Espero que les guste.
Capitulo 2
Adaptándose a la vida
Saint Anne's Church, Queens, Nueva York.
— ¿Qué tal el trabajo en el hospital Terry? — Preguntó Albert Ardlay mientras se sentaba frente al castaño.
Ambos hombres se encontraban en la cocina de la iglesia dónde Albert era párroco, a falta de un lugar donde vivir, el joven se encontraba alojado ahí, claro, de manera temporal, en lo que juntaba para pagar el alquiler de un departamento.
Tres meses atrás Terrence había salido en libertad al ser demostrada su inocencia gracias al buen trabajo del abogado que el padre Ardlay le había conseguido, y como no tenía a dónde quedarse, el hombre le ofreció las instalaciones del recinto para hacerlo.
— Hasta ahora todo bien — Respondió el castaño encogiéndose de hombros — Aunque todavía no sé cómo le hiciste para que me dieran el empleo siendo que soy un ex presidiario — Dijo Terry al tiempo que se tomaba el café.
— Eres un hombre inocente Terry, si tú no lo crees hay documentos que dicen que no tuviste culpa en la muerte de ese hombre.
— Y aun así pasé cuatro años en ese infierno.
— Es lamentable hijo, pero al final estás libre.
El hombre no respondió, se limitó a seguir con su bebida caliente, perdiéndose en sus recuerdos, esos que no lo dejaban dormir por las noches.
Estar en la prisión de Rikers era como estar en el mismo averno, Terrence tenía veinte años cuando ingresó, las malas compañías y la rebeldía que todavía imperaba en su persona lo llevaron a meterse en muchos problemas, sin embargo, lo que pasó no fue culpa suya, ¡Ni siquiera tenía conocimiento de lo que sucedería!
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Cuatro años atrás...
Estaba con sus amigos, los del barrio, los "tipos duros" esos con los que nadie se metía.
Eran casi las ocho de la noche, Neal, el cabecilla y mayor de todos los chicos de la pandilla andaba muy contento, seguramente por algo que le había salido muy bien.
Alardeando como siempre, el grupo de jóvenes que iban desde los quince hasta los veintidós años llegaron a la tienda de Cameron Martín, un hombre regordete y bonachón de poco más de cincuenta años.
La campanilla sonó y el tendero se alertó, saludando y muy sonrientes un par de chicos tomaban golosinas del mostrador mientras otros caminaban hacia los anaqueles buscando papas fritas.
— ¿Qué tal muchachos? — Saludó Martín mirando a unos y otros — ¿Es noche de fiesta? — Inquirió al tiempo que veía entrar dos personas más.
— Buenas noches señor Cameron.
— ¡Hola Terry! ¡Qué bueno que vienes por aquí! ¡No te olvides que mañana llega la mercancía y necesito que llegues temprano!
— No lo olvido señor, aquí estaré.
— ¡Cóbrate viejo! — Exclamó Neal al tiempo que azotaba un paquete de cervezas — ¡Ah! ¡También dame un paquete de cigarrillos! — Ordenó el muchacho apoyando el codo sobre el mostrador de madera.
El dueño del local prefirió no hacer comentarios, mientras más rápido atendiera a los clientes más rápido estos saldrían de su tienda.
Tal como entraron fueron saliendo, solo que esta vez, el castaño llamado Terrence Graham quedó al último.
— No deberías seguir juntándote con ese chico hijo — Dijo el señor Martín cuando Terry pasaba junto a él — No te dejará nada bueno, si sigues trabajando como hasta ahora ya te dije que te apoyaré para que entres a la universidad, eres bueno con los números, aprendes rápido lo que sea.
— Son mis amigos señor — Comentó el joven — No molestamos a nadie.
— Es un consejo que te da este viejo, no lo eches en saco roto.
— ¡Vámonos Graham! — Gritó Neal una vez más, molesto por los comentarios del tendero, los cuales había escuchado con claridad.
La pandilla de Neal se quedó un buen rato en una esquina, bromeaban, tomaban y fumaban, la gente del barrio que los conocía prefería pasar por un lado, si nadie los molestaba ellos no hacían nada, así que era mejor pasar de largo.
— Ya debo ir a casa Neal, mi mamá tiene turno de noche en la cafetería y no le gusta que el departamento se quede solo.
Terry estaba a dos manzanas del edificio donde vivía con su madre, no era tan tarde, era un día normal, se despidió de los chicos y se fue caminando, estaba por llegar, revisaba sus mensajes en el celular, "no llegues tarde, te dejé la cena sobre la mesa, te amo". Sonrió, su madre siempre pendiente de él.
— ¡Oye viejo! ¡Deja de andar diciendo que soy mala compañía!
Terry levantó la vista, fijó su atención hacia la voz conocida, era Neal, en la calle de enfrente, sujetando las solapas de la chaqueta de Cameron Martín.
— ¡Cálmate muchacho!
— ¡No quiero oírte decir nada más acerca de mí! ¡No sabes con quién te metes!
— Porque sé quién eres es que lo digo Neal, no estudias, no trabajas, pero siempre tienes dinero, ya sé que vendes drogas, ya te he visto.
— Mira viejo, no te metas en lo que no te importa.
— Se bien como te las gastas para embaucar a los chicos, les invitas cosas y luego les das esa porquería, los envicias y se vuelven tus clientes hasta que se mueren.
— ¡Más vale que no repitas eso! — Dijo el moreno al tiempo que aporreaba el cuerpo del hombre en una pared.
— ¡Ey! ¡Neal! — Llamó Terry — ¿Qué estás haciendo?
— ¡No te metas Graham! ¡Este viejo me anda levantando falsos!
— Él no es así, déjalo ya — Dijo el muchacho saliendo en defensa del hombre, que a pesar de solo haber terminado el instituto le había dado trabajo y con el que obtenía ingresos suficientes para ayudar a su madre quien trabajaba de mesera en una cafetería.
Sin darse cuenta todo se salió de control, con el afán de que Neal dejara al señor Cameron Terry se metió entre ellos, quiso apartar a su amigo, pero este parecía otra persona, ¡Hacía tan sólo un momento que lo había dejado atrás! ¿Cómo es que había llegado tan rápido hasta ahí? ¿Cómo no lo vio venir? ¿Qué hacía el señor Martín en la calle? A esa hora él ya debería estar en su casa. ¿De dónde salió un arma? En ese momento Terry no lo supo, la detonación cerca de él lo aturdió, todavía confuso alcanzó a ver el rostro desencajado del hombre regordete, luego, su cuerpo pesado cayendo al suelo, quiso ayudar, pero había mucha sangre fluyendo del costado izquierdo de Martin.
Su error fue tomar el arma que se había quedado tirada en el piso, pues Neal había desaparecido en un pestañeo.
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Actualidad…
— ¡Terry! — Dijo el sacerdote al tiempo que tronaba los dedos delante de los ojos del castaño — Te estoy hablando hijo.
— Perdón padre, yo… recordaba cosas…
— Te preguntaba si quieres que le pida al doctor algo para que tomes, la falta de sueño trae afectaciones a la larga.
— No padre, gracias, no quiero tomar medicamentos.
— Está bien… te dejo, mañana debo oficiar a las siete y tengo muchas cosas que hacer.
— También me voy a acostar, mañana antes de ir a mi turno en la lavandería del hospital quiero ir a la estación de bomberos para ofrecerme voluntario.
— ¡Ay Terry! ¡No te basta con ayudar en el comedor público! ¡El albergue!
— Solo quiero ayudar.
— No muchacho, ya te dije que no tienes que expiar ninguna culpa, pareciera que haces penitencia día y noche.
— No tengo más que hacer, y no quiero quedarme aquí nada más, cuatro años de encierro me bastaron para no querer estar entre cuatro paredes pensando.
— De acuerdo, de acuerdo, pero ve a descansar ahora, mañana será otro día.
El castaño se puso de pie, lavó su taza y se dirigió a su cuarto, al llegar se recostó con los brazos bajo la nuca, mirando con sus ojos, en ese momento de un tono azul oscuro, la luna llena de junio, dejó salir un suspiro, preparándose para otra noche donde el sueño reparador no llegaba para quedarse, le costaría superar ese miedo de quedarse dormido y vulnerable para ser asesinado o ultrajado por algún loco de los que estaba llena la prisión, adaptarse a ser un hombre libre llevaría tiempo, mucho tiempo.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
Portada diseñada por: Magnolia Mon, color. Fantasía
Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer