Había esperado a Terrence casi por 2 horas y no se apareció en el pub en todo ese tiempo. De la preocupación pasé a la ira. ¿Quién se creía para hacerme esto? Y lo que era peor, ¿en dónde estaba y con quién? Nunca he sido, particularmente, una chica celosa, pero justo en este momento sería capaz de estrangular a Grandchester si no me daba una buena explicación de su prolongada demora.
Los chicos trataban de animarme, excusando a “mi novio” con posibles situaciones de lo que le pudo haber sucedido, todos, excepto Annie, ella siempre tan clara y directa…
--¿Piensas desaprovechar esta noche de diversión a causa del imbécil ese? Ve tú a saber dónde carajos está “metido” y tú sufriendo por él. Si ya decía yo que ese soso tarde o temprano iba a despertar, y considerando la manera en que lo dejaste toda la semana, era normal que buscara sosiego a su dolorido “corazón”.
--Annie, no deberías decirle esas cosas a Candy, Terry no sería capaz de engañarla. No ayudas mucho echando más leña al fuego. —Reclamó Patty.
--Deja de defenderlo O´Brien, mira que dejar a nuestra amiga vestida y alborotada, en TODOSSS los sentidos. –Ann se giró hacia mí y casi gritó.-- Hasta deberías estrenarte con otro para que no desaproveches esos paquetitos que traes en tu bolsa.
--Ya déjala Annie, y ni se te ocurra comentar esto delante de los chicos, eres muy impertinente. Candy no es una cualquiera para buscar con quién usar los… las cosas esas que le diste.
--Se llaman condones Patty, supongo que Stear y tú se cuida…
--¡¡¡Basta Annie Britter!!! Deja de ser tan descarada, ¿es que acaso no ves que nuestra amiga está afligida? –regañó Patty, dejándonos pasmadas a ambas.
Annie bajó su rostro un poco, avergonzada, y con voz arrepentida dijo:
--Lo siento chicas, sé que no eres así Candy, pero… arggg, me da tanto coraje lo que ese pelele te hizo, y, para variar, te echó a perder la noche… Una nunca debe sufrir por un hombre, nunca. Te quiero amiga… las quiero, y sólo deseo lo mejor para ustedes. –Dijo con voz solemne y nos abrazó, rompiendo el momento de tensión.
--¿Sucede algo chicas? –Preguntó Archie llegando con nuestras bebidas.
Las tres negamos y sonreímos. Me propuse no arruinarles la noche a mis amigos y mostrarme más animada. Después de unos instantes, todos estábamos bailando en la pista. Annie tenía razón, Terrence no merecía mi preocupación cuando ni siquiera había pensado en avisarme dónde carajos estaba. Me dediqué a sacar mi frustración y mala vibra con el baile… Después de unos minutos de mucho movimiento y cotorreo, me sentí sedienta, así que avisé a los chicos que iría por una bebida.
Llegué a la barra solicitando una sangría con agua mineral, y mientras esperaba, oí que alguien me hablaba.
--¿Candy?
Volteé hacia mi interlocutor, encontrándome con un sonriente Anthony.
--¡Anthony! ¿Qué tal?
--Pues empezando a disfrutar mi fin de semana. No te había visto. ¿Vienes acompañada?
--Sí claro. –Respondí tomando la bebida que me fue entregada.
--Mmm, eso quiere decir que tu… novio está aquí.
--Vine con mis amigos. —Sajé el tema.
--Ah, ya veo. ¿Quieres bailar? –Me dijo cambiando el tema.
--La verdad es que vine por algo refrescante porque me siento bastante ávida de agua, y muyyy cansada. –Respondí mientras sorbía el fresco líquido con la intención de que entendiera mi negativa.
--Oh bueno, quizá quieras salir un momento a refrescarte.
Lo miré con la pajita aún en mis labios. Era momento de actuar con corazón de hielo, no era por Terrence, era por mí.
--Anthony, lo siento, pero no deseo salir contigo, en primera, porque estoy con mis amigos y la estamos pasando bien, y en segunda porque… porque tengo novio.
--No vamos a hacer nada malo, nada que tú no quieras. –Dijo él en tono sugerente.
--Lo has dicho --Dije colocando mi vaso sobre la barra. –No haré nada que no quiera.
--Creí que entre nosotros había algo más… Podía notarlo. E incluso hace unos días nos besamos.
Suspiré cansinamente, eran demasiadas emociones por un día. Tomé las manos de Anthony y expresé con voz firme y decidida.
--Lamento lo del beso y que lo hayas malinterpretado, pero sólo te veo como un buen compañero.
--Pero dijiste que necesitabas ese contacto.
--Sí Tony, lo necesitaba. Tú me gustaste por mucho tiempo, no lo voy a negar, eres atractivo, pero… las cosas cambiaron. El beso que me diste, fue la certeza que necesité para darme cuenta de que mis sentimientos ya no eran los mismos.
--Entonces, ¿te enamoraste de Grandchester?
--No sé si llamarlo amor, pero es algo más fuerte que la amistad.
Tony suspiró y dijo:
--Comprendo hermosa, y lo lamento enormemente, realmente fui un idiota, al final, he perdido a una gran mujer. Eres extraordinaria, Grandchester se ha sacado la lotería. Pero si algún día te llegaras a dar cuenta que tus sentimientos están cambiando nuevamente, aquí estaré.
--No lo creo posible, pero gracias. –Respondí con sinceridad soltando sus manos, mientras él se acercaba y depositaba un beso en mi cabeza.
Ni siquiera vi venir lo que sucedió. Tony fue arrancado de mi lado y cayó estrepitosamente al suelo después de recibir un fuerte puñetazo de…
--No vuelvas a besar a mi novia o no respondo. –Dijo con sus ojos centelleantes de furia.
--¿Terry?—Pregunté con cierta duda.
Él no me miró, sus ojos estaban sobre Tony, pero los míos... ¡¡¡Santo Dios!!! No podía dejar de mirarlo. Era Terry pero en versión remasterizada. Con su camisa blanca remangada a ¾, unos ajustados jeans negros, su peinado totalmente diferente y sin anteojos, este chico era un monumento de hombre… Casi estaba en shock, hasta que oí hablar a Anthony, mientras se levantaba con ayuda de Archie.
--Vaya, vaya, estrenándote como hombre ¿no? ¿Quieres impresionar a Candy por medio de los golpes o es que temes que te la quite? –Terry se abalanzó nuevamente sobre él, tomándolo del cuello. El rubio logró hablar aún en esa situación. –Qué… nefasto eres.
Reaccioné después de notar el alboroto que se estaba armando, y agarré el brazo de mi novio.
--Terry, ¡¡¡déjalo por favor!!!
Él seguía sin atender mi voz, así que tomé una decisión.
--Muy bien Grandchester, sigue peleando como un imbécil, yo me voy.
Me giré y empecé a caminar hacia la mesa ante la atenta mirada de los chismosos que presenciaban la escena. Tomé mi cartera y me dirigí a la salida. A lo lejos oí gritar a Tony.
--No la mereces. Como sigas así, la perderás. ¡Estúpido nerd!
Salí del antro con la ira bullendo en mi interior, y no por la actuación de mi novio, sino porque recordé su demora y su falta de atención para conmigo en avisarme.
--¡Candy! ¡¡Candy!! ¡¡¡Candy detente!!!
Terry me alcanzó, tomó mi brazo y me giró hacia él, entonces hice la única cosa que se me ocurrió, le crucé el rostro con una sonora bofetada al tiempo que espetaba:
--¡¡¡Suéltame idiota!!!
Él me miró con indignación y dijo:
--Así que lo defiendes… Ver para creer.
--¿Quién te crees para venir a sermonearme?
--¡¡¡Tu novio!!! –Gritó.
--¡¡¡Mi novio pero no mi marido!!! –Respondí en el mismo tono.
--Eso significa que quisieras al güero oxigenado como “algo más”, ¿no? Por eso aceptas sus… atenciones.
Nuestras miradas se encontraron retándose. Aún con las emociones a flor de piel, oí la voz de Annie.
--¿Candy?... ¿Quieres que… nos… vayamos?
Sin dejar de mirar a Terry, dije:
--Sí, por favor.
--Ella no se irá contigo Annie, tenemos cosas de qué hablar.
--Yo no pienso hablar nada contigo, vete a dónde sea que estabas.
Mi declaración hizo que una sombra de culpabilidad atravesara sus ojos. Inspiró hondo y expresó con voz compungida:
--Candy, por favor, debemos calmarnos y hablar… ¡Por favor!
--¡Suéltame! –Susurré controladamente para no avivar el chismorreo.
--Solo quiero que hablemos, dame unos minutos, por favor.
Cerré los ojos, su voz calma había aplacado un poco mi erupción.
--Ok Grandchester, tienes 5 minutos para explicarte. Corre tiempo…
********************************************************************************
Ver al idiota ese besando la coronilla de mi novia me obnubiló el pensamiento y me orilló a actuar de forma inapropiada, pero es que aún traía atorado el coraje de ese anterior beso tan… revelador entre ellos, lo que provocó que mi naturaleza temperamental aflorara.
El hecho de que Candy me pidiera soltar al imbécil de Brower, no me alivianaba para nada el odio que bullía en mi interior. Ella lo estaba defendiendo a él por encima de mí… su novio.
Cuando Candy declaró que se iba, tardé unos minutos en asimilar sus palabras, por lo que, cuando quise alcanzarla, tuve que abrirme paso entre la multitud de chismosos que se arremolinaron para ver la escena.
Finalmente logré llegar a ella, pues, a pesar de mis gritos, no se detenía. La giré hacia mí y recibí una senda cachetada, que me dieron ganas de sobarme, pero temía que si lo hacía, ella pudiera salir corriendo.
Hice lo más estúpido que pude, reclamarle por defender a Brower… Sí ya sé, no fue lo más inteligente, pero la ira me consumió. Después de una serie de puyas entre nosotros, entendí su coraje… mi demora, así que le pedí, más bien supliqué, que me regalara tiempo, si no la convencía, era muy seguro que se fuera con su amiga, y, de ser así, las cosas podían empeorar… Annie tiene una habilidad inigualable para hacer que aún el agua arda.
Cuando me favoreció con 5 minutos de su valioso tiempo y su “calmada” ira, me propuse aprovecharlos al máximo. Lo primero era deshacerme de los espectadores.
--¿Podríamos hablar en un lugar menos… expuesto? Digo, hay mucha gente mirando.
Candy dio una mirada rápida alrededor y suspiró… Se veía tan hermosa toda enojada, pero no creo que tomara eso como un halago, al menos no por ahora.
--Vayamos dentro de mi auto. —Propuse suavemente, había notado que mi chica era muy receptiva a las palabras sutiles y blandas.
Candy me dio una mirada desconfiada, para luego decir a sus amigos, que ya estaban cerca de nosotros.
--Los buscaré para irnos apenas acabe esta charla. –Expresó decididamente. Ellos asintieron y, cuando miré a Annie, ésta me guiñó un ojo… ¿Qué significaba eso? Esta chica estaba reloca.
Nos dirigimos a mi auto, que estaba estacionado a un costado del pub; rápidamente abrí la portezuela de éste y no pude evitar deleitarme las pupilas con sus hermosas, largas y blancas piernas, que se dejaban ver con ese vestido precioso, aunque bastante revelador. Mejor me reservaba mis pensamientos acerca de la ropa, si me atrevía a exponerlos, acabaría sin novia.
Ingresé al vehículo, y me giré para verla, ella miraba por la ventanilla… Suspiré.
--Candy, mírame por favor. –Le dije dulcemente.
--Empieza a hablar Terrence, ya sólo te quedan 4 minutos. –Expresó sin quitar su mirada del costado exterior. Sonreí, a veces se comportaba como una niña mimada.
--Princesa, lo lamento. No quise llegar tarde a nuestra reunión, te juro que fue un imprevisto.
--¿De 2 horas?—Reclamó girándose hacia mí. --¿Y no pudiste avisar? Por favor Terrence, existen los artefactos llamados celular.
--Lo sé cariño, pero se me descargó; te estuve marcando de un teléfono fijo, pero no respondiste… Supuse que la música no te dejaría oír. –Ella revisó su celular inmediatamente, y noté que su rostro se suavizó un poco.
--¿Marcaste de un teléfono fijo? ¿Cuál?
Inspiré profundo, aquí venía lo duro de la historia.
--Bueno, ¿recuerdas a Karen?
--¿A Karen? ¿Qué Karen?
--A mi… amiga, la chica con la que me viste hoy.
--Ah, ella, ¿qué tiene que ver en el asunto? –Preguntó en tono peligrosamente calmo.
--Bueno, ella y yo nos conocemos desde Londres, vino de intercambio en esta semana y está sola por este rumbo… -Candy me miró con los ojos entrecerrados, por alguna razón, me estaba poniendo muy nervioso; hasta hace unos minutos, mientras apoyaba a mi amiga, no había visto nada malo en ello… Pero justo ahora, me parecía un pecado capital…
--Ajá… --Monosilabeó ella.
--Bueno pues resulta que se fue la energía eléctrica en su edificio y se sentía muy temerosa, por lo que me pidió hacerle compañía mientras volvía la iluminación, ya sabes, chica nueva en la ciudad, sola, con miedo… No tenía a quién recurrir y me pidió un poco de solidaridad…
--¿Me estás diciendo que estuviste en un apartamento, a oscuras y sólo, junto a tu “amiga”?
--Bueno, si lo dices de esa manera no suena muy bien…
--¿Y viniste a hacer un show en el antro por un beso de Tony, sobre mi cabeza y a la luz pública?
--No hay punto de comparación, ese tipo busca cualquier oportunidad para alejarte de mí.
--Ohh, ya veo. –Habló ella como en un monólogo reflexivo. –El chico machista tiene derecho a pasar tiempo, a solas, con su “amiguita” pero una no puede hablar o saludar a cualquier chico, porque ya es algo impropio. –Culminó con sarcasmo.
--Si ese chico no fuera tu ex amor platónico, y los hubiera visto besándose en el campo de entrenamiento, no habría razón para tal desconfianza.
La vi palidecer y abrir la boca sin poder emitir palabra. Inspiré profundo y tomé sus manos.
--Candy yo… no quise decirlo de esta manera, pero, ya llevaba mucho tiempo queriendo sacar el tema y no hallaba el momento exacto. Sé que fuiste honesta conmigo y que te pedí sólo un mes de… noviazgo, si tú ya no… ya no quieres seguir con lo… nuestro, yo… lo entenderé.
Ella me miró con sus ojos vidriosos y con voz estrangulada, expresó:
--Lamento tanto que hayas visto ese beso, pero te juro que, al menos de parte mía, no hubo nada pasional en él, lo único que buscaba era aclarar mis sentimientos.
--¿Tus sentimientos?
--Sí… Gracias a ese momento pude darme cuenta de que Tony no significó más que un gusto pasajero en mi vida, me deslumbró su popularidad; pero lo que abrigo por ti, aunque aún no defino qué es, se ha erigido mucho más fuerte en mi sentir.
Mi aún novia tomó mis manos y me dijo:
--Si tú aún deseas que lo nuestro continúe, yo…
Interrumpí su perorata tomando su rostro en mis manos y besando sus deliciosos labios, los cuales tenía rato deseando saborear. Candy subió sus brazos a mi cabello y profundizó el beso. Succioné su labio inferior y la oí gemir, y mi sangre se transmutó en lava.
Deslicé mi mano hacia una de sus suaves piernas mientras ella besaba mi mandíbula y cuello… Mi mano se fue colando aún más arriba y acaricié su cadera, sintiendo la suavidad de su ropa interior; ella se acercó más a mí… necesitábamos más privacidad. Nos separé lentamente y ella dijo:
--Busquemos un lugar menos expuesto. –Y sonrió.
Iba a arrancar el auto, cuando tocaron la ventanilla de mi lado. Ambos miramos hacia la impertinente persona… Annie nos sonreía insinuantemente desde fuera, mientras exclamaba:
--¿Iban a algún lado? Ya pasaron los 5 minutos…
Candy y yo nos miramos, sonreímos y decidimos bajar del auto… Disfrutaríamos unos momentos del ambiente en el pub, de los amigos y, luego, ya veríamos qué nos deparaba el destino, no quería apresurar nada y tampoco aprovecharme de la situación, pero deseaba que algo muy bueno y placentero ocurriera en nuestras vidas…
Los chicos trataban de animarme, excusando a “mi novio” con posibles situaciones de lo que le pudo haber sucedido, todos, excepto Annie, ella siempre tan clara y directa…
--¿Piensas desaprovechar esta noche de diversión a causa del imbécil ese? Ve tú a saber dónde carajos está “metido” y tú sufriendo por él. Si ya decía yo que ese soso tarde o temprano iba a despertar, y considerando la manera en que lo dejaste toda la semana, era normal que buscara sosiego a su dolorido “corazón”.
--Annie, no deberías decirle esas cosas a Candy, Terry no sería capaz de engañarla. No ayudas mucho echando más leña al fuego. —Reclamó Patty.
--Deja de defenderlo O´Brien, mira que dejar a nuestra amiga vestida y alborotada, en TODOSSS los sentidos. –Ann se giró hacia mí y casi gritó.-- Hasta deberías estrenarte con otro para que no desaproveches esos paquetitos que traes en tu bolsa.
--Ya déjala Annie, y ni se te ocurra comentar esto delante de los chicos, eres muy impertinente. Candy no es una cualquiera para buscar con quién usar los… las cosas esas que le diste.
--Se llaman condones Patty, supongo que Stear y tú se cuida…
--¡¡¡Basta Annie Britter!!! Deja de ser tan descarada, ¿es que acaso no ves que nuestra amiga está afligida? –regañó Patty, dejándonos pasmadas a ambas.
Annie bajó su rostro un poco, avergonzada, y con voz arrepentida dijo:
--Lo siento chicas, sé que no eres así Candy, pero… arggg, me da tanto coraje lo que ese pelele te hizo, y, para variar, te echó a perder la noche… Una nunca debe sufrir por un hombre, nunca. Te quiero amiga… las quiero, y sólo deseo lo mejor para ustedes. –Dijo con voz solemne y nos abrazó, rompiendo el momento de tensión.
--¿Sucede algo chicas? –Preguntó Archie llegando con nuestras bebidas.
Las tres negamos y sonreímos. Me propuse no arruinarles la noche a mis amigos y mostrarme más animada. Después de unos instantes, todos estábamos bailando en la pista. Annie tenía razón, Terrence no merecía mi preocupación cuando ni siquiera había pensado en avisarme dónde carajos estaba. Me dediqué a sacar mi frustración y mala vibra con el baile… Después de unos minutos de mucho movimiento y cotorreo, me sentí sedienta, así que avisé a los chicos que iría por una bebida.
Llegué a la barra solicitando una sangría con agua mineral, y mientras esperaba, oí que alguien me hablaba.
--¿Candy?
Volteé hacia mi interlocutor, encontrándome con un sonriente Anthony.
--¡Anthony! ¿Qué tal?
--Pues empezando a disfrutar mi fin de semana. No te había visto. ¿Vienes acompañada?
--Sí claro. –Respondí tomando la bebida que me fue entregada.
--Mmm, eso quiere decir que tu… novio está aquí.
--Vine con mis amigos. —Sajé el tema.
--Ah, ya veo. ¿Quieres bailar? –Me dijo cambiando el tema.
--La verdad es que vine por algo refrescante porque me siento bastante ávida de agua, y muyyy cansada. –Respondí mientras sorbía el fresco líquido con la intención de que entendiera mi negativa.
--Oh bueno, quizá quieras salir un momento a refrescarte.
Lo miré con la pajita aún en mis labios. Era momento de actuar con corazón de hielo, no era por Terrence, era por mí.
--Anthony, lo siento, pero no deseo salir contigo, en primera, porque estoy con mis amigos y la estamos pasando bien, y en segunda porque… porque tengo novio.
--No vamos a hacer nada malo, nada que tú no quieras. –Dijo él en tono sugerente.
--Lo has dicho --Dije colocando mi vaso sobre la barra. –No haré nada que no quiera.
--Creí que entre nosotros había algo más… Podía notarlo. E incluso hace unos días nos besamos.
Suspiré cansinamente, eran demasiadas emociones por un día. Tomé las manos de Anthony y expresé con voz firme y decidida.
--Lamento lo del beso y que lo hayas malinterpretado, pero sólo te veo como un buen compañero.
--Pero dijiste que necesitabas ese contacto.
--Sí Tony, lo necesitaba. Tú me gustaste por mucho tiempo, no lo voy a negar, eres atractivo, pero… las cosas cambiaron. El beso que me diste, fue la certeza que necesité para darme cuenta de que mis sentimientos ya no eran los mismos.
--Entonces, ¿te enamoraste de Grandchester?
--No sé si llamarlo amor, pero es algo más fuerte que la amistad.
Tony suspiró y dijo:
--Comprendo hermosa, y lo lamento enormemente, realmente fui un idiota, al final, he perdido a una gran mujer. Eres extraordinaria, Grandchester se ha sacado la lotería. Pero si algún día te llegaras a dar cuenta que tus sentimientos están cambiando nuevamente, aquí estaré.
--No lo creo posible, pero gracias. –Respondí con sinceridad soltando sus manos, mientras él se acercaba y depositaba un beso en mi cabeza.
Ni siquiera vi venir lo que sucedió. Tony fue arrancado de mi lado y cayó estrepitosamente al suelo después de recibir un fuerte puñetazo de…
--No vuelvas a besar a mi novia o no respondo. –Dijo con sus ojos centelleantes de furia.
--¿Terry?—Pregunté con cierta duda.
Él no me miró, sus ojos estaban sobre Tony, pero los míos... ¡¡¡Santo Dios!!! No podía dejar de mirarlo. Era Terry pero en versión remasterizada. Con su camisa blanca remangada a ¾, unos ajustados jeans negros, su peinado totalmente diferente y sin anteojos, este chico era un monumento de hombre… Casi estaba en shock, hasta que oí hablar a Anthony, mientras se levantaba con ayuda de Archie.
--Vaya, vaya, estrenándote como hombre ¿no? ¿Quieres impresionar a Candy por medio de los golpes o es que temes que te la quite? –Terry se abalanzó nuevamente sobre él, tomándolo del cuello. El rubio logró hablar aún en esa situación. –Qué… nefasto eres.
Reaccioné después de notar el alboroto que se estaba armando, y agarré el brazo de mi novio.
--Terry, ¡¡¡déjalo por favor!!!
Él seguía sin atender mi voz, así que tomé una decisión.
--Muy bien Grandchester, sigue peleando como un imbécil, yo me voy.
Me giré y empecé a caminar hacia la mesa ante la atenta mirada de los chismosos que presenciaban la escena. Tomé mi cartera y me dirigí a la salida. A lo lejos oí gritar a Tony.
--No la mereces. Como sigas así, la perderás. ¡Estúpido nerd!
Salí del antro con la ira bullendo en mi interior, y no por la actuación de mi novio, sino porque recordé su demora y su falta de atención para conmigo en avisarme.
--¡Candy! ¡¡Candy!! ¡¡¡Candy detente!!!
Terry me alcanzó, tomó mi brazo y me giró hacia él, entonces hice la única cosa que se me ocurrió, le crucé el rostro con una sonora bofetada al tiempo que espetaba:
--¡¡¡Suéltame idiota!!!
Él me miró con indignación y dijo:
--Así que lo defiendes… Ver para creer.
--¿Quién te crees para venir a sermonearme?
--¡¡¡Tu novio!!! –Gritó.
--¡¡¡Mi novio pero no mi marido!!! –Respondí en el mismo tono.
--Eso significa que quisieras al güero oxigenado como “algo más”, ¿no? Por eso aceptas sus… atenciones.
Nuestras miradas se encontraron retándose. Aún con las emociones a flor de piel, oí la voz de Annie.
--¿Candy?... ¿Quieres que… nos… vayamos?
Sin dejar de mirar a Terry, dije:
--Sí, por favor.
--Ella no se irá contigo Annie, tenemos cosas de qué hablar.
--Yo no pienso hablar nada contigo, vete a dónde sea que estabas.
Mi declaración hizo que una sombra de culpabilidad atravesara sus ojos. Inspiró hondo y expresó con voz compungida:
--Candy, por favor, debemos calmarnos y hablar… ¡Por favor!
--¡Suéltame! –Susurré controladamente para no avivar el chismorreo.
--Solo quiero que hablemos, dame unos minutos, por favor.
Cerré los ojos, su voz calma había aplacado un poco mi erupción.
--Ok Grandchester, tienes 5 minutos para explicarte. Corre tiempo…
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Ver al idiota ese besando la coronilla de mi novia me obnubiló el pensamiento y me orilló a actuar de forma inapropiada, pero es que aún traía atorado el coraje de ese anterior beso tan… revelador entre ellos, lo que provocó que mi naturaleza temperamental aflorara.
El hecho de que Candy me pidiera soltar al imbécil de Brower, no me alivianaba para nada el odio que bullía en mi interior. Ella lo estaba defendiendo a él por encima de mí… su novio.
Cuando Candy declaró que se iba, tardé unos minutos en asimilar sus palabras, por lo que, cuando quise alcanzarla, tuve que abrirme paso entre la multitud de chismosos que se arremolinaron para ver la escena.
Finalmente logré llegar a ella, pues, a pesar de mis gritos, no se detenía. La giré hacia mí y recibí una senda cachetada, que me dieron ganas de sobarme, pero temía que si lo hacía, ella pudiera salir corriendo.
Hice lo más estúpido que pude, reclamarle por defender a Brower… Sí ya sé, no fue lo más inteligente, pero la ira me consumió. Después de una serie de puyas entre nosotros, entendí su coraje… mi demora, así que le pedí, más bien supliqué, que me regalara tiempo, si no la convencía, era muy seguro que se fuera con su amiga, y, de ser así, las cosas podían empeorar… Annie tiene una habilidad inigualable para hacer que aún el agua arda.
Cuando me favoreció con 5 minutos de su valioso tiempo y su “calmada” ira, me propuse aprovecharlos al máximo. Lo primero era deshacerme de los espectadores.
--¿Podríamos hablar en un lugar menos… expuesto? Digo, hay mucha gente mirando.
Candy dio una mirada rápida alrededor y suspiró… Se veía tan hermosa toda enojada, pero no creo que tomara eso como un halago, al menos no por ahora.
--Vayamos dentro de mi auto. —Propuse suavemente, había notado que mi chica era muy receptiva a las palabras sutiles y blandas.
Candy me dio una mirada desconfiada, para luego decir a sus amigos, que ya estaban cerca de nosotros.
--Los buscaré para irnos apenas acabe esta charla. –Expresó decididamente. Ellos asintieron y, cuando miré a Annie, ésta me guiñó un ojo… ¿Qué significaba eso? Esta chica estaba reloca.
Nos dirigimos a mi auto, que estaba estacionado a un costado del pub; rápidamente abrí la portezuela de éste y no pude evitar deleitarme las pupilas con sus hermosas, largas y blancas piernas, que se dejaban ver con ese vestido precioso, aunque bastante revelador. Mejor me reservaba mis pensamientos acerca de la ropa, si me atrevía a exponerlos, acabaría sin novia.
Ingresé al vehículo, y me giré para verla, ella miraba por la ventanilla… Suspiré.
--Candy, mírame por favor. –Le dije dulcemente.
--Empieza a hablar Terrence, ya sólo te quedan 4 minutos. –Expresó sin quitar su mirada del costado exterior. Sonreí, a veces se comportaba como una niña mimada.
--Princesa, lo lamento. No quise llegar tarde a nuestra reunión, te juro que fue un imprevisto.
--¿De 2 horas?—Reclamó girándose hacia mí. --¿Y no pudiste avisar? Por favor Terrence, existen los artefactos llamados celular.
--Lo sé cariño, pero se me descargó; te estuve marcando de un teléfono fijo, pero no respondiste… Supuse que la música no te dejaría oír. –Ella revisó su celular inmediatamente, y noté que su rostro se suavizó un poco.
--¿Marcaste de un teléfono fijo? ¿Cuál?
Inspiré profundo, aquí venía lo duro de la historia.
--Bueno, ¿recuerdas a Karen?
--¿A Karen? ¿Qué Karen?
--A mi… amiga, la chica con la que me viste hoy.
--Ah, ella, ¿qué tiene que ver en el asunto? –Preguntó en tono peligrosamente calmo.
--Bueno, ella y yo nos conocemos desde Londres, vino de intercambio en esta semana y está sola por este rumbo… -Candy me miró con los ojos entrecerrados, por alguna razón, me estaba poniendo muy nervioso; hasta hace unos minutos, mientras apoyaba a mi amiga, no había visto nada malo en ello… Pero justo ahora, me parecía un pecado capital…
--Ajá… --Monosilabeó ella.
--Bueno pues resulta que se fue la energía eléctrica en su edificio y se sentía muy temerosa, por lo que me pidió hacerle compañía mientras volvía la iluminación, ya sabes, chica nueva en la ciudad, sola, con miedo… No tenía a quién recurrir y me pidió un poco de solidaridad…
--¿Me estás diciendo que estuviste en un apartamento, a oscuras y sólo, junto a tu “amiga”?
--Bueno, si lo dices de esa manera no suena muy bien…
--¿Y viniste a hacer un show en el antro por un beso de Tony, sobre mi cabeza y a la luz pública?
--No hay punto de comparación, ese tipo busca cualquier oportunidad para alejarte de mí.
--Ohh, ya veo. –Habló ella como en un monólogo reflexivo. –El chico machista tiene derecho a pasar tiempo, a solas, con su “amiguita” pero una no puede hablar o saludar a cualquier chico, porque ya es algo impropio. –Culminó con sarcasmo.
--Si ese chico no fuera tu ex amor platónico, y los hubiera visto besándose en el campo de entrenamiento, no habría razón para tal desconfianza.
La vi palidecer y abrir la boca sin poder emitir palabra. Inspiré profundo y tomé sus manos.
--Candy yo… no quise decirlo de esta manera, pero, ya llevaba mucho tiempo queriendo sacar el tema y no hallaba el momento exacto. Sé que fuiste honesta conmigo y que te pedí sólo un mes de… noviazgo, si tú ya no… ya no quieres seguir con lo… nuestro, yo… lo entenderé.
Ella me miró con sus ojos vidriosos y con voz estrangulada, expresó:
--Lamento tanto que hayas visto ese beso, pero te juro que, al menos de parte mía, no hubo nada pasional en él, lo único que buscaba era aclarar mis sentimientos.
--¿Tus sentimientos?
--Sí… Gracias a ese momento pude darme cuenta de que Tony no significó más que un gusto pasajero en mi vida, me deslumbró su popularidad; pero lo que abrigo por ti, aunque aún no defino qué es, se ha erigido mucho más fuerte en mi sentir.
Mi aún novia tomó mis manos y me dijo:
--Si tú aún deseas que lo nuestro continúe, yo…
Interrumpí su perorata tomando su rostro en mis manos y besando sus deliciosos labios, los cuales tenía rato deseando saborear. Candy subió sus brazos a mi cabello y profundizó el beso. Succioné su labio inferior y la oí gemir, y mi sangre se transmutó en lava.
Deslicé mi mano hacia una de sus suaves piernas mientras ella besaba mi mandíbula y cuello… Mi mano se fue colando aún más arriba y acaricié su cadera, sintiendo la suavidad de su ropa interior; ella se acercó más a mí… necesitábamos más privacidad. Nos separé lentamente y ella dijo:
--Busquemos un lugar menos expuesto. –Y sonrió.
Iba a arrancar el auto, cuando tocaron la ventanilla de mi lado. Ambos miramos hacia la impertinente persona… Annie nos sonreía insinuantemente desde fuera, mientras exclamaba:
--¿Iban a algún lado? Ya pasaron los 5 minutos…
Candy y yo nos miramos, sonreímos y decidimos bajar del auto… Disfrutaríamos unos momentos del ambiente en el pub, de los amigos y, luego, ya veríamos qué nos deparaba el destino, no quería apresurar nada y tampoco aprovecharme de la situación, pero deseaba que algo muy bueno y placentero ocurriera en nuestras vidas…