Directo Al Corazón
Capítulo VII
By Rossy Castaneda
—Hola Terry, que bueno que te encuentro —Albert se acercó a él —Quiero pedirte un favor
—¿A mi? —preguntó Terry con sorpresa.
—Bueno si —Albert rió —verás, hoy por la noche mi tía tiene una reunión con algunas familias de la region. Annie estaría a cargo de tocar el piano, pero tuvo que marcharse a casa de sus padres hace unos minutos y quizás no regrese a tiempo ...— mi tía me ha preguntado si conocía a alguien que tocara el piano con la misma destreza que Annie y .. Albert no encontraba la manera como decírselo —bueno Anthony...
Terry suspiró
—Imagino que te ha dicho que soy todo un Beethoven tocando el piano y me ha puesto en bandeja de plata. —Terry deseaba tener a Anthony frente a él para retorcerle el cuello.
—Algo así —respondió Albert —pero si no deseas hacerlo lo comprenderé, después de todo no conoces a nadie e imagino lo incómodo que podría resultarte —Albert suspiró —me temo que mi tía tendrá que conformarse con que Candy toque la única pieza de piano que sabe y que Patty la acompañe con el violín. Aunque también podría cantar, lo hace maravillosamente.
Escuchar que la señorita Ardley tocaría una pieza de piano, llamó la atención de Terry, jamás imagino que aquellas manos fueran capaces de tocar otra cosa que no fueran sus...—sacudió la cabeza apara ahuyentar aquellos recuerdos, necesitaba olvidar las suaves manos de la señorita Ardley tocando su pecho y sus nalgas.
—Aunque también podría cantar, lo hace maravillosamente
—¿Quien, la señorita O'brean? —preguntó Terry
—No —respondió Albert —me refiero a Candy —infló el pecho orgulloso —canta como un ruiseñor.
Quien lo diría! —Así que aquella boca y afilada lengua eran diestras para otra cosa además de discutir y besar deliciosamente.. ¡Interesante!
**********
—Por todos los cielos, creí que nunca se iría —dijo Candy dejándose caer en su amplia cama.
—Yo que tu no me alegraría tanto, recuerda que hoy es la reunión que tu Tía suele hacer y lo mas seguro que Elisa regrese junto a sus padres.
—¡Demonios! lo había olvidado —Arggg! Y con la partida de Annie lo mas seguro que mi Tia me torturara haciéndome tocar el piano.
—Si eso sucede, me temo que los torturados seremos otros, porque hasta donde recuerdo solo sabes tocar una sola pieza de piano.
Ambas se echaron a reír.
—Bueno el piano no es lo mío, la verdad nunca me interesó.
—Lo sé y con el tiempo y después de muchos cambios de maestras creo que la señora Elroy lo entendió.
*********
Terry ingresó al salon de música para familiarizarse con el piano dentro de aquella estancia. Era un piano un poco mas pequeño que el que había en el salon de música de su casa de Londres. Estaba a punto de sentarse en la banqueta frente al piano, para escuchar su sonido cuando una voz a sus espalda llamo su atención.
—Gracias por aceptar ayudarme en esto Terry —Albert se acercó a él
Terry sonrió con amabilidad, pero su mirada se desvió hacía la joven que estaba a su brazo derecho.
¡Dios del Cielo! —ayúdame a controlar mis instintos —rogó internamente al ver a Candy . Su corazón, primero dejó de latir y después se desbocó cuando le dirigió aquella condenada y encantadora sonrisa, luego se tranquilizó un poco, aunque de toas maneras latía con más fuerza y más deprisa de lo normal...Y su miembro...condenado e insolente daba brinquitos debajo de sus ajustados pantalones .. Infiernos! Necesitada controlarse. Haciendo uso de todo su autocontrol decidió ignorar lo que ocurría debajo de su cintura, y esperaba que la mirada de ella no se desviara en esa dirección, o estaría perdido, su risa encantadora se convertiría en una maldita risa burlona, la cual lo acompañaría durante el resto de la noche y los días siguientes. —Suspiró internamente y agradeció al cielo que la distancia que tenían era mínima, así que la señorita Ardley no se atrevería a bajar la mirada en aquella dirección y mirar su bulto. Solo esperaba que permanecieran así de cerca hasta que él fuera capaz de controlar su irreverente entrepierna o estaría perdido..
¡Demonio! Debi haberme preparado para una situación como esta, pero la verdad pensé que estaría demasiado ocupado con la música durante la fiesta, ahora solo me resta saludar cortésmente, hacer una leve reverencia y mantener mi distancia con ese pequeño demonio.—Arggg! Por que tenía que ponerse ese condenado vestido verde a juego con sus preciosos ojos y ese maldito rayo de luz que se filtraba había formado una especie de coronilla alrededor de su precioso cabello rubio, haciéndola lucir como un tierno angel —bufó para sus adentros —de angel nada, la señorita Ardley era un demonio con cuerpo de mujer... pero que cuerpo.. lo suficientemente tentador como para ponerlo mas duro que una roca. La pequeña Fieresilla Pecosa, estaba mas hermosa de lo que recordaba estuvo en New York; bueno, la verdad es que mucho más, porque la recordaba y la miraba mas a menudo. Había entrado tenazmente en sus pensamientos, tanto cuando estaba despierto como cuando soñaba, pese a que había intentado con todas sus fuerzas liberarse de ella no la había conseguido y menos después de lo sucedido esa mañana con aquella medusa pelirroja, en donde ella había marcado su territorio. Se le vía tan adorable en aquel papel —rió para sus adentros.
—¿Esta listo para mañana, señor Grantchester?
—Por supuesto —respondió Terry irguiendo su postura y obligándose a sonreír —será agradable conocer un poco sobre la fiesta vaquera del pueblo antes que comience.
—Oh si claro, sobre todo conocer las reglas de los juegos que se llevarán a cabo —dijo ella con una sonrisa burlona —imagino que sabe montar a caballo o ¿necesitará unas cuantas clases de equitación?.
Terry era un excelente jinete, pero no lo demostraría, dejaría que ella creyera que no lo era.
—Un poco —respondió después de unos segundos.
—Espero que ese poco le sea suficiente para hacer una buena participación.
—Haré mi mayor esfuerzo porque así sea.
—Terry no sabia que participarías —dijo Kelly con sorpresa.
—Acabo de decirlo milady —respondió el castaño con un sonrisa
—Buena suerte entonces —Kelly le devolvió la sonrisa
—Creo que el señor Grantchester va a necesitarla, mi querida cuñada —porque no querrá quedar avergonzado frente a todos ¿verdad? —el tono burlón en su voz era evidente.
—¡Aja! —Terry sonrió de medio lado
Al sentir la tensión entre ellos, Albert decidió intervenir.
—Candy, creo que es mejor que dejemos que Terry continue con lo que estaba haciendo, mañana podrán hablar todo lo que deseen en relación a la fiesta vaquera ¿no les parece?
Terry sonrió.
—Creo que su hermano tiene razón milady, quizás más tarde tengamos ocasión de conversar sobre ciertos detalles de la fiesta vaquera, por ahora lo mejor es que me familiarice con este piano, ya sabe, cada instrumento tiene sus peculiaridades —le guiñó un ojo aprovechando que Albert había girado su cabeza en otra dirección.
Kelly sonrió al ver la rigidez de Candy, Terry había resultando ser un excelente contrincante de discusión.
Terry se sentó frente al piano dispuesto a dejar atrás sus libidinosos pensamientos y centrarse en lo que tenia que hacer. De otra manera quedaría mas que evidenciada las reacciones que la cercanía de la señorita Ardley provocaba en él.
La reunión comenzó y tal y como estaba previsto, Terry comenzó a tocar el piano de manera magistral mientras Patty hacía lo suyo con el violín
Después de unas cuantas pieza, Annie llegó y relevó a Terry, mientras emprendía la marcha, la señora Elroy se acercó a él.
—Muchas gracias por tocar el piano durante la ausencia de Annie, Terrence, la verdad ha sido una verdadera suerte que hayas estado entre nosotros, de lo contrario hubiese obligado a Candice a que tocara la única pieza de piano que sabe o que cantara durante todo este tiempo.
La verdad a él también le habría encantado escucharla cantar, pero en una sala privada y sin.... miradas indiscretas sobre ellos. ¡Ja! Necesitaba dejar de pensar en que forma le gustaría ver a la señorita Ardley cantando o su insolente amigo de entrepierna terminaría avergonzándolo frente a la Tía de Anthony.
—Soy yo quien estoy agradecido con usted milady, por tan grande honor —aquella era una forma aristócrata de mentir, la verdad era que deseaba tener a Anthony frente a él para retorcerle el cuello por exponerlo de aquella manera frente a todos esos desconocidos.
Luego de cruzar unas cuanta palabras con la señora Elroy, Terry hizo una reverencia y se alejó en cuanto miró que la medusa pelirroja se acercaba peligrosamente, no se le apetecía tener que soportarla por el resto de la noche. Mientras lo hacía barrio con la mirada el salon en busca de la única persona que le importaba, hasta que la encontró, afortunadamente sola.
Candy observaba a la distancia todo lo que sucedía, la verdad no imaginó que aquel granuja fuera capaz de tocar el piano con total maestría. Con un maestro como él, seguro pondría todo su empeño en aprender lo que fuera que le enseñara. Sus pezones se endurecieron ante la perspectiva de aprender cosas con él y no precisamente música. ¡Diablos! Sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos. Aquello era una locura y lo mejor era dejar de pensar en lo que aquel sin vergüenza despertaba en ella o de lo contrario sus planes de libertad se irían a la basura.
Lo que me falta —musitó entre dientes al ver como él caminaba en su dirección. Necesitaba controlar el galopar de su corazón o quedaría en evidencia frente a él. Sintió el impulso de moverse de aquel lugar y dirigir sus pasos a la puerta de salida, pero para su desgracia, Niel se encontraba justo en aquel lugar. Ni hablar, no tenía mas remedio que fingir que todo estaba bien aunque su corazón comenzó a latir desbocadamente con cada paso que Terry daba. Juntó sus manos y tomó una bocanada de aire para recuperar el autocontrol que había perdido y forzó una sonrisa.
—Hola, por que tan sola
—Es mejor sola que mal acompañada ¿no le parece?
—Si usted lo dice —Terry sonrió de medio lado.
—¡Wow! —Debo aceptar que me ha impresionado, jamas imaginé que sus manos fueran tan diestras señor Grantchester. He disfrutado cada una de las piezas de piano que ha ejecutado con total maestría.— ¡Ja! Aquello de elevar el ego de los hombres jamas fallaba y este granuja no tenía por que ser la excepción, podía desviar la conversación en esa linea y seguro pasaría minutos en terreno seguro.
—Agradezco sus halagos Candice, la verdad intento hacer lo mejor que puedo.
¡Infiernos! Al parecer se había topado con una especie rara y en peligro de extinción. Un hombre modesto entre un millón.
—Debe haberle costado largas horas de clases, paciencia y dedicación para poder tocar de esa manera —sonrió. —Intentaría por ese camino.
Terry sonrió internamente al percatarse que la joven intentaba adularlo para llevar la conversación a terreno seguro.
—Un poco, pero disfruto tocando. —y no precisamente el piano —pensó.
—Pues yo lo odio —dijo ella arrugando la nariz—la verdad, se puede decir que fui la peor pesadilla para las pobres maestras —por primera vez Candy rió con sinceridad —las clases me parecían frustrantes. Solo había tenido la oportunidad de escuchar a Annie tocando el piano y realmente me impresiona mucho la manera como lo hace, pero debo admitir que esta noche usted ha superado todas mis expectativas. Por primera vez siento envidia —chasqueó la lengua —Pero la verdad no tengo paciencia ni fuerza de voluntad para pasarme horas y horas aprendiendo cada pieza.
—Hay algo que le interesa hacer?
—Bueno, canto de vez en cuando, pero suelo hacerlo mientras me ducho, la verdad soy tan mala que no me atrevería a hacerlo frente a multitudes —; mi familia se iría a la quiebra por mi causa —se carcajeó —imaginé la cantidad de demandas que tendrian que enfrentar por mi causa.
Terry sonrió ante sus palabras, era la primera vez que ella hablaba sin una pizca de sarcasmos en sus palabras. Se giró al ver como su sonrisa se desvanecía.
—Luisa, Nathalie —exclamó Candy —que placer saludarlas
—El placer es nuestro es todo nuestro Candice y mas cuando estas en tan buena compañía —dijo Nathalie con una muy estudiada sonrisa —No he tenido el placer de ver a Anthony, ¿se encuentra él bien?
—Está perfectamente —respondió la joven rubia con una forzada sonrisa —agradezco tu interés.
La mirada de Luisa se fijó en el joven castaño frente a ella
—Usted estuvo presente en la fiesta de New York ¿verdad?
—Si —respondió Terry forzando una sonrisa.
—Que sorpresa encontrarlo aquí
—Lo mismo digo —respondió Terry
—¿Es usted soltero?
Y aquí estaba otra vez esa condenada pregunta.
—¿A que debo su interés?
—En nada en particular —respondió Luisa encogiéndose de hombros —Susana ¿vendrá a la fiesta vaquera de la próxima semana? —preguntó con malicia dirigiéndose a Candy
—No tengo la menor idea —respondió Candy observando detenidamente a aquel par de chismosas, intuyendo que algo se traían entre manos.
—Cabe la posibilidad que a Elisa le aguarde una compromiso pronto —dijo Nathalie moviendo las cejas de arriba y abajo al recordar lo que Elisa les había dicho horas atrás.
Luisa fijó su mirada en Terry
—Sería todo una gran noticia en la sección de sociales —Luisa se mordió los labios y se dirigió a Candy —.Imaginas lo celosa que se pondría Susana al saber que su amiga le ha robado a su Romeo —ambas jóvenes rieron.
¡Diablos! ¿Como se habían enterado de eso?
Terry deseó agarrar del cuello a aquel par de arpías y apretárselos hasta que sus desagradables risas se apagara para siempre. Chance y los miembros de la alta sociedad de aquel lugar se lo agradecieran y le hicieran un monumento en honor por su gran hazaña.
—Oh, la verdad es que no creo que ocurra eso —dijo Candy con una sonrisa —. ¿Acaso no lo saben?
—¡Eh! —ambas jóvenes se miraron una a otra preguntándose de que chisme se habían perdido.
—Que raro que no lo sepan, ustedes son expertas en esos temas —Candy se burló.
—Pero tú podrías ponernos al corriente.
—Podría —dijo Candy con una sonrisa —pero no acostumbro a develar las intimidades de nadie como ustedes podrán comprender.
Terry apretó los labios para ocultar su risa, la Pequeña Fieresilla Pecosa había sacado su afilada lengua.
—Siempre es grato hablar contigo Candice —Luisa forzó una sonrisa —nos estaremos viendo los próximos días —ambas jóvenes se despidieron.
—Malditas chismosas —dijo Candy con los dientes apretados.
—Se ve que no son de su agrado.
—Y como podría serlo, son un par de chismosas. Mírelas, no nos quitan la mirada de encima, seguramente se mueren por relacionarnos en un jugoso chisme.
—Y lo hubieran conseguido en New York si no hubiese hecho lo que hice entonces.
¿En serio? ¿Tenía que recordárselo?.
—Y seguramente espera que le agradezca ¿verdad?
—Tanto como agradecer no, pero no cree que es momento para una tregua entre usted y yo, no podemos pasarnos el resto de la vida discutiendo por tonterías.
—Lógicamente que no —respondió ella —afortunadamente usted regresará a Londres en unas semanas y volverá a su habitual forma de vida al igual que yo haré lo propio. —Candy se dio media vuelta —¡Por Dios! Era una tonta. Cuando escuchó las palabras " el resto de la vida" su corazón empezó a palpitar desenfrenadamente.
La risa de auto suficiencia de Terry se borró de sus labios cuando un alto rubio con acento Francés se acercó a Candy y la llevó a un lugar apartado del salón.
—¿Quien demonios era ese pelele que se había aparecido de la nada? ¿Que era eso tan gracioso que le decía ese pan Francés como para que ella sonriera de aquella manera?