas…
Los adolescentes gastan sus pocos dólares en tener algo ¡alguito aunque sea! Y aunque no sea “oriyinal” no importa ¡Lo quieren!... Los quieren.
Los aman.
Este es apenas el comienzo; la primera presentación en vivo y ya han vendido miles de demos.
Ni siquiera son cantautores originales, todo lo que tocan son “covers” con arreglos en rock. ¡Ah porque tenían que ser rock! O al menos pop-rock, que era lo que andaba “en onda”. Todo bien.
Este, apenas es el comienzo…
Hora y media después, el concierto ha terminado.
En el hotel les espera la rueda de prensa; el frontman calla y sonríe. No se le dan bien las palabras elegantes y a decir verdad, el exceso de atención, le abruma; si pudiera, habría subido directo a la habitación.
Una hora después, la firma de autógrafos y comienza el caos.
Las chicas particularmente, pueden ser algo salvajes. Afortunadamente él es alto ¡bastante! Y puede lidiar con todas las que le pretenden robar un beso.
No puede decir lo mismo de sus compañeros.
Albert ríe, le causa gracia todo ese circo. Los flashes de las cámaras van a mil por hora y él, noblemente sonríe a todos, para todos.
Firma fotos, firma camisetas, firma cachuchas ¿de dónde salieron tantas cosas?
Le mira al manager y este solo se alza de hombros, pero apunta la idea porque no es mala ¿eh? El marketing… el marketing…
Más tarde, el after party.
Y mientras sus compañeros son felices con la inesperada fama, entregándose a la admiración de todos quienes les rodean; Albert intenta escabullirse.
Enseña el cigarrillo que lleva en su mano, indicando en señas que solo saldrá un momento, que se fuma este y regresa…
Albert no fuma, quienes le conocen bien, lo saben.
Sale al balcón, cierra la baraja de vidrio tras de él, y todo el ruido se acalla.
Para que no le molesten, enciende el cigarrillo, y lo deja consumirse entre los dedos.
Nunca pensó que viviría lo que estaba viviendo; y aunque lo ha hecho por apoyar a sus amigos del camino, desde antes de comenzar ya sabía que no era algo que le iba.
No es que le disguste pero, simplemente no es lo suyo.
Su mente se pierde en el horizonte, por donde, sin que siquiera lo hayan sentido, está por asomarse el amanecer.
Y mientras una pálida luz pareciera dudar si asomarse o no entre los enormes rascacielos de la ciudad; Albert piensa en el camino.
En que su mochila aún sigue empacada desde la última vez que se fue.
Piensa en las campiñas, en sus zapatos gastados, en el jean descolorido. En el desierto y el camino donde él era feliz.
No duraría mucho, lo tenía claro. Esto de ser un Rockstar… estaba consciente de que pronto sería una leyenda más, de esos “one hit wonder” que llama la crítica; que tuvo el cielo en las manos y de pronto un día, desapareció para nunca más volver.
Dirían que se murió, que se suicidó, que se hizo budista o que se fue a salvar capibaras al Amazonas...
Le daba lo mismo.
Mientras otros sueñan estar donde él está ahora, Albert solo soñaba en volver a ser el vagabundo aquel que no necesitaba de absolutamente nada, para sentirse el dueño del mundo...
Gracias por leer...
MIS OTROS TRABAJOS EN ESTA GF:
SIDERAL (desde El Imaginario de Stear)
LA MEJOR LECCIÓN DE PIANO (desde el Monasterryo Terrylover)
EL RELOJ DE BOLSILLO (reto Terrytano)
- ¡Vamos; todos listos, ya casi salimos!
La voz del director de escenario llama la atención de la banda.
El tecladista asoma un ojo a través de las cortinas: “¡¡Está a reventar!!”, comenta, con una gran sonrisa.
Los chicos se sonríen, un par de ellos “choca los 5” con alegría.
El líder, sereno como él solo, coge su guitarra, se la cuelga del hombro y verifica que está a tono… pero lo cierto es que le tiemblan hasta los dedos.
Ellos nunca se imaginaron que este día llegaría…
Eran solamente un grupo de amigos, de esos que se hacen cuando andas de mochilero; almas libres, como él, que simplemente coincidieron en el camino.
Una reunión alrededor de una fogata -una de tantas, al llegar la noche a lo andariego- uno de ellos llevaba una guitarra que en realidad no sabía tocar. Se la habían regalado de recuerdo.
El rubio de pelo largo, el mayor del grupo, hizo los honores improvisando una vitela con un trocito de caña; otro de ellos, con el culo de una ollita y dos tenedores de madera, tuvo su percusión, otro metiendo piedrecillas en una botella vacía, improvisó un pandero… Se armó la banda para amenizar la cálida noche en algún semidesierto norteamericano.
El más joven de ellos, quiso plasmar el momento en toda su magia, con un celular anticuado que llevaba rogando que la poca batería alcanzara.
Jamás se imaginaron, que un video cutre en Youtube, los llevaría hasta donde estaban.
- 5…4…3…2…1… ¡¡Vamos ya ya ya ya…!!
El director del escenario da la pauta y salen los 5 amigos, al trote y saludando con la sonrisa franca, a la concurrencia que los recibe con un solo rugido emocionado.
El de la ollita, ahora tiene una batería Yamaha, con todos los implementos, y el nombre de la banda en el bombo.
El rubio, tuvo que aprender a manejar la guitarra eléctrica, pero le va de maravilla.
Se presentan; el rubio de la guitarra es quien canta porque su suave voz de barítono fue el principal gancho entre las miles de vistas femeninas que tuvo el video cutre.
Cada uno dice su nombre pero a él casi no le hace falta decir el suyo. Desde el foso donde miles de gargantas los aclaman, se oye a un solo ritmo “¡¡ALBERT… ALBERT… ALBERT… ALBERT…!!”
Lo que los amigos no saben, es que quienes “descubrieron” el video, al rubio le habían ofrecido ser solista.
Él pretextó sentirse viejo para incursionar en aquello él solo; lo cierto es que su innata nobleza no le permitía ser chueco con los amigos del camino.
Ahora estaban en esto juntos; la batería comienza el compás y al primer riff de guitarra, la concurrencia enloquece.
La voz suave y grave de Albert Andrew, se escucha por todo el recinto, incluso hasta afuera, donde aquellos que jamás faltan: los que no pudieron entrar, se apiñan unos a otros coreando la lírica, extendiendo los brazos, balanceándose al son.
Un grupo de chicas, han hecho sublimar sus camisetas con el nombre de la banda y el varonil rostro del “frontman” de ojos azules.
Otro, pasa por ahí vendiendo cachuchas con el nombre de la banda pintado en letras rojas, otro ha hecho pañuelos. No falta el de las pulseritas…
Los adolescentes gastan sus pocos dólares en tener algo ¡alguito aunque sea! Y aunque no sea “oriyinal” no importa ¡Lo quieren!... Los quieren.
Los aman.
Este es apenas el comienzo; la primera presentación en vivo y ya han vendido miles de demos.
Ni siquiera son cantautores originales, todo lo que tocan son “covers” con arreglos en rock. ¡Ah porque tenían que ser rock! O al menos pop-rock, que era lo que andaba “en onda”. Todo bien.
Este, apenas es el comienzo…
Hora y media después, el concierto ha terminado.
En el hotel les espera la rueda de prensa; el frontman calla y sonríe. No se le dan bien las palabras elegantes y a decir verdad, el exceso de atención, le abruma; si pudiera, habría subido directo a la habitación.
Una hora después, la firma de autógrafos y comienza el caos.
Las chicas particularmente, pueden ser algo salvajes. Afortunadamente él es alto ¡bastante! Y puede lidiar con todas las que le pretenden robar un beso.
No puede decir lo mismo de sus compañeros.
Albert ríe, le causa gracia todo ese circo. Los flashes de las cámaras van a mil por hora y él, noblemente sonríe a todos, para todos.
Firma fotos, firma camisetas, firma cachuchas ¿de dónde salieron tantas cosas?
Le mira al manager y este solo se alza de hombros, pero apunta la idea porque no es mala ¿eh? El marketing… el marketing…
Más tarde, el after party.
Y mientras sus compañeros son felices con la inesperada fama, entregándose a la admiración de todos quienes les rodean; Albert intenta escabullirse.
Enseña el cigarrillo que lleva en su mano, indicando en señas que solo saldrá un momento, que se fuma este y regresa…
Albert no fuma, quienes le conocen bien, lo saben.
Sale al balcón, cierra la baraja de vidrio tras de él, y todo el ruido se acalla.
Para que no le molesten, enciende el cigarrillo, y lo deja consumirse entre los dedos.
Nunca pensó que viviría lo que estaba viviendo; y aunque lo ha hecho por apoyar a sus amigos del camino, desde antes de comenzar ya sabía que no era algo que le iba.
No es que le disguste pero, simplemente no es lo suyo.
Su mente se pierde en el horizonte, por donde, sin que siquiera lo hayan sentido, está por asomarse el amanecer.
Y mientras una pálida luz pareciera dudar si asomarse o no entre los enormes rascacielos de la ciudad; Albert piensa en el camino.
En que su mochila aún sigue empacada desde la última vez que se fue.
Piensa en las campiñas, en sus zapatos gastados, en el jean descolorido. En el desierto y el camino donde él era feliz.
No duraría mucho, lo tenía claro. Esto de ser un Rockstar… estaba consciente de que pronto sería una leyenda más, de esos “one hit wonder” que llama la crítica; que tuvo el cielo en las manos y de pronto un día, desapareció para nunca más volver.
Dirían que se murió, que se suicidó, que se hizo budista o que se fue a salvar capibaras al Amazonas...
Le daba lo mismo.
Mientras otros sueñan estar donde él está ahora, Albert solo soñaba en volver a ser el vagabundo aquel que no necesitaba de absolutamente nada, para sentirse el dueño del mundo...
Gracias por leer...
MIS OTROS TRABAJOS EN ESTA GF:
SIDERAL (desde El Imaginario de Stear)
LA MEJOR LECCIÓN DE PIANO (desde el Monasterryo Terrylover)
EL RELOJ DE BOLSILLO (reto Terrytano)