AMISTADES PELIGROSAS CH.2
ADVERTENCIA: MINIFIC YAOI SI NO TE AGRADA ABSTENTE DE LEER Y COMENTAR
Sin soltar a su oponente, Terry tomó el delgado objeto plateado resguardándolo dentro del bolsillo de su pantalón beige. Se acercó a la cara del rubio que sujetaba por la muñeca retorciéndosela aún más hacia atrás obligándolo a hincarse en el piso.
– ¡Te he dicho que no! – le dijo al tiempo que le daba una patada al tipo tirándolo en el suelo. A continuación, el gorila de la botella rota se le fue encima, pero Grandchester logró esquivarlo, el tipo se siguió de largo y casi se cae de bruces, pero en el último momento se agarró de una de las mesas y volvió a arremeter contra el actor quien se quitó la gabardina, pretendía utilizarla para atrapar la botella, pero ya no pude ver más puesto que la pandilla que acompañaba al barman estaba formando una peligrosa cerca alrededor de los combatientes. Rápidamente jalé a uno de ellos que alzaba una silla y estaba a punto de estampársela en la espalda al inglés lo golpeé en el estómago ocasionando que su improvisada arma le cayera en la cabeza dejándolo fuera de combate. Otro tipo que no vi venir me golpeó en el pómulo izquierdo sacándome de balance, pero me alcancé a detener de la barra a mis espaldas. Para esa entonces Terry ya se encontraba enfrascado en una pelea con el primer gorila al que le había lastimado la muñeca y otro de sus secuaces.
– Vengan a mí estúpidos – dijo retándolos.
Observé a mi alrededor y me di cuenta que algunos de ellos traían navajas y otro tipo de armas, debíamos salir de ahí ya si es que pretendíamos vivir para contarlo. Sin dudarlo me subí a la barra saqué mi cartera del bolcillo trasero y tomando el fajo de billetes los hice volar hacia una de las esquinas del bar, ante el asombro de la multitud que se abalanzó sobre de estos. Me bajé de un brinco y golpeé a uno de los maleantes con los que se encontraba Terry en la quijada, dejando que él se encargara del otro que chilló al escucharse el crujido de una nariz rota.
–¡Hey Grandchester larguémonos de una maldita vez!– le apresuré, pero parecía no escucharme, tan solo se quedó viendo por fracción de segundos a su alrededor con los puños en alto, como esperando que llegara alguien por él para seguir peleando. Lo jalé del codo para que reaccionara –Terry– le dije y así fue como me volteó a ver y asintió bajando la guardia salimos de ahí apenas escuchando pasos detrás de nosotros.
Al pasar por un estrecho callejón, -más que callejón era un muy reducido corredor- sentí un jalón en mi brazo, el aristócrata me hizo señas y nos metimos ahí lo más rápido que pudimos. No había mucho espacio entre los edificios nos costó algo de trabajo entrar. Casi de inmediato pasó un grupo de los mismos tipos siguiéndose de frente.
Nos quedamos un rato en silencio. Tan solo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas, ambos tratando de llenar nuestros pulmones de oxígeno, que al expandirse se topaban con una de las paredes del limitado espacio donde nos encontrábamos. Nuestras posiciones eran por demás incómodas, estábamos hombro con hombro. Si estiraba mis dedos lograría tocar su pierna y si él lo hacía rosaría mi mejilla ya que sus manos estaban a los lados de su rostro contra la pared húmeda y fría igual que el mío, no sé por qué, por un momento casi imperceptible tuve la sensación de que lo haría.
Con mis manos a mis costados solo sentía la cercanía del otro ser junto a mí, el calor que emanaba de su aliento era lo que entraba a mis pulmones y viceversa. Me empecé a sentir mareado, traté de calmarme pues pensé que me estaba invadiendo un sentimiento de claustrofobia. Cerré mis ojos un instante, y al abrirlos él me miraba, el malestar anterior desapareció, nos volteamos a ver como cómplices, con una sonrisa de victoria en los labios habíamos logrado perderles. En ese momento logré ver en sus expresivos ojos algo del mismo espíritu rebelde que reconocí de antaño y me agradó. Era la primera vez que luchábamos del mismo lado. Me sentí extrañamente aliviado de que en esta ocasión así hubiera sido.
No fue hasta que dejamos de escuchar pasos y gritos que nos aventuramos a salir. De repente Grandchester rompió el silencio.
–Me quieres explicar ¿qué pretendes? –
Un súbito cambio en su mirada me hizo saber que su pregunta iba en serio.
–¿Qué pretendo con qué? ¿Con haberte salvado el pellejo? –
–Ahora es que te vas a venir a vanagloriar de de… ¡agh! – una mueca de dolor corrió por su cara al tiempo que llevo su mano a su costado. Le habían herido y sangraba profusamente.
Apenas alcancé a sostenerlo para que no callera al suelo, había pedido el conocimiento. Segunda lección de Stear siempre estar preparado así que de mi calcetín saqué un rollo de billetes y detuve el siguiente coche de alquiler que pasó.
No era conveniente que nos vieran en el hospital el escándalo sería épico, tanto para él como para mí, eso sin mencionar las implicaciones que tendría para ciertos miembros recién casados de la familia. Le pedí al chofer que nos llevara directamente a la suite del hotel que había alquilado con antelación y pedí que llamaran al doctor.
El botones me ayudó a acomodarlo en la cama y se le salió un suspiro de asombro al verle el rostro. –¿Oh por dios es.. es..? – Obviamente lo había reconocido, otro admirador, pensé con fastidio.
–Sí, espero contar con su discreción – le dije al momento que le daba algo molesto, un par de billetes grandes. El joven se me quedó viendo y algo cambió en su mirada.
–¿Es hermoso no es cierto?, no se preocupe su secreto está a salvo conmigo– dijo suavizando su tono al tiempo que salió de la habitación dejándome perplejo ante su comentario o la intención detrás de este.
Un quejido proveniente de Grandchester me sacó de mis incómodos pensamientos.
– ¿Mamá, estas aquí? – preguntaba moviéndose algo intranquilo. Yo no sabía qué diablos decir, me acerqué para evitar que se levantara, y él me tomo la mano llevándola a su rostro, aún con los ojos cerrados.
–Tu mano es tan suave, te he extrañado Eleonor– me quedé de una pieza, tanto por lo que hizo como por lo que dijo “Eleonor” y de repente la realidad me cayó como cubetada de agua helada. Todos esos rumores de que Terry era hijo ilegítimo del duque de Grandchester y a juzgar por sus hermanos que en alguna ocasión vimos en alguna tertulia, no se parecían a él en absoluto ni tenía similitud alguna con la duquesa, su madre. Ahora que lo escuchaba y recordaba el comentario del botones me daba cuenta ahí frente a mí, sí que Terrence era hermoso, sus ojos, aunque estaban cerrados eran la viva imagen de los de su verdadera madre, si tan solo le pusiera una rubia cabellera sería idéntico a Eleonor Baker. ¡Lo vi realmente bello! A mi mente vino el recuerdo que cubrió todos los titulares alrededor del país. La desaparecida diva de Broadway, que hacía más o menos un año había perdido la vida en un fatídico accidente. Ahora que hacía memoria era el mismo tiempo que Grandchester llevaba fuera de los medios, muchos incluso llegaron a especular que la coincidencia se debía a que él famoso actor había caído en depresión porque eran amantes. Su eterna prometida Susana Marlowe había alegado que no era cierto. Lo recuerdo muy bien porque Annie me había enseñado la nota. Ella sabía de mi obsesión con la hermosa dama cuyo rostro yo había memorizado, y de alguna manera se quiso vengar de mí - por algún capricho no cumplido - al asegurar que había sido amante del petulante inglés. Logró su objetivo, eso me molestó durante bastante tiempo.
Su mejilla rosaba el dorso de mi mano y aunque al principio me hizo sentir incómodo, una vez que me acostumbre a su calor me reconfortó. Se veía tan vulnerable, desprovisto de su usual espíritu combativo. Me quedé absorto en las conclusiones a las que había llegado. No creía lo ciego que había sido, cualquiera con dos dedos de frente podría haber hecho la conexión. Mi percepción sobre Terry Grandchester cambiaba segundo a segundo. Un sentimiento de total empatía me invadió, nunca se dijo que la actriz tuviera hijos, él creció al igual que yo, lejos de su madre guardando ese secreto que se llevó a la tumba. De momento toda la situación con Candy se me hizo pequeña en comparación. Estar así con él me recordaba cuando Stear, o yo nos enfermábamos, no nos podían mantener alejados. Sabíamos que solo nos teníamos el uno al otro. Actuando de manera instintiva, estiré mi mano libre y le puse un mechón de su cabello que le caía por la frente detrás de su oreja del modo que Stear lo hacía conmigo de pequeños. Súbitamente abrió los ojos, se incorporó y por un instante que se me hizo eterno me apretó la muñeca con ira. Tocaron a la puerta, seguramente era el doctor. Rápidamente me zafé de su agarre que carecía de la usual fuerza y abrí, cuando volteé a verle de nuevo, él se había dejado caer en la cama.
– Necesito que me ayude a removerle la ropa para poderlo revisar. – fue la primera indicación del médico tras cerrar la puerta y aunque era lógico, me sentí nervioso, incómodo. Levanté el peso muerto, sentándolo, con la ayuda del galeno le quité la camisa blanca rasgada en un costado que a estas alturas ya estaba empapada tanto de sudor como de sangre y lo volvimos a recostar. Con el cinturón le amarré las manos sujetándolo a la cabecera.
El doctor lo auscultó, descubriendo su herida ahí justo debajo de la costilla izquierda un vidrio incrustado. Está de sobra decir que tuve que sostenerlo mientras el doctor hacía su labor. Terry soltó un fuerte grito de dolor cuando con unas pinzas le sacaron el vidrio en punta.
–Debería haberlo llevado a un hospital– me regaño el doctor, pero casi al unísono contestamos los dos con una negativa. –Haré lo que pueda, pero usted será el responsable si esto se complica. – para ese entonces, ya estaba yo detrás de Terry con las palmas de mis manos apoyadas en sus hombros desnudos. Él ya estaba un poco más alerta, sudaba sin parar y su respiración era agitada. –Hijo será mejor que te prepares esto va a doler – me quité mi cinturón y se lo ofrecí para que mordiera y así mitigara un poco el dolor.
– ¡Fucking shit! – fue el grito reprimido que soltó antes de perder el conocimiento entre mis brazos. El doctor hurgaba en la herida, para sacar el pedazo de tela de la camisa que se había quedado dentro.
El doctor cerró la herida dejando indicaciones específicas en cuanto al tratamiento a seguir. Me dio un ungüento para mi pómulo reventado y se retiró.
Debía tenerlo en observación así que me senté en la cama. Su sueño era por el momento tranquilo, le toqué la frente para checar que no tuviera temperatura. Ahí fue donde caí en la cuenta de en qué diablos me había metido.
EL cansancio de todo el día se me cargó de momento. Las barreras que caían, -al menos las mías para con él- el desgaste físico y emocional, pero sobretodo el bajón de adrenalina causaron estragos. Me fue venciendo el sueño y sin darme cuenta me quedé dormido también en la cama a un lado de Terry.
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Me siento aletargado, me pesan los párpados, no me puedo levantar. Lo último que recuerdo es esa sensación asfixiante en el callejón, hace tanto que no tengo contacto con otro ser humano, con alguien a quien realmente le importe que me contengo paro no estirar los dedos.
La he perdido para siempre, ella eligió llevar a cabo la estúpida promesa que yo jamás pretendí cumplir. ¡Dios!
Caigo en la cuenta, ¡Las he perdido a las dos!
Estoy completamente solo. Ya no tengo a mi público he perdido el rumbo y no sé cómo regresar, de dónde se supone que obtendré las fuerzas.
Eleonor yo jamás quise, no fue mi intención… siento las lágrimas correr por mis mejillas, las pruebo saladas en mi boca. Escucho un sollozo que se escapa desde lo más hondo de mi alma.
Cuando pienso que ya nada puede ir peor, al fin logro abrir los ojos y ahí está dormido junto a mí, El elegante con su mano en mi pecho.
Continuará…
Edición por La Divina Laera\ Lau_4_you
Escrito por La divina Fedra\Elby8a
Última edición por Elby8a el Dom Mayo 03, 2020 11:38 pm, editado 2 veces