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Las Divinas Místicas De Terry —Cambiando el Universo Por Terry
Defendiendo Al Bombón Inglés Con uñas y dientes
Directo Al Corazón
Capítulo III
By Rossy Castaneda
Luego que el bulto debajo de sus pantalones disminuyó, Terry regresó al salon de baile. Por increíble que pareciera, sus ojos la buscan a ella, pero no la encontró.
¿Seguirá furiosa? —Se le veía adorable, sus graciosas pecas se movían de un lado a otro.
¡Diablos! —¿que demonios le estaba pasando? —¡Por Dios! Era la hermana menor de su mejor amigo —se estremeció —Como mínimo, Anthony le cortaría la nueces cuando se enterara.. ¡infiernos! —Y Albert, ¿Que reacción tendría? . Su plan inicial de divertirse durante aquella condenada fiesta se estaba yendo al infierno.
Ni hablar, como el caballero Inglés que era, afrontaría las consecuencias de lo que acababa de hacer y lo primero que haría, sería buscar a Anthony y lo pondría al tanto de lo sucedido en el jardín y que Dios lo ayudara.
Comenzaba a caminar cuando unos pasos detrás de él llamaron su atención. Grande fue su sorpresa al girarse, La señorita Ardley caminaba muy sonriente del brazo de su hermano mayor y mas atrás venían Anthony y la señora Elroy.
Terry tragó saliva. Era hombre muerto.
—Terry hasta que apareces —Anthony se acercó a él —Tia Elroy te ha estado buscando.
El guapo Inglés se vio obligado a forzar una sonrisa.
—En que puedo servirle Madam —dijo con galantería.
—Quiero pedirle que sea el compañero de baile de Candice durante el resto de la velada.
Candy sufrió un ataque de tos excesiva.
—¿Te sientes bien pequeña? —Albert la miró con preocupación.
—Si —respondió la rubia, es solo que no me apetece bailar con el caballero, es un pésimo bailarín, la pobre señorita Marlowe debe tener los pies molidos —dijo Candy mostrando un cara apesadumbrada por la pobre Susana, aunque la verdad era otra, ella había disfrutado ver como el amigo de su hermano la pisoteaba una y otra vez. Pero jamás lo diría y menos después de lo sucedido minutos atrás.
Anthony y Albert se carcajearon, era mas que evidente que Terry la había hecho enfadar y Candy solo le estaba devolviendo el gesto. Su lengua estaba bien afilada.
—Candice —Elroy la reprendió —creí haber sido muy clara contigo esta tarde, aceptarás la compañía de Terrence ¿entendido?
—Pero Tia —protestó ella.
—Harás lo que te he mandado y ahora discúlpate —le ordenó.
—Albert —Candy buscó el apoyo de su hermano, pero esta vez, Albert se limitó a encogerse de hombros.. Candy maldijo para sus adentros ¿Que diablos les pasaba? Era su impresión o ¿La estaban arrojando a los brazos de aquel sin vergüenza? —¡Ay no! Aquella maldita risa en el rostro de Anthony la estaba desquiciando.
—Te lo dije —Anthony palmeó el hombro de Terry —mi pequeña hermana es de armas tomar, si mi consejo te sirve, lo mejor es que te disculpes por lo que sea que le hayas hecho o te la cobrara y muy caro.
Terry suspiró internamente . Ya lo había hecho, pero ella no aceptó sus disculpas.
—Anthony —Se aclaró la garganta —me gustaría hablar contigo sobre un accidente en el jardín donde fui protagonista.
¿¡Accidente!? Ay no! Lo que le faltaba, el muy granuja había llamado accidente a sus actos lujuriosos.
"Deja de preocuparte por tonterías —su voz interna le dijo —¿no te das cuenta que el granuja como lo llamas, está a punto de decirle a tu hermano lo que pasó en el jardín ? —Sabes lo que eso significa o necesitas que te lo explique mientras cuento las pecas alrededor de tu nariz?".
¡Demonios! Era cierto, debía impedir que aquel granuja abriera la boca.. —¡Arggggg!— la pura mención de que abriera su boca hizo que sus pezones se irguieran.
—Esta bien Tia Elroy, aceptaré que el señor Grantchester sea mi compañero de baile por el resto de la noche.
Terry se giró y la miró con evidente sorpresa.
—¿Y? —La Tía Elroy ladeó el rostro a la espera que cumpliera la segunda orden.
—Lamento lo que dije antes milord —musitó Candy con los dientes apretados.
—Terrence, puede llamarme Terrence milady —dijo él con una condenada sonrisa que Candy quiso borrar se su rostro con un par de bofetadas.
¡Ah! Pero el muy granuja pagaría muy caro —pensó tras devolverle la sonrisa.
Anthony que conocía muy bien aquel brillo endiablado en los ojos verdes de Candy se echo a reír.
—Que Dios te ayude amigo —dijo en tono burlón —lo necesitaras.
Terry le ofreció su brazo de manera galante para que se apoyara, con una sonrisa que a Terry le pareció encantadora, ella hizo una reverencia, aceptó su brazo y juntos ingresaron al salon de baile.
—Me di cuenta que aceptó la orden de su Tía para evitar que hablara con Anthony de lo que sucedió entre nosotros en el jardín ¿Por qué? —preguntó Terry mientras giraban.
Candy enarcó una ceja.
—Para comenzar no hay un NO —SO —TROS —respondió ella pausadamente—y para finalizar —Es mas que evidente cuales son mis motivos.
—¿Y cuales son?
—No se haga el idiota, sabe perfectamente cuales serian las consecuencias y por nada del mundo aceptaría tener algo con un granuja como usted, prefiero mil veces internarme en un convento, tomar los votos y convertirme en una monja al servicio de Dios toda mi vida.
¿La señorita Ardley de monja? Eso si que seria un sacrilegio. ¡Ahhh! ¿En que demonios estaba pensando? ¿Por que debía importarle lo que ella hiciera con su vida?.. "pero te importaba y mucho no te hagas el idiota" —una vocecita interna le dijo entre risas burlonas.
—No me pareció que le desagradara lo que pasó en el jardín —dijo él burlón
—No debería de creerse el último bocadillo por degustar en una bandeja, Milord.
—¡Aush! —Terry no sabía que le dolía más ¿si el pisotón que le acababa de dar aquella Pequeña Fieresilla Pecosa, o lo que acababa de decirle?
—¡Ups! —lo lamento —Candy sonrió dulcemente y él cayó nuevamente presa de sus encantos.
—Candice —puede llamarla así ¿verdad? —le preguntó él al ver su ceja enarcada.
—Naturalmente, ese es mi nombre, ¿de que otra manera podría hacerlo? —sonrió dulcemente una vez más.
Los cambios de reacción de ella lo estaban volviendo loco. Primero sarcástica y ponzoñosa, luego gentil y dulce, luego interrogante e incrédula y ahora otra vez dulce y complaciente. ¡Por Dios! Esta mujer lo tenía al límite.
—Señorita Ardley, podría ser.
—Déjese de ridiculeces, esa es la manera como un verdadero caballero se dirige a una dama.
—¿Insinúa que no lo soy?
—Eso es algo que usted mismo puede responderse.
—Antes de ser caballero soy un hombre, Candice
—¿No me diga? —su tono era de total sorna.
Terry ignoró la sorna en sus palabras y prosiguió.
—Los hombres tenemos cierta reacción la cual no podemos controlar cuando estamos frente a una mujer.
—¿Como la que está teniendo ahora? —con la mirada, Candy le mostró el bulto que comenzaba a crecer.
¡Maldición! Terry echó la cadera hacia atrás. Al parecer su condenada entre pierna se había propuesto a avergonzarlo frente a ella.
Candy esbozó una sonrisa, la cual a Terry le pareció la mas angelical.. ¡ja! Pero era solo eso, sonrisa angelical, ya que la dueña de esta era un demonio. Pero no cualquier demonio, sino uno hermoso y pecoso demonio que besaba deliciosamente y lo había dejado con ganas de más. Su entrepierna dio un saltito en señal de estar de acuerdo con él. ¡Condenada!
—Exactamente —respondió él tras reponerse.
—Vaya eso si que es una novedad —se burló ella.
Terry resopló.
—Candice, lo que pasó entre nosotros en el jardín...
—¿Entre nosotros? —Candy lo interrumpió y abrió sus ojos fingiendo demencia —entre nosotros no pasó nada. —yo caminaba distraídamente por el jardín, la falda de mi vestido se enredó en unos arbustos, trastabillé mientras intentaba liberarme, me caí y usted me ayudo. Eso fue lo que realmente pasó —dijo ella con cara de inocencia.
—¡Eh! —los ojos de él estuvieron a punto de salir de sus cuencas.
—Escúcheme bien Terrence, mejor le es que mantenga esa versión o de lo contrario...
—¿O de lo contrario que? —la interrumpió él
—De lo contrario haré que se arrepienta todos los días que le restan de vida, los haré tan miserables como me sea posible.
—¿Me está amenazando? —Terry no podía creer que aquella pequeña fieresilla Pecosa lo estuviera amenazando.
—No por supuesto, —fingió inocencia —¿como podría hacerlo? —frunció el ceño —le estoy advirtiendo amistosamente, para que piense muy bien lo que va a decirle a Anthony.
Candy agradeció internamente que la pieza de baile había llegado a su fin, necesitaba alejarse un poco de ese granuja desvergonzado que era incapaz de controlar sus instintos carnales frente a ella.
—Ha sido un enorme placer conversar con usted, pero me temo que ya le dediqué mas tiempo del que suelo dedicarle a alguien en una velada —hizo una reverencia y comenzó a alejarse.
Terry miró como ella después de hacer una reverencia se daba la media vuelta y lo dejaba ahí, en medio de la pista de baile completamente solo. Frunció el ceño ¿quien demonios se creía aquella Pecosa para dejarlo ahí como un completo idiota siendo el centro de todas las miradas dentro de aquella fiesta?
—Oh vamos que haces ahí de pie como una estatua de sal, ve por ella muchacho, o te quedarás aquí para ser devorado por aquella jovencita que no ha dejado de observarte durante toda la noche.
Terry se giró y se encontró con la risueña Martha O'brain, quien tras decirle aquellas palabras palmeó su hombro. Hizo una mueca de disgusto al ver la chica rubia empalagosa que no dejaba de batir las pestañas mientras lo miraba. Con una sonrisa de medio lado, Terry agradeció las palabras de la señora O'brain. Realmente tenía que ir tras la señorita Ardley, su charla con ella no terminaba aún. Abriéndose paso entre la multitud y decidido a darle alcance, en dos zancadas lo consiguió.
—Puede dejar de seguirme de una maldita vez —dijo Candy al sentir su presencia, no necesitó voltearse para saber que se trataba de él, pues el aroma de su perfume era inconfundible, una mezcla de lavanda y exquisitas especias aromáticas, algo por demás agradable y embriagador, para su desgracia.
—Necesitamos hablar —dijo él colocándose a su lado —permítame acompañarla Candice
—¿Se volvió loco? —no quiero que me vean salir al jardín con un granuja como usted.
—Pues aunque no lo desee, la acompañaré, usted y yo tenemos muchas cosas que aclarar —no estaba dispuesto a que ella le hiciera un desplante.
Candy detuvo su andar y lo miró con el ceño fruncido ¿quien se creía para darle órdenes? —, frunció su pequeña nariz pecosa e hizo un gesto como si hubiese olfateado un trozo de carne echada a perder.
—Creo haber sido clara con usted señor.
Terry ignoró sus gestos.
—Tomé de una vez mi brazo o desea ser el centro de las miradas de todos en el salon de baile, incluyendo su familia —hizo una reverencia y extendió su brazo.
Con rapidez, Candy giró su rostro y se dio cuenta que para su desgracia el granuja junto a ella tenía razón. Todos en el salon de baile los observaban y sus hermanos también lo hacían, al igual que su Tía Elroy quien la estaba fulminando con la mirada.
—¿Por que hace esto? ¿Que demonios quiere?. —sin quedarle de otra Candy aceptó su brazo.
—Solo trato de ser amable con usted y disculparme —respondió él con un dulce tono de voz mientras emprendían la marcha.
—Si eso es lo que tanto le preocupa, ya se ha disculpado lo suficiente por esta noche ¿no le parece?
—Quizás —respondió él —pero que si quiero redimirme por mi mal comportamiento para con usted.
—Si tanto le preocupa eso, pues dese por redimido —respondió ella enarcando una ceja soltándose de su brazo tan pronto estaban fuera de miradas indiscretas.
—Ahora veo que su hermano tiene razón con respecto a usted —dijo él burlón.
—Y si tan seguro está de lo que sea que Anthony le ha dicho, por que insiste en hablar conmigo, y seguirme cuando ya le he dicho que no quiero ni necesito la compañía de una persona que no tiene la mínima conciencia de lo que es la cortesía y los buenos modales —respondió ella mordaz.
—¿Y dejar a un caballero plantado en medio de la pista de baile no le parece una falta de cortesía y buenos modales? —arremetió él
—Usted lo ha dicho, un caballero —lo miró con desdén —y yo al único que veo frente a mi es a un granuja lujurioso.
¡Ush! Aquello fue un golpe bajo para el joven Inglés, pero no pensaba darse por vencido con aquella fieresilla Pecosa.
—¿Es que se la pasará toda la vida reprochando mi comportamiento poco caballeroso de hace rato.
—No por supuesto que no, afortunadamente hoy es la última vez que lo veo —respondió ella —ahora si me disculpa, regresaré al salon de baile —se dio media vuelta con la intención de retirarse.
—Un momento —Terry la sujetó del brazo —salimos junto y juntos ingresaremos al salon de baile —entrelazó su brazo al de ella aún en contra de su voluntad.
Defendiendo Al Bombón Inglés Con uñas y dientes
Directo Al Corazón
Capítulo III
By Rossy Castaneda
Luego que el bulto debajo de sus pantalones disminuyó, Terry regresó al salon de baile. Por increíble que pareciera, sus ojos la buscan a ella, pero no la encontró.
¿Seguirá furiosa? —Se le veía adorable, sus graciosas pecas se movían de un lado a otro.
¡Diablos! —¿que demonios le estaba pasando? —¡Por Dios! Era la hermana menor de su mejor amigo —se estremeció —Como mínimo, Anthony le cortaría la nueces cuando se enterara.. ¡infiernos! —Y Albert, ¿Que reacción tendría? . Su plan inicial de divertirse durante aquella condenada fiesta se estaba yendo al infierno.
Ni hablar, como el caballero Inglés que era, afrontaría las consecuencias de lo que acababa de hacer y lo primero que haría, sería buscar a Anthony y lo pondría al tanto de lo sucedido en el jardín y que Dios lo ayudara.
Comenzaba a caminar cuando unos pasos detrás de él llamaron su atención. Grande fue su sorpresa al girarse, La señorita Ardley caminaba muy sonriente del brazo de su hermano mayor y mas atrás venían Anthony y la señora Elroy.
Terry tragó saliva. Era hombre muerto.
—Terry hasta que apareces —Anthony se acercó a él —Tia Elroy te ha estado buscando.
El guapo Inglés se vio obligado a forzar una sonrisa.
—En que puedo servirle Madam —dijo con galantería.
—Quiero pedirle que sea el compañero de baile de Candice durante el resto de la velada.
Candy sufrió un ataque de tos excesiva.
—¿Te sientes bien pequeña? —Albert la miró con preocupación.
—Si —respondió la rubia, es solo que no me apetece bailar con el caballero, es un pésimo bailarín, la pobre señorita Marlowe debe tener los pies molidos —dijo Candy mostrando un cara apesadumbrada por la pobre Susana, aunque la verdad era otra, ella había disfrutado ver como el amigo de su hermano la pisoteaba una y otra vez. Pero jamás lo diría y menos después de lo sucedido minutos atrás.
Anthony y Albert se carcajearon, era mas que evidente que Terry la había hecho enfadar y Candy solo le estaba devolviendo el gesto. Su lengua estaba bien afilada.
—Candice —Elroy la reprendió —creí haber sido muy clara contigo esta tarde, aceptarás la compañía de Terrence ¿entendido?
—Pero Tia —protestó ella.
—Harás lo que te he mandado y ahora discúlpate —le ordenó.
—Albert —Candy buscó el apoyo de su hermano, pero esta vez, Albert se limitó a encogerse de hombros.. Candy maldijo para sus adentros ¿Que diablos les pasaba? Era su impresión o ¿La estaban arrojando a los brazos de aquel sin vergüenza? —¡Ay no! Aquella maldita risa en el rostro de Anthony la estaba desquiciando.
—Te lo dije —Anthony palmeó el hombro de Terry —mi pequeña hermana es de armas tomar, si mi consejo te sirve, lo mejor es que te disculpes por lo que sea que le hayas hecho o te la cobrara y muy caro.
Terry suspiró internamente . Ya lo había hecho, pero ella no aceptó sus disculpas.
—Anthony —Se aclaró la garganta —me gustaría hablar contigo sobre un accidente en el jardín donde fui protagonista.
¿¡Accidente!? Ay no! Lo que le faltaba, el muy granuja había llamado accidente a sus actos lujuriosos.
"Deja de preocuparte por tonterías —su voz interna le dijo —¿no te das cuenta que el granuja como lo llamas, está a punto de decirle a tu hermano lo que pasó en el jardín ? —Sabes lo que eso significa o necesitas que te lo explique mientras cuento las pecas alrededor de tu nariz?".
¡Demonios! Era cierto, debía impedir que aquel granuja abriera la boca.. —¡Arggggg!— la pura mención de que abriera su boca hizo que sus pezones se irguieran.
—Esta bien Tia Elroy, aceptaré que el señor Grantchester sea mi compañero de baile por el resto de la noche.
Terry se giró y la miró con evidente sorpresa.
—¿Y? —La Tía Elroy ladeó el rostro a la espera que cumpliera la segunda orden.
—Lamento lo que dije antes milord —musitó Candy con los dientes apretados.
—Terrence, puede llamarme Terrence milady —dijo él con una condenada sonrisa que Candy quiso borrar se su rostro con un par de bofetadas.
¡Ah! Pero el muy granuja pagaría muy caro —pensó tras devolverle la sonrisa.
Anthony que conocía muy bien aquel brillo endiablado en los ojos verdes de Candy se echo a reír.
—Que Dios te ayude amigo —dijo en tono burlón —lo necesitaras.
Terry le ofreció su brazo de manera galante para que se apoyara, con una sonrisa que a Terry le pareció encantadora, ella hizo una reverencia, aceptó su brazo y juntos ingresaron al salon de baile.
—Me di cuenta que aceptó la orden de su Tía para evitar que hablara con Anthony de lo que sucedió entre nosotros en el jardín ¿Por qué? —preguntó Terry mientras giraban.
Candy enarcó una ceja.
—Para comenzar no hay un NO —SO —TROS —respondió ella pausadamente—y para finalizar —Es mas que evidente cuales son mis motivos.
—¿Y cuales son?
—No se haga el idiota, sabe perfectamente cuales serian las consecuencias y por nada del mundo aceptaría tener algo con un granuja como usted, prefiero mil veces internarme en un convento, tomar los votos y convertirme en una monja al servicio de Dios toda mi vida.
¿La señorita Ardley de monja? Eso si que seria un sacrilegio. ¡Ahhh! ¿En que demonios estaba pensando? ¿Por que debía importarle lo que ella hiciera con su vida?.. "pero te importaba y mucho no te hagas el idiota" —una vocecita interna le dijo entre risas burlonas.
—No me pareció que le desagradara lo que pasó en el jardín —dijo él burlón
—No debería de creerse el último bocadillo por degustar en una bandeja, Milord.
—¡Aush! —Terry no sabía que le dolía más ¿si el pisotón que le acababa de dar aquella Pequeña Fieresilla Pecosa, o lo que acababa de decirle?
—¡Ups! —lo lamento —Candy sonrió dulcemente y él cayó nuevamente presa de sus encantos.
—Candice —puede llamarla así ¿verdad? —le preguntó él al ver su ceja enarcada.
—Naturalmente, ese es mi nombre, ¿de que otra manera podría hacerlo? —sonrió dulcemente una vez más.
Los cambios de reacción de ella lo estaban volviendo loco. Primero sarcástica y ponzoñosa, luego gentil y dulce, luego interrogante e incrédula y ahora otra vez dulce y complaciente. ¡Por Dios! Esta mujer lo tenía al límite.
—Señorita Ardley, podría ser.
—Déjese de ridiculeces, esa es la manera como un verdadero caballero se dirige a una dama.
—¿Insinúa que no lo soy?
—Eso es algo que usted mismo puede responderse.
—Antes de ser caballero soy un hombre, Candice
—¿No me diga? —su tono era de total sorna.
Terry ignoró la sorna en sus palabras y prosiguió.
—Los hombres tenemos cierta reacción la cual no podemos controlar cuando estamos frente a una mujer.
—¿Como la que está teniendo ahora? —con la mirada, Candy le mostró el bulto que comenzaba a crecer.
¡Maldición! Terry echó la cadera hacia atrás. Al parecer su condenada entre pierna se había propuesto a avergonzarlo frente a ella.
Candy esbozó una sonrisa, la cual a Terry le pareció la mas angelical.. ¡ja! Pero era solo eso, sonrisa angelical, ya que la dueña de esta era un demonio. Pero no cualquier demonio, sino uno hermoso y pecoso demonio que besaba deliciosamente y lo había dejado con ganas de más. Su entrepierna dio un saltito en señal de estar de acuerdo con él. ¡Condenada!
—Exactamente —respondió él tras reponerse.
—Vaya eso si que es una novedad —se burló ella.
Terry resopló.
—Candice, lo que pasó entre nosotros en el jardín...
—¿Entre nosotros? —Candy lo interrumpió y abrió sus ojos fingiendo demencia —entre nosotros no pasó nada. —yo caminaba distraídamente por el jardín, la falda de mi vestido se enredó en unos arbustos, trastabillé mientras intentaba liberarme, me caí y usted me ayudo. Eso fue lo que realmente pasó —dijo ella con cara de inocencia.
—¡Eh! —los ojos de él estuvieron a punto de salir de sus cuencas.
—Escúcheme bien Terrence, mejor le es que mantenga esa versión o de lo contrario...
—¿O de lo contrario que? —la interrumpió él
—De lo contrario haré que se arrepienta todos los días que le restan de vida, los haré tan miserables como me sea posible.
—¿Me está amenazando? —Terry no podía creer que aquella pequeña fieresilla Pecosa lo estuviera amenazando.
—No por supuesto, —fingió inocencia —¿como podría hacerlo? —frunció el ceño —le estoy advirtiendo amistosamente, para que piense muy bien lo que va a decirle a Anthony.
Candy agradeció internamente que la pieza de baile había llegado a su fin, necesitaba alejarse un poco de ese granuja desvergonzado que era incapaz de controlar sus instintos carnales frente a ella.
—Ha sido un enorme placer conversar con usted, pero me temo que ya le dediqué mas tiempo del que suelo dedicarle a alguien en una velada —hizo una reverencia y comenzó a alejarse.
Terry miró como ella después de hacer una reverencia se daba la media vuelta y lo dejaba ahí, en medio de la pista de baile completamente solo. Frunció el ceño ¿quien demonios se creía aquella Pecosa para dejarlo ahí como un completo idiota siendo el centro de todas las miradas dentro de aquella fiesta?
—Oh vamos que haces ahí de pie como una estatua de sal, ve por ella muchacho, o te quedarás aquí para ser devorado por aquella jovencita que no ha dejado de observarte durante toda la noche.
Terry se giró y se encontró con la risueña Martha O'brain, quien tras decirle aquellas palabras palmeó su hombro. Hizo una mueca de disgusto al ver la chica rubia empalagosa que no dejaba de batir las pestañas mientras lo miraba. Con una sonrisa de medio lado, Terry agradeció las palabras de la señora O'brain. Realmente tenía que ir tras la señorita Ardley, su charla con ella no terminaba aún. Abriéndose paso entre la multitud y decidido a darle alcance, en dos zancadas lo consiguió.
—Puede dejar de seguirme de una maldita vez —dijo Candy al sentir su presencia, no necesitó voltearse para saber que se trataba de él, pues el aroma de su perfume era inconfundible, una mezcla de lavanda y exquisitas especias aromáticas, algo por demás agradable y embriagador, para su desgracia.
—Necesitamos hablar —dijo él colocándose a su lado —permítame acompañarla Candice
—¿Se volvió loco? —no quiero que me vean salir al jardín con un granuja como usted.
—Pues aunque no lo desee, la acompañaré, usted y yo tenemos muchas cosas que aclarar —no estaba dispuesto a que ella le hiciera un desplante.
Candy detuvo su andar y lo miró con el ceño fruncido ¿quien se creía para darle órdenes? —, frunció su pequeña nariz pecosa e hizo un gesto como si hubiese olfateado un trozo de carne echada a perder.
—Creo haber sido clara con usted señor.
Terry ignoró sus gestos.
—Tomé de una vez mi brazo o desea ser el centro de las miradas de todos en el salon de baile, incluyendo su familia —hizo una reverencia y extendió su brazo.
Con rapidez, Candy giró su rostro y se dio cuenta que para su desgracia el granuja junto a ella tenía razón. Todos en el salon de baile los observaban y sus hermanos también lo hacían, al igual que su Tía Elroy quien la estaba fulminando con la mirada.
—¿Por que hace esto? ¿Que demonios quiere?. —sin quedarle de otra Candy aceptó su brazo.
—Solo trato de ser amable con usted y disculparme —respondió él con un dulce tono de voz mientras emprendían la marcha.
—Si eso es lo que tanto le preocupa, ya se ha disculpado lo suficiente por esta noche ¿no le parece?
—Quizás —respondió él —pero que si quiero redimirme por mi mal comportamiento para con usted.
—Si tanto le preocupa eso, pues dese por redimido —respondió ella enarcando una ceja soltándose de su brazo tan pronto estaban fuera de miradas indiscretas.
—Ahora veo que su hermano tiene razón con respecto a usted —dijo él burlón.
—Y si tan seguro está de lo que sea que Anthony le ha dicho, por que insiste en hablar conmigo, y seguirme cuando ya le he dicho que no quiero ni necesito la compañía de una persona que no tiene la mínima conciencia de lo que es la cortesía y los buenos modales —respondió ella mordaz.
—¿Y dejar a un caballero plantado en medio de la pista de baile no le parece una falta de cortesía y buenos modales? —arremetió él
—Usted lo ha dicho, un caballero —lo miró con desdén —y yo al único que veo frente a mi es a un granuja lujurioso.
¡Ush! Aquello fue un golpe bajo para el joven Inglés, pero no pensaba darse por vencido con aquella fieresilla Pecosa.
—¿Es que se la pasará toda la vida reprochando mi comportamiento poco caballeroso de hace rato.
—No por supuesto que no, afortunadamente hoy es la última vez que lo veo —respondió ella —ahora si me disculpa, regresaré al salon de baile —se dio media vuelta con la intención de retirarse.
—Un momento —Terry la sujetó del brazo —salimos junto y juntos ingresaremos al salon de baile —entrelazó su brazo al de ella aún en contra de su voluntad.
jajaja
