Se lanzó a la cama y se cubrió el rostro con una almohada que le ayudó a sofocar un gritito de alegría (muy poco varonil por cierto) mientras sacudía las piernas con rapidez, al retirar la almohada una enorme sonrisa iluminaba su rostro.
Por fin había caído presa de aquel sentimiento, lo sabía, cada célula de su cuerpo se lo gritaba al verla, ella ta linda, tan distinta a él en todo...
Sus visitas forzadas a la biblioteca habían obrado el milagro de abrir sus ojos a una dimensión distinta donde los colores eran más brillantes, los aromas eran más dulces, las flores más frescas y los sonidos más melodiosos.
Una dimensión donde un par de ojos brillantes eran la llave para entrar, mejillas sonrosadas, cabello rubio cayendo graciosamente sobre el maravilloso rostro redondito.
Tímida pero no miedosa, discreta pero no apocada, franca pero no escandalosa, dulce pero no empalagosa. La primera vez que le sonrió él sintió una descarga que le recorrió la espalda, no era que llamara la atención por ser "frondosa" o popular, simplemente pasó, él contestó la sonrisa con un educado asentimiento de cabeza y se ocultó en el libro que estaba tratando de descifrar. Al pasar los días las miradas y sonrisas pasaron a saludos con la mano desde otra mesa, después desde el otro extremo de la misma mesa, para terminar sentados juntos para estudiar. Los saludos pasaron a ser "hola" y los hola se transformaron en maravillosas conversaciones entre murmullos.
Al terminar sus labores en clases el moreno se apresuraba a llegar a la biblioteca, al salir caminaba entre nubes tarareando sin darse cuenta canciones cursis.
Ese día en particular un tipo con el que no la llevaba muy bien, se acercó a ellos y comenzó a molestarlos, el tarado comenzó a fastidiar con la famosa frase de niñas tontas "Son novios, se quieren, se aman..."
La luz de los ojos de la chica se apagó bajando la cabeza, el primer impulso del moreno fue negarlo, como cualquier adolescente "normal"
Neal se levantó bruscamente apretando los puños y sin más jaló al mozalbete por la camisa y le dijo de frente:
-Sí es mi novia, sí la quiero y sí estúpido, estoy enamorado de ella. ¿Tienes algún problema con ello? Por que si es así podemos resolverlo en este momento.
El chico se quedó mudo ante la respuesta y sin más se soltó del agarre para salir rápidamente del lugar.
Neal se sentó lentamente esperando ver a la jovencita bañada en lágrimas y cerró los ojos esperando la clásica bofetada por su atrevimento. En lugar de ello pudo sentir una mano suave sobre la suya al mismo tiempo que escuchaba un murmullo en su oído.
-¡Yo también te quiero, estoy enamorada de tí... y me encanta ser tu novia!
Neal abrió un ojo y recibió un beso en la mejilla. La chica se levantó muy normal, arregló sus libretas como si nada y antes de salir le dijo:
-¿Nos vemos mañana?
Neal sólo pudo articular un torpe.
-¡Si!
Ella sonrió como siempre, pero como nunca el chico vio iluminarse todo a su alrededor, llevó la mano a su mejilla y salió corriendo a su habitación.
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Se levantó de su cama y comenzó a bailar lleno de alegría tarareando como lo había hecho algunas veces cuando niño con su gato, valseando por toda la habitación.
Ahora era distinto, bailaría con ella... bailaría con ella tarareando una de esas tontas canciones de amor.