Portada elaborada por la Divina Mist/Byul Hye
Aun en la sede terrenal, el Mandala Café las Divinas Místicas prosiguen con sus labores para Cambiar el Destino por Terry, su emperador, no pretendían partir hasta avanzar lo más posible en los trabajos para lograr su objetivo, además de que era mucha la clientela que se había acostumbrado a la calidez que ofrecía la cafetería, Temperance, Mist, Maegalle y Lexie encontraron buenas amistades con las que charlaban mientras no les tocara presentarse a combate, Fedra por su parte, se preparaba para combatir en representación del grupo, Laera y Moira simplemente no pudieron con aquélla parranda épica y Psiquie las quería al 100% eso era mucho pedir, así que les pidió que se recuperaran, porque así no podrían combatir, ellas la tacharon de "Mala", pero ella sabía que eran gajes del oficio, a alguien le tocaba poner orden, así que sin más se presentó a combatir...
Amor Propio
Capítulo VI Decisión
Era viernes por la tarde Eleanor Baker elegantemente ataviada iba de salida cuando la doncella le informó que el Señor Barton la esperaba en el salón, por lo que se dirigió rápidamente a al encuentro del representante legal de su hijo. ─Buenas tardes, ¿me trae noticias? ─Madame, ¡Sí! Vengo justamente de la comandancia de policía, pude hablar con el jefe de investigaciones, quien me permitió leer la declaración de la señora Marlow y bueno, en pocas palabras le diré que está acusando al sr. Graham de intento de homicidio, se ha iniciado la investigación a pesar de tratarse de un personaje de la monarquía británica, la situación es un tanto complicada, por la ausencia del denunciado y porque Susana Marlow sigue inconsciente, no ha podido declarar para corroborar lo denunciado por su madre ─Respondió amablemente el hombre.
─Bueno, entonces ¿Qué procede, Barton? ─Inquirió la diva Porque algo se puede hacer en tanto mi hijo regresa, ¿Verdad? ─ ¡Claro madame! He interpuesto una contrademanda por difamación y pretendo acudir a la embajada británica para solicitar un escrito de inmunidad diplomática para que las investigaciones se lleven a cabo con la mayor secrecía ─Contestó el abogado. ─Eso no será necesario ─Intervino la grave voz de Richard Grandchester que entraba justo en ese momento al salón
─ ¡Richard! Exclamó Eleonor acercándose al Duque ─Justamente iba por ti al puerto cuando llegó el señor Barton con noticias de la comandancia ─ ¡No te preocupes! El barco atracó antes de lo previsto por eso decidí alcanzarte aquí. ─Respondía Richard, mientras tomaba la mano de la bella mujer para besarle el dorso.
La actriz un tanto apenada por la acción del hombre decidió cortar el momento ─Toma asiento, ¿Te ofrezco algo de beber?, ¿Usted señor Barton? ─Si ─Aceptó el hombre que no dejaba de mirarla ─Una copa de whisky por favor, ─ ¿Usted caballero? ─Invitó Richard dirigiéndose al letrado, quien accedió a tomar lo mismo. Fue notoria la forma en la que el Duque asumió el papel de señor de la casa tomando el control de la situación, lo cual no pasó desapercibido por la mujer, quien gustosa les sirvió la bebida solicitada.
─Veamos, señor Barton, mis abogados llegarán de un momento a otro, así que es necesario que se coordine con ellos para terminar lo antes posible con las cuestiones legales, ningún Grandchester puede estar inmiscuido en ese tipo de situaciones, necesito también que me proporcione un listado de las propiedades que mi hijo posee aquí en Estados Unidos y todo lo que esas mujeres le han sacado ─Ordenó seriamente el Duque al abogado que tomaba nota de lo solicitado.
─En tanto, por favor explíqueme exactamente qué dice la denuncia que interpuso esa mujer, porque quiero entender que no ha exhibido ninguna prueba que avale su dicho, ¿Cierto? ─Inquirió Richard al letrado, quien respondió ─Efectivamente su excelencia, al momento no hay más que el decir de la madre de la hospitalizada, de quien, por cierto, hasta hace unas horas no se contaba con el parte médico ─
─Bien ─Exclamó Richad ─ ¡Querida! ¿Podrían los abogados ocupar tu biblioteca para acordar todos los menesteres legales? Será solo unas horas, mismas que nosotros aprovecharemos para hacer una visita de cortesía a nuestra flamante ex nuera ─Concluyó dirigiéndose a Eleanor con una mirada de complicidad ─ ¡Claro, sin problema! Daré instrucciones a la servidumbre para que los atiendan mientras que nosotros salimos, pero dime ¿No estás muy cansado?, ¿No prefieres refrescarte un poco? ─Señaló la rubia con tomo afable ─Gracias querida, pero me urge terminar con esta situación de una vez por todas, además tengo ansia por conocer a quien ha osado señalar a mi hijo como un asesino ─Concluyó el Duque poniéndose de pie.
En medio de un imponente despliegue de seguridad, Richard y Eleanor llegaron al hospital Monte Sinaí, era notoria la importancia de los recién llegados, misma que el Duque sabía explotar muy bien, uno de sus asistentes fue por el director del nosocomio, quien sorprendido que alguien de la corte inglesa estuviera ahí, dado que nadie de esa envergadura estaba hospitalizado, rápidamente se dirigió a atenderlos, Richard que no quería perder el tiempo directamente le preguntó por el estado de salud de Susana Marlow.
El galeno solicitó el expediente médico, una vez que lo leyó informó que la paciente había sufrido envenenamiento por sustancias raticidas combinado con sedantes utilizados para dormir, lo cual había puesto en riesgo la vida de la interna, a quién ya se le había practicado el lavado de estómago, además de regularizar sus signos vitales, sin que al momento hubiese despertado, sin embargo, era cuestión de horas en las que recobraría el conocimiento.
Con esta información la pareja se encaminó a la habitación de Susana, ahí en la sala de espera se encontraba la señora Marlow, quien al ver a Eleanor se levantó de súbito para decirle ─ ¡Usted! ¿Qué hace aquí? ¿Acaso ya apareció el asesino de su hijo? ─ Eleanor enfurecida iba a responder, cuando la mano de Richard la detuvo, al tiempo que hacía una señal al jefe de sus escoltas, quien se dirigió a la mujer ─ ¡Señora! Punto número uno: Usted no tiene permitido hablar, hasta que su alteza lo indique, punto número dos: Si utiliza en su lenguaje algún insulto para la dama o el marqués de Grandchester será detenida por insultar a un miembro de la realeza y punto número tres: por ningún motivo puede ver a su señoría a los ojos.
La señora Marlow se quedó estupefacta, se había dado cuenta de que se trataba nada más y nada menos que del padre de Terence, pero acostumbrada a hacer valer su palabra no le dio importancia, así que envalentonada por el trato espetó ─ ¡Vaya hasta que aparece el padre del asesino de mi hija! ¿Qué? Viene a devolver la palabra de matrimonio que su hijo le debe a mi niña, O mejor aún, Viene con su vástago y cura para ca… ─La mujer no acabó la frase cuando ya estaba sujeta por dos hombres, mientras que le decían, ¡Se le advirtió señora!, ahora está usted detenida por agredir verbalmente al Duque de Grandchester.
La mujer intentaba zafarse forcejeando con los hombres, pero fue inútil, de inmediato fue conducida a la salida para llevarla a la comisaría. Richard y Eleanor salieron del nosocomio al subir al carruaje, el Duque le dio indicaciones al jefe de escoltas, quien mediante una inclinación de cabeza entendió lo que su jefe le decía.
En tanto, Terry seguía parado afuera de la mansión Ardlay, no se atrevía a entrar lo que había leído lo mantenía en un estado errático, no daba crédito a lo que leyó, sabía que algo había pasado entre su pecosa y el elegante, pero no, sacudía su cabeza negando cualquier relación íntima entre ellos. Así se encontraba, cuando sintió una mano sobre su hombro.
─ ¡Terry! ¿Eres tú amigo? ─Decía una voz detrás de él, al darse vuelta se encontró con aquellos ojos azul cielo de su amigo de toda la vida ─ ¡Albert! ─Respondió el castaño gratamente sorprendido, abrazándolo ─ ¿Qué haces aquí, Terry? Te hacía en Nueva York ─Contestó el rubio con una sonrisa ─ ¡Albert, yo! ─ Intentó decir el actor ─ ¿Sucede algo amigo? Ven entremos a la casa dijo con un movimiento, pero el actor se negó ─No, no, la verdad no quiero encontrarme con… ─Con Candy, ¿Verdad?, ¿Ya te enteraste que mañana es la fiesta para anunciar su compromiso? ─ Arguyó el mayor de los hombres ─Necesitamos platicar Terry, pero este no es el lugar adecuado, ¡Entremos!
Terence finalmente accedió caminando lo más rápido que pudo, no quería encontrarse con Candy o con el elegante porque en ambos casos no podría controlar todas las emociones contenidas después de hablar con Annie decepción, furia, dolor y una cruel angustia que le generaba un pinchazo en su corazón por tardar tanto en recuperar su libertad, sentía que en cualquier momento estallaría y no quería que fuera ahí en la mansión.
Los dos hombres entraron al estudio, Albert cerró la puerta, no quería que nadie los interrumpiera, la llegada de Terry no hacía más que confirmar el amor que existía en esos dos rebeldes, si, rebeldes, pero no en el mismo sentido que en Londres, más bien eran rebeldes por negarse a estar juntos, uno por un sentido de culpa y otra por pensar que sacrificarse en pro de la felicidad de otra podría llenar el vacío de la soledad en compañía.
─Veamos, Terry, ¿Qué realmente te trajo a Lakewood? ─Preguntó el rubio sin más. El guapo actor guardó silencio, no quería hablar, no podía revelarle a su amigo aquello de lo que se había enterado, tenía los puños dentro de las bolsas de su pantalón en uno de ellos apretujaba las hojas de papel, que parecía le quemaban.
─ ¿Terry? ─Volvió a preguntar Albert ─Sabes perfectamente porque vine, creo que no es necesario que te diga que estoy aquí por Candy, me enteré por la nota de sociales de su compromiso y dejé todo por llegar a impedir tal evento. ¡No permitiré que ella sea de otro! ─Respondió el castaño que observaba por el ventanal los hermosos jardines de rosas.
─ ¡A ver, Terence! ─Si mal no recuerdo tú estás comprometido con Susana Marlow, ¿Cómo pretendes pedirle a Candy que deje todo por ti, cuando todo mundo sabe que estas comprometido, incluso que vives ya con esa mujer? ─ La prensa dice muchas cosas, pero la verdad es que yo no me he comprometido oficialmente y si viví con esas mujeres fue a petición de la madre de Susana para facilitar la recuperación de su hija, pero entre ella y yo no hubo, ni habrá nada ─Reveló el menor de los hombres ─Pero tiene aproximadamente 3 meses que leímos en los periódicos del enlace en fechas próximas, eso, aunque Candy lo quiso ocultar, todos nos dimos cuenta que le afectó demasiado saber todo eso, desde entonces, sólo se concreta a aparentar, te lo digo porque la conozco ─Concluyó el magnate.
─Te lo repito Albert la prensa dice muchas cosas, la verdad no me importa, porque al aceptar llevar esta carrera, también acepté lo que trae consigo la fama, a pesar de mantenerme alejado, dedicado al teatro, lo único que me hace olvidarme de todo, siempre buscan la nota rosa ─Reparó el castaño.
─ ¿Entonces, ya no tienes nada que ver con esa chica?, sabes Candy ha sufrido mucho, no me gustaría que vinieras a inquietarla, si ella ha decidido casarse con Archie buscando su felicidad, creo que debemos dejarla ─Decía Albert, observando la reacción de su interlocutor ─Mira Terry, tal vez su momento ya pasó y es hora de que los dos miren en otra dirección ─Continuaba con el propósito de despertar a aquél hombre audaz, capaz de todo por sus convicciones, necesitaba saber hasta qué punto su amigo estaba libre de sus propios demonios para hacer que ese amor que le profesaba a la rubia rompiera todas las barreras, que ambos se habían interpuesto.
Terry sentía como su cuerpo se cimbraba con las palabras del magnate, sabía que tenía razón, pero lo que más se reprochaba era haber tardado en liberarse, su afán porque Susana fuera independiente era para que Candy no lo rechazara, porque mientras la otrora actriz dependiera de él, su pecosa no lo aceptaría y ahora se encontraba con que el elegante se casaría con ella.
─ ¿Sabes? Albert, ─Expresó el castaño ─ ¡Toda mi vida ha sido así! ¡Enfrentando cosas de las que yo no fui culpable!, ¡Buscando mí lugar! Me había cansado de esperar, estaba herido, siempre caminando en soledad, con rechazos y fracasos que me hacían huir de la gente, mi alma con pena, no tenía pasión. Cuando conocí a Candy todo se transformó, con ella todo fue diferente, me aceptó tal cual soy, nunca buscó cambiarme, yo aun así renuente me fui acercando, primero con precaución, evaluando mis pasos para no fallar, buscando en mi convulsionado interior librarme de mis miedos para aceptar amar y ser amado, así le entregué mi corazón y estoy seguro que ella también lo hizo.
Pero nunca ninguno de los dos imaginamos que nuestro amor recibiría una estocada, que tendríamos que decidir separarnos. No me justifico, cumplí con un deber, tal vez estúpido, pero cumplí, aun así, con esa convicción la dejé partir, tampoco me imaginé que al irse se llevaba mi alma, que no soporté su ausencia y caí en un vacío que no encontraba fondo, pero siempre ha sido ella, si, Candy, la única que ha podido sacarme de mis infiernos, la que sigue presente, que nunca se ha ido, que está aquí clavada en mi pecho, que hace latir mí corazón con tanta fuerza que quiero vivir, por eso quise librarme de mis deudas del ayer, para regresar por ella para amarnos otra vez, como debió ser.
¡Y mira! ¿Para qué?, para encontrarla ¿Comprometida? ¡No! Albert, está vez no tengo deudas de mí pasado, no tengo obstáculos que me limiten, no tengo ese peso de plomo en mis brazos, ¡Ahora no la dejaré ir!, Sé que eso te causará problemas. ¡Lo lamento!, pero solamente que ella me diga que ama a Cornwell, solamente así dejaré de luchar, únicamente así podré entender por qué se casa con él, pero si no lo ama, lucharé por ella, ¡Así tenga que hacerla viuda antes de casarse! ─Concluyó el actor con el semblante decidido frente a su amigo.
Continuará…
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