Los días entre Candy y yo fueron transcurriendo tranquilamente. Bueno, no tan tranquilos, Brower no perdía oportunidad de acercarse a ella, siempre que yo no estuviera cerca. Tendría que enseñarle a ese imbécil lo que es respetar, ya me encargaría de ello.
Traté de darle su espacio y tener el mío, a veces almorzábamos juntos y otras no, pues le dejaba estar con sus amig@s. Pero a la salida, era un hecho de que esperaba por ella. No soy un chico novato en líos de mujeres, pero Candy no sería una más, ella sería mi chica y futura esposa. La paciencia había rendido sus frutos, un año sin saber de qué manera acercarme a ella, estudiando todas sus manías y debilidades, y un día, sin esperarlo, la oportunidad o milagro sucedió. No desaprovecharía lo que la vida me está ofreciendo.
Estaba parado en la entrada de la escuela, esperando por mi bella rubia, cuando de pronto sentí que alguien tocaba mi brazo, mi cuerpo reaccionó inmediatamente en actitud de rechazo. Frente a mí estaba, ni más ni menos que Susana Marlow.
La chica era guapa, no lo iba a negar, tenía curvas bien puestas que iba mostrando por ahí para hacerles propaganda… Justo ahora llevaba unos ajustados jeans y una blusa, sin sostén, que dejaba notar sus abultados senos, probablemente operados. Aunque tenía belleza, había un halo de maldad alrededor de ella que denotaba un corazón frío. La energía negativa que salía de sus azules ojos se dejaba sentir en el ambiente, era como cuando podías sentir el peligro aunque no lo hubieras visto, y lo que era peor, no supieras por dónde iba a llegar. Con una sonrisa maléfica, se acercó a mí sin apartar su mano de mi brazo.
--Hola Terry –Dijo con voz melosa.
--Terrence –Dije con seriedad.
--Como sea, en ambos casos suena muy bien para ti.
La miré, queriendo descifrar a qué debía su singular presencia.
--Te preguntarás qué hago aquí, ¿no es así?
En respuesta sólo levanté una ceja.
--Bueno, he de decir que de no ser por tu impactante presentación de hace unos días, la verdad no hubiera reparado en ti… Eres muy ermitaño, pero no eres ningún simplón…
--Yo diría que gusto de mi privacidad. –Dije ignorando sus otros comentarios.
--Me imagino, hasta que Candy llegó con su carita toda mustia a envolverte como lo hace con todos ¿no?
--Tenga cuidado con sus palabras señorita Marlow, no olvide que es de mi novia de quien habla…
--Oh sí, de tu novia que parece ser que no lo recuerda mucho, pues no deja de sonreírle a Tony. Te haré un favor Terrence, sería bueno que la ocupes para lo que sirve y la deseches, ella no tendrá piedad de ti si debe elegir entre tú y Anthony. Justo ahora debe estarse encontrando con él en el campo de entrenamiento mientras tú la esperas aquí como su fiel vasallo. Anda míralo por ti mismo.
Susana dio media vuelta y se fue contoneando las caderas sugestivamente. Cuando Terry se presentó de esa manera tan impresionante ante todo el equipo, ni ella ni nadie pudo evitar admirar al chico que siempre había sido como un cero a la izquierda, pero en ese preciso instante, él podía pasar por todo, menos desapercibido. Como la mujer lasciva que era, inmediatamente la chispa de deseo se encendió en ella. Si bien esos lentes y peinado le hacían parecer un aburrido, eso podía tener arreglo. Susana estaba segura de que ese Adonis pintaba para una noche de sexo caliente, aún si fuera novato, no le importaría ser su maestra. Le molestaba enormemente que la rubia marginal tuviera a los chicos más guapos de la escuela peleando por ella, pero no sería por mucho tiempo, pues de su cuenta corría que quedara como el perro de las dos tortas. Su juego estaba comenzando apenas, y ella sería la vencedora.
Cuando Susana tiró su veneno, me resistí a caer en su juego. Pero la incertidumbre me estaba matando, Candy ya había tardado mucho así que me dirigí al campo de entrenamiento. No iba a desconfiar de mi pecosa, eso era un hecho, pero no me fiaba del oxigenado.
Estaba llegando al campo, cuando vislumbré a mi rubio tormento con Brower, sentí cómo los celos me llenaron al alma y la razón… Desde donde estaba pude apreciar nítidamente cómo se estaban besando. Sin pensarlo demasiado, di la vuelta alejándome de ese lugar.
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Cuando iba saliendo de mi clase, recibí una nota de parte de una compañera de grupo donde me citaban al campo de entrenamiento. No traía remitente, pero sonreí al imaginar de quién se trataba. Sin perder tiempo, me dirigí hacia allá.
Había sido un día muy cansado, no había visto a Terry en todo el día. Entre reportes y trabajos en equipo, pasé casi todo el día en la biblioteca. Estaba exhausta pero saber que llegaba mi última clase, me animó mucho.
Al llegar al lugar indicado, busqué con mi mirada a mi “escritor anónimo”, pero no vi a nadie. El lugar estaba desolado, ya era tarde de hecho. Me dirigí a las gradas para esperar unos minutos o en su caso irme. Estaba llegando a éstas, cuando sentí que alguien tomaba mi cintura y con voz ronca me dijo:
--Me encanta que hayas tomado la iniciativa nena. –Un repulsivo escalofrío me recorrió.
--¿Qué haces aquí Anthony? –Dije separándome de él.
--No lo sé, dímelo tú. Recibí tu nota citándome en este lugar.
Estaba anonadada, por supuesto que yo no había enviado ninguna nota, de hecho, a quien esperaba encontrar era a un guapo castaño de cuerpo delicioso que últimamente me tenía soñando cosas calientes con él… Lo tenía metido hasta los huesos. Sólo recordarlo y se dibujaba en mí una sonrisa bobalicona. Todos los días recibía un detalle suyo, me lo enviaba con alguno de mis amigos: un chocolate, una rosa, me mandaba mensajes con pasajes de Shakespeare, poemas, canciones destilando amor… Sin contar que siempre me esperaba a la salida donde me regalaba unos besos tan suaves, que luego subían de tono, aunque él detenía todo cuando yo no deseaba que lo hiciera. Si bien sabía que no era amor, en estas dos semanas algo fuerte estaba creciendo entre nosotros. Desperté de mis reflexiones cuando oí a Anthony decir mi nombre un poco más fuerte.
--Lo siento Anthony, pero yo no envié ninguna nota, de hecho, yo recibí una también pero creí que era mi novio quien la había enviado.
Lo vi tensarse al mencionar a Terry, pero poco me importó. No le tenía ningún rencor a Tony, de hecho no había tenido tiempo de pensar en él. Las veces que se acercó a mí, creí que me harían sentirme plenamente feliz, pero ese sentimiento sólo surgía cuando veía a un inglés buscarme con la mirada y regalarme una intensa contemplación.
--Será mejor que me vaya, Terry debe estarme esperando.
--¡¡¡Espera!!! Creo que esto es una señal del destino, hemos sido citados aquí sin proponérnoslo, pero podemos aprovechar el momento. He querido acercarme a ti, pero tu novio nerd no te deja espacio ni para respirar.
--Te equivocas Anthony, Terry respeta mis tiempos y espacio. Ninguno de los dos desaprovecha los momentos que podemos tener juntos. Además, no sé para qué me buscas, Susana estaría encantada de que le dediques tus atenciones.
--¿Son reclamos de celos?
Suspiré audiblemente.
--No son celos Tony, aprecio tu amistad y creo que podrías encontrar a una chica que te valore por tu manera de ser y no sólo te use como semental –Lo vi sonrojarse. Me acerqué a él y coloqué una mano en su brazo. —Eres un buen chico, con un gran talento deportivo. A veces… --Una idea cruzó por mi mente – A veces podemos encontrar el… amor… en quien menos pensamos.
Anthony me miró fijamente, y deseé que mis palabras lo hubieran ayudado a comprender. Sin embargo sucedió algo que no preví… Me besó… Tomó mi rostro entre sus manos y lo hizo suavemente… Quise comprobarme algo a mí misma y dejé que sus labios se movieran sobre los míos, pero no correspondí a ellos. Después de lo que me parecieron unos segundos, lo separé de mí y lo miré a los ojos.
--Gracias Tony, necesitaba esto.
Él me miró extrañado y yo sonreí:
--Sólo yo me entiendo. Cuídate. Debo irme.
Giré con una sonrisa en mis labios. Creí que ese beso me elevaría al nirvana o algo por el estilo, pero pude comprobar que no me producían nada más que cierta risita… Los besos que en verdad me hacían soñar eran los de ese castaño misterioso que justo ahora me estaba haciendo correr para no hacerlo esperar.
En estas semanas que habíamos compartido nuestro tiempo, él me había contado que sus padres eran muy importantes en Europa, y sus figuras eran reconocidas aún en América. Que desea ser actor y de hecho está tomando clases alternas a la universidad. Le gusta la privacidad. Me confesó que hubo una razón para pedir su intercambio, aparte de querer especializarse en su carrera.
Me encanta oírlo hablar… Prometió recitarme una parte de Romeo y Julieta… Dijo que nuestro amor, porque está seguro de conquistarme, será más fuerte y duradero que el de esta triste pareja. Ya quería verlo.
Llegué a la entrada de la escuela y ahí estaba él, recostado como siempre, esperándome. Mi sonrisa se dibujó sin que pudiera evitarlo… Ese chico era MI CHICO, y me sentía afortunada de ello. Me acerqué y lo abracé efusivamente, pero él no correspondió a mi abrazo.
--Hola chico nerd. Te extrañé.
Él me miró fijamente y luego dijo:
--Tardaste.
--Ehh, bueno sí, ya sabes, última clase. Pero ya estoy aquí. A dónde iremos.
--Lo siento Candy, te esperaba para decirte que hoy no podremos ir a ningún lado, pero te llevaré a casa.
Una sombra de desilusión pasó por mi rostro, pero intenté disimularla.
--Oh claro comprendo. No te preocupes. ¿Pasó algo? Te noto raro.
--Para nada cariño. Sólo que tengo otras cosas qué hacer. Vamos.
Terry tomó mi bolso y fuimos por su automóvil. Me ayudó a subirme y luego puso la radio. Íbamos en un incómodo silencio y me parecía que algo no estaba bien, pero no entendía el qué.
Se estacionó a dos casas de la mía y luego fue a abrirme la puerta. Bajé y lo miré.
--Cuando acabes en lo que sea que tengas que hacer, tal vez… No sé, podríamos hablar por teléfono. Mañana es sábado y bueno, no tengo ningún plan –Me sentía nerviosa de decir esto, nunca lo había hecho.
--Te marcaré –Fue su escueta respuesta. Acarició mi rostro y caminó hacia el vehículo.
Impulsada por algo más fuerte que la razón, corrí hacia él, lo giré y lo besé apasionadamente. En primera instancia él se quedó quieto, pero luego me aprisionó contra el auto y me besó, obnubilándome los sentidos. Su abrazo y beso se volvieron posesivos, y pude sentir su erección contra mi vientre. Inconscientemente me moví contra él y él contra mí… Toda razón y juicio había huido de mi mente.
Estábamos en ese momento mágico, cuando oí un jadeo de sorpresa y un fuerte grito que me hizo regresar a la realidad de un golpe:
--¡¡¡CANDICE!!! ¿Qué significa esto?
Terry y yo nos separamos abruptamente para encontrarnos con los rostros, uno sorprendido y otro molesto, de mi madre y padre. Ahora sí, estoy en problemas.