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Que eres mi amor y mi mundo
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COINCIDENCIAS capítulo 9
Rosh Maternal & Fetal Medicine
Lunes 21 de abril, 10:00 a.m.
Consultorio del doctor Marcus Lenard ginecólogo.
– Cuando Mía me contó que estabas embarazada no le creí – proclamó el médico mientras deslizaba el transductor del ecógrafo por el vientre de Candy – mira Candy – señaló en el monitor – aquí está la obstrucción, ¿Recuerdas que ya la habíamos visto antes? – inquirió el médico.
– Si, la veo, pero… no veo nada más – mencionó Candy con la mirada triste, buscando – el viernes cuando Mia me realizó la “eco” si lo vi, pero ahora… creo que no...a lo mejor y vimos mal – mencionó la rubia con los ojos comenzando a humedecerse
– Ummm – farfulló el doctor Lenard frotando su barbilla.
– ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que no ves? – cuestionó el castaño a Candy.
– Yo...no veo ningún indicio de embarazo – dijo la rubia bajando la cabeza.
– ¿Cuántas semanas se supone que debes tener Candice? ¿Cuándo fue el último periodo?
– Bueno...deberían ser tres semanas y bueno...– tartamudeo la rubia avergonzada.
– ¿Y el período?
– principios de marzo... más o menos entre el día siete o nueve.
– ¿Este mes no tuviste?
– Creo que sí, pero…
– ¿Pero?
– Fue apenas, un poco...no lo recuerdo bien.
Candy estaba a punto de llorar, no dejaba de mirar el monitor mientras el doctor Lenard le seguía preguntando, posiblemente se habían equivocado y ella no estaba embarazada, se comenzaba a sentir mal por haber engañado a Terry y muy triste por ella que, aunque no procesaba del todo la noticia ya se comenzaba a hacer ilusión.
– ¿Te has hecho algún test? ¿Prueba de sangre? – preguntaba el médico al tiempo que limpiaba el área que había estado revisando.
– No...yo...creí que… – Candy comenzó a derramar algunas lágrimas, ya no pudo hablar pues el río en sus ojos se había desbordado.
– Apenas el viernes nos enteramos doctor, lo dimos por hecho – respondió Terry quien había estado callado viendo solamente como atendían a Candy y muy atento a las preguntas de Lenard.
– Es mejor que hagamos el test, una prueba de sangre y así saldremos de dudas, de todos modos, tres semanas es muy pronto, el saco gestacional es visible hasta la cuarta semana y si ella dice que este mes su periodo no fue el de siempre también es un indicador de posible embarazo entre otras cosas, Candy – dijo dirigiéndose a la rubia – tranquila, ¿Has tenido algún otro síntoma? ¿Náuseas? ¿Cansancio excesivo? ¿Cambios de humor tal vez?
– Todos – habló Terry – el sábado temprano pase por ella y el café la hizo vomitar, desayunamos y volvió el estómago de nuevo y el cansancio...yo supongo que sí, durmió como un lirón el sábado – informó el castaño.
– ¡Vaya! Esos son muchos síntomas, le haremos los exámenes ahora, solo que tendrán que esperar los resultados hasta más tarde, mientras tanto – dijo sacando una cajita del cajón detrás de él – ten esto – extendió el objeto a la rubia– puedes comenzar con esta prueba y ahora que salgas de cambiarte tomaré tu muestra, estate tranquila, esto no es un no definitivo ¿Ok?
Candy asintió, se limpió las lágrimas, bajó de la camilla para ir a cambiarse y de paso hacer el poco agradable test de embarazo.
– Doctor Lenard – llamó Terry al médico mientras este preparaba todo para tomar las muestras de sangre a Candy – ¿Hay alguna posibilidad de que ...? – un carraspeo – bueno...de que ¿No esté embarazada? – preguntó con un nudo en la garganta.
– Tiene todos los síntomas de que así sea, pero hasta no ver los resultados no sabremos, no quiero darle falsas esperanzas, hace unos meses fue muy difícil para ella sobrellevar la noticia, sobre todo porque sé que no le dijo a nadie, todo lo asumió sola, me da gusto saber que tiene alguien a su lado, sobre todo alguien como usted, mi esposa me dijo que es el más grande benefactor del ala de pediatría.
– No le diga eso a Candy, todavía no lo sabe – pidió el castaño.
– No sé preocupe señor Graham, no diré nada.
– Grandchester, mi apellido es Grandchester, Graham es mi segundo nombre, pero los medios no lo saben y prefiero que siga así.
– No tenga pendiente – dijo el doctor dando una palmada al brazo de Terrence – soy una tumba – señaló.
Pasaron cinco minutos para que Candice por fin saliera del cuarto de baño, los dos hombres que la esperaban la miraron interrogantes, ella se veía sería, pero en sus ojos se podía observar la tristeza y decepción.
– Negativo – dijo asentando el aparato sobre la camilla donde antes estaba recostada.
Marcus Lenard tomó la muestra para meterla en una bolsa estéril, luego hizo una señal para que Candy se sentará y poder tomar la muestra de sangre.
– No creo que sea necesario – habló la rubia con voz ronca pero firme.
– Lo es Candy, sabes que a veces estas cosas... – dijo señalando el tests.
– Esas cosas no fallan – aseguró la rubia.
– A veces tardan más de lo que muchas personas creen – afirmó el hombre mayor – sobre todo ahora, son más efectivas con la primera orina de la mañana y son casi las once, hay que esperar junto con el resultado de la muestra – manifestó.
– Está bien, me la haré solo porque quiero confirmar, una vez más que esto no será posible – señaló su estómago – Y si es así no quiero perjudicar a nadie – dijo mirando a Terry.
– Oye doctora pecas, estamos juntos en esto – declaró el aludido tomando su mano.
El doctor Lenard los observó por el rabillo del ojo mientras le sacaba sangre a la rubia, sonrió con disimulo, esos dos estaban forjando lazos fuertes y esperaba que los resultados fueran positivos por el bien de ambos, sobre todo el de Candy a quien había llegado a apreciar como una hija.
Hechos los exámenes pertinentes los jóvenes estaban a punto de salir de la sala cuando un toque leve y entrada de una persona los detuvo.
– Doctor Lenard le necesitan en urgencias – dijo una chica vestida con pijama de cirugía azul claro, una interna.
– Ahora voy, gracias Robinson – respondió el hombre – ya que está aquí lleve esto a laboratorio, diga que es prioridad por favor.
– Sí doctor, buen día doctora – dijo la chica antes de irse.
– Bueno Candy, sabremos los resultados más tarde ¿A qué hora entras? – hablaba el hombre mientras caminaban por el pasillo.
– A las dos, pero ya que estoy aquí…
– No, no, no, ve a hacer algo por ahí, despéjate, y vienes a tu hora, si hay emergencias seguro te llamarán y…
El médico no termino la frase cuando el teléfono de Candy sonó.
– Doctora Andley – respondió la rubia – si...está bien Lea...estoy aquí...vale, vale, ya voy...te veo en unos minutos...no...está bien...sigue con eso...ya voy… – miró a los hombres haciendo señas de disculpa – lo siento – dijo mirando a Terry – me llaman, te veré luego Terry, gracias por todo doctor Lenard, lo veré más tarde, tengo que irme – decía mientras se alejaba – te llamo cuando termine juguetero – mencionó para luego dar la vuelta e irse.
El hombre mayor vio como Terry metía las manos en sus bolsillos mientras la veía marchar.
– Es más dura de lo que parece – proclamó el galeno– la hubiera visto cuando llegó, el primer día se perdió con una paciente, estuvo dando vueltas por veinte minutos hasta que encontró radiología – declaró el médico con una sonrisa.
– No sé cómo lo hace – expuso Terry – yo todavía estoy tratando de asimilar todo esto y ella...ya está corriendo para ir a trabajar.
– Cuando Candy llegó aquí era toda sonrisas y alegría, con muchas ganas de aprender, casi se convierte en un pequeño pez por ser tan despistada pero luego se convirtió en tiburón – rio el médico – siempre compitiendo, buscando ser la mejor – hizo una pausa – y lo fue...es una gran médica, con un corazón enorme.
– Eso creo – espetó el castaño.
– ¿Hace mucho que salen? – cuestionó el doctor.
– En realidad no, la conocí hace casi dos meses.
– ¡Oh vaya! Han de estar muy enamorados para haber llegado hasta aquí.
– De mi parte – señaló Terry – creo que ya lo estoy, por parte de ella no estoy muy seguro, pero estoy dispuesto a hacer lo necesario para que así sea – declaró mirando hacia la nada.
– Si pudiera ver a través de mis ojos se daría cuenta que ella siente algo por usted, aunque ni ella misma lo sepa.
– ¿Lo cree posible?
– ¡Por supuesto! ¿Acaso no vio su cara cuando se dio cuenta que el embarazo podría no ser cierto?
– Si, pero… ella...estaba decepcionada...como usted dijo ya había pasado por esto, ya se había resignado, una vez me lo dijo.
– Si, estaba triste y decepcionada pero no creo haya sido por ella, ¿Acaso es ciego Terry? No miraba la pantalla, lo miraba a usted.
Terry sonrió, una sonrisa triste pero esperanzada.
El doctor Marcus se fue dejando al castaño con una sensación de desolación en el corazón, sintiendo que de nuevo había perdido algo muy preciado.
Estaba por salir del hospital cuando la voz de Candy lo detuvo.
– ¡Oye juguetero! – habló la rubia.
Terry se dio la vuelta hacia la voz, lo que vio lo dejó un tanto pasmado, antes había visto a Candy con el traje azul marino del hospital, pero a través de una pantalla, verla ahora en vivo y a todo color y además con una bata larga en azul claro y el cabello completamente recogido en dos trenzas era algo completamente diferente.
– Que sexi – espetó el hombre sarcástico.
– Tengo una operación en unos minutos – dijo la rubia justificando su vestimenta – iba a buscarte para agradecer que estuvieras aquí hoy.
– No tienes porque Candy, ya te dije que estamos juntos en esto.
– ¿Vienes por mi, aunque salga a las dos de la mañana? – inquirió la rubia sugerente.
– ¿Es una invitación?
– Sí, podemos ir a mi casa, allá no hay nadie, seremos sólo tú y yo.
– ¿Estás segura? Desde aquella noche no hemos podido...ya sabes – dijo el hombre tomando su cintura.
– Estoy segura – afirmó la rubia.
– ¿De verdad saldrás hasta esa hora? – inquirió el castaño frunciendo el ceño.
– No – rio – cuando mucho a las once ya debo estar fuera, después de esta tengo otras cuatro operaciones, así que podremos cenar, platicar un rato y tal vez luego tú y yo podemos… – decía la rubia al tiempo que hacía círculos con su índice en el pecho de Terry.
– ¡Vas a matarme! – afirmó el hombre deteniendo la mano traviesa – me mandas un mensaje y vengo por ti.
– ¡De acuerdo!
Se soltaron y Terry dio la media vuelta para irse, pero entonces se acordó de algo importante.
– ¡Candy! – llamó.
La rubia que también ya se iba se detuvo ante la voz del castaño llamándola.
– Los resultados…
– Le pediré a Lea que vaya por ellos y cuando lleguemos a casa los abriremos juntos ¿Estás de acuerdo?
– De acuerdo, te veré en la noche doctora pecas – se despidió.
– Te veré en la noche juguetero – respondió la rubia para luego darse vuelta perdiéndose por un pasillo.
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Eran casi las doce de la noche cuando el taxi donde viajaba Terry Grandchester aparcó en el estacionamiento del hospital Rosh, el castaño pagó al conductor y esté amable le ayudó a bajar sus cosas del vehículo.
Cargando un bolso de viaje y un traje dentro de su funda se acercó a una de las entradas del lugar, estaba por llegar cuando una rubia enfundada en unos jeans oscuros, una playera mostaza y un maletín se acercaba a él rápidamente.
– Buenos casi días juguetero – saludo Candy.
– Hola preciosa – respondió.
– Hora de ir a casa – dijo la chica al tiempo que le daba las llaves de su auto.
– No me agrada mucho tu carcacha – manifestó el castaño haciendo alusión al auto compacto de Candy.
– No le digas eso al Candy móvil o se pondrá pesado – mencionó la rubia entre risas – es el primer auto que compre con mi sueldo, no era nuevo, pero me gustó, todos los demás no se ajustaban a mis necesidades.
– ¿A tus necesidades o a tu estatura? – indagó el castaño con burla.
La rubia le dio un manotazo en el brazo.
– ¡Auch! Pegas duro – dijo sobándose cómo podía debido a las cosas que cargaba.
– ¿Vas a viajar? – pregunta la rubia al ver todo lo que Terry llevaba en las manos.
– No, pero mañana debo trabajar, si me quedo en tu casa no puedo ir vestido así a la oficina – dijo señalando sus pants gris, playera y zapatos deportivos.
– ¿Pasaste por...? – el castaño no terminó la pregunta, todo el día se la pasó pensando en los resultados y ahora que veía a Candy le asustaba un poco saber.
La rubia abrió su maletín y sacó un sobre blanco con el logo membretado del hospital.
– Lea me lo dio por la tarde cuando fue por otros resultados, no lo he abierto y no quiero hacerlo, ya sé lo que dirá – promulgó triste.
– Lo haremos más tarde – afirmó el castaño.
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La calle estaba en silencio, el auto blanco aparcó en la entrada de una casa tradicional, los ocupantes no pronunciaban palabras, de nuevo había mucho que decir, pero las palabras se negaban a salir de sus bocas.
Candy y Terry bajaron del vehículo, sacaron sus respectivas pertenencias y tomados de la mano llegaron a la puerta blanca de la casa, la rubia se soltó un momento para sacar sus llaves, abrió y de nuevo tomó las grandes y fuertes manos del castaño, entraron a la casa y sin encender las luces dejaron caer lo que tenían en las manos.
Candy dejó caer su maletín para colgarse de la playera de Terry obligándolo a bajar a su altura y así poder besarlo intensamente, el hombre respondió de la misma manera, soltó el bolso de viaje, el porta traje para poder atraer el pequeño cuerpo de Candy al suyo, metió las manos por debajo de la playera para acariciar la suave piel de la espalda, la rubia se erizó al sentir las manos masculinas recorriéndola, soltó el agarre para hacer lo mismo que Terry, sólo que antes de la espalda sus manos subieron por el amplio pecho, sintió los músculos del pectoral tensarse, volvió a bajar las manos para que estás viajarán hasta la espalda del castaño, mientras tanto él seguía deleitándose con la suave piel del vientre plano de la rubia, fue subiendo poco a poco hasta tocar los senos firmes llevando con él la playera para luego sacarla por la cabeza rizada. El hombre besó un hombro desnudo, la chica movió la cabeza para darle espacio suficiente y él pudiera alcanzar el cuello largo y apetitoso, ella por su parte acariciaba la espalda aún por debajo de la camiseta, arrugó la nariz, no le pareció justo así que comenzó a subir la prenda para que el hombre se despojara de ella. Ambos comenzaron a arder, Terry la tomó de las caderas y de un solo impulso la alzó para que ella enredara sus piernas en su cintura.
– Vamos a la habitación ¡Ahora! – ordenó la rubia mordiendo la mandíbula de Terry.
El hombre obedeció, como si fuera una pluma llevó a Candy hasta arriba, entre besos y caricias llegaron al cuarto de la rubia, no se molestaron en cerrar la puerta, no había nadie más, solo un hombre y una mujer a punto de hacer el amor.
Si la primera noche con Terry Candy se sintió volar, esta vez creyó alcanzar las estrellas, con paciencia, ternura y pasión la tomó una y otra vez haciéndola sentir en cada episodio que era la mujer más hermosa y sensual del mundo.
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Eran las 4:30 de la mañana cuando al fin se quedaron dormidos, desnudos y con las piernas entrelazadas. Abajo en el recibidor un sobre blanco esperaba ser abierto con una noticia que cambiaría la vida de la pareja por siempre.
Continuará…
Por: Temperance/Primrose
Para: GF 2020
Portada: Mist/Byul Hye
Las divinas místicas de Terry
Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer.
Quiero darles las gracias a todas aquellas personas que le dan seguimiento a esta historia... no se si pueda seguirla subiendo por aquí pero haré lo posible.
En caso de no acabar en este evento podran darle seguimiento en la página de facebook de Las divinas místicas de Terry.
¿Cómo llegar a ella? no se pierdan nuestras publicaciones, en ellas les diremos que es lo que tienen que hacer.
de nuevo mil gracias y nos seguimos leyendo.
de este lado de la pantalla... PRIMROSE
BESOS
querida Cecilia apenas pueda terminar el siguiente capítulo lo comparto, muchas gracias por leer, te mando un gran abrazo 
Así estarán mis estados de ánimo 
un ojo al gato y otro al garabato aunque yo acabe media muerta cuando caiga en la noche 
help!! y hoy tengo entrenamiento!!! 
