“Las Divinas Místicas de Terry” <Cuarto Ataque Nuclear> *Lanzado por la Bella, Sensual y Misteriosa LEXIE ❤️* ~Capituló 4 El ÚLTIMO ALIENTO ~

-Muy bien Lexie, tanto tu como Temperance tu compañera del mal, cumplieron su palabra al sacarme por fin a escena, ahora por el bien de ambas espero no las vayan a linchar y tenga que unirme yo a toda esa ¡turba de mujeres! - declaró Terry señalando a la hermosa Lexie

-¡Álainn! ¡No serías capaz!- exclamó la mujer llevando su mano al pecho en gesto teatral.
 
-¡Claro, que no! Pero…¡Bueno basta ya! en este momento me tienen desquiciado todas ustedes- decía el hombre paseándose como león enjaulado- con su estrés, llanto, gritos y sombrerazos, tengo que intervenir cada que uno de ustedes quiere sacarse los ojos y para colmo sus malditos animales místicos, estoy viviendo en un maldito manicomio, tendré que ponerles castigos de cinco minutos como a los niños pequeños fuera del café, para que controlen sus ánimos y hormonas- concluyó el hombre jalándose los cabellos exasperado.
 
- Álainn, no seas cruel entiendenos el encierro de la cuarentena y venir y encerrarnos aquí también para planear nuestras estrategias nos altera un poquito - dijo la chica abanicando sus pestañas
 
- No se te ocurra querer convencerme con tus enormes ojos y tú niebla relajante con aroma a lavanda Lexie -decía el hombre con voz tranquila y hombros ya relajados ... 

Lexie aprovechó para dejarlo dormitar en la pequeña sala que tenían en la planta alta del café y salió disparada a buscar a Temperance.

-¡Temperance! ¡Temperance!
 
-¿Que sucede Lexie?-inquirió la chica al verla tan exaltada.
 
- Creo que debemos buscar un refugio amiga ya que creo que lo necesitaremos para salvaguardar nuestras vidas
 
- ¿Pero porque? ¡No entiendo!
 
- ¡Por los próximos capítulos de nuestra historia! creo que querrán lincharnos como a la Marlow, pero nosotras si conocemos la diferencia entre velas y antorchas ji jiji ....

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[size=28]El último aliento
Capítulo 4
El culpable soy yo
 
En menos de dos meses Terrence Graham y Candy Andley unieron sus vidas en una sencilla pero emotiva ceremonia en la capilla del hogar de Pony.
 
A pesar de la premura todas las personas que apreciaban a la pareja estuvieron ahí, Patty llegó de Florida junto con la abuela Martha, la madre de Terry que no era nada más ni nada menos que la famosa Eleonor Baker, hasta su padre el duque de Grandchester viajó desde Londres para acompañarlos feliz de ver que su hijo encontraba la felicidad que él dejó escapar muchos años atrás con aquella chiquilla que una vez le plantó cara en defensa de Terry; Richard había hecho tregua con él hacía dos años con intervención de Eleonor, gracias a eso el castaño llegó a un arreglo económico con Susana quien a pesar de decir que sin él ella moriría al final aceptó gustosa la remuneración nada despreciable que el duque puso a su disposición, para Terry no fue nada fácil ni agradable aceptar la ayuda de sus padres, pero Eleonor con su amor y paciencia lo instó a aceptar, el castaño aún orgulloso dijo que devolvería hasta el último centavo que su padre dio a las Marlow, este a su vez dijo que sí pues no quería más inconvenientes con su hijo.
 
Durante la recepción ahí mismo en el hogar Annie no podía ocultar cierta molestia, ver a Candy convertirse en la esposa de Terry a pesar de todas las adversidades le clavaban una espina en el corazón y no sabía porque, luego el derroche de galanura que su esposo brindaba a Eleonor y la tal Karen le estaban causando palpitaciones en la sien.
 
Por otro lado a pesar de todo lo sorprendido que Archie estaba por el hecho de saber quién era la madre de Terry brindarle sus atenciones y demás la persona que lo tenía realmente sorprendido era Patty, aquella tímida y triste muchacha que se fue tras la muerte de su hermano Stear ya no estaba, en su lugar vio a una mujer de rasgos finos, elegante, segura de sí misma, su sonrisa amplia, sus ojos miel brillantes, el cabello en un sencillo peinado de lado se veía un poco más largo enmarcando su bello rostro, ni qué decir de la blancura de su piel al tener los hombros descubiertos con su vestido color humo, Archie la recorrió de arriba abajo extasiado, apreciando las curvas femeninas.
 
- ¡Estás hermosa Patty! - exclamó Archibald al ver a la chica.
 
- ¡Oh Archie! - respondió Patty sonrojada bajando los ojos, tímida- tan galante como siempre.
 
-Es la verdad, te veo diferente, cuéntame cómo te ha ido- solicitó el hombre tomando con confianza la mano de Patty para luego llevarla a una mesa sentándose con ella a platicar por bastante tiempo.
 
Annie los miraba platicando desde el otro lado de la carpa que fue montada para el evento, ella también se sorprendió un poco al ver a Patty, sin embargo, no le dio tanta importancia, veía a los invitados ir y venir mientras ella permanecía sentada con una copa de champagne en la mano, cuando llegó el momento de la partida de los novios, Candy ya sin el vestido de novia se dispuso a tirar su ramo, las niñas del hogar, Karen, la novia de Tom, la de Jimmy, hasta Eleonor hicieron fila para recibirlo pero con la fuerza que Candy tenía, al aventarlo cayó directo en las piernas de Patty que estaba sentada detrás de la multitud y no quiso pasar a hacer el intento, Archie que estaba todavía sentado junto a ella aplaudió y rio sin reparos ante el hecho.
 
Candy y Terry viajaron a Nueva York, ahí tendrían su residencia, la rubia dejó todo por ir con él cosa que a Annie le causó algo de molestia pues su amiga decía que jamás se iría del hogar de Pony, que no dejaría solas a sus madres.
 
- ¡Mentirosa! - decía la ojiazul para sus adentros.
 
Un mes después llegó a las manos de todos los amigos de Candy la noticia de su embarazo, cuando Annie recibió la misiva donde su rubia amiga le contaba lo feliz que estaba en su nuevo hogar y que pronto se convertiría en madre un malestar en el estómago junto con una rabia que no sabía que podría tener afloraron en la siempre elegante y fina Annie.
 
La salita de té en casa de la familia Cornwell era un espacio elegante y con mucha luz, el ventanal a la derecha estaba abierto de par en par, las cortinas ondeando con el fresco aire de la tarde primaveral, en las esquinas mesas redondas de mármol eran embellecidas con jarrones de porcelana llenos de flores en tonos azules y blancos, al centro un sofá en color crema con cojines de seda bordados con flores de las manos de la propietaria, a los costados un par de sillones a juego, la mesa con base de hierro y cristal tenía un centro de mesa tejido también por Annie, sobre ella el servicio de té junto con la correspondencia. Annie Cornwell se encontraba sentada ahí, en uno de los sillones, estaba sola, su esposo para esa hora del día todavía se encontraba trabajando y ella por el momento no tenía ganas de acudir a otra reunión de señoras, ataviada con un vestido verde menta, su cabello negro suelto cayendo como una cortina sobre su espalda apenas contenido por un listón blanco, comenzó a revisar una a una las cartas sobre la bandeja de plata que la doncella dejó sobre la mesa, fue descartando cada invitación impresa para comer de otras esposas de empresarios hasta que llegó a un sobre rosa con remitente de Nueva York.
 
Querida Annie:
 
¿Cómo has estado? Yo me encuentro feliz, Terry es el mejor esposo que se puede tener, me consiente, no me deja sola más que para ir a trabajar, siempre está al pendiente de mí y no deja que se me acerquen ni las moscas ¿Puedes creerlo? Es tan celoso y posesivo, pero lo adoro, a veces tengo que regañarlo por sus excesos, pero luego… me pongo en su lugar, tantos años separados, tantas cosas que enfrentamos que a veces yo, cuando despierto entre sus brazos lloró de felicidad al ver que no es un sueño, que él es real y que estamos juntos, él me abraza fuerte, me besa largamente para demostrarme que está ahí, conmigo, es tan… ¡apasionado! Nunca creí, ni en mis más locos sueños poder entregarme de esta manera, sólo de pensar en ello siento como mis mejillas se encienden y me tiemblan las piernas ¡Dios! ¿Qué vas a decir de mí? ¡Pero es que tenía que decirle a alguien! Y tú eres más que mi amiga, mi hermana.
 
Pasando a otra cosa porque ya me está dando calor, quiero compartir mi alegría contigo, ¿Qué crees? ¡Estoy embarazada! Estamos tan felices, ya hicimos cuentas y quiero que el bebé nazca en Chicago, nos instalaremos cerca porque quiero que la señorita Pony y la hermana María estén presentes cuando nazca mi hijo, ojalá Archie y tú ya se animen y nuestros hijos puedan crecer juntos como lo hicimos nosotras, ve a ver al médico que te dije, estoy segura que él te ayudará como lo ha hecho con otras mujeres.
 
Sin más, me despido, dale cariños a Archie de mi parte, nos veremos en unos meses.
 
Con amor: Candy Grandchester.
 
Al terminar de leer un calor surgió del Interior de Annie, arrugó el papel aventándolo por la ventana, su rostro desencajado y la furia la invadieron, se levantó tomando los cojines para también lanzarlos por los aires.
 
- ¡NO! - gritó desde el fondo de su alma.
 
Los sirvientes escucharon el grito de su patrona, cocinera, mucama y chófer corrieron a ver qué pasaba, al abrir las puertas quedaron petrificados al ver a su señora bañada en lágrimas, sentada en el piso, los jarrones rotos, las flores regadas por todos lados, Margareth, la mucama se acercó a auxiliar a Annie, con miedo se acuclilló junto a ella y le tomó de los hombros, Annie se sobresaltó para después aferrarse al abrazo de la chica, Alan el chófer la tomó en brazos para llevarla a su habitación, nadie dijo ni preguntó nada, con las miradas fue suficiente para cada uno hacer su parte.
 
La cocinera fue a preparar un té para la señora mientras Margareth o Maggie como le decía Annie a la mucama recogía los destrozos preocupada por ella pues no sabían qué fue lo que generó semejante arranque; el chófer después de dejar a Annie en su recámara salió de ahí inmediatamente dejando a su patrona todavía llorando, con el cuerpo encorvado aferrando una almohada.
 
 
La hora de la cena llegó, el señor de la casa aún no había llegado como era costumbre últimamente por lo tanto Annie decidió no bajar de su habitación, se sentía exhausta de tanto llorar, ante esto Margareth decidió subirle algo, tocó levemente a la puerta escuchó la autorización y entró.
 
-Señora, buenas noches, me tomé la libertad de traerle algo para que cene.
 
-Gracias Maggie, pero no tengo apetito no me siento muy bien- dijo Annie desde la cama, seguía en la misma posición que como la habían dejado horas antes.
 
-Señora Annie por lo menos tome un poco de leche y una galleta, me preocupa- le dijo la mujer- está usted muy pálida- manifestó.
 
-Seguramente ahora todos en la casa piensan que me he vuelto loca, estoy hecha un desastre- susurró Annie al tiempo que se levantaba para mirarse al espejo de su tocador.
 
Lo que observó la asustó, su cabello era un desastre, su rostro desencajado, el maquillaje que usaba estaba corrido, sus ojos y nariz rojos e hinchados de tanto tanto llorar, ni ella misma se reconocía.
 
La joven mucama se atrevió a preguntarle a su señora si había pasado algo con sus padres o su esposo pues se había convertido en la confidente de Annie en los últimos meses.

- ¡Oh Maggie! - exclamó la ojiazul- el día de hoy recibí una noticia que ha venido restregar en mi cara mi infelicidad ya que Candy mi mejor amiga me comunica que está embarazada, ¿puedes creerlo? Mientras yo- dijo señalándose- sigo sin poder darle un hijo a mi marido- las lágrimas volvieron a surcar los ojos tristes de Annie- ¿porque Margareth? ¿Qué he hecho yo como para que se me niegue esa posibilidad? - la furia, así como la envidia se apoderaron nuevamente de la chica quién apretó los puños.
 
Margareth depositó la bandeja con los alimentos para luego acercarse a ella, tratando de consolarla, la chica al ver la rabia y desesperación de su ama se atrevió a contarle a Annie que tenía una tía que se dedicaba a la herbolaria que tal vez ella podría ayudarle con su problema de fertilidad.
 
Annie estando ya sola en su habitación medito lo que la jovencita le platicó de su tía, ¿Que perdía con intentar? Ningún médico veía nada malo en ella, así que decidió en ir a hacerle una visita a la mujer, estaba tan inmiscuida en sus pensamientos que no sintió el tiempo pasar, de repente escuchó el auto de Archie, miró el reloj sobre su buró ya era de madrugada ¿Dónde rayos habían estado para llegar a esa hora? Se acercó a su ventana para observar, su esposo estaba bajando del auto con el saco y la corbata en una de sus manos, el cabello alborotado, se limpió la cara con una toalla que fue a buscar al baño rápidamente para luego salir a su encuentro al pasillo donde se encontraban las habitaciones.
 
- ¿De dónde vienes a estas horas Archibald? ¿Y en esas fachas? - indaga la mujer.
 
- ¡Annie! pero que susto me has dado, ¿qué haces a estas horas despierta? - respondió el hombre mirando a su mujer con el ceño fruncido.
 
- ¡Pero mira si no tienes vergüenza! Hueles a alcohol y perfume barato ¿Ahora también te dedicas a engañarme? - cuestionó Annie.
 
-Deja de decir estupideces y deja de gritar ¿Acaso quieres despertar a la servidumbre? Te dije que tendría una cena de negocios, acaso ahora ¿También tienes amnesia? Una enfermedad más aparte de la infertilidad-soltó Archie con molestia.
 
Eso fue un golpe bajo al orgullo de Annie por lo que no aguantando más se acercó a su marido propinándole una bofetada con tal fuerza y coraje que le volteó la cara a Archie, estaba a punto de soltar un nuevo golpe, pero él le tomó de las muñecas empujándola, acorralándola con su cuerpo en él puerta de su habitación.
 
- Jamás me oyes bien Annie, jamás vuelvas a golpearme- le susurró cerca del oído- esta fue la primera y la última vez que me tocas, o me olvidaré que soy un caballero y que tú eres mi esposa
 
- ¡Eres un estúpido! ¡Suéltame! -  gimió Annie.
 
Como pudo la ojiazul logró escapar del amarre de su esposo, con la frente en alto en actitud muy digna abrió la puerta de la habitación para encerrarse con llave, estaba decidido, iría a ver a la tía de Margaret apenas Archie saliera al trabajo.
 
Después de tan lamentable escena Archie se dirigió a su habitación, estando en ella, mientras se desvestía cavilaba el enfrentamiento que tuvo con su esposa ¿En qué momento Annie y él habían dejado que su matrimonio se fuera en picada? Se preguntaba, debía reconocer que todo iba bien hasta que todos empezaron a opinar respecto a la falta de hijos en su relación, si, Patty tenía razón, era eso lo que los estaba afectando, sonrió al recordar las palabras de la chica, tomó su saco para revisar el bolsillo interior donde estaba guardada la carta que recibió esa mañana, en el reverso el nombre del remitente: Patricia O'Brien, acercó el sobre a su nariz, dejó que el aroma dulce lo envolviera.
 
-¡Patty!- susurró cerrando los ojos para ver la imagen que su cerebro le proyectaba, la vio de pie, con el sol detrás de ella, su sonrisa amable, su figura grácil, sus labios pequeños pero carnosos moviéndose mientras le hablaba, casi podía sentir como ella le tocaba el brazo infundiéndole paz y tranquilidad,  sintió un hormigueo recorriendo su pecho cuando recordó el abrazo de despedida la mañana que ella partió después de la boda de Candy, una sensación de calor se instaló en su entrepierna al sentir los pechos de la chica apretujarse sin malicia contra él, todo era tan vivido, sus manos temblaron al recordar cómo él la abrazó por la cintura, abrió los ojos, sacudió la cabeza apartando sus pensamientos, él era un hombre casado y aunque ahora atravesaba un momento difícil no debía pensar de esa manera en nadie más, camino hacia la mesilla de la habitación, tomó el portarretrato de plata, en el la imagen de su hermano Stear, sonriente.
 
-Perdón hermano- dijo a la fotografía- no debo pensar en ella de esa manera, tú la amabas y yo...yo no debo…- empuñó las manos, dejó el sobre y el retrato para ir a darse una ducha fría esperando así despejar su mente y aplacar sus deseos.
 

A la mañana siguiente, como ya se había vuelto costumbre Annie desayuno sola, la mucama apareció con su desayuno lo cual la chica aprovechó para preguntarle si podría ir a visitar a su tía, Maggie le dijo que sí y encantada le acompañaría, al terminar se dispusieron a ir al encuentro con la herbolaria que vivía cerca del hogar de Pony.
 
La señora Emma era una mujer de unos cuarenta años aproximadamente de rostro amable y pequeñas arrugas en el área de los ojos, cabello castaño claro alta y muy delgada, al ver a su pequeña sobrina acompañada de una fina y bella mujer se acercó a saludarles.
 
- Tía te presento a mi patrona la señora Annie Cornwell, señora mi tía Emma Green.
 
- Un gusto en conocerle señora Emma- saludó Annie extendiendo la mano enguantada.
 
-El gusto es mío querida ¿A qué debo el honor de su visita? -  inquirió la mujer.
 
- ¿Podríamos hablar con usted en privado? -  preguntó Annie.
 
- Claro, claro, háganme el favor de pasar a mi humilde hogar- respondió la mujer cediendo el paso hacia su morada la cual se encontraba justo al lado de un pequeño establecimiento de su propiedad.
 
- Tomen asiento por favor- dijo señalando unas sillas de madera- ¿Les ofrezco algo de beber?
 
- No muchas gracias- contestaron Annie y su acompañante al mismo tiempo.
 
-Tía Emma venimos para ver si tú pudieras ayudar a mi señora con alguna de tus tisanas- dijo Maggie adelantándose a su señora- para que la señora Cornwell pueda embarazarse- informó.
 

La señora Emma pido a Annie contar todo el viacrucis por el cual había pasado andando de médico en médico sin resultados, ella se quedó meditando un momento pensando cuál de sus tisanas podrían ayudar a la chica mientras Annie le miraba desconcertada, sin embargo, con los nervios de punta ante el silencio se atrevió a interrumpir los pensamientos de la mujer. 
 
- ¿Cree usted poder ayudarme señora? Estoy desesperada.
 
- Claro que sí muchacha ahora vuelvo con lo que necesitas - Emma salió, atravesó la puerta que estaba en un costado para ir a su pequeño negocio, entre todos los frascos encontró  tres, eran los que estaba buscando, el primero era un estimulante sexual * damiana, el segundo contenía unas hojas para la infertilidad llamada *Vitex agnus-castus y la tercera *efedra, metió los frascos en una bolsa de tela para después salir a ponerlo en las manos de Annie, posteriormente explicó que debía hacer con ellos y cómo prepararlos tanto la damiana como el vitex debían tomarlo ella y Archie tres tazas al día, con eso la mujer aseguró obtendrían buenos resultados,  de eso no cabía duda pues no era la primera vez que la buscaban para ese tipo de ayuda.
 

Annie agradeció a la señora Emma, le dejó una buena propina para  luego partir a su casa junto con su acompañante, la mujer estaba entusiasmada con las tisanas que adquirió con la señora Green, ahora debía pensar pues el problema sería cómo darle los tés a su esposo, pero estaba segura que encontraría la forma debía pensar positivo ella deseaba tener un bebé y lo lograría a cualquier costo, hasta su propia vida si era necesario nadie podría arrebatarle la dicha de ser madre, ni la odiosa de Eliza con sus artimañas y mucho menos la simplona de Candy.
 
Continuará…
 
Por: Lexie (Esmeralda Graham) y Temperance (Primrose)
 
Para: Guerra Florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
 
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
 
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