Buenos días hermosas combatientes, hoy me toca presentar mi aporte individual.
Quiero hacer la aclaración que esta historia salió de un shot en el mes de enero y que fue publicado en otra plataforma por lo que pongo el link correspondiente.
espero que les guste, es de época actual.
De antemano muchas gracias por su atención.
- ¿A dónde vamos? - inquirió Terry Grandchester al verse envuelto en una especie de bruma violeta mientras caminaba al lado de la pequeña mujer a su lado.
-Hoy daremos un paseo, le pedí a Lexie nos mandara la niebla y para que Maegalle nos transporte a otro lado, la cafetería está llena, cada vez llegan más chicas, a veces es un lugar de caos- dijo la mujer cambiando súbitamente de forma física.
- ¡Wow! Todavía no me acostumbro a eso- mencionó al ver las alas desplegadas de Temperance, su cabello blanco y sus ojos dorados brillando- ¿Y esa cosa? - preguntó al ver al cachorro Dilong caminando junto a Temperance.
-Dilong es mi compañero y guardián, a donde voy él va también, le cuesta no estar detrás de mí en la cafetería.
-Aja, pero aún no me dices a dónde vamos, porque según yo en la azotea de la cafetería no hay tanto espacio y llevamos caminando más de diez minutos.
-Creo que mejor debes preguntar en dónde estamos- mencionó Temperance señalando a su alrededor.
Terry admiró el hermoso bosque a su alrededor, el río, los árboles, luego dirigió su mirada hacia la de ojos dorados, sorprendido pues no sé dio cuenta del cambio.
-Es el bosque de Dean - declaró la mujer- aquí me crie junto con Moira, aquí vivieron mis padres, y los padres de estos antes, mi familia es muy antigua, la pareja destinada a traer al mundo las reencarnaciones de los arcanos deben vivir aquí.
- Esa chica Moira es rara- mencionó Terry.
- No es rara, ve la vida de otra manera, ella sabe muchas cosas y a veces debe callar para no alterar y enredar más los hilos del destino - aclaró la mujer.
- Ajá... entonces...¿por qué nosotros estamos aquí hoy?
-Porque a veces es necesario alejarse del caos Terry para aclarar la mente y sosegar las ansiedades, a ti te hace mucha falta- mencionó Temperance sentándose en una piedra- tu familia también es muy antigua, tu sangre viene de reyes, aunque no lo quieras aceptar.
- ¿Entonces nos quedaremos aquí solo mirando el agua correr? Hay frío- mencionó el castaño pues solo traía su acostumbrado traje color crema.
-No, miraremos más allá, debes ver Terry, hay cosas más allá de los ojos, otras vidas, otros mundos y muchas coincidencias.
Coincidencias
Capítulo 2
La doctora Candice Andley aparcó su auto blanco en la entrada de una bonita casa en el condado de Westchester, eran casi las ocho de la mañana cuando al fin llegaba a descansar, había sido una larga noche y estaba agotada, le dolían los pies, la espalda, le ardían los ojos, no había podido dormir ni una hora en toda la noche además que el día anterior no pudo descansar bien pues se la pasó arreglando un poco la casa y preparando todo para la llegada de su hermano y futura cuñada. No era que su hogar estuviera sucio o maloliente, al contrario, quizás hasta podría operar en el piso de lo limpio que estaba pero hacía mucho que no veía a su hermano, al menos no físicamente pues cada que podían se hacían una videollamada, siempre y cuando ella estuviera disponible, al fin y al cabo la diferencia horaria no era inconveniente pues cuando le tocaba guardias nocturnas en el hospital para Anthony era de día en la ciudad de Londres, donde era *curador del *museo británico. Descendió de su vehículo, le puso el seguro y arrastrando los pies dirigió sus pasos hacia la entrada, buscó en su bolso las llaves, pero no las encontró, casi le da un infarto de pensar en que pudo dejarlas en su locker del hospital, pero se acordó que se las había dado a Anthony el día anterior cuando tuvo que salir corriendo del aeropuerto apenas unos minutos después de que este arribara a Los Estados Unidos. Dejó caer su frente ruidosamente sobre la puerta al tiempo que soltaba un resoplido y tocaba el timbre.
- ¿De nuevo olvidó las llaves doctora? - inquirió una mujer del lado izquierdo, la señora Yang, su vecina.
- ¡Buenas días señora Yang! no las olvidé, se las di a mí hermano ayer que llegó de viaje ¿no lo ha visto? - cuestionó la chica.
- ¡Oh sí! guapo muchacho, muy alto, lo recuerdo cuando apenas era un niño de diez años delgaducho y…
- ¡Anthony! ¡Gracias a dios! - exclamó Candy al abrirse la puerta de su casa y ver a su hermano - hasta luego señora Yang - se despidió rápidamente antes que su muy amigable vecina siguiera con su plática.
-Igual de chismosa que siempre - se quejó Anthony.
- ¡Peor! - respondió la rubia - desde que se jubiló y el señor Yang falleciera tiene mucho, demasiado tiempo disponible, gracias de nuevo, eres mi héroe hermano - proclamó.
-Y tú eres una piltrafa ¿hace cuánto que no duermes? - interrogó el hombre levantando la ceja.
-Anoche nada de nada, antes de anoche sí, un poco, ya sabes, semana de guardia y ¿ustedes?, ¿descansaron bien?
-Sí, todo bien, hice hot cakes y preparé jugo, toma un poco y ve a dormir, el tío Albert vendrá a comer a la una y prometió traer ese postre de frutas que prepara la señora Patterson.
- ¿La tía Patty no viene?
-Supongo que sí, no me dijo nada más... ¡ah! bueno sí me dijo, que procures dormir y que si no lo haces te lleve a tú cama y que te amarre.
- ¡Eres un idiota!
-Y tú una loca por el trabajo, ya vete a dormir y deja tú celular aquí abajo - reconvino el rubio.
- ¿Estás demente? ¿Puede surgir una emergencia? - rebatió Candy.
-La cual puede ser cubierta por el médico de turno, ¡ya vete a dormir! - exclamó su hermano, regañándola.
-Ya voy, ya voy, me había olvidado que a veces eres como una patada en el trasero - dijo la rubia subiendo las escaleras para ir a su cuarto.
-Baño y cama Candice - señaló Anthony con el índice mientras se llevaba el vaso de jugo a la boca.
- ¡Qué gruñón!, no sé cómo lo soportas - mencionó Candy a Susana al cruzarla en las escaleras.
La chica sonrió y se encogió de hombros ante el comentario de su casi cuñada.
- ¡Dios! Esa mujer necesita un hombre con mano dura para ponerla en su lugar - proclamó Anthony exasperado.
- ¿En qué lugar según tú? - inquirió la mujer acercándose a él.
-Pues… pues… - el rubio no sabía qué decir ante la mirada inquisitiva de su novia - necesita alguien que la cuide - dijo bajando la cabeza.
- ¿Alguien que la obligue a comer y a dormir? ¿Alguien que le diga que no todo es trabajo y viva su vida? - cuestionó Susana pasando su mano sobre la ancha espalda de Anthony.
El hombre abrazó a su prometida entendiendo su punto, era lo que ella venía haciendo con él, hundió su cabeza en el hueco de su cuello y aspiró su aroma, esta mujer había cambiado su mundo en un abrir y cerrar de ojos, la amaba y deseaba con toda el alma que su hermana pudiera encontrar una persona así.
A la una en punto de la tarde la casa Andley se encontraba llena de gente y alegría, la comida por supuesto fue llevada por Albert Andley y su esposa Patty directo del restaurante del que eran propietarios y que en los últimos años se había convertido en uno de los mejores de la ciudad.
Candy durmió tan solo tres horas, se levantó, se arregló muy a su estilo, con un vestido corto en color rosa pastel en tela de algodón, sin mangas, con escote en “V”, el cabello en una media coleta sujeto con un pequeño prendedor de mariposa y sus sandalias de piso, odiaba los tacones, a pesar de su baja estatura simplemente no le gustaban, eran una tortura china por la que no estaba dispuesta a pasar por puro gusto, siempre reclamaba a su hermano que a él le habían tocado los centímetros que a ella le faltaban pues el media casi uno ochenta y ella apenas y llegaba al metro sesenta.
Todo eran pláticas, risas y movimientos, las mujeres ponían la mesa mientras los hombres se apoderaban de la cocina acomodando la comida en las bandejas y recipientes.
Albert y Patty llevaron variedad de platillos, ensalada, puré de papa, pechuga de pavo, pasta y por supuesto el postre de frutas favorito de Candy.
Acomodado todo se disponían a sentarse cuando el timbre sonó, Candy arrugó la nariz, moría de hambre y le chocó la interrupción creía que ya estaban todos ahí, miró a su hermano interrogante, él desvió la mirada algo le ocultaba y ella frunció el ceño.
- ¡Sí llegó! - exclamó Susana.
- ¿Quién llegó? - preguntó la rubia mirando a su casi cuñada desde una esquina del comedor ya que esta sonreía de oreja a oreja.
Susana le guiñó un ojo y se fue rumbo a la puerta para abrirla.
Candy la miró irse, luego observó a Anthony, al tío Albert incluso a la tía Patty, todos ellos estaban sentándose como si nada, aunque no la miraban cosa que le pareció extraño.
- ¡Buenas tardes! - saludó una voz varonil.
- ¡Buenas tardes! - saludaron los demás comensales a excepción de Candy.
La rubia que todavía no tomaba asiento se quedó de piedra al ver al hombre que había llegado, su figura alta y varonil eran difíciles de olvidar, menos aun cuando se le había acercado tanto el día anterior al chocar con él en el aeropuerto.
-Señor Andley él es mi primo Terrence - manifestó la chica mientras se acercaba con el recién llegado - es el único pariente que tengo aquí en Estados Unidos, es como mi hermano, crecimos juntos, después que murió mi padre, mi madre y yo quedamos bajo la protección del tío Richard, el padre de Terry y hermano del mío- explicó - ven Terry siéntate aquí - señaló la mujer el lugar vacío junto a la silla de Candy que todavía seguía de pie.
La rubia salió de su estupor, se sentó torpemente sin decir palabra alguna mientras que los tíos saludaban al recién llegado.
-Bueno, ya que toda la familia está reunida creo que ya podemos comenzar a comer, Candy debe estar hambrienta apenas y comió un par de hot cakes y tomó un poco de jugo, con lo tragona que es - comentó Anthony riendo.
- ¿Quieres callarte tarado? - replicó Candy molesta al tiempo que se colocaba la servilleta sobre las piernas.
- ¿Dormiste pequeña Candy? - inquirió el tío Albert.
-Sí, si dormí.
-Tres horas - dijo Anthony mostrando los dedos mientras ayudaba a su prometida a sentarse para luego el hacer lo mismo.
- ¿Solo tres? Pequeña llevas dos días casi sin dormir, puedes enfermar - regañó Albert.
-Cariño - habló la tía Patty - Candy es una mujer adulta y con responsabilidades, ella sabe lo que hace.
-Pero, pero…
-Ya, déjenla - manifestó Patty mirando a tío y sobrino como solo una madre podría hacerlo ante dos tozudos chiquillos.
Candy estaba colorada de la vergüenza, si estuvieran solo ellos ya les habría dicho un millón de cosas por entrometerse, pero el hombre sentado junto a ella la estaba poniendo nerviosa su olor a cítricos le llegó a la nariz cuando se sentó a su lado, el roce de la tela del pantalón con sus piernas desnudas, pues el vestido era corto le electrificó todo el cuerpo haciendo sus fibras capilares erguirse.
Por su parte el hombre junto a ella intentaba no moverse mucho, o siquiera mirarla, la pecosa gruñona había cambiado de ayer a hoy, con ese vestidito rosa y el cabello suelto desprendiendo un aroma a manzana y miel que le estaban haciendo sentir calor a pesar de la ropa cómoda que portaba. Y es que la criatura rubia poseía tal encanto, con esa voz dulce, la mirada cálida, la forma en que arrugaba la nariz y hacía un leve puchero con esa boquita rosa de labios carnosos que invitan a….
- ¡Terry! - exclamó Susana del otro lado de la mesa a un distraído muchacho.
-Sí, dime - respondió tras un leve carraspeo.
-Te preguntaba si quieres puré de papa - expuso Susana mostrando el recipiente de comida.
-Sí, sí, claro - se apresuró a contestar al tiempo que tomaba el trasto para servirse.
Por inercia pasó el recipiente a la persona a su derecha, Candy, quién al tomarlo sintió de nuevo esa electricidad recorrerla al rozar sus dedos con los del hombre provocando en ella un leve sonrojo, el cual no pasó desapercibido por Susana y Anthony quienes se codean por debajo de la mesa mirándose a los ojos en una muda plática diciendo “te lo dije”.
- ¿Y… a qué se dedica Terry? - preguntaba el tío Albert a un distraído Terrence, que al igual que Candy sintió esa corriente recorrerle el cuerpo.
-Perdón, estaba… ¿decía usted? - respondió el castaño.
-Le preguntaba ¿a qué se dedica?
-Soy empresario - respondió.
-Ah y… ¿De qué? ¿Sí se puede saber? - siguió cuestionando Albert.
-Tengo una fábrica que se dedica a la elaboración de juguetes infantiles.
-Qué interesante… ¿Qué tal le va?
-Bien, va muy bien - proclamó el hombre comenzando a picotear su ensalada.
-No seas modesto primo, te va más que bien.
-Susi - espetó el hombre en tono de advertencia.
-No le gusta decirlo, pero es uno de los mejores fabricantes de juguetes, yo le he dicho que es como Santa Claus, pero se molesta - informó la rubia.
- Ah, ¿sí? Pues no debe ocultar sus logros Terry, aquí mi Candy es igual, imagínese usted tantos años de estudio y dedicación, es “Cirujana Pediatra Titular”, aunque casi no duerme, no come, pero es un gran logro a su esfuerzo - manifestó Albert orgulloso, inflando el pecho.
-Tío ya - pidió Candy apenada - no le haga caso - dijo dirigiéndose a Terry.
- ¿Cómo no? Tantos años de estar con la nariz metida en los libros, trabajando con nosotros en el restaurante, eso cada que tenía tiempo porque durante la residencia a veces no la veíamos en dos días, igual que Anthony, lástima que luego mis ayudantes estrella tuvieron que dejarnos ¿verdad cariño? - preguntó dirigiéndose a su esposa con una gran sonrisa.
-Es verdad cielo, pero avergüenzas a los muchachos, mejor que Anthony nos platique cómo conoció a esta lindura de chica - proclamó Patty Andley.
Por un buen rato, mientras los alimentos eran degustados Anthony les contó, una vez más cómo había conocido a Susana en aquella gala de beneficencia, como él se sintió torpe ante su persona y se puso como un tonto cuando ella cayó en sus brazos durante un baile, él le pisó el pie, ella por reflejo al retirarlo le golpeó la rodilla con la suya y al querer sobarse chocaron sus cabezas, fue tan tonto que comenzaron a reír, después de eso todo se dio solo, pláticas por teléfono, salidas ocasionales y un amor sincero a tan solo un par de meses de conocerse.
Candy miraba a su hermano con ternura, se veía tan enamorado, mientras hablaba le tomaba la mano a Susana y ella le correspondía con una sonrisa deslumbrante, con sus ojos azul claro brillando de emoción, entonces ella vio algo más, un detalle que a lo mejor pasaba desapercibido para algunos, pero para sus ojos profesionales no. Mientras con la mano izquierda Susana tenía la mano de Anthony, con la derecha acariciaba su vientre, fue ahí que se dio cuenta, la cara sonrojada, los ojos brillantes, los senos un poco hinchados y el apenas perceptible vientre abultado; Susana estaba embarazada.
-Les tenemos una sorpresa - anunció Anthony - aprovecharemos este viaje para casarnos aquí en América a finales de mes y… - hizo una pausa, miró a su prometida y esta hizo un asentimiento de aprobación - ¡Estamos embarazados! - exclamó el joven con júbilo - dieciséis semanas - concluyó.
Acto seguido, los tíos se levantaron de un salto a darles un abrazo, todo esto bajo la mirada impávida de Terry, Candy bajó la cabeza, no se movió, tan sólo descendió las manos de la mesa, apretando los puños por debajo, cosa que no pasó desapercibida por el castaño.
Continuará…
*CURADOR: El curador de arte es el profesional capacitado en el conjunto de saberes que posibilitan la exposición, valuación, manejo, preservación y administración de bienes artísticos.
*British Museum: El Museo Británico es un museo de la ciudad de Londres, Reino Unido, uno de los museos más importantes y visitados del mundo
Por: Temperance (Primrose)
Para: Guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“cambiando el destino por Terry”
Quiero hacer la aclaración que esta historia salió de un shot en el mes de enero y que fue publicado en otra plataforma por lo que pongo el link correspondiente.
espero que les guste, es de época actual.
De antemano muchas gracias por su atención.
https://www.wattpad.com/836285549-para-terry-shot-3
https://www.fanfiction.net/s/13490414/3/PATA-TERRY
- ¿A dónde vamos? - inquirió Terry Grandchester al verse envuelto en una especie de bruma violeta mientras caminaba al lado de la pequeña mujer a su lado.
-Hoy daremos un paseo, le pedí a Lexie nos mandara la niebla y para que Maegalle nos transporte a otro lado, la cafetería está llena, cada vez llegan más chicas, a veces es un lugar de caos- dijo la mujer cambiando súbitamente de forma física.
- ¡Wow! Todavía no me acostumbro a eso- mencionó al ver las alas desplegadas de Temperance, su cabello blanco y sus ojos dorados brillando- ¿Y esa cosa? - preguntó al ver al cachorro Dilong caminando junto a Temperance.
-Dilong es mi compañero y guardián, a donde voy él va también, le cuesta no estar detrás de mí en la cafetería.
-Aja, pero aún no me dices a dónde vamos, porque según yo en la azotea de la cafetería no hay tanto espacio y llevamos caminando más de diez minutos.
-Creo que mejor debes preguntar en dónde estamos- mencionó Temperance señalando a su alrededor.
Terry admiró el hermoso bosque a su alrededor, el río, los árboles, luego dirigió su mirada hacia la de ojos dorados, sorprendido pues no sé dio cuenta del cambio.
-Es el bosque de Dean - declaró la mujer- aquí me crie junto con Moira, aquí vivieron mis padres, y los padres de estos antes, mi familia es muy antigua, la pareja destinada a traer al mundo las reencarnaciones de los arcanos deben vivir aquí.
- Esa chica Moira es rara- mencionó Terry.
- No es rara, ve la vida de otra manera, ella sabe muchas cosas y a veces debe callar para no alterar y enredar más los hilos del destino - aclaró la mujer.
- Ajá... entonces...¿por qué nosotros estamos aquí hoy?
-Porque a veces es necesario alejarse del caos Terry para aclarar la mente y sosegar las ansiedades, a ti te hace mucha falta- mencionó Temperance sentándose en una piedra- tu familia también es muy antigua, tu sangre viene de reyes, aunque no lo quieras aceptar.
- ¿Entonces nos quedaremos aquí solo mirando el agua correr? Hay frío- mencionó el castaño pues solo traía su acostumbrado traje color crema.
-No, miraremos más allá, debes ver Terry, hay cosas más allá de los ojos, otras vidas, otros mundos y muchas coincidencias.
Coincidencias
Capítulo 2
La doctora Candice Andley aparcó su auto blanco en la entrada de una bonita casa en el condado de Westchester, eran casi las ocho de la mañana cuando al fin llegaba a descansar, había sido una larga noche y estaba agotada, le dolían los pies, la espalda, le ardían los ojos, no había podido dormir ni una hora en toda la noche además que el día anterior no pudo descansar bien pues se la pasó arreglando un poco la casa y preparando todo para la llegada de su hermano y futura cuñada. No era que su hogar estuviera sucio o maloliente, al contrario, quizás hasta podría operar en el piso de lo limpio que estaba pero hacía mucho que no veía a su hermano, al menos no físicamente pues cada que podían se hacían una videollamada, siempre y cuando ella estuviera disponible, al fin y al cabo la diferencia horaria no era inconveniente pues cuando le tocaba guardias nocturnas en el hospital para Anthony era de día en la ciudad de Londres, donde era *curador del *museo británico. Descendió de su vehículo, le puso el seguro y arrastrando los pies dirigió sus pasos hacia la entrada, buscó en su bolso las llaves, pero no las encontró, casi le da un infarto de pensar en que pudo dejarlas en su locker del hospital, pero se acordó que se las había dado a Anthony el día anterior cuando tuvo que salir corriendo del aeropuerto apenas unos minutos después de que este arribara a Los Estados Unidos. Dejó caer su frente ruidosamente sobre la puerta al tiempo que soltaba un resoplido y tocaba el timbre.
- ¿De nuevo olvidó las llaves doctora? - inquirió una mujer del lado izquierdo, la señora Yang, su vecina.
- ¡Buenas días señora Yang! no las olvidé, se las di a mí hermano ayer que llegó de viaje ¿no lo ha visto? - cuestionó la chica.
- ¡Oh sí! guapo muchacho, muy alto, lo recuerdo cuando apenas era un niño de diez años delgaducho y…
- ¡Anthony! ¡Gracias a dios! - exclamó Candy al abrirse la puerta de su casa y ver a su hermano - hasta luego señora Yang - se despidió rápidamente antes que su muy amigable vecina siguiera con su plática.
-Igual de chismosa que siempre - se quejó Anthony.
- ¡Peor! - respondió la rubia - desde que se jubiló y el señor Yang falleciera tiene mucho, demasiado tiempo disponible, gracias de nuevo, eres mi héroe hermano - proclamó.
-Y tú eres una piltrafa ¿hace cuánto que no duermes? - interrogó el hombre levantando la ceja.
-Anoche nada de nada, antes de anoche sí, un poco, ya sabes, semana de guardia y ¿ustedes?, ¿descansaron bien?
-Sí, todo bien, hice hot cakes y preparé jugo, toma un poco y ve a dormir, el tío Albert vendrá a comer a la una y prometió traer ese postre de frutas que prepara la señora Patterson.
- ¿La tía Patty no viene?
-Supongo que sí, no me dijo nada más... ¡ah! bueno sí me dijo, que procures dormir y que si no lo haces te lleve a tú cama y que te amarre.
- ¡Eres un idiota!
-Y tú una loca por el trabajo, ya vete a dormir y deja tú celular aquí abajo - reconvino el rubio.
- ¿Estás demente? ¿Puede surgir una emergencia? - rebatió Candy.
-La cual puede ser cubierta por el médico de turno, ¡ya vete a dormir! - exclamó su hermano, regañándola.
-Ya voy, ya voy, me había olvidado que a veces eres como una patada en el trasero - dijo la rubia subiendo las escaleras para ir a su cuarto.
-Baño y cama Candice - señaló Anthony con el índice mientras se llevaba el vaso de jugo a la boca.
- ¡Qué gruñón!, no sé cómo lo soportas - mencionó Candy a Susana al cruzarla en las escaleras.
La chica sonrió y se encogió de hombros ante el comentario de su casi cuñada.
- ¡Dios! Esa mujer necesita un hombre con mano dura para ponerla en su lugar - proclamó Anthony exasperado.
- ¿En qué lugar según tú? - inquirió la mujer acercándose a él.
-Pues… pues… - el rubio no sabía qué decir ante la mirada inquisitiva de su novia - necesita alguien que la cuide - dijo bajando la cabeza.
- ¿Alguien que la obligue a comer y a dormir? ¿Alguien que le diga que no todo es trabajo y viva su vida? - cuestionó Susana pasando su mano sobre la ancha espalda de Anthony.
El hombre abrazó a su prometida entendiendo su punto, era lo que ella venía haciendo con él, hundió su cabeza en el hueco de su cuello y aspiró su aroma, esta mujer había cambiado su mundo en un abrir y cerrar de ojos, la amaba y deseaba con toda el alma que su hermana pudiera encontrar una persona así.
A la una en punto de la tarde la casa Andley se encontraba llena de gente y alegría, la comida por supuesto fue llevada por Albert Andley y su esposa Patty directo del restaurante del que eran propietarios y que en los últimos años se había convertido en uno de los mejores de la ciudad.
Candy durmió tan solo tres horas, se levantó, se arregló muy a su estilo, con un vestido corto en color rosa pastel en tela de algodón, sin mangas, con escote en “V”, el cabello en una media coleta sujeto con un pequeño prendedor de mariposa y sus sandalias de piso, odiaba los tacones, a pesar de su baja estatura simplemente no le gustaban, eran una tortura china por la que no estaba dispuesta a pasar por puro gusto, siempre reclamaba a su hermano que a él le habían tocado los centímetros que a ella le faltaban pues el media casi uno ochenta y ella apenas y llegaba al metro sesenta.
Todo eran pláticas, risas y movimientos, las mujeres ponían la mesa mientras los hombres se apoderaban de la cocina acomodando la comida en las bandejas y recipientes.
Albert y Patty llevaron variedad de platillos, ensalada, puré de papa, pechuga de pavo, pasta y por supuesto el postre de frutas favorito de Candy.
Acomodado todo se disponían a sentarse cuando el timbre sonó, Candy arrugó la nariz, moría de hambre y le chocó la interrupción creía que ya estaban todos ahí, miró a su hermano interrogante, él desvió la mirada algo le ocultaba y ella frunció el ceño.
- ¡Sí llegó! - exclamó Susana.
- ¿Quién llegó? - preguntó la rubia mirando a su casi cuñada desde una esquina del comedor ya que esta sonreía de oreja a oreja.
Susana le guiñó un ojo y se fue rumbo a la puerta para abrirla.
Candy la miró irse, luego observó a Anthony, al tío Albert incluso a la tía Patty, todos ellos estaban sentándose como si nada, aunque no la miraban cosa que le pareció extraño.
- ¡Buenas tardes! - saludó una voz varonil.
- ¡Buenas tardes! - saludaron los demás comensales a excepción de Candy.
La rubia que todavía no tomaba asiento se quedó de piedra al ver al hombre que había llegado, su figura alta y varonil eran difíciles de olvidar, menos aun cuando se le había acercado tanto el día anterior al chocar con él en el aeropuerto.
-Señor Andley él es mi primo Terrence - manifestó la chica mientras se acercaba con el recién llegado - es el único pariente que tengo aquí en Estados Unidos, es como mi hermano, crecimos juntos, después que murió mi padre, mi madre y yo quedamos bajo la protección del tío Richard, el padre de Terry y hermano del mío- explicó - ven Terry siéntate aquí - señaló la mujer el lugar vacío junto a la silla de Candy que todavía seguía de pie.
La rubia salió de su estupor, se sentó torpemente sin decir palabra alguna mientras que los tíos saludaban al recién llegado.
-Bueno, ya que toda la familia está reunida creo que ya podemos comenzar a comer, Candy debe estar hambrienta apenas y comió un par de hot cakes y tomó un poco de jugo, con lo tragona que es - comentó Anthony riendo.
- ¿Quieres callarte tarado? - replicó Candy molesta al tiempo que se colocaba la servilleta sobre las piernas.
- ¿Dormiste pequeña Candy? - inquirió el tío Albert.
-Sí, si dormí.
-Tres horas - dijo Anthony mostrando los dedos mientras ayudaba a su prometida a sentarse para luego el hacer lo mismo.
- ¿Solo tres? Pequeña llevas dos días casi sin dormir, puedes enfermar - regañó Albert.
-Cariño - habló la tía Patty - Candy es una mujer adulta y con responsabilidades, ella sabe lo que hace.
-Pero, pero…
-Ya, déjenla - manifestó Patty mirando a tío y sobrino como solo una madre podría hacerlo ante dos tozudos chiquillos.
Candy estaba colorada de la vergüenza, si estuvieran solo ellos ya les habría dicho un millón de cosas por entrometerse, pero el hombre sentado junto a ella la estaba poniendo nerviosa su olor a cítricos le llegó a la nariz cuando se sentó a su lado, el roce de la tela del pantalón con sus piernas desnudas, pues el vestido era corto le electrificó todo el cuerpo haciendo sus fibras capilares erguirse.
Por su parte el hombre junto a ella intentaba no moverse mucho, o siquiera mirarla, la pecosa gruñona había cambiado de ayer a hoy, con ese vestidito rosa y el cabello suelto desprendiendo un aroma a manzana y miel que le estaban haciendo sentir calor a pesar de la ropa cómoda que portaba. Y es que la criatura rubia poseía tal encanto, con esa voz dulce, la mirada cálida, la forma en que arrugaba la nariz y hacía un leve puchero con esa boquita rosa de labios carnosos que invitan a….
- ¡Terry! - exclamó Susana del otro lado de la mesa a un distraído muchacho.
-Sí, dime - respondió tras un leve carraspeo.
-Te preguntaba si quieres puré de papa - expuso Susana mostrando el recipiente de comida.
-Sí, sí, claro - se apresuró a contestar al tiempo que tomaba el trasto para servirse.
Por inercia pasó el recipiente a la persona a su derecha, Candy, quién al tomarlo sintió de nuevo esa electricidad recorrerla al rozar sus dedos con los del hombre provocando en ella un leve sonrojo, el cual no pasó desapercibido por Susana y Anthony quienes se codean por debajo de la mesa mirándose a los ojos en una muda plática diciendo “te lo dije”.
- ¿Y… a qué se dedica Terry? - preguntaba el tío Albert a un distraído Terrence, que al igual que Candy sintió esa corriente recorrerle el cuerpo.
-Perdón, estaba… ¿decía usted? - respondió el castaño.
-Le preguntaba ¿a qué se dedica?
-Soy empresario - respondió.
-Ah y… ¿De qué? ¿Sí se puede saber? - siguió cuestionando Albert.
-Tengo una fábrica que se dedica a la elaboración de juguetes infantiles.
-Qué interesante… ¿Qué tal le va?
-Bien, va muy bien - proclamó el hombre comenzando a picotear su ensalada.
-No seas modesto primo, te va más que bien.
-Susi - espetó el hombre en tono de advertencia.
-No le gusta decirlo, pero es uno de los mejores fabricantes de juguetes, yo le he dicho que es como Santa Claus, pero se molesta - informó la rubia.
- Ah, ¿sí? Pues no debe ocultar sus logros Terry, aquí mi Candy es igual, imagínese usted tantos años de estudio y dedicación, es “Cirujana Pediatra Titular”, aunque casi no duerme, no come, pero es un gran logro a su esfuerzo - manifestó Albert orgulloso, inflando el pecho.
-Tío ya - pidió Candy apenada - no le haga caso - dijo dirigiéndose a Terry.
- ¿Cómo no? Tantos años de estar con la nariz metida en los libros, trabajando con nosotros en el restaurante, eso cada que tenía tiempo porque durante la residencia a veces no la veíamos en dos días, igual que Anthony, lástima que luego mis ayudantes estrella tuvieron que dejarnos ¿verdad cariño? - preguntó dirigiéndose a su esposa con una gran sonrisa.
-Es verdad cielo, pero avergüenzas a los muchachos, mejor que Anthony nos platique cómo conoció a esta lindura de chica - proclamó Patty Andley.
Por un buen rato, mientras los alimentos eran degustados Anthony les contó, una vez más cómo había conocido a Susana en aquella gala de beneficencia, como él se sintió torpe ante su persona y se puso como un tonto cuando ella cayó en sus brazos durante un baile, él le pisó el pie, ella por reflejo al retirarlo le golpeó la rodilla con la suya y al querer sobarse chocaron sus cabezas, fue tan tonto que comenzaron a reír, después de eso todo se dio solo, pláticas por teléfono, salidas ocasionales y un amor sincero a tan solo un par de meses de conocerse.
Candy miraba a su hermano con ternura, se veía tan enamorado, mientras hablaba le tomaba la mano a Susana y ella le correspondía con una sonrisa deslumbrante, con sus ojos azul claro brillando de emoción, entonces ella vio algo más, un detalle que a lo mejor pasaba desapercibido para algunos, pero para sus ojos profesionales no. Mientras con la mano izquierda Susana tenía la mano de Anthony, con la derecha acariciaba su vientre, fue ahí que se dio cuenta, la cara sonrojada, los ojos brillantes, los senos un poco hinchados y el apenas perceptible vientre abultado; Susana estaba embarazada.
-Les tenemos una sorpresa - anunció Anthony - aprovecharemos este viaje para casarnos aquí en América a finales de mes y… - hizo una pausa, miró a su prometida y esta hizo un asentimiento de aprobación - ¡Estamos embarazados! - exclamó el joven con júbilo - dieciséis semanas - concluyó.
Acto seguido, los tíos se levantaron de un salto a darles un abrazo, todo esto bajo la mirada impávida de Terry, Candy bajó la cabeza, no se movió, tan sólo descendió las manos de la mesa, apretando los puños por debajo, cosa que no pasó desapercibida por el castaño.
Continuará…
*CURADOR: El curador de arte es el profesional capacitado en el conjunto de saberes que posibilitan la exposición, valuación, manejo, preservación y administración de bienes artísticos.
*British Museum: El Museo Británico es un museo de la ciudad de Londres, Reino Unido, uno de los museos más importantes y visitados del mundo
Por: Temperance (Primrose)
Para: Guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“cambiando el destino por Terry”