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Second Chances
Capítulo 4
El primer saludo
Capítulo 4
El primer saludo
Se le había hecho tarde, por más que hizo e intentó zafarse Susana logró abordarla y había perdido el autobús, tuvo que esperar al menos veinte minutos para que pasara el otro.
Cuando al fin pudo sentarse, sintió un gran alivio, las plantas de los pies le ardían por haber estado parada todo el día, al ser fin de semana la cafetería estuvo abarrotada toda la tarde y en el hotel las pilas de sábanas, colchas y fundas para lavar parecían no acabarse, estaba tan cansada que con el movimiento del autobús Candy comenzó a cabecear.
Los sonidos de las sirenas hicieron saltar a la chica, desubicada miró para todos lados, su parada estaba cerca, el corazón comenzó a latir rápido cuando, desde la ventanilla del vehículo de pasaje vio pasar a toda velocidad una ambulancia y tras ella dos patrullas con las luces de arriba prendidas, todos haciendo ese sonido característico de estar yendo a una emergencia.
— Parece que hay un incendio — Dijo el conductor moviendo la cabeza hacia abajo para poder ver mejor.
Candy hizo lo mismo desde su lugar, a pesar de la oscuridad de la noche, pudo ver la luminosidad del fuego y el humo, no se veía tan lejos, de hecho, se veía más o menos por dónde ella bajaría.
Una opresión en el pecho la asustó, ansiosa, se puso de pie para bajar lo más rápido posible.
Apenas llegó a su parada, la rubia cruzó la calle corriendo, podía ver las llamas desde la esquina, con el corazón en un puño aceleró su carrera.
Un camión de bomberos, varias patrullas, dos ambulancias rodeaban un edificio de apartamentos.
— ¡Santo dios! ¡Parker! — Exclamó la rubia al llegar y percatarse que el siniestro se estaba dando lugar precisamente en dónde ella vivía — ¡PARKER! ¡PARKER! — Comenzó a gritar desesperada al tiempo que intentaba atravesar la barrera que los uniformados tenían puesta.
— ¡Señorita! ¡No puede pasar! — Le decía el policía al tiempo que la sujetaba con fuerza pues la joven ya había llegado a unos metros de la entrada sin que nadie hubiera podido detenerla.
— ¡Mi hijo está ahí dentro! ¡Mi bebé está ahí! — Decía la rubia al tiempo que forcejeaba con el hombre de la ley — ¡SUÉLTEME! ¡DEBO IR A BUSCAR A MI NIÑO!
— ¡SEÑORITA! ¡EL EDIFICIO ESTÁ EN LLAMAS! ¡SI NO SE COMPORTA TENDRÉ QUE ARRESTARLA! — El hombre apenas y podía contenerla, la tenía sujeta por la espalda, aprisionando sus brazos mientras ella pataleaba e intentaba golpearlo de forma desesperada en su intento por soltarse.
— ¡CANDY! ¡Cof, cof, cof! ¡Estamos aquí! ¡Candy! — Llamaba con dificultad una muchacha.
— ¡PATTY! — Volvió a gritar la rubia al ver a su amiga.
— ¿Eres la mamá de ese niño? — Preguntó un joven paramédico que se acercó a dónde ella estaba después que la castaña le dijera algo al tiempo que le señalaba la ambulancia donde otro especialista atendía a un niño de alborotados cabellos, que al igual que ella manoteaba y lloraba.
— ¡Es mi niño! ¡Es mi bebé! ¡Suélteme ya! — Exigió Candy en su décimo intento por librarse de la prisión que suponía los brazos del policía.
— Deje que se acerque por favor — Pidió el paramédico — El niño está llorando y buscando a su mamá — Informó.
Con renuencia y con una advertencia de que estaría pendiente, el oficial la dejó ir.
Apenas se sintió libre, Candy corrió hasta la ambulancia junto con el otro hombre.
Sentada en la orilla del vehículo rojo, Patricia O'Brien, con una mascarilla de oxígeno, recibía atención médica, estaba en pijama, descalza, con el cabello alborotado y la cara llena de hollín. Adentro, un técnico médico estaba en cuclillas, hablando de forma suave al tiempo que abría la boca del pequeño rubio sentado en la camilla.
— ¡Oye amiguito! ¡Lo haces muy bien! — Decía el hombre acariciando la mejilla del bebé y tirando el instrumental desechable que había utilizado — Mira la luz ¿Qué te parece? ¿Te gusta? — Preguntaba alumbrando los ojos verdes del infante al revisarle las pupilas.
Candy observaba en silencio como su hijo se iba calmando ante la forma en que le hablaban, de hecho, ella también sintió cierto confort y seguridad al escuchar esa voz profunda, grave, pero con una modulación que la calmaba.
— ¡Parker! — Llamó la chica casi en un susurro, con gruesas lágrimas corriendo por sus ojos, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo al ver a su hijo con bien.
El joven castaño que atendía al infante giró la cabeza hacia su izquierda, sus ojos azules se clavaron en la figura delgada y pequeña de una muchacha rubia, vestida con un uniforme negro.
— ¿Quién es usted? — Inquirió el hombre al ver que la joven no hablaba.
— Es… es mi bebé — Respondió Candy al tiempo que se subía a la ambulancia — ¿Él… él está bien? ¿Le pasó algo? ¿Debe ir al hospital? — Cuestionaba acomodándose junto al castaño.
— En apariencia está bien, inhaló un poco de humo al igual que la señorita de ahí — Dijo el técnico señalando a Patty — Ella hizo un buen trabajo, se movió rápido y fue de las primeras en salir — Informó el hombre incorporándose y dejando que Candy cargara al niño — Cuando llegamos ellos ya estaban afuera — Finalizó.
— ¡Gracias! — Exclamó la chica sin mirarlo, revisando al niño.
— No hay de qué.
— ¡Oh dios! ¡Patty! ¿Dónde está tu tía? — Preguntó la de ojos verdes.
— Se la llevaron al hospital, pero está bien Candy, hice lo que hemos practicado, apenas sentí el humo mojé unas toallas y salí de tu departamento con Parker, entré rápidamente por la tía Pony y salimos, afortunadamente un bombero me ayudó a bajar con ella pues estaba muy aturdida y asustada — Explicó la chica.
— Es mejor que subas Patty — Habló el castaño — Los llevaremos al hospital para que los terminen de atender aquí ya no tenemos nada que hacer.
Con la ayuda de su compañero, Patricia subió, Candy se sentó en un lado con su hijo en los brazos. El conductor estaba a punto de cerrar las puertas de la ambulancia cuando Patty, quitándose la mascarilla que aún tenía puesta habló:
— ¡Oiga! — Llamó la chica al ver a un hombre del cuerpo de bomberos.
El hombre alto que pasaba junto al vehículo se acercó al escuchar el llamado.
— ¿Diga?
— Gracias por ayudarme con mi tía y mi sobrino — Agradeció la chica — Sin usted hubiera demorado demasiado en bajar.
— Es mi trabajo señorita.
— Patty, mi nombre es Patty.
— Que esté bien Patty, soy el sargento Cornwell — Se presentó el hombre al tiempo que se quitaba el casco, dejando ver su rostro antes de marcharse.
Al verlo irse, la muchacha se dejó caer en la camilla y se puso de nuevo la máscara, cerró los ojos y fue hasta en ese momento que se permitió llorar.
— Ya estás a salvo Patty — Afirmó el castaño palmeando el brazo de la muchacha para luego sacar un tubo, jeringas y todo lo necesario para poner una cánula intravenosa.
Durante el trayecto al hospital más cercano, el técnico de ojos azules consolaba a la castaña y de vez en vez se dirigía a Parker, pendiente de su comportamiento y cualquier gesto de éste.
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Los pacientes ya estaban ingresados en urgencias, había entregado el reporte a las enfermeras y dado los pormenores al médico que los recibió, estaba por retirarse para regresar ya sea a la base o al lugar del siniestro cuando alguien le jaló de la camisa azul de uniforme.
— Gracias por todo señor — Dijo una mujer bajita de ojos verdes — Es usted muy paciente, mi hijo está muy tranquilo y ya se quedó dormido.
— Me da gusto, y no tiene que agradecer nada, cumplo con mi trabajo, además su niño es muy cooperativo.
— Patty me dijo que usted vive también en el edificio, que es usted el nuevo amigo de Parker y que tiene un perro con el que estuvo jugando el otro día.
— Si — Aceptó el hombre suspirando — Vivo ahí o vivía, no sé en qué condiciones quedará el edificio, le pregunté a Stear, el jefe de bomberos, y me dijo que el incendio provenía de arriba, del quinto piso y yo vivo en el tercero, pero todavía deben evaluar los daños.
— Nosotros estamos en el segundo, no sé qué voy a hacer si lo perdemos todo.
— Esperemos que no sea así señora.
— Soy Candice — Dijo la rubia ofreciendo su mano a forma de saludo.
— Terrence, mucho gusto — Respondió el hombre, aceptando y estrechando con fuerza la palma de la joven madre.
Continuará…
Por: Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
Diseño de portada: Magnolia Mon.
Iluminación: Fantasía.
En Sinergia… Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer.
Santa Cachucha! 
a mí no me engañas sé que tienes tu lado oscuro Reinis Temperance, no por nada eres una de las hermana del Mal 
a punto estaba del ahorcamiento de una divina con alas 
te salvaste por una pluma querida.
