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Necesitaba borrar de mi mente lo que acababa de ver. Si bien Candy fue sincera conmigo, eso no significa que pueda darse libertades con el simplón de Brower mientras es mi novia, ¿mientras? Pero qué estoy pensando, ella es y seguirá siendo mi novia.
Respiré profundo esperando a que llegara. Sin notarlo, ella apareció y me abrazó, pero me sentía demasiado afectado para devolver el abrazo o hacer planes con ella, así que decidí poner distancia de por medio y una excusa barata para no vernos. Soy una persona muy posesiva; como los caninos, muy territorial, y demasiado temperamental. Ya me encargaría de dejar las cosas en claro con el imbécil oxigenado.
La llevé a su casa en medio de un latente silencio. Como siempre me pedía, me estacioné 2 casas antes de la suya, bajamos y me despedí lo más austeramente de ella, recordar que sus labios estuvieron pegados a los de Brower me encendía la sangre de puro coraje. Antes de irme, tímidamente me pidió que le marcara para poder vernos mañana y secamente dije que lo haría.
Jamás imaginé lo que a continuación sucedería. Cuando ya iba camino a subirme al auto, Candy se me abalanzó y me besó pasionalmente, y, aunque quise resistirme a besarla, por coraje, prudencia o sorpresa, al final le devolví el beso de manera fiera y pasional. Nuestros cuerpos reaccionaron por instinto y nos frotamos el uno contra el otro. Qades** nos estaba arrastrando a la pasión desbordada y no quería, ni podía parar.
De pronto, y como cual fruta es arrancada rudamente de su rama, sentí cómo Candy me empujaba con tanta fuerza, que si no fuera un chico que se ejercita, probablemente hubiera caído al piso. La realidad volvió a mí y noté la presencia de personas cerca nuestro, aunque no entendía qué pasaba.
--¡¡¡Padres!!! –Dijo una nerviosa Candy.
Y caí en la cuenta, vaya lío, no era así como deseaba conocer a mis futuros suegros, digo, no creo que alguien cause buena impresión si le está dando un buen faje a su niña, única por cierto.
--A la casa –Dijo su padre en un tono que no admitía réplica, mientras me fulminaba con la mirada.
La mamá por el contrario, noté que me veía con una sonrisa disimulada en su rostro y tomaba la mano de su hija para calmarla.
Candy me miró y sonrió tenuemente, y en sus ojos pude ver cierto destello de… ¿picardía? Pecosa traviesa, ni esto la amilanaba. No podía quedarme ahí como estatua, mientras los veía alejarse y, como bien dije, tengo mi carácter que suele ser muy impulsivo.
--Señor Andley –Dije en tono serio.
El hombre no se detuvo, no así Candy y su madre, quienes me miraron sorprendidas.
--Señor Andley –Volví a decir pero en un tono más serio. –Quiero hablar con usted, y si no se detiene, lo haré gritado desde fuera de su casa.
Ambas mujeres me miraron con los ojos desorbitados y Candy, más pálida que una hoja de papel. El hombre se tensó ante mi comentario y giró lentamente, volviendo sus pasos hacia mí con caminar lento pero seguro y una pose que conocía muy bien, la típica que hace un padre cuando le va dar un sermón a su hijo, y para ello, ya con Richard me bastaba.
--Mire jovencito, no creo tener nada que hablar con usted, quien me interesa en todo este espectáculo que acabamos de presenciar es Candice y sus modales, la dama es ella, no usted.
Sentí mi rostro enrojecer, era verdad, el día que sea padre, también saldré en defensa de mi pequeña, a la cual le permitiré tener novio sólo hasta los 40 años, por cierto. Admiraba a este hombre y como tal, le hablaría.
--Entiendo su postura señor, y estoy totalmente de acuerdo con usted en que Candy es una dama, y de tal manera debe ser tratada, por ello me gustaría tener una conversación con usted.
El padre de mi pecosa me miró con ojos entrecerrados de pies a cabeza, y luego directamente a los ojos, y con voz seria dijo:
--Vayamos a mi despacho
Dio media vuelta y caminó rumbo a su preciosa mansión. Le seguí el paso y me puse a un lado de mi pecosa, quien se había quedado atrás para esperarme.
--Terry por favor, deja que yo arregle esto con mi padre.
--Ante todo soy un caballero pecas, y no dejaré que cargues la culpa de algo que debí haber detenido, pues es tu reputación la que está en juego.
--Terry, por favor no. Déjame a mí.
--¿A qué le temes? –Dije seriamente. –Porque dudo mucho que sea a tu padre.
La vi tragar grueso y dijo.
--Ellos no saben que tú y yo… Bueno, ya sabes.
--¿No quieres que sepan que somos novios? –Dije de manera brusca.
--No es eso, es sólo que… Bueno no sabemos si nosotros… Ya hemos hablado de que no es algo formal y…
--No querrás que le diga a tu padre que somos “amigos con derecho” y por eso te estaba metiendo mano, ¿no?
Ella se sonrojó furiosamente y bajó la mirada. Me sentía dolido por sus insinuaciones, ella no había entendido mi punto, pero ya haría yo que lo entendiera, y que mejor manera de formalizar esto, que con la venia de sus padres.
--Tranquila pecosa, todo estará bien. –Y deposité un suave beso en su dorso.
Ingresamos a la hermosa residencia y mi futuro suegro dijo con voz grave:
--Candice, retírate a tu cuarto.
--¡¡¡Pero papá…!!!
--No me hagas repetir lo que te he dicho.
Mi rubia hizo un puchero y un berrinche muy cómico, y después de susurrar un “nos vemos”, subió pisando fuerte los escalones.
--Cariño me retiro. Un gusto conocerte. –Dijo la mamá de mi bella novia. Se acercó a mi “suegrito” y dejó un beso sobre sus labios, mientras le susurraba un “no seas tan duro”, para luego subir. Seguí a “papi” a su despacho y, mientras él se acercaba a su mini bar, yo me quedé parado frente a su enorme escritorio, como el de todos los papás. Cuando se giró hacia mí, con el rostro más serio y amenazante, me invitó a sentarme en uno de sus cómodos sillones de cuero y dijo con voz fuerte y clara:
--Muy bien chico, te escucho.
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Estaba que moría de los nervios, y no por la reprimenda que papá me hubiera podido dar, ¡por Dios!, soy la niña de sus ojos. Probablemente me hubiera hablado de los valores que me han enseñado, de que soy una dama, que esos espectáculos no son dignos de mí, y bla bla bla.
Luego hubiera puesto mi cara de gato de Shrek, habría dicho que tiene razón, que actué mal, que no lo volvería a hacer… Le daría un beso y abrazo con ojos llorosos y zas, me hubiera perdonado, probablemente ni siquiera me hubiera preguntado quién era el chico con el que me encontró.
Pero tenía que salir el bocazas de Terry a pedir audiencia con mi padre. Por Dios, en qué estaba pensando este chico. Lo nuestro no era algo formal, digo, va funcionando bien y ciertamente que me pone al 100 y más, como para haberme hecho actuar de la forma en que lo hice, pero se supone que tenemos algo así como un contrato de un mes, ¡un mes! Esperaba que no se fuera de la boca y le dijera a mi padre que lo nuestro es algo serio, y no, no me malentiendan, no es que no desee que nuestra relación mejore, es sólo que, ¡Santo Cristo! ¿Cómo presentas como novio a alguien con el que sólo llevas 2 semanas?
Me sentía como leona enjaulada, iba de aquí para allá, cuando de pronto, la puerta de mi cuarto fue abierta y por ella entró mi madre.
--Y bien querida, ¿algo que desees contarme?
Mis padres y yo nos llevábamos de maravilla. Ellos eran amorosos, comprensivos y atentos conmigo todo el tiempo. Aunque papá siempre tenía trabajo, procuraba nunca llegar más allá de las 5p.m. a casa y se dedicaba a apapacharnos a mamá y a mí. Teníamos una relación fenomenal.
--¿Acerca de…?
Mi madre me miró, se sentó al borde de mi cama y dijo:
--Ven siéntate a mi lado.
Acepté su solicitud y luego nos giramos para mirarnos al rostro.
--¿Quién es él?
Suspiré audiblemente y me dejé caer de espaldas a la cama.
--¿Me creerías si te dijera que es mi… novio?
--¿Por qué no habría de hacerlo?
--¿Quizá porque es… bueno, su estilo es… diferente?
--Eso es bueno, no hay nada mejor que ser diferente en este mundo que ha sido cortado por la misma tijera, mi niña.
--¿Tú crees mamá? Bueno él es… Un nerd.
--Wow, además de guapo, inteligente… Muy buena combinación.
--¿Te parece guapo?
--¿A ti no?
--Sí claro, aunque con una belleza un poco… rara. He pensado que sin esos lentes y ese peinado sería más… Actual.
--¿Deseas que sea modelo?
--Claro que no mamá, es sólo que, en la universidad lo burlan mucho por su apariencia.
--¿Te afecta eso?
Yo la miré y me perdí en sus verdes ojos, tan parecidos a los míos. Ellos me taladraban hasta llegarme al alma, es como si hubiera descubierto algo a través de su mirada, sonreí y con decisión dije:
--Ya no, digo, hace unas semanas sí, pero ahora no.
Mi madre sonrió y dijo.
--Recuerda hija mía, que la belleza sólo se puede ver con los ojos del alma, y no cualquiera, tiene ese don. No busques cambiar la esencia de nadie, la verdadera felicidad llega cuando, mirando más allá de lo externo, logramos hallar el hilo rojo que te conecta a la otra persona, y sus almas se reconocen para hacerse una sola.
Mi madre me hizo sentarme, me dio un beso en la frente y salió con el porte elegante que la caracterizaba.
Sentí que mi corazón latía fuertemente dentro de mí… Caminé hacia la ventana de mi cuarto y luego, por impulso, bajé las escaleras casi corriendo. Mi padre y Terry iban saliendo del despacho. Los miré y ellos a mí. Mi padre me miró serio pero con ternura en sus ojos, y Terry… Él, me miraba diferente, como con una promesa velada.
--Sabía que no me obedecerías de quedarte en tu recámara. –Yo lo miré con aprehensión.
--El joven Terrence me ha explicado todo y ha prometido, de aquí en lo adelante, portarse a la altura.
--¿De aquí en… lo adelante?
--Desde hoy tiene mi permiso para cortejarte y visitarte en casa, no me hagan arrepentirme de esta decisión. Iré a mi recámara.
Mi corazón galopaba furiosamente, abracé y besé a mi padre. Él con una sonrisa escondida me dijo: “pequeña bribona”, y subió las escaleras.
Me giré hacia Terry y me abalancé a sus brazos sonriendo, él me cargó y me hizo girar:
--Muy bien pecosa, oficialmente soy tu pretendiente, así que, no lo echemos a perder.
Me miró tan intensamente que yo me sentí derretir. Lo veía, podía hacerlo… Mi madre tenía razón, podía mirar su interior y eso me hizo muy feliz.
Entonces lo decidí… Haría todo lo posible porque esto fuera duradero, haría valerlo ya no sólo por una promesa, apuesta o lo que fuera… Quería conocer a este chico hasta el final, sin cláusulas, sin tiempos… Quería que él me amara y poder amarlo yo.
Qades**… Diosa egipcia relacionada con el amor y el placer sexual
que extraño jajajaja
