**Las Divinas Místicas de Terry en Sinergia ** CICATRICES DE UN ALMA REBELDE CAPITULO 11 La Historia de James El Rebelde Continúa...

INTRO CON ALUSION A
"LA SOCIEDAD SECRETA DEL NARISO":
El joven aristócrata tenía el presentimiento que alguien lo seguía, de sentía constántemente observado.
La maestra del recién abierto taller Teatro al que había sido obligado a asistir, no dejaba de verlo. La encargada de la cocina tampoco le perdía la pista y la amable bibliotecaria le sonreía demasiado para su gusto mientras le había parecido que la de ciencias naturales se rascaba las piernas despreocupadamente hasta que se había percatado de su presencia.

Incluso la vez que se escapó y que fue atraído por un extraño café la encargada del establecimiento quién muy probablemente era también la dueña le había dicho que soltara sus preocupaciones y se dejara llevar por sus guías. Esas mujeres aunque al primera vista no tenían nada en común, lo cierto era que se veían fuera de o común, le daba la impresión que estaban incómodas que de alguna manera no pertenecían ahí eran en una palabra poco convencionales.

—¡Hay ya lo perdimos!— exclamó Alix algo contrariada.
—Oye ¿crees que ya se haya dado cuenta de algo?—preguntó Maegalle volteando a ver a su compañera.
—Lo dudo, somos muy cuidadosas— decía Kitri rascándose bajo el cuello del hábito.
Fedra, la reina de fuego las observaba a sus Divinas compañeras con cara de OMG

Con la adrenalina al tope después de la presecución y sus corazones palpitantes los rebeldes aparcaron a unas cuadras de la mansión.
James, estacionó a Theodora a una distancia prudente, alejada de la casa para poder despedirse de su amada sin que fueran descubiertos o interrumpidos. Antes de que desmontara Candy, él bajó rápidamente de la moto y se volvió a acomodar justo cómo lo había hecho la primera vez que se besaron, de frente a ella. Candy, por instinto abrió más sus piernas intentando enredarlas con las de James, él con su mano derecha la tomó de la cintura acercándose las pelvis de ambos, sintiendo su mutuo calor, se frotaban cadenciosamente por encima de su ropa, con la mano izquierda tomó a Candy de la nuca y acercó sus labios a los de ella, rozándolos con suavidad, ella cerró sus ojos y ambas manos acariciaban la espalda de James.

Por fin sus labios se unieron en un profundo y húmedo beso disfrutándose, sin prisas. Por encima de su ropa sus intimidades clamaban por un acercamiento más profundo, pero por el momento, había demasiadas cosas qué resolver, el beso se intensificó dulce, largo, deleitable y revolviendo todas las sensaciones de placer que ya habían experimentado con anterioridad al satisfacer momentáneamente su necesidad mutua cuando se desviaron tras los arbustos del camino en la carretera. El beso se volvió más demandante, James no pudo evitar meter la mano por debajo de la falda de Candy y juguetear adentro de su prenda íntima, como ella lo había hecho hace unas horas frente a él. La sensación de sus dedos era deliciosa, tibia y suave. La rubia ahogó su grito de placer en los labios de su amado, él se separó un poco para ver la cara de su dulce amada abandonada a la excitación, sonrojada y sonriente, él sólo llevó sus dedos a su boca y saboreó extasiado mientras la miraba intensamente.

—Eres deliciosa, me muero por hundirme dentro de ti amor —Se lo dijo insinuante y excitadísimo al oído—. Pero ahora debo llevarte a tu casa, es muy tarde y llevas desaparecida casi un día, no sé cómo no me han llevado preso por rapto y corrupción de menores.
—James, tú también eres menor de edad —Sonrió Candy—. Me preocupa que te vayas con esos dolores de cabeza que has tenido.
—¿Sabes? muchos recuerdos han venido a mí, una hermosa mujer rubia llorando y diciendo mi nombre…

—¿Tu madre? —cuestionó Candy asombrada
—Sí
—¿Y cuál es tu nombre? —preguntaba Candy con emoción contenida.
—Terry…eres la primera en saber.
—“¿Qué es una rosa sin su nombre?”
— “¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera”—recitó Candy emocionada, después le dio otro beso largo y profundo, se separó de él sin querer realmente hacerlo—. Ha sido un viaje agotador, descansa por favor, mañana iré a verte al taller de Al y veré que pasó con Archie, la tía abuela seguramente pronto me correrá de la casa.
—Candy… debo buscar otro lugar donde vivir.
—¡Shhh!, lo sé pero primero debes descansar y tomarte las cosas con calma, ya juntos pensaremos en la solución. Mañana te iré a buscar, si algo sucede por favor llama a la casa y pide por Anthony, así quizás si escucha la tía Elroy, ella no sospechará nada.

Candy y James, caminaron en silencio tomados de la mano hasta la entrada de la casa, la rubia tenía pensado trepar por la puerta de herrería para no despertar a nadie, cuando se escucharon ruidos adentro de la casa, al abrirse la puerta del interior de la mansión, ¿Cuál fue la sorpresa para ambos jóvenes? Era Al, vestido en un finísimo traje, aunque no traía corbata y lucía bastante cansado y agobiado se veía muy elegante, tras él venían Anthony y Stear para recibir a su adorada prima.

—¡Santo Dios! ¡Candy! ¡James! Qué alegría que están bien, estábamos muertos de preocupación
Albert trataba de abrir lo más rápido posible, aunque el asunto de la detención de James, ya lo había solucionado George, aún temía por la seguridad de ambos pues sabían de la mala disposición de algunos agentes para con el joven rebelde.

—¡Pequeña! ¡Benditos los ojos que te ven! —Anthony corrió primero para abrazar a su adorada prima, James lo fulminó con la mirada.
—¿Y tú snob, te cansaste de jugarle al grease monkey? ¿Ya te regresaste a tu hermosa mansión, con tus sirvientes, tus lujos y tus finas ropas? —James espetó con evidente sorna.
—James, vamos, entra hay muchas cosas que aclarar —respondió Al, con voz conciliadora.
—¿Y qué me quieres aclarar Albert? ¿Y es ese tu verdadero nombre? Digo, para no seguir equivocándome contigo —Candy ya identificaba en James destellos de esa mirada peligrosa cuyas consecuencias temía.
—Vamos James, te suplico que entremos, ustedes deben estar muy cansados y yo prometí llamarle a Patty en cuánto tuviera noticias de ustedes, todos los chicos están al pendiente esperando saber que ustedes están bien —rogó Stear, intentando mediar para apaciguar los crecientes ánimos combativos.
—Vamos adentro James, George ya se encargó de traer a Theodora, realmente hay muchas cosas que discutir —Albert dejó a un lado el tono condescendiente y replicó con autoridad, James entró sin emitir palabra.

Candy estaba muy nerviosa, sólo lanzaba miradas de duda a sus primos y ellos vanamente trataban de responder lo poco que sabían sin emitir palabra.
Stear hizo una llamada rápida a casa de Patty para avisarle que ellos habían llegado y que Al iba a hacer todo lo posible porque James pasara la noche en la mansión, Patty y los chicos pudieron pasar más tranquilos la noche al saber que James ya no corría peligro, Charlie ya les había contado sobre la escapada de la policía y todos ya se habían enterado quién era Albert por boca de Patty.

Una vez en la privacidad de la mansión, Albert y James, frente a frente empezaron a discutir en el salón principal. El joven Larson, caminaba como tigre en cautiverio de un lado a otro de la gran estancia. No se había imaginado que la confrontación sería en terreno para él desconocido. La situación era lo que era y debía dejarle muy en claro a ese riquillo que se mantuviera alejado de él y de su familia.

—James, sé que te sientes traicionado, déjame explicarte…

—¿Qué carajos quieres explicarme Albert? Supongo que sí te llamas Albert, ¿no? ¿O también ese nombre es una mentira? —El joven insistía en saber con quién era que estaba hablando ya que le parecía inaudito el haberse dejado engañar de esa manera por quién hasta hace poco él consideraba ya parte de su familia. Al, por mucho había significado ser esa luz de esperanza en un mundo lleno de confusión en una niñez prácticamente inexistente y una adolescencia aún más desconcertante. Todo ese tiempo Al, había sido el único consuelo, su única guía, la constante voz de la razón en su mente, tristemente ahora no reconocía al hombre frente él.

—Soy William Albert Andrey, jefe de la familia Andrey. Hace diez años decidí dejar este cargo a un lado porque tuve grandes desacuerdos con mi tía Elroy, me deslindé de mis obligaciones, tanto en los negocios que pertenecieron a mi padre y generaciones anteriores, como las responsabilidades familiares, parte de ellas incluían la correcta formación de mis sobrinos Archibald, Alistair, Anthony y mi protegida Candice, a los cuales les ofrezco una disculpa por haberlos abandonado tanto tiempo y ahora enfrentamos las consecuencias de mis actos. —Confesaba Al, sintiendo la cara arderle de vergüenza ya que en contraste con James, él había abandonado sus responsabilidades y sus motivos para haberlo hecho ahora que los admitía en voz alta le sonaban a justificaciones vanales. Candy estaba muda de asombro. Albert, era ese famoso tío William, ese que la protegió alejándola del maltrato de la familia Leagan y también era ese amable joven que la había salvado de morir ahogada. No podía ver a Albert con otros ojos que no fueran llenos de profunda gratitud.

James, en cambio lo veía con una nueva socarrona disfrazando su dolor con ironía.
—Ay qué ternura Al, y dime, ¿Te divertirse mucho ayudando al pobre estúpido hijo de nadie? ¿Te gusta engañar a mujeres necesitadas de protección? ¿O querías llevar al maldito delincuente en el que me he convertido por el buen camino? — Un temblor recorría la quijada del castaño al decir esas palabras en voz alta. Odiaba sentir que siempre había sido un pobre diablo ante los ojos de su ex mentor.

—James, yo no me he burlado ni de ti, ni de tu familia.
—¡Explica entonces cómo es que el magnífico heredero de la fortuna Andrey, estuvo diez putos años enterrado en el barrio más pobre y peligroso de Memphis! —James bajó la mirada por un momento en total incredulidad y cuando la alzó de nuevo los ojos ardían en llamas al momento que en dos zancadas ya tomaba a Albert por las solapas del finísimo traje.
— ¡Diez años engañando al niño más estúpidamente necesitado de cariño y a su madre, víctimas del tipo más violento y abusivo que Memphis haya conocido! Para que de repente ante la aparición de tu verdadera familia ¡Todo tu falso aprecio y cariño se haya ido a la mierda! —Los gritos de James estaban combinados con un llanto lleno de ira e impotencia, el temblor ya recorría todo su cuerpo de manera incontrolable siendo dominado por la decepción disfrazada de furia.

Al rubio se le desencajó el rostro, ese exabrupto emocional no era característico del joven lo cual le daba a saber lo herido que se sentía por su supuesta traición. El intercambio de miradas denotaba la tensión en el ambiente, tanto George como sus sobrinos dieron un paso acercándose a ellos, queriendo ir en su ayuda, pero les negó con un movimiento de cabeza. El mismo Albert habría sido capaz de soltarse de su agarre, pero no lo hizo. El molesto joven al fin lo soltó en un brusco ademán de decepción.

—James, salí de esta familia buscando mi propio camino, queriendo ser independiente, era muy joven, no entendí que miles de familias implicadas en los negocios de mi padre dependían de mis inmaduras decisiones, y tampoco entendí que mi propia familia sufriría las consecuencias de mis actos, sólo fui un joven libre y feliz a los 23 años, dueño de un taller mecánico, haciendo lo que más le gusta en la vida: arreglar coches. Muy poco tiempo después llegaron tu madre, Jimmy y tú y entraron sin querer en lo más profundo de mi corazón. —Rememoraba esos instantes con un sabor agridulce ya que tendría que librar cuentas batallas para siquiera recobrar algo de la confianza que los Larson habían depositado en él y le aterraba la idea de no tenerlos más en su vida. Exasperado quiso reclamar la injusticia de la parcialidad con la que estaba siendo juzgado.
¡Siempre te he apoyado y siempre he estado de tu lado James! ¡Cuando escuchaste la llamada que hice con George, malinterpretaste todo! ¿Cómo puedes juzgarme tan duramente con una sola puta frase sacada de contexto? ¡Te he querido como a un hermano, casi como a un hijo! ¡Maldita sea! Y tú no lo has tomado en cuenta —contestaba emotivamente.
El castaño se mordía el labio castigándolo ante la impotencia de la debilidad que para él demostraba.

—Sí claro, y eso seguramente te ha pesado todo este maldito tiempo; hacerte cargo de una patética familia que ni siquiera es en realidad la tuya, ver de lejos a la mujer más hermosa y vulnerable sin poder acercarte, una mujer con profundas cicatrices provenientes del abuso, pero con el carácter suficiente para abrirle su corazón a un niño perdido proveniente de quién sabe dónde. Obviamente nada comparada con las lindas señoritas de sociedad con las que debiste haberte comprometido y casado; darle a un pobre y estúpido niño tu caridad para comprar indulgencias y expiar tus culpas ¿Para qué? ¿Para asegurar tu lugar en el cielo? qué lindo. ¡De una vez te lo digo maldito esnob hipócrita! Podrías haberte burlado de mí lo que quisieras, haciéndote pasar por mi protector, pero te atreviste a hacernos creer, a mí a mi madre y a Jimmy que te importábamos eso no te lo perdono. ¡Ni mi familia ni yo seremos parte de tu juego! ¡Ya, no más!¡Déjanos en paz! ¡Deja de ilusionar a la ingenua de mi madre! Deja de jugar al héroe pues te aseguro que no te necesitamos, que yo podré sacar adelante a mi madre y a Jimmy sin tu ayuda, no será la primera vez que lo haga.

¡Existíamos antes de ti y créeme que seguiremos existiendo aun después de tu traición! —A estas alturas lágrimas furiosas llenaban el rostro de James.

Albert, sentía como dagas al rojo vivo cada una de las palabras del castaño, y en ese momento le recordó a ese pequeño que aparentaba rudeza mientras pedía una oportunidad para ayudar a su familia demostrando lealtad absoluta aunada a un enorme sentido de responsabilidad, cualidad que ni siquiera el propio Albert había sido capaz de demostrar por la propia. No sentía más que amor por ese valiente chiquillo y no podía ni quería perderlo. A su mente acudieron las palabras del Dr. Hoffmann, que debían evitar emociones fuertes, pero era necesario explicarse ante él, debía hacerlo entender.

—James ¡Con un demonio! ¡Me conoces hace 7 años! ¿Me crees tan maquiavélico para hacer un plan salva almas para ganarme el cielo? La historia es aún más simple que eso: un joven heredero huye de su opresiva familia, de su diabólica tía, y en medio de su pequeño paraíso de libertad, conoce a la mujer más hermosa, a la que considera la mujer de su vida y a sus maravillosos hijos. Pero ella sigue casada con un patán al cuál su hijo mayor, el muchacho más valiente y leal que yo haya conocido, tuvo que correr a escopetazos antes de que matara a golpes a la familia completa. Y ella, al igual que sus hijos es orgullosa y no permite la ayuda de nadie. He esperado acercarme a tu madre tantos años, y solo hace un par de días apenas lo logré, no sé si eres ciego o estúpido como tú dices, pero yo la amo con todo mi corazón, la amo tal como es ella; hermosa, sencilla y con una enorme capacidad para dar amor. Todos estos endemoniados años, he querido que me permita entrar suavemente a su corazón, para evitar asustarla o hacerla sentir mal.
¡Carajo James! yo me muero por ella y ahora en estos malditos momentos, con toda mi familia en plena crisis, en lo único en lo que puedo pensar es en qué jodida madre voy a hacer si la pierdo. ¿En serio eres tan ciego que no lo ves? La amo, y esto que siento por ella me ha desgarrado todos estos años, la amo y a ustedes los quiero como mis hijos, mi gran temor todos estos años ha sido que ella huya, que huya de mí y ustedes huyan con ella —Al, también lloraba sin pena, Anthony, Stear y Candy no sabían si seguir siendo testigos de esa discusión que a ellos no les correspondía escuchar, y sólo por si las cosas se ponían violentas, decidieron permanecer ahí en silencio.

—Sabes que no soporto que la gente nos tenga lástima —James ya se estaba rindiendo, Albert por fin se atrevió a acercarse.
—Tú sabes bien que lo que yo siento por ustedes no es lástima, James, he permanecido muchos años junto a ustedes porque amo a tu madre, porque si ella me vuelve a rechazar mi corazón va a estallar en mil pedazos, porque te quiero a ti y a Jimmy, he sido negligente con mis sobrinos por los motivos más egoístas posibles. Porque estoy estúpidamente enamorado, porque he pretendido prolongar mi felicidad al lado de ustedes en donde realmente sentía que pertenecía. James, déjame ayudarlos, eres el único capaz de convencer a Lilly, yo tengo el poder de hundir a Frank, nunca más les hará daño. Y tú, necesitas ponerte lo más pronto posible en manos de un especialista, mereces recuperar tu vida, tus recuerdos.

James y Candy cruzaron sus miradas brevemente con complicidad. Él, limpiaba sus silenciosas lágrimas bruscamente, odiaba que esos esnobs lo vieran tan vulnerable.
Albert, estaba dudoso de acercarse a él de nueva cuenta, cuando de pronto se escucharon unas carcajadas maniacas que los hicieron ponerse en alerta. Se trataba de Neil quién completamente narcotizado y aplaudiendo salía de su escondite.

—Este sí que es un espectáculo digno de admiración, que buen entretenimiento proveen las ratas cuando se enfrentan unas a otras. Así que ya se enteraron de la aparición de nuestro querido tío que llegó para salvarnos a todos, ya que encontró a los greasers y a las sirvientas desvergonzadas. Casos perdidos —dijo dirigiéndose a James y a Candy sin ocultar su desprecio—. No sé qué hacen aquí, si en esta parte de la ciudad solo vivimos la gente decente y de prestigio. ¡Ah ya sé! seguramente vienen a arrastrarse para suplicar por caridad. —dirigió esas palabras a James observándolo desafiante con recién adquirida autoconfianza. —¿Cómo has estado Candy? No puedo creer que me hayas rechazado a mí y luego fuiste a ponerle el cuerno al idiota de Archie, por este pelagatos. Creo que tú, solo sabes revolcarte como una perra en la basura.

—Maldito estúpido hijo de puta —James, ya se abalanzaba sobre el maricón de Neil cuando él sacó de la bolsa de su pantalón una pequeña pistola calibre 22 propiedad de su mamá, y solo se escuchó una detonación, y después: la visión de James cayendo al suelo.
—Estúpido mugroso, nunca te voy a perdonar la golpiza y las humillaciones, y dile a la idiota sirvienta de tu madre que jamás se vuelva a cruzar en mi camino, la próxima vez sí acabaré lo que dejé inconcluso cuando quedó viva.

El idiota de Neil, no supo de dónde llegó el golpe, sólo quedó desmayado en el gran salón, Stear exasperado ante tanta estupidez, lo noqueó.

Mientras, Anthony, Albert y Candy corrieron a socorrer a James porque al caer al suelo, pensaron que Neil había conseguido herirlo, pero al revisarlo no encontraron ninguna herida.
James, tirado en el piso al principio inmóvil comenzó a hundirse en un estado de delirio del cual ya le fue imposible escapar. La detonación del arma de Neil, disparó el resto de sus recuerdos. Los más obscuros recuerdos salían a la luz, pero era demasiado para la mente ya atribulada del joven. Su cuerpo comenzó a temblar sin control, pero sumergido en ese estado, no lograba escuchar ni ver a nadie más que las vívidas imágenes de sus crueles recuerdos experimentando cada uno de ellos como si los viviera de nuevo: los mimos de su madre, el accidente, la sensación asfixiante de la falta de aire y el calor abrasante, los gritos de la rubia suplicándole que la dejara ir mientras su manita se aferraba a la de ella en un futil intento por salvarla. Al fin la soltó a causa de las inclementes llamas y ella logró sacarlo por la ventana del coche, ver sus ojos que se perdieron en la explosión que finalmente le arrebataron la vida, después caminar sin rumbo fijo, resguardarse de la lluvia en un vagón que se movía, mientras él se ocultaba porque sentía que todo había sido su culpa, hasta el rescate del padre James, el tiempo feliz que pasó en el Hogar de Pony y entonces el ser secuestrado por ese maldito infeliz de Frank Larson, antes de llegar a los brazos amorosos y  protectores de Lilly, una grieta se abrió: Un episodio en su memoria que había dejado enterrado.

El hasta entonces inmóvil joven se tomó la cabeza entre sus manos y buscó instintivamente con su cuerpo una esquina en donde hacer contacto para tener un falso sentido de protección como lo hacía de pequeño en ese mugriento colchón.

Era un lugar , esa habitación oscura en la que vivían todas sus pesadillas, «¡No quería entrar! ¡no!» y así lo expresaba gritando frente a los desconcertados testigos de su crisis. Él, había huido de ahí, había evitado regresar a ese lugar toda su vida. La peste a suciedad, las paredes que transpiraban enmohecidas llegaron de nuevo a su nariz, el frío y el chillido de las ratas en la oscuridad. La ansiedad atenazándole la garganta, el pavor apoderándose de su pequeño cuerpo, el pequeño sollozaba, pero su boca no emitía ningún sonido, ese despiadado hombre que lo había sacado del refugio cálido y amoroso, ahora no hacía otra cosa más que reírse de él, humillarlo con las palabras más horribles y despectivas que nunca antes en su breve vida había escuchado.

—Mírate, eres un maldito mudo, un adefesio con esa mano quemada que da ¡ASCO! seguramente serás un inútil toda tu vida, la gente te verá con lástima: el pobrecito mudo quemado. ¿Qué se siente el haber dejado morir a tu mami por salvarte tú mismo? Me hiciste buscarte un año entero estúpido escuincle.

Congelado como el corazón de su captor, paralizado de miedo y hambriento vivió así, solo escuchando los insultos de Frank, que lo único que hacía era beber y atormentarlo, a veces cuando se cansaba de humillarlo verbalmente, lo sentaba en una sucia silla lo amarraba y le apuntaba con un rifle, lo cargaba y lo descargaba. —¿Será hoy el día que acabaré con tu existencia? —Le preguntaba muy serio, y luego disparaba cerca de él y como un niño pequeño incapaz de defenderse de ese maldito hijo de perra, recordó como del miedo y sin querer hacía sus necesidades ensuciando su ropa, y así permanecía días completos.

Desde entonces les tomó aberración a las armas de fuego. Fueron tantas las veces que Frank cargó, descargó, apuntó y disparó ese maldito rifle, qué él aprendió a hacerlo sin querer, solo de observarlo, la ironía fue que ese conocimiento años después le serviría, haciendo acopio de todo su valor para enfrentar su miedo y así por fin poder sacar de sus vidas a ese nefasto ser.

Nunca tuvo conciencia de cuántos días pasó con ese desgraciado, en esas condiciones infrahumanas. Cuando finalmente salieron de ahí y llegó con Lilly, al abrirle ella su corazón, así sin preguntas, sin regaños ni objeciones — Qué hermosos ojitos tienes James —Le había dicho mientras le limpiaba el rostro con ternura, como alguien antes hace tiempo lo había hecho, lo había abrazado y acurrucado en su pecho hasta que él al fin se había quedado dormido en esos brazos maternales. Lilly lo había amado como un hijo propio y él se prometió en su inocente mente infantil protegerla hasta el último de sus días.
James, seguía en el piso del salón llorando gritando y temblando, nadie podía acercarse porque se ponía violento y lanzaba golpes certeros. Candy, lloraba a la par queriendo compartir algo de los atribulados recuerdos que tenían así a su rebelde, no soportaba verlo así.

Afortunadamente, un molesto y desvelado George ya se había encargado de llevarse a un drogado y noqueado Neil a su casa. Por la mañana les advertiría Albert a sus padres que, si no controlaban a su hijo, quedarían fuera de los negocios Andley y dejarían de formar parte de la familia, no dejaría que esa manzana podrida se acercara más a sus sobrinos y con la tía Elroy fuera, ni la superficial de Sara y menos la mustia de Eliza, volverían a dar problemas.

Albert ya había llamado al doctor Hoffmann, había mandado a un chofer por él, no tardaba en llegar, mientras, entre él y sus sobrinos abrieron espacio para que James en su crisis no se hiciera daño con algún mueble cercano. La mirada perdida del joven y sus movimientos eran similares a los de un animal acorralado. Candy, ya había intentado acercarse, pero al igual que los demás recibía una respuesta violenta por parte de James. Solo podía verlo desde lejos, llena de impotencia por no poder ayudarlo. Anthony y Stear, la abrazaban para que ella sintiera su apoyo, desde que era una niña de 13 años ellos la habían protegido y eso no habría de cambiar. Los jóvenes estaban asombrados ante las revelaciones de lo que había sido la vida del valeroso rebelde y sentían empatía por la atribulada mente que contrastaba años luz con el comportamiento normal de quien ellos habían conocido como “el inglés”.

El doctor Hoffmann por fin llegó, llevaba en su maletín una serie de medicamentos, pidió a los caballeros presentes que inmovilizaran a James, para que él pudiera inyectarle un potente tranquilizante. Antes de empezar cualquier tipo de terapia, él debía estar descansado y sereno, aunque la crisis se había desatado sin control, el médico se sentía confiado y optimista, ya que, por la misma gravedad de su catarsis, sería más sencillo regresar al muchacho a un estado calmado, pero siendo consciente de todo su pasado en vías de recuperación bajo su supervisión le ayudaría a sanar esos recuerdos perturbadores. Una vez dominada la situación, los muchachos pudieron cargarlo e instalarlo en una de las habitaciones de huéspedes, el doctor también recetó un somnífero muy ligero a Candy, ya que se encontraba muy alterada y prometió regresar al día siguiente después del mediodía, calculando que a esa hora el calmante que inyectó a James dejara de hacer efecto y él despertara. Los chicos se retiraron agotados a sus habitaciones para finalmente descansar, ya era muy entrada la madrugada, el doctor Hoffmann fue llevado a su casa por el chofer.
Al también ya se disponía a irse a descansar, estuvo a punto de pedirle calmantes para él al doctor, pero al final se arrepintió. Iba caminando a su habitación, cuando George lo detuvo.

—Albert, hace rato el investigador mandó los primeros resultados del paradero de Frank Larson y su familia
—¿Los encontró? Oh Dios, por fin —respiró aliviado
—Esa es buena noticia, lo curioso es que…hay alguien más investigando a Frank
—¿Alguien más? ¿Pudiste averiguar quién?
—Sí, fue casi imposible hacerlo, pero aún tengo mis contactos —George sonrió levemente.
—¿Y quién es esa persona?
—Richard Granchester, socio mayoritario de la Rolls Royce, pero lo curioso —Albert escuchaba atento sin emitir sonido alguno—. Es que hace 13 años su esposa sufrió un accidente en las vías del tren cerca de La Porte, y su hijo Terrence Granchester de 4 años desapareció, ahorita tendría la edad de James…
Albert solo se limitó a atar cabos…


****
CONTINUARÁ
Capitulo realizado por Elby8a-Fedra Fénix y Dení TG -Kitri para el grupo de Las Divinas Místicas.
Edición de portada por La Divina Kitri

CAP. 1
CAP. 2
CAP. 3
CAP. 4
CAP.5
CAP. 6
CAP. 7
CAP. 8 PARTE 1
CAP. 8 PARTE 2
CAP. 8 PARTE 3
CAP. 9 PARTE 1
CAP. 9 PARTE 2
CAP.10 PARTE 1
CAP. 10 PARTE 2