En Mandala Café todo seguía como de costumbre, pero había días que el movimiento no sólo era de comenzales sino de hermosas mujeres que se pasaban las horas en el lugar con el guapo actor Terence, a quien ellas amorosamente le llamaban Terry.
Cada una con su estilo sin que nadie lo supera apoyaban al enigmático actor, pero la convivencia entre las ocho mujeres se había tornado un tanto complicada, de tal manera que Psquie que contaba con un carácter fuerte regularmente tenía que llamarles la atención, situación que no era del agrado de las demás Místicas.
Todos los duetos tenías ciertas características en cuanto a poderes y personalidades, por lo que en ciertos momentos se desquiciaban entre ellas mismas y en conjunto.
En una de las tantas actividades que tenían que realizar, no se podían poner de acuerdo, dado que Moira se empecinaba en mover los hilos del destino de las personas, porque pensaba que era lo justo, en una de esas, a pesar de que sus compañeras le decían que no, ella se empecinó en seguir haciéndolo, pero no contaba con que la reina de copas, ya se había enterado así, que sin pensalo dos veces llegó al Mandala Café y arremetió contra ella de tal manera que profundizó en sus pensamientos para hacerle recordar que como Divina tenía que conectarse con sus emociones para transmutarlas de manera objetiva y se dejara de hacer niñerías.
Su hermana Temperance trató de defenderla, pero bastó con la mirada de Psique para decirle que no le gustaban las injusticias, así que no le quedó de otra más que contestar Namaste. Las fuertes convicciones de Maegalle que la equilibran para no dejarse llevar por las apariencias hicieron que interviniera para calmar a su compañera.
Al ver que había espantado a las demás Divinas, la reina con el poder de su mente, sin que las demás Místicas lo vieran lanzó los cojines y servilletas contra la cara de sus compañeras, quienes ya sabían que iniciaba la guerrita de habilidades, pero antes de que todas utilizaran sus poderes, Mist levantó una bruma espesa es hizo que resonaran truenos provocando una lluvia ligera dentro del café.
Las Divinas intentaron guarecerse, pero antes de correr, Fedra y Laera lanzaron bolas de fuego quemando haciendo que al chocar con las blondas cabelleras se oyera tsss por lo mojado del cabello, Lexie por su parte no quería abandonar su pose sensual lo que le llevó a despeinarse y mojarse el maquillaje haciendo que las carcajadas estallaran entres las Divinas que de tanto reír ya tenían dolor de estómago.
AMOR PROPIO
CAPÍTULO I. RENCOR
Los fuertes gritos e insultos se escuchaban hasta las afueras de la casa, la cual se encontraba húmeda por la lluvia que anunciaba el próximo invierno, que estaba por cubrir la ciudad de Nueva York. Las pocas personas que transitaban por aquella calle de Manhattan, volteaban hacía la hermosa residencia que mantenía las puertas cerradas.
En el interior una enfurecida Susana Marlow aventaba cuanto encontraba a su alcance contra las paredes del salón, su madre intentaba calmar a la iracunda muchacha, quien no entendía de razones dando rienda suelta a su frustración, odio y coraje hacia el que momentos antes había sido su prometido, el famoso actor, Terence Grandchester.
Cuatro años había durado el eterno compromiso, que, a pesar de los esfuerzos de la otrora actriz, no pudo conseguir el amor de ese guapo inglés que la cautivó desde el primer momento que lo vio. Valiéndose de todas las formas posibles intentó conquistarlo, pero el corazón del joven pertenecía a otra mujer, una simple enfermera. Pero el noviazgo no fue más que una representación eterna carente de amor, simplemente él nunca pudo corresponderle.
El pensar que el gallardo actor no hubiese olvidado nada de su pasado y más refiriéndose a “esa”, en un principio la agobiaba, haciéndola sentir culpable y a veces egoísta, pero con el paso de los días se fue convenciendo de que se había jugado el todo por el todo, que la pueril rubia jamás hubiera hecho feliz a un hombre como Terence, él necesitaba una mujer hermosa con ansias de triunfo con quien pudiera compartir el éxito, la fama y por qué no, la vida misma, si en un principio no había amor, ese llegaría con el tiempo, eso se repetía la caprichosa joven, sin embargo, los años le demostraron que siempre estuvo equivocada, su flamante novio jamás se le acercaba, si no fuera más que para besarle la mano como saludo o despedida, además que siempre estaba ausente aún con sus innumerables arranques de celos o exigencias para que la llevara a todos lados con él.
Cuantas veces había sido despreciada por él cuando se acercaba para tomarle la mano o buscaba cualquier excusa para que la cargara y aprovechar para enrollar sus brazos en su cuello y recargar la cara en su pecho, ese pecho varonil que extraviaba sus sentidos, para percibir su aroma que hacía que sus emociones se nublaran para dar paso a unas ansias locas de ser poseída por esos labios que estaban vedados para ella.
El corazón de Susana se había endurecido, su comportamiento hacia Terrence se tornó hostil motivada por el desamor y la falta de atención del chico de sus sueños, cada momento que el joven estaba en casa aprovechaba para incordiarle, hacerlo sentir mal, culpable, apoyada por su madre, quien compartía sus objetivos, pero sobre todo los financieros. Todo ello la hacía enfurecer, nunca entendió qué tenía “esa”, si, la que para ella era una insignificante enfermera que aún conservaba el amor del castaño, aun cuando habían pasado ya tantos años.
No le importó que ese hombre de inconfundibles ojos azules hubiera gastado una fortuna en su recuperación contratando los mejores especialistas para que pudiera caminar con el uso de una prótesis, ni mucho menos que cumpliera todos sus caprichos, pero no sólo de ella, sino de su madre también, quien no se conformaba con la casa, carro, chofer y servidumbre, quería más, siempre buscaba algo que pedir al que ya consideraba su yerno, que a pesar de no poner objeciones a sus descabelladas demandas le desquiciaba que desestimara cualquier fecha para la celebración de la boda.
Susana fuera de sí le gritaba a su madre que no dejara salir al joven, que llamara a la policía, que hiciera de todo, para que no se fuera, dejándose caer al suelo con las dos manos cubriendo su rostro desencajado y lleno de lágrimas. Su madre, acostumbrada a esos exabruptos del carácter de su hija, que siempre lograban su cometido con el regreso de Terence sin embargo ese día se sorprendió al ver que el joven no regresó.
La joven ahí en el suelo lloraba amargamente sentía que el corazón se le partía en dos, su necesidad de ser amada se truncó de la manera más vergonzosa la noche anterior cuando aprovechando que su madre se había ido a dormir y que Terry no había llegado se metió a la recamara del joven. Ahí iba tomando delicadamente una a una las cosas del castaño, su loción, su peine, su ropa embelesándose con esos objetos e imaginando el momento en que los pudiera tocar libremente cuando ambos compartieran recamara.
Así pasó un largo rato, cuando presa de sus emociones se metió al baño, donde también observó todo lo que ahí había, sin pensar más se duchó colocándose la bata del chico, ya no pensaba, sólo se preparaba para entregarse a él, si, ya no le importaba el matrimonio, lo único que quería era tenerlo, ser suya para demostrarle lo mucho que lo amaba, eso pensaba cuando cepillaba su lacia cabellera, pero el joven ya se había tardado, sin pensarlo más se quitó la bata, así completamente desnuda se metió entre las sabanas decidida a esperarlo.
Como de costumbre Terence llegó lo más tarde que podía, sin encender la luz fue directo a tomar un baño, notó que no estaba su bata, pero no le dio importancia, salió tal cual lo trajo dios al mundo mostrando su esculpida figura, mientras los ojos de Susana lo miraban desprendiendo chispas de anhelo reprimido. Él tomó una toalla de su closet secándose cada parte de su cuerpo, sus bíceps se flexionaban al recorrer sus firmes y amplios pectorales. Las fuertes manos recorrían el bien trabajado abdomen, donde los ojos de la intrusa se deleitaron al poder finalmente contemplar su masculinidad al natural. Verlo así significaba para la peli lacia estar ante las puertas del cielo, sentía que que se quemaba en las ardientes llamas del infierno del deseo. El hombre que más bien podría pasar como deidad no se había percatado aun, que Susana estaba quebrantando su privacidad. Ella decidida hizo las mantas de lado para mostrarse desnuda con las mejillas enrojecidas por la proximidad de él.
El ruido llamó la atención del castaño, pero la penumbra no le permitió observar con claridad, ya que solo había dejado la luz prendida del baño, sin embargo, cuando sus ojos enfocaron, vio con terror que su novia se encontraba ahí dispuesta a entregar su virtud. Él se puso de inmediato el pantalón del pijama, pensando que esa mujer estaba completamente loca, obsesionada, una vez vestido se acercó a la cama, mientras Susana entreabría sus labios ansiosos, pero él arrojó las sabanas sobre ella hastiado la tomó en sus brazos y sin mediar palabra la sacó de su habitación, la chica no podía creer lo que pasaba, simplemente se quedó ahí totalmente frustrada con los pensamientos aletargados de estupefacción hasta que comenzó a salir el sol. Lo sucedido la había trastornado y esperaba el momento para hablar con Terence, pero él no había dado oportunidad. Hasta ahí llegaron sus recuerdos, mientras ensimismada parecía no escuchar a su madre.
Carolina Intentó levantar a su hija, pero no se dejó tocar, con manotazos la alejaba, mientras le gritaba que, gracias a su pésimo comportamiento con su novio, él se había ido, que su hostigamiento e interés fueron los causantes de que el actor terminara con su relación, enumerando todo lo que ambas perdían con el fin de su compromiso. Poco a poco la chica se fue callando, levantándose trabajosamente se dirigió a su habitación. La madre quiso detenerla, pero la joven le ordenó que la dejara sola, que intentaría dormir.
Carolina Marlow pensó que era lo mejor, sin decir nada observó cómo la joven subía trabajosamente las escaleras dirigiéndose a su habitación, mientras cavilaba en la estabilidad mental de su hija, sabía que estaba obsesionada con Terence y que ella misma había fomentado su enajenación hacía el actor para lograr la posición económica a la que tenía derecho, después de contar con el anhelo de una buena fortuna se había esfumado con la frustrada carrera de Susana.
La mujer de aspecto severo sentada en el sofá del salón escuchó un fuerte y seco golpe. Subió corriendo las escaleras, al intentar abrir la puerta de la alcoba de su hija, no pudo, estaba cerrada por dentro. Imaginando lo peor gritó a la servidumbre para que le ayudaran a abrir. Cuando lo hicieron se encontró con la imagen de Susana tirada en el suelo inconsciente arrojando espuma por la boca. De inmediato ordenó que se le trasladara al hospital y que localizaran de inmediato a Terence.
Dos hombres de la servidumbre llevaron a la ex actriz al hospital más cercano, para después dirigirse al teatro Stratford que se encontraba cerrado, al buscar información el cuidador de las instalaciones les comentó que a partir del siguiente fin de semana iniciarían algunas remodelaciones al teatro, por lo que todos los actores y demás personal prácticamente se encontraban de vacaciones, desconociendo el paradero de la mayoría de ellos.
Ninguno de los hombres quería dar la noticia a la Sra. Marlow, ya que conocían su carácter por demás grosero y prepotente, imaginando cómo se pondría cuando le dijeran que no habían localizado al joven Grandchester, a quien apreciaban por el noble trato que siempre les había dado, además porque sabían que era él quien pagaba su salario.
El saber que tal vez el actor no regresaría les daba gusto, dado que en innumerables ocasiones fueron testigos del trato que ambas mujeres daban al joven, aunque ello significara que se quedarían sin empleo. Cuando llegaron al hospital armándose de valor buscaron a la señora de la casa para informar que el prometido de su hija no se encontraba en el teatro, desconociendo su paradero.
Cuando Carolina escuchó el informe montó en cólera lanzando gritos de impotencia y furia ante la posibilidad de que ese muchacho en verdad se hubiera ido para no regresar, peor aún para ir en busca de la que ella sabía había sido su gran amor, rápidamente se colocó su abrigo y salió rumbo a la comisaria.
Continuará…
Portada elaborada por Mist/Byul Hye