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AMISTADES PELIGROSAS
CH.4 FIC YAOI por Fedra\Elby8a
ADVERTENCIA: CAPÍTULO CON ALTO CONTENIDO SEXUAL Y LENGUAJE DESCRIPTIVO. SI NO TE AGRADA EL LEMON O EL YAOI ABSTENTE DE LEER Y COMENTAR. por tu atención gracias.
CH.4 FIC YAOI por Fedra\Elby8a
ADVERTENCIA: CAPÍTULO CON ALTO CONTENIDO SEXUAL Y LENGUAJE DESCRIPTIVO. SI NO TE AGRADA EL LEMON O EL YAOI ABSTENTE DE LEER Y COMENTAR. por tu atención gracias.
El calor de su cuerpo recargado en el mío me reconforta, y me quema, esta situación me está partiendo en dos la razón. Había regresado con la firme convicción de recuperar mi alianza y largarme, pero eso fue antes de verlo así vulnerable, antes de escuchar las revelaciones que salieron de su boca que me dieron a saber una idea del calvario por el cual había estado pasando y mucho antes de estar así con él entre mis piernas y yo abrazándole, muriendo por delinear su rostro con mis dedos. Mi mente me dictaba retirarme, por mucho era la solución más práctica, tal vez hablarle al botones para que lo cuidara en lo que llegaba el doctor. No, eso no era viable, la sola idea me molestaba. Alcancé una toalla y le sequé el cabello. Obviamente había cambiado de parecer.
Ya había pasado suficiente tiempo en la tina, su piel estaba más fresca y me inquietaba seguir en esa posición. Me puse de pie deteniéndolo en su lugar y salí de la bañera, después jalé a Terry y lo senté en el borde abrazándolo por la espalda debía quitarle el vendaje mojado. Me zafé los zapatos, ¡mierda, eran nuevos! Tomé la bata y lo cubrí con ésta metiéndole los brazos, era muy alto casi como Stear él estaba muy débil, por un pequeño instante sentí que se quiso apoyar en sus pies, pero no lo logró. Yo lo tomé entre mis brazos cargándolo mientras estaba inconsciente; su brazo derecho colgaba rosando mis rodillas lo llevé de vuelta a la cama. Lo deposité en esta, él se remolineó involuntariamente y la bata se abrio yo seguía ahí agachado cuando grande fue mi sorpresa, entre sus piernas con el calzoncillo húmedo es que lo pude ver a través de la tela mojada. Su miembro, su inusualmente grande miembro que estaba en estado normal, no imaginaba cuanto más crecería al encontrarse erecto. Sentí una pulsación en mi entre pierna ante tales pensamientos. Lo cubrí cerrándole la bata rápidamente y me alejé. Definitivamente debería de dejar de pensar en él de esa forma.
Me empecé a quitar la camisa que se me pegaba como segunda piel. Había olvidado las mancuernillas así que me tomó algo de tiempo quitarlas mientras la prenda colgaba por debajo de mi cintura. En pantalones fui a mi maleta y saqué otro par, lo puse en el sillón que se encontraba frente a la cama y me dispuse a arrancarme el mojado, bajé la cremallera y demonios tenía una media erección, ¿qué me pasaba? estaba peor que un chiquillo. Metí mi mano acariciando mi miembro, Me sentí observado, pero al parecer había sido mi imaginación, de todas formas, quise comprobarlo.
– ¿Ves algo que quieras Grandchester? – el no dijo nada, al parecer estaba demasiado cansado para enfrascarse en una pelea verbal. Lo dicho, de haber estado en otras circunstancias…
Me cambié rápido, solo me puse el pantalón, nada de ropa interior, no pensaba ir a ningún lado. ya era hora de comer y todavía tenía que darle la atención requerida a su herida. Tomé el teléfono y ordené sopa y un emparedado de pollo para mí. Terry dormía y aunque no hubiera querido debía despertarlo. Le descubrí la bata en su pecho fuerte pude apreciar varias cicatrices, seguramente de peleas pasadas. De nuevo la sensación de quererlo proteger, aunque se hubiera comportado como un bastardo. Recordé la contestación que le había dado al gorila del bar.
Ya hacía mucho tiempo que no tenía a nadie que se preocupara por su bienestar. Dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad y al menos en ese momento y con esa gente él no tenía motivos para mentir. Eso era lo que me detenía de irme. Bueno, para ser honestos era lo que pensaba yo en ese momento.
Tocaron a la puerta me levanté rápidamente, que servicio tan excelente casi no habían tardado. Abrí la puerta y el chico de cabellera azabache cuyas insinuaciones habían logrado agitar mis pensamientos me miraba con sus ojos verde olivo, que digo me miraba, me recorría descaradamente. En ese instante recordé que no traía camisa; sin embargo, tenía la sensación que aunque me encontrara completamente vestido igual sentiría que mi camisa se desintegraba ante el escrutinio que hacía de mi anatomía.
–Buenas tardes dónde gusta que le deje esto – dijo entrando en la habitación, para mi sorpresa sin pedir permiso, empujando el carrito de servicio, con el cual casi me arrolla. – Vaya, sí que lo ha dejado cansado– refiriéndose a Grandchester quien yacía en bata tumbado en la cama.
–Por ahí está bien gracias, ya puede retirarse – le digo cortante al joven Devlin que se había convertido en un constante agitador de mis ya de por si perturbadores pensamientos
–Si, por supuesto, yo también tendría prisa –. fue su contestación -con su ya acostumbrada sonrisa pícara- antes de salir rápidamente por donde llegó, pero no sin antes soltar sus insinuaciones. El botones lo había hecho de nuevo. Juraría que somos la única habitación en todo el maldito hotel a la que este chico le daba servicio.
Fui a cubrirme con una camiseta y después le marqué a Annie para avisarle que mi viaje se había alargado indefinidamente. Para cuando colgué Grandchester ya había despertado y me observaba fijamente, conozco el sentimiento, trataba de descifrar qué diablos seguía yo haciendo allí.
–Debes comer algo, vamos, primero te alimentarás y después te atenderé la herida. – Me acerqué para ayudarle a sentarse.
–YO puedo solo – dijo y aunque batalló logró incorporarse, pero requirió de todo su esfuerzo.
Le acerqué el plato de sopa y me senté en la pequeña mesa de servicio que había a un costado de la cama para comer mi sándwich. Él solo contemplaba la comida sin probar bocado.
–¿Soy tu maldito proyecto de caridad? – lo observe tomar la cuchara entre sus dedos y luego ver como la dejaba caer sobre la sopa salpicando por todos lados, con su comentario solo quiso hacer menos evidente el hecho de que el cubierto se le había resbalado de la mano.
–¿Y qué si así fuera? no es como que puedas levantarte e irte–, le hice señas con la papa frita que después mordí con una sonrisa burlona. Decidí que no me tomaría a pecho ninguno de sus comentarios. No tenía por qué quedar bien con él así que me importaba un reverendo pepino si no le gustaban mis métodos o mis modos. Me acerqué a la cama y tomando la cuchara la sumergí en la sopa para después llevarla hasta sus labios.
–¡Eres un hijo de puta!, yo no te pedí que me ayudaras– me refutó volteando la cara. Ahí vamos de nuevo, debo confesar que extrañaba nuestros duelos, aunque fueran verbales, eran vigorizantes.
–No, no lo hiciste y si estoy aquí es porque me da la gana, nadie me obliga a hacer nada que yo no quiera –
–Ajá sí, seguro, excepto cuando se trata de hacerte novio de otra chica que no te gusta.
¡Maldición!, debí reprimirme de soltarle un buen golpe.
–Escúchame de una maldita vez, ahora por lo pronto estoy aquí ayudando a.. –dudé por instantes sobre cómo me debía dirigir a él, obviamente la barrera de desconocidos o de rivales ya estaba más que derribada, especialmente después de los besos intercambiados, que extraño, los recordaba ya no con enojo si no con añoranza. –un amigo, pero no me hagas arrepentirme.
–¡Ja! . por supuesto ya que si lo haces será toda mi culpa. Ya te dije que no necesito ni de tu ayuda ni de tus migajas, esas guárdalas para la mujer con la que te casaste– ¿Acaso había dicho que extrañaba nuestros duelos? ¡Me retracto!
– Mira idiota, al menos yo me alejé a tiempo, entendí desde antes que Candy no era para mí, ¿en cambio tú?, ¿sabías que ellos se conocieron desde muchísimo tiempo atrás? ¿Desde que ella estaba en el hogar de Pony llorando por su amiga Annie? Sí, así fue, de hecho, a Anthony lo confundió con él con su príncipe de la colina ese es Albert para ella, su príncipe, y mucho me temo que un príncipe siempre le ganará a un duque o en este caso serías qué ¿un marqués? –
Ahí lo tenía, sabía que me había portado como un completo imbécil, no soportaba la idea que la siguiera viendo como una posibilidad en su vida. Esa ilusión tenía que ser cortada de tajo como ya lo había hecho yo con la mía en su momento.
– ¡Madita sea! ¿crees que no lo sé? esa luz jamás fue para mí, tan solo como una estrella fugaz iluminó mi cielo por un tiempo limitado, el suficiente para que me diera cuenta que lo que toco lo convierto en mierda, es mejor así al menos ella será feliz. –
¡Ah! sus palabras reflejaban lo que yo tantas veces sentí, pero el dolor añejo se convertía en enojo.
Siempre he sido un hombre de metas definidas, se lo que quiero y voy por ello. En el amor ha sido diferente ya que ha sido un cúmulo de desencuentros desafortunados, pero tomando en cuenta los últimos acontecimientos era hora que intentara hacerlo de otro modo también en ese ámbito de mi vida. Era necesario pues el exorcizar al demonio de "dulces" amores pasados.
–Un hombre que quiere ser infeliz tiene muchas maneras de encontrar su camino– la tercera regla de Stear, o con lo que siempre terminábamos nuestras veladas de desahogo, me pareció adecuada para compartirla. La bebida y la melancolía prolongada eran malas consejeras. Me miró desconcertado, pero asintió levemente y después de lo que pareció una eternidad al fin contestó.
–Agradezco tu ayuda –me dijo sinceramente y yo procedí a darle de comer.
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Así transcurrieron los siguientes días.
Debía estar al pendiente de Terry de repente le daban escalofríos y temblaba, yo me di cuenta que no se trataba solo por causa de la herida. Las alucinaciones continuaban, dándome a saber detalles de su vida, de su infancia con esa mujer que todos habíamos creído que era su madre. Muchas veces renegué de la dureza de la Tía abuela, pero jamás dudé de su extraña manera de amarnos, prefería mil veces eso a lo que le tocó vivir a Terry y sí, ya no era más Grandchester para mí, ya era Terry.
Las noches eran otra historia. Esa primera noche quise quedarme en el sillón frente a la cama, pero Terry me dijo que no fuera ridículo la cama era suficientemente grande para los dos, la verdad era que esa cercanía me ponía mal. Estar tomando duchas frías antes de ir a la cama era una puta locura. Lo hacía y me metía bajo las cobijas, tratando de acostarme lo más alejado de él que me permitiera la cama matrimonial, pero siempre al despertar era lo mismo, amanecíamos juntos alguna parte de nuestros cuerpos se tocaba, mi mano en su pecho, la suya en mi vientre, encendiéndome. Al despertarnos en semejantes circunstancias tanto él como yo fingíamos demencia. No estaba dispuesto a hacer alguna otra maniobra hasta que fuera de mutuo acuerdo no me arriesgaría a otro rechazo del tipo del aristócrata calienta bolas.
Fue una de esas noches en las que ya podía levantarse él solo al baño que lo escuché. Me desperté primero al reconocer la melodía “Auld Lang Syne” interpretada magistralmente por la armónica, pero en contraste con las ocasiones previas en las que la había escuchado –al despedir y dar la bienvenida al año nuevo, - en esta ocasión parecía un lamento desgarrador. Después la música cesó y me di cuenta que estaba mal, llevaba rato devolviendo los contenidos de su estómago.
–¿Necesitas ayuda? – pregunté pegándome a la puerta. El silencio reinó por un buen rato, después Escuché el ruido de vidrio romperse, no lo pensé más y derribé la puerta. Estaba ahí en el suelo con la espalda desnuda recargada en la tina, la armónica en una mano y la otra apoyada en su frente. En el piso una botella rota algunos de los contenidos etílicos regados por el suelo.
–No es lo que piensas, bueno, sí pero lo saqué de mi sistema, ¡ya estoy harto de esta mierda! La recuerdo y bebo para olvidarla, después recuerdo a mi madre y bebo para recordarla mejor y luego recuerdo porque murió, que fue por mi culpa por mi cobardía de no enfrentar mi realidad, de no saber reconocer mis sentimientos a tiempo y después…
Me acerqué a él no lo había visto tan abatido, era como cuando recitaba los versos de Shakespeare la noche que nos encontramos.
–Tu madre Eleonor Baker no es cierto? – primero se me quedó viendo de una manera que pensé que en cualquier momento me molería a golpes, pero después algo se quebró en sus adentros. Abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre sus rodillas mientras profundos sollozos salían de su alama adolorida. Ahí estaba finalmente derrumbando sus murallas ante mí. Le puse la mano en la espalda y me descubrí derramando lágrimas, acompañándolo en su dolor, que también era el mío.
–Sácalo Terry, debes sacarlo si pretendes mejorar. No imagino lo profundo te tu pena, pero si de algo te sirven este par de oídos cuenta con ellos. –
Le reiteré sentándome a su lado y pasando mi brazo por sus hombros. Debimos estar así aproximadamente un par de horas. Mientras él me relataba como era que había viajado a América buscando a su madre quien lo rechazó y que según él había perdido valioso tiempo que pudo haber pasado con ella por su estúpido orgullo. Me dijo que fue gracias a Candy que se habían reconciliado, me contó el porqué de su decisión de abandonar el colegio y los múltiples desencuentros con Candy, pasando por el relato del accidente con las luces y la rápida intervención de Susana seguida de los reproches de La señora Marlowe hasta la noche en la que se despidió de Candy jurando que serían felices. Después su ascenso a la fama a costa de sentirse muerto en vida y el cómo su madre ante su negativa de buscar al amor de su vida quiso regresarle algo de alegría al interceder por él ante Candy situación que le dejó escrita en una carta explicando su repentina desaparición. Lo siguiente, ya lo sabía yo, el accidente al haber un derrumbe en la carretera dejándolo huérfano del único ser al que realmente le había importado.
Por mi parte correspondí a su confianza platicándole la camaradería que siempre había habido entre mis hermanos y yo, como al principio competimos para obtener la atención de Candy, como había sido la pérdida de Anthony lo que desencadenara nuestra partida a Londres y las esperanzas que yo tenía de después de dejar pasar un tiempo prudente volvería a intentar el tener una relación. También le conté como había sido Stear quien había apelado a mi mejor juicio para que me resignara a que ella ya se había decidido por cierto "aristócrata engreído" como ella le llamaba. No me contuve, le conté de las ganas que tenía de partirle la cara cuando tuve que ir a recogerla a la estación. Juro que en ese momento nuestros ánimos se caldearon y solo el cigarrillo que fumaba fue capaz de mantenernos a raya. De pronto nos quedamos viendo y de nueva cuenta como cómplices soltamos la carcajada ante nuestra completa estupidez.
Los dos habíamos perdido mucho y en comparación con perder a Candy que en realidad solo había seguido el camino que le dictara su corazón- por implacable que su comportamiento hubiera resultado para ambos- lo rescatable de todo esto era el que pudiéramos estar así, compartiendo un tiempo juntos como algo más que antiguos rivales que perdieron. ¿Qué se hacía en estos casos? ¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo?
En fin, así fue como dimos por terminada nuestra charla.
–¿Puedes creer lo idiotas que fuimos? – dije poniéndome de pie aun sonriendo.
–Que seguimos siendo amigo, que seguimos siendo– me contestó y me gustó esa palabra que utilizó para describirme.
Extendí mis manos hacia él, sabía que le costaría trabajo hacer el esfuerzo para ponerse de pie, lo que menos quería es que su herida se volviera a abrir. Lo ayudé a llegar a la cama abrazándose de mí, pero por su propio pie. La cercanía a su anatomía perfecta me jugó una mala pasada. Yo me había levantado olvidando que me encontraba tan solo en ropa interior. El bulto en mi entrepierna me delataba. Lo dejé acomodándose en la cama, me di la media vuelta algo atribulado y por una fracción de segundo alcancé a ver qué me veía y en su mirada Vi algo parecido a...
¿DESEO? SÍ sabía reconocerlo. Petulante aristócrata yo también puedo jugar el mismo juego. Indolente me quedé en calzoncillos justo ahí en medio de la habitación y me volteé de frente a la cama metí mi mano tomando con esta mi pene acariciándolo un par de veces.
–No me andaré con rodeos, ¿En verdad quieres hacer esto? – le dije en franco reto estrujando de nueva cuenta mi duro bulto.
–¿Vaya, las cosas claras desde un principio eh? Bien, pues me gusta, para variar y, para contestar a tu pregunta. Sí, sí quiero esto,– dijo sentándose a horcajadas y estirando su mano para posarla sobre la mía que seguía dentro de mi ropa interior.
Con la otra mano tomó mi nuca y nos besamos con apasionada desesperación, queriéndonos beber el uno al otro, encontrar algo de alivio a las penas que nos aquejaban. Bajé mi mano libre por su espalda, recorriendo finalmente la suave piel, continué bajando metiendo mi mano dentro de su pantalón del pijama lo tomé por la nalga, pellizcándolo, atrayéndolo hacia mí, casi muero por el deleite de sentir su verga dura restregarse contra la mía, saqué mi otra mano para sentir solo la de él estrujarme deliciosamente sobre la tela. Ambas manos se apoderaron de su trasero mientras él introducía su mano en mi prenda interior finalmente piel con piel, el beso, se profundizó, su lengua aventurera me degustaba acariciando la mía que le correspondía salvajemente.
Me bajó los calzoncillos liberándome me invitó a la cama. Ambos teníamos claro que él todavía no se recuperaba al cien, pero las posibilidades eran infinitas. Un tanto renuente me separé de él y ahora fue mi turno de bajarle el pijama junto con su prenda interior soltando a "la bestia".
–¿Ves algo que te guste Cornwell? – me dijo devolviéndome mi propia línea mientras esbozaba esa sonrisa retorcida que me provocaba el complacerle en todo lo que me pidiera, absolutamente en TODO. El seguía hincado sobre el borde de la cama mientras yo me puse de rodillas en el suelo. Quería probarlo y así lo hice, primero algo titubeante, después al escuchar sus gemidos placenteros cuando mi lengua recorría su intimidad me prendí más, era duro y suave al tacto y al gusto.
De pronto recordé
Cuando pagaba por alguna chica siempre les pedía que bebieran mi leche y me dio mucha curiosidad, así que, aunque él intentó apartarme, yo no lo dejé. Me aferré aún más a sus caderas. Apretando sus gloriosas nalgas el echó la cabeza hacia atrás extasiado.
Mientras unos rugidos salvajes e improperios variados salían de su garganta.
Terry se aferró a mis cabellos con ansias.
–Carajo Archie, me vendré en tu maldita boca si no.. si no..
Y de repente me llenó. La boca se me llenó de su sabor, era salado, y tenía toda su esencia.
Me separé de él mientras se echaba de nueva cuenta en la cama. Me le acerqué con una sonrisa triunfal en la boca.
Y él me vio como lo más importante en el mundo. Me desarmó, esa mirada suya me entibiaba el alma. De repente al acercarme más, soltó una sonora carcajada
Alargó su mano hacia mi rostro y limpió algunos restos de su leche de la comisura de mis labios.
–¿Con qué gatito?– me dijo burlón el muy hijo de puta.
Mis ojos se oscurecieron, pero no alcancé a respingar cuando me dio un beso probando los restos de su esencia en mi lengua.
Ha Sido él beso más malditamente erótico que he recibido.
–Mmm. Estuvo bueno, ya decía yo que eras un mamón.
–Cállate imbécil o no lo volveré a hacer.
–Ya deja de decir mentiras que lo has disfrutado igual —decía dirigiendo su mirada a mi erección— o más, no para ser honestos no creo que más que yo.
–Hasta que has puesto tu lengua viperina para mejor uso.
Solté una franca carcajada y él me siguió. Su mirada se tornó turbulenta de nueva cuenta y me hizo recostarme en la cama mientras bajaba arrastrando su lengua por mi abdomen.
Sus diestras manos me tomaron por sorpresa. El comenzó a acariciar mi perineo. Esa delicada porción de piel entre el ano y mis testículos, lo hacía de una manera rítmica por dios si que sabía lo que estaba haciendo. Su otra mano de dirigió a mi falo erecto que sentía que podría explotar de lo duro que estaba y lo vi bueno intenté ver cómo introducía la cabeza en su boca. Era como si me besara. Así movía su lengua en mi boca, ¡ah! pasaba mi miembro por sus labios, jugueteaba conmigo, ¡el muy cabrón me provocaba!.
Succionó la punta y me sentí perdido. Esos labios eran deliciosos podía dar fe de ello y ahora el sentirlos en la parte más sensible de mi anatomía era indescriptiblemente maravilloso.
Entonces empezó a introducirlo todo, arriba y abajo su cabeza se movía al ritmo de mis caderas, mientras seguía acariciando mis testículos. Fue mi turno de aferrarme a su cabello, como el corcel pura sangre que era para mí. Observé mi miembro desaparecer en su boca húmeda y estrecha, pero al mismo tiempo lo suficientemente amplia para abarcar toda mi virilidad.
¡Diablos!, con sus dientes rozó un poco la punta y eso fue todo, me vacíe por completo dentro de él. Nos desplomamos en la cama, satisfechos, por el momento.
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De nueva cuenta me descubrí admirando su rostro mientras dormía. Era lo más cerca, lo más íntimo que había estado de otro ser humano y que en realidad me hacía vibrar, pero me daba cuenta que era más allá de una gratificación sexual, se trataba de poder estar ahí para alguien, ayudarlo y brindarle apoyo. Hacía cuanto tiempo que no me sentía así de liberado, al fin podía ser yo en toda la extensión de la palabra sin restricción alguna con alguien que realmente me comprendiera y me apreciara como yo a él. ¡Mierda! Me estaba enamorando del cabrón de Terry Grandchester. Esta vez me aseguraría de ser correspondido.
Continuará...
Edición de portada por La Divina Laera
Escrito por la Divina Fedra\Elby8a
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Última edición por Elby8a el Miér Mayo 13, 2020 9:23 pm, editado 3 veces