Para las que me siguen y leen en wattpad ya saben que por ahora ando en stand by con las historias, pero no quise quedarme de brazos cruzados respecto a unas historias que rondan en mi cabeza y que han sido destinadas para los equipos en los que felizmente participó.
No pienso subir la historia como tal, sólo dejaré spoilers de lo que tengo pensado para tales fics, partes del comienzo, desarrollo y final.
Espero que disfruten de estos pequeños escritos, tanto como yo lo hice escribiendo. Así sin más, las dejo con:
El gran reloj repiqueteaba por la ciudad, anunciando el horario que, según las viejas costumbres, era el idóneo para practicar, o bien la hechicería, o los trabajos indeseados e ilícitos, esos que te dan buen dinero con poco trabajo, pero con el que, muy seguramente, nadie sale vivo.
El aire gélido soplaba, anunciando la llegada del inevitable otoño y las muy usuales lluvias, características de Londres. El silbido del viento se mezclaba con las campanadas del reloj… Eran los pocos sonidos que podían escucharse en esas apartadas callejuelas…
Las singulares farolas irradiaban una ténue luz que le daba a las calles un toque misterioso y… tétrico… Probablemente las muchas leyendas urbanas se debían al efecto de éstas al mezclarse con las sombras de la noche.
Esa podría ser la noche perfecta de quien goza de un buen sueño, calma y silencio, plus la fresca brisa que permite caer, con mayor placer, en los brazos de Morfeo. Muy seguramente casi todos los ingleses estaban gozando de esa noche, no así la protagonista y receptora de los golpes dados dentro de la bodega situada al final del barrio pobre de la ciudad, una por la cual, ni los gendarmes se atrevían a pasar.
Gritos y sangre dentro de este cerrado lugar, eran el escenario perfecto para quien está ejecutando un plan en donde, muy seguramente, la muerte sería la invitada de honor.
–¡Por favor, por favor! ¡¡¡No me mate!!! Juro que me iré del país, y nunca más volverán a verme.
–¿Suplicas, perra? Porque dudo mucho que hayas llegado aquí por mera casualidad, tal como lo afirmas…
–Juro que es verdad, he llegado aquí por error, buscaba a…
Una fuerte bofetada le cruzó el rostro, haciéndola escupir más sangre de la que ya tenía entre la boca.
–¡¡¡Mátala!!! –Ordenó una voz femenina, rostro que la fémina golpeada no pudo ver, por tener casi cerrados ambos ojos a causa de los golpes recibidos.
–¡¡¡Por favor, no!!! – Rogaba la sometida.
–Lo haré, querida, lo haré, pero la putita está de buen ver, así que primero me divertiré con ella.
–Eres asqueroso, mira que conformarte con miserias, pero como quieras, yo me adelanto, o el jefe estará molesto por el retraso.
El hombre asintió sin ver a la mujer, la cual se dirigió a una gran camioneta negra, blindada, alejándose del lugar.
–Muy bien perrita, nos vamos a divertir un ratito.
La chica lloraba y negaba, suplicando, pero sus intentos eran silenciados, una y otra vez, con más golpes.
El hombre tomó el rizado cabello de la chica y la puso en pié, quien se sostuvo, apenas, con las pocas fuerzas que tenía, el tipo tomó una navaja y cortó el abrigo, vestido y sostén que cubría el cuerpo femenino.
–¡¡¡Por favor, no me mate!!! Haga lo que quiera conmigo, pero no me mate, se lo suplico…
–No eres quién para darme órdenes, perra. –La mujer se estremeció al sentir cómo el frío aire le acariciaba su expuesto cuerpo. –No estás nada mal. –Exclamó el hombre, ahuecando entre sus manos los abultados senos de la chica, mientras pellizcaba los erguidos pezones. –Ahora te voy a hacer gemir como la puta que eres.
El susodicho se inclinó sobre ella y metió un seno a su boca, succionándolo violentamente y arrancando un alarido de dolor de la mujer, acto que le costó una bofetada más y caer estrepitosamente al suelo, pues, con las manos atadas, poco podía hacer para protegerse al caer. Al elevar el rostro y notar la iracunda mirada del hombre, el terror volvió a atenazarla.
–¡Perdón, perdón!
–Ahora te voy a enseñar cómo me gusta perdonar a las zorras como tú.
De un solo jalón, arrancó la ropa interior que cubría su feminidad, abrió su pantalón, extrayendo su miembro erguido y se posicionó entre los pliegues íntimos de la pelinegra, quién sólo cerró los ojos, a la espera de lo inevitable.
Repentinamente, y sin que nadie lo previera, todo se volvió un caso, dando un giro de 180 grados al acto que estuvo por ejecutarse.
Gritos, golpes, detonaciones, ella siendo aplastada totalmente por su golpeador, humedad, rojo, mucho color rojo cubriendo su rostro, la opresión sobre su pecho, sofocándola, ahogándola, aplastándola, haciéndola sentir pesada…
De pronto algo sucedió, no supo el qué pero se sintió ligera, capaz de respirar… Abrió sus ojos, lo poco que pudo, y divisó a alguien que se cernía sobre ella, se le hacía familiar, pero no era capaz de procesar nada al cien por ciento… La mirada del hombre era azul, preocupada, cayendo sobre su rostro, después, sólo hubo oscuridad, una inmensa y profunda oscuridad… y la inconsciencia…
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La camioneta negra se estacionó frente a la enorme residencia minimalista que estaba apostada en la zona más exclusiva de Londres. La pelirroja descendió del vehículo y se dirigió a la entrada, topándose de frente con un la mano derecha del “jefe".
–¿Dónde está tu hermano? –Indagó el castaño.
–Se quedó en la bodega.
–¿Por qué? –Preguntó frunciendo el ceño.
–Tenía que arreglar unos asuntos. –Comentó la mujer de manera sensual, mirando descaradamente al chico.
–¿Qué asuntos? –Inquirió él con rudeza.
–Metiches que nunca faltan, ya sabes, acabar con las evidencias. –El ojiazul entrecerró los ojos, y, sin mediar palabra, se giró hacia su lugar asignado en dicha sociedad. –Hay mucho frío en el ambiente, deberíamos calentarnos el uno al otro. –Sugirió ella siguiéndolo.
–Hoy no me place calentarme, en ninguna forma.
–Eso es porque últimamente pareciera que te complaces más estando cerca del “jefe" que con una mujer.
–Ese es mi trabajo, estar cerca del jefe, nuestro jefe.
–No lo discuto, pero a veces es necesario relajarse un poco, tanta incontinencia no deja pensar bien… Vamos a mi recámara.
El hombre se detuvo abruptamente, recibiendo el choque de la chica que venía detrás suyo.
–Todo lo que quiero lo tengo, lo que desee y me plazca, una sola cosa me fue vetada… tú, no insistas, jamás defraudaré al jefe de esa manera.
La fémina estaba por responder, cuando el celular del castaño sonó.
–Grandchester. –Mientras oía, el rostro se le descompuso en una mueca de desprecio. –Entendido. Quemen el lugar apenas quede desocupado.
El ojiazul se dirigió a las escaleras y empezó a subirlas con paso firme.
–¿Qué pasa Grandchester? –Él no respondió. –Te estoy hablando, responde.
Terrence llegó a lo alto la escalera, miró hacia la mujer y dijo, con voz fría.
–Pasa que todo se fue a la mierda.
–Explícate, odio tus frases cortantes.
–Muy bien Eliza, seré claro, sucede que la mercancía está decomisada y tu hermano en el infierno… Cayó la CIA… Ahora, querida, deberás dar cuentas delante del jefe y esperar su arranque de ira… Era su única encomienda, y no pudieron con ella… Que el diablo se apiade de su alma…
La mujer quedó parada en medio del pasillo, mientras veía caminar a quien fuera el emisario de tan terrible noticia… Las lágrimas comenzaron a fluirle y, en un arrebato, soltó un grito desgarrador que estremeció las paredes de aquel recinto…
Ahora el trío estaba incompleto, y todo a causa de una puta barata que se le metió entre la sangre a su hermano… Esperaba que el “jefe” se cobrara caro la muerte de su pequeño hermano…
La CIA sabría de ellos, como que era una Leagan, se prometió mientras descargaba su dolor sobre el suelo alfombrado de ese pasillo…