Las Divinas Místicas de Terry... En Sinergía El Último Aliento capítulo 18, Temperance y Lexie♥️ Juntas hasta el final!!

Muy buenas tardes lindas combatientes, es un placer estar de vuelta participando en este magno evento, el día de hoy vengo a compartirles el siguiente capítulo de la historia que nació en este foro el año pasado, el cual estamos haciendo en conjunto mi muy querida Hermana de travesuras y maldades Rosi Kari (Temperance) historia la cual estaba planeada para ocho capítulos, según nosotras, pero ya estamos en el 18 y aún siguen viniendo ideas, esperamos siga siendo de su agrado, ya sin tanto choro mareador les dejo leer...

El último aliento
Capítulo 18
El culpable soy yo
 
 
Día de la fiesta
 
Entrando por una de las puertas laterales, Annie y Archibald Cornwell llegaron a la estancia de la mansión, la ojiazul se tomó hasta el último momento para salir de su casa, su mucama tuvo que darle más de un té para calmar sus nervios, cuando ya no pudo contener más el enojo de su esposo por su retraso, no le quedó más que bajar y subir al auto que los llevaría a Lakewood.
 
Una vez ahí, se negó a ir por la puerta principal, alegando que le quedaba más cerca la otra entrada, sin embargo, tal como las piezas en un juego de ajedrez, todo estaba en posición para empezar el juego.
 
Candy, Luca con Evan en brazos y Patty llegaban al pie de la escalera, se dirigían a la entrada principal para ir al jardín, donde las mesas ya estaban dispuestas para la celebración, iban por la mitad cuando vieron asomarse a dos personas, sin darse cuenta, Candy tomó a Patty del brazo y está a su vez le dio un apretón.
 
Por un momento, el ensordecedor silencio envolvió a las personas que se toparon en la estancia.
 
 
Annie miraba a Candy con cara de sorpresa, no podía creer que ella estuviera en Lakewood, pero eso quería decir que Terry también se encontraba ahí, el cuerpo de la pelinegra comenzó a temblar su cara tenía gesto de terror apretó más el brazo de su marido y este  percibió el estado de su mujer.
 
— ¿Qué pasa Annie? ¿Acaso te sientes mal? — Preguntó el hombre al ver el rostro pálido y de miedo de su mujer.
 
— ¡No…no querido no te preocupes! — Dijo Annie tratando de calmarlo.
 
En ese momento Archie se percató de la presencia de la rubia y su pequeño bebé, estaba por esbozar una sonrisa cuando notó a la bella castaña a la izquierda de Candy, al interceptar esos ojos grandes y expresivos, el elegante hombre se sintió el insecto más rastrero del mundo, algo que lo distrajo de la atención de su esposa.
 
Mientras Archie libraba su batalla interna, Annie cruzó miradas con la que otrora fuera su hermana de crianza.
 
La rubia trató de prepararse para ese momento, lo pensó durante toda la noche, sabía que pasaría, que en algún momento se cruzaría con la pelinegra, trato de imaginar lo que podría pasar, pensó que tal vez Annie bajaría la cabeza como siempre hacía cuando estaba nerviosa, que se pondría a llorar y posiblemente se arrojaría a sus brazos y le pediría perdón una y mil veces, y ella la escucharía, después le reclamaría lo que hizo y ¡Tal vez! Lograrán buscar una solución a todo este horrible enredo, pero una vez más se equivocó con ella, por un momento vio el miedo en su rostro, pero fue solo un momento, casi inmediatamente la mujer que estaba frente a ella le sostuvo la mirada, hasta parecía erguirse todavía más, y encima de todo la vio llevarse la mano a su muy abultado vientre, la vio acariciar su barriga, incluso le pareció ver una ligera sonrisa en sus labios.
 
Entonces, un calor le nació desde el estómago, el dolor de las noches en vela, de soledad alejada de su marido, el recuerdo del sufrimiento en sus ojos azules y el llanto de su hijo el día que su padre se fue de gira… toda la revolución de emociones se reflejaron en las pupilas verdes, que brillaban cual espada afilada queriendo asesinar a Annie, su cara se contrajo, los labios eran una línea rosa, apretados, las mejillas encendidas por el enojo al ver la actitud desafiante de la mujer frente a ella, y se dio cuenta que esa, esa, ya no era su hermana, ya no era su amiga, en algún punto del camino esa dulce chica se convirtió en un ser monstruoso que con su envidia y egoísmo llegó a destruir a su familia.
 
Candy soltó a Patricia, apretó los puños e irguió los hombros, enfrentando a su enemiga, porque eso era en lo que se había convertido, ya no la amaba como su hermana, la odiaba, si, Annie había logrado sacar los más oscuros sentimientos  en ella, en ese momento deseaba verla muerta junto al bebé que esperaba y… la tierna manita de Evan al tomar uno de sus rizos la hizo borrar esos sentimientos de un plumazo, recapacitó tan solo de ver la carita inocente de su hijo, ella no era igual de miserable, culpable tal vez por haberle abierto las puertas de su hogar a esa mujercita, hacerla partícipe de su felicidad, fue estúpida, pero ya no más, enfocando de nuevo su atención en aquella que seguía de pie mirándola recordó lo que estaba haciendo ahí, hoy arreglaría cuentas en la primera oportunidad que tuviera, hasta aquí había llegado la dulce y comprensiva Candy, debía luchar por salvar su matrimonio y no darle la dicha de verla deshecha y con su hogar destruido.
 
Sin saber nada al respecto, Albert comenzó a saludar a todos, nadie se había dado cuenta cuando él bajaba, lo primero que el rubio hizo al llegar a ellos fue presentar a Luca, la mención de que el hombre de penetrantes ojos verdes conoció a Stear hicieron que Archie se recuperara de la impresión que le dejó ver a Patty, por un momento olvidó todo lo que había pasado con ella y se concentró en el médico, lo saludó de forma efusiva, y al tener este en sus brazos a Evan comenzó a hacerle mimos, luego abrazó a Candy, que aunque rígida correspondió al abrazo, sin quitar en todo momento su mirada de Annie, Cornwell estaba a punto de hablarle a Patty cuando la voz profunda de Terrence Grandchester resonó en la amplia habitación.
 
— Buenas tardes — Saludó el hombre de alta figura y de aspecto tan fresco como lechuga.
 
Todos los ahí presentes miraron hacia la entrada, Candy quedó boquiabierta cuando lo vio, vestido con un traje claro, recién afeitado, su cabello amarrado en una coleta baja, sonrisa burlona y con una mirada que parecía traspasar las paredes pues tenía las pupilas encendidas cuál carbón mientras miraba a todos, el corazón de la rubia comenzó a bombear a mil por hora, no podía creer que él estuviera ahí.
 
Mientras tanto, Annie se había puesto más blanca que un papel, asustada a morir por lo que podía suceder en ese momento.
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Cuando Terry estuvo por fin adentro, pensó que lo primero que haría sería ir en búsqueda de Annie, llevarla a rastras si era necesario hasta un lugar apartado y exigirle que dijera la verdad a su marido y después a su esposa, la llevaría a Nueva York para que se arrodillara ante Candy, pero… Lo que sus ojos estaban contemplando en estos momentos, ¡Era una maldita patada en el estómago! ¡El infeliz matasanos estaba parado al lado de su mujer y sostenía en sus brazos a su pequeño hijo! Pero ¡¿Qué diablos estaba haciendo él aquí! Y ¡¿Quién se creía ese hijo de puta para venir acompañando a su mujer a la casa de la familia de ella?! ¡¿Es que acaso todos querían que el día de hoy se volviera en asesino?!
 
Eleonor vio la misma escena que su hijo, así que disimuladamente le apretó el brazo y con la mirada le pedía que se calmara, que no fuera a echar por la borda a lo que habían venido, con lo que no contó, fue con la fuerza y agilidad felina de su hijo, quien en dos zancadas se encontraba al lado de su esposa.
 
— ¡¿Pero qué demonios hace este medicucho de pacotilla, aquí?! Y cargando a ¡MI HIJO CANDICE! — Gritó el castaño enfurecido.
 
Candy se puso más blanca de lo que ya era al ver a su esposo caminar hacia ellos, el miedo la había paralizado al ver la mirada furiosa que este tenía, sobre todo después de haberse percatado de la presencia de Luca y más todavía conforme se acercaba a donde se encontraban ambos.
 
Hecho una furia, se acercó al médico arrancando de sus brazos al bebé, que ante la forma brusca en que fue tomado comenzó a llorar.
 
Candy trataba de asimilar la presencia de Terry, pero al ver cómo ambos hombres traían a su hijo reaccionó, su instinto maternal la hizo volver en sí y a pesar de que Terry mantenía al niño en sus brazos ella trató de tranquilizarlo.
 
— Terry por favor — Lo llamó de la forma más dulce y tranquila que pudo al tiempo que ponía una mano sobre la de su esposo, haciendo que esté la mirara — Tranquilo amor — Dijo ahora dirigiéndose a su hijo, acariciando con su mano libre la mejilla del pequeño rubio —  Papá no quiso ser tan rudo contigo — Tomando la manita del niño y dándole besos el pequeño comenzó a calmarse.
 
Por un momento, el recién llegado se perdió en el rostro y la voz de su esposa ¡Cómo la extrañaba! ¡Cómo echaba de menos esa cara pecosa, esos ojos que hablaban más que cualquier palabra que saliera de su boca, esas manos tan suaves y delicadas, pero firmes y que le transmitían tanta paz que…! ¡Que le fue arrebatada por culpa de una bruja desgraciada y que gracias a eso llevaba meses sin poder verla y ahora…!
 
Toda la furia volvió, vio a su hijo, su carita enrojecida por el llanto, sus ojos, reflejo de los de él estaban todavía con lágrimas, entonces se preguntó si su hijo lo recordaba, si realmente lloraba por como lo arrebató del italiano infeliz o porque no sabía quién era el.
 
El coraje, los celos, el sentido de pertenencia se apoderaron de él, todavía más si eso era posible cuando escuchó la voz de Luca.
 
— No tiene por qué ponerse así, todo tiene una explicación, además asusta al niño ¿No es así campeón? — Habló Martinelli y Evan lo miró al tiempo que alargaba la mano como llamando al médico.
 
— ¡No toques a mi hijo! — Exclamó Terry en un susurro amenazante al tiempo que golpeaba la mano del de ojos verdes pues estaba a punto de tomar la mano del bebé.
 
De nuevo los gritos y empujones comenzaron, el niño, asustado volvía a llorar, Eleonor, sin poder seguir de espectadora, se acercó a su hijo y le quitó al niño de los brazos, llevándolo lejos de esos hombres que en cualquier momento perderían la cabeza.
 
Terry sujetó a Luca de las solapas, el ex soldado le tomó las muñecas, estaba a punto de darle un puñetazo cuando Candy se metió entre ellos.
 
— ¡Terry! ¡Terry basta! ¡Escúchame! — Decía la rubia colgándose del brazo de su marido.
 
— ¡¿Quién se cree este medicucho!? — Preguntaba Terry al tiempo que sacudía a Luca.
 
Aprovechando ese momento Candy se abrazó a él.
 
— ¡Con un demonio! ¡Suéltame Candy! En este momento le voy a romper su linda cara a este cabrón italiano.
 
Luca también ya con la sangre caliente ante los empujones, golpes y palabreos que había recibido de Terry también comenzó a insultarlo.
 
— ¡Vaya! Si el principito inglés de mierda ha dejado sus finos modales en algún pub de mala muerte que frecuentan tipos como tú.
 
El comentario enardeció nuevamente al castaño quien se zafó del agarre de su esposa y se lanzó sobre Luca.
 
Albert estaba atónito, no podía creer lo que veía, intuía que algo estaba pasando con su pequeña y su amigo, pero esto parecía peor de lo que imaginaba. Siendo el dueño de la casa y responsable de la seguridad de todos, intervino antes de que pasara a mayores.
 
— ¡Suficiente Terrence! ¡Martinelli! ¡Cualquier diferencia que tengan lo arreglaran en otro momento y en otro lugar! ! ¡Respeten mi casa! — Exigió el rubio patriarca al tiempo que separaba a los contendientes.
 
— ¡¿Pero qué demonios es todo este circo que están armando aquí?! — Gritó con furia la vieja Elroy que en ese momento llegaba a buscar a los anfitriones para que fueran a recibir a los primeros invitados que acababan de llegar.
 
El eficiente George ya estaba ahí, separando a los impetuosos peleadores.
 
— Doctor Martinelli ¿Gusta seguirme por favor? — Le pidió el hombre para sacarlo del lugar y llevarlo a la biblioteca.
 
— ¡Pero qué comportamiento tan vulgar señor Grandchester! — Dijo la tía abuela — ¿Es que acaso usted ha perdido sus modales?
 
Archie estaba a punto de intervenir, pero Annie lo tomó del brazo y lo obligó a salir.
 
— ¡Pero Annie! Deja que le diga sus verdades a ese malcriado inglés, ¿Cómo se atreve a venir a dar un espectáculo tan vulgar? Además ¿Qué le sucede? ¿Cuál es su maldito problema?
 
— No lo sé Archie, pero es algo que no nos importa, esos son problemas de él y de Candice, además no permitiré que arruinen nuestro día, no después de todo lo que hemos pasado para llegar a este día.
 
— Está bien, tienes razón.
 
Para Annie fue la excusa perfecta para alejarse, si Terry estaba así de furibundo no tardaría en hablar de "otras cosas"; Para Archie también fue un buen pretexto, al momento del forcejeo su primer instinto había sido ir junto a Patty para protegerla, solo por el fuerte agarre de su esposa es que tuvo que quedarse solo de observador, al menos George apareció de no sé dónde y enseguida apartó a la muchacha de ahí.
 
Así la pareja salió del interior de la casa en compañía de Elroy Andley.
 
Martinelli regresó después de haberse lavado y arreglado la ropa, Terry, al percatarse nuevamente de la presencia de este, tomó a su mujer de la cintura y a su hijo en brazos, manteniendo a ambos abrazados, fuertemente pegados a él, mostrándole a Luca que este era su territorio.
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El festejo no podía interrumpirse por nada ni por nadie, así que, entre que unos se iban al despacho a hablar con Albert, otros, como Annie, Archie, Patty y Luca se acomodaban en las mesas para departir con la gente que iba llegando.
 
Para Candy, no fue nada fácil hablar con Albert, no sabía que decirle, sentada frente a él solo mantenía la cabeza baja al tiempo que jugueteaba con la tela de su falda blanca. Terry, en cambio, utilizó sus mejores recursos actorales, habló con fluidez, pidió disculpas por su comportamiento alegando que no esperaba ver al médico ahí. Albert no se dejó engañar, pero no tenía tiempo de hablar con esos dos, George lo había ido a buscar pues la tía abuela estaba molesta de que no estuviera en la recepción, así que tuvo que dejarlos y salir a atender a los invitados.
 
— ¿Porque está el medicucho de mierda aquí y contigo? — Pregunta Terry una vez que se quedó solo con su mujer — Sé que no tengo…
 
— Él estuvo en la Guerra con Stear, tenía una carta para Patty que él escribió el día que murió, yo lo convencí de venir y entregarla personalmente — Explicó la rubia mirando hacia la ventana, sin poder sostenerle la mirada a su marido.
 
Este no contestó, intentó acercarse, pero se contuvo, no sabía ni cómo comportarse o qué decirle a Candy, fue demasiado tiempo sin verse y no sabía muy bien en qué tipo de terreno estaba parado con ella.
 
— ¿A qué viniste Terry? ¿Porque estás aquí? — Cuestionó la rubia, comenzando a enojarse — ¿Viniste a ver cómo va el embarazo de Annie?
 
La pregunta le cayó como balde de agua fría y no contestó. Ante su silencio Candy se puso de pie y salió sin mirarlo siquiera.
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Las horas van pasando, la gente ha llenado de regalos a la pareja y las mujeres mayores no dejan de alabar lo bella que Annie se ve embarazada, en todo momento alguien le toca la barriga y pregunta si ya sabe el nombre que le pondrá, la embarazada sonríe a una y a otra pero en todo momento está pendiente de Candy y sus miradas asesinas, estaba que se moría de miedo pues no volvió a ver a Terry y no sabía si se había ido o estaba en algún lado, por si fuera poco también tenía que estar pendiente de Archie, que se la pasaba con una copa de champagne o cualquier cosa que tuviera alcohol mientras le echaba miradas matadoras a Patricia y Neil.
 
Annie ya estaba tan cansada que apenas sirvieron la comida y todos ya estaban sentados le pidió a Maggie le acompañe un momento a la habitación que les habían dado para ir a refrescarse si era necesario, con tanta tensión la ojiazul se había empezado a sentir mal, buscó con la mirada su marido y lo vio platicando con algunos compañeros de la facultad que asistieron a su fiesta, para felicitar al futuro padre. Tranquila después de verlo ahí, se encaminaba con su empleada al interior de la casa.
 
 
— Señora, está usted muy pálida ¿Qué le pasa? — Preguntaba la empleada mientras Annie se apoyaba en ella pues apenas y podía sostenerse.
 
— No me siento bien Maggie, siento que no puedo respirar y tengo mucho calor.
 
— Venga mi señora vamos a la habitación, puede hacerle daño si se le sube o baja la presión, ¿Recuerda que lo dijo el doctor ese? Y luego con el señor Grandchester y la señora Candy aquí… Los empleados han estado cuchicheando del escándalo que se armó cuando llegó — Sintiendo que en cualquier momento se desmayaría Annie se dejó guiar por Maggie, quien la condujo a la habitación que estaba preparada en la planta baja.
 
Mientras iban caminando la mujer de cabellos negros comentaba con su empleada su sentir hasta ese momento.
 
— ¡Ay Maggie! Me siento tan estresada, no soporto las miradas de Candice, soy un manojo de nervios porque no sé en dónde está Terrence, ni lo que puede hacer o decir ¿Porque tenían que venir para arruinar mi día y mi estado emocional?
 
— ¡Pero señora! Usted sabía que esto tarde o temprano tendría que pasar, la señora Candy en algún momento tendría que viajar a Chicago ya que aquí vive el señor Andley, además ella tiene más derecho que usted de disfrutar de cada propiedad de la familia ya que es la heredera.
 
— ¡Lo sé! ¡No tienes que restregármelo! ¡Sé bien que ella como siempre es más importante que yo! Así ha sido siempre desde que éramos pequeñas — Manifestó Annie con amargura.
 
— ¡Señora! ¿Acaso usted nunca ha querido a la señora Candy? ¿Es por eso que usted se atrevió a meterse con su esposo? — La joven se tapó la boca con su mano después de haber pronunciado en voz alta lo que estaba pensando.
 
— ¡Pero es que acaso te has vuelto loca! — Regañó Annie ofendida — Es verdad que en algún momento sentí envidia de Candy, pero cuando ella se quedó sola durante un tiempo por el estúpido acuerdo que hicieron tanto ella como Terry, pensé que por fin la vida no le sonreía a la dulce Candy, mientras a mí por fin se me otorgaba la dicha de ser feliz al lograr el amor del hombre al que amaba, pero nunca conté con que esos dos se volverían a unir y casarse, mientras yo volvía a sufrir nuevamente, cuando se me negaba la dicha de ser madre y los comentarios tanto de mis padres como de la familia de mi marido y de él mismo, como si todo fuera mi culpa yo...
 
— ¡Pero señora! Los señores Grandchester no tenían la culpa de todo lo que usted estaba sufriendo.
 
— ¡Si! ¡La tenían! Ellos estaban logrando en poco tiempo lo que yo en años de matrimonio no pude lograr, aun buscando a los mejores doctores, ni así lograba mi más anhelado deseo, para colmo mi marido se fue alejando de mí, desechando como un trapo, ¿Que podía yo hacer? Me vi empujada a recurrir a otros recursos para lograr lo que yo deseaba, y ni eso pudo ayudarme a mi propósito, después de todos estos meses me preguntó si realmente fue de manera inconsciente lleve la tisana a casa de Candy, Archie tenía semanas sin tocarme y yo… una vez los vi… antes de que naciera Evan… ellos estaban… estaban… y él es tan… tan...
 
— ¡Señora Annie! ¿Usted gusta del señor Terry?
 
— Él es muy atractivo… Candy se escuchaba tan gozosa… se me presentó la oportunidad… yo no quería pero él… me besaba… me tocaba… no dude en hacerlo, me dejé llevar… y gracias a eso por fin logré lo que yo tanto anhelé, tener la dicha de convertirme en madre.
 
— ¡Pero señora! Ese hijo es ...
 
— ¡Si! ¡Ya sé que no es de mi marido! Pero eso solo lo saben ellos, tú y yo, solo espero que esto jamás se sepa o Archie sería capaz de matarme y a Terry sin ser el culpable, sé que la única culpable aquí soy yo …
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Las manos de Patty le picaban, movía los pies de tal manera que se escuchaba el sonido que hacía al aporrear los tacones contra el suelo.
 
— Estás muy intranquila preciosa — Comentó Neil al tiempo que tomaba la mano de Patricia — ¿Es por lo que te dijo Luca de Alistear? — Preguntó el muchacho besando la mano de la joven, mostrándose comprensivo e interesado.
 
— No puedo engañarte Neil, Luca ha removido cosas dentro de mí y…
 
— Entiendo cariño, no te preocupes, entiendo y sabes que comprendo, desde el principio de nuestra relación fuiste sincera y me dijiste que este tema en particular todavía te cuesta superarlo.
 
— Gracias por entender Daniel — Agradeció la chica al tiempo que acariciaba la mejilla del pelirrojo — Quiero hacer algo para poder darle un cierre a todo esto.
 
— ¿Qué necesitas? ¿Puedo ayudarte?
 
— Sólo necesito unos momentos, voy a leer la carta que me dio Luca, si no lo hago ahora… creo que no lo haré nunca, y si quiero que lo de nosotros madure…
 
— Te entiendo, ¿Quieres que esté contigo?
 
— Quiero hacerlo sola, ¿Me dejas ir unos minutos? Después… te prometo que cerraré de una vez está herida y daré todo de mí sin restricción.
 
El de ojos marrones asintió, aunque hubiera querido ir con ella, prefirió dejarla marchar, la promesa de que a partir de ese momento ella al fin se dejaría querer por completo, era más que suficiente para esperar.
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Estaba sentada en una banca, en pasillo poco transitado, ubicado en un ala de habitaciones independientes de la casa, pasando un pequeño jardín de plantas de ornato colocadas en macetas de piedra gris, había un árbol enorme y muy viejo que daba sombra y refrescaba toda el área, el tronco era tan grueso que, aunque hubiera alguien ahí no se veía.
 
Patty sacó el sobre, un tanto temblorosa desdobló la hoja, reconoció la letra de inmediato, los trazos largos, la inclinación de las letras como si fueran escritas a prisa, la dedicatoria…"mi querida Patricia" si, era la caligrafía de Stear, apenas iba a empezar a leer cuando escuchó voces, levantó la vista al tiempo que giraba la cabeza para ver quién se acercaba, se puso de pie al tiempo que veía como una muchachita servía de apoyo a una mujer de vientre voluminoso, entonces supo que era Annie, posiblemente se había sentido mal por el ajetreo y ella quiso acercarse a ayudar, pero recordó el episodio con Archie y se arrepintió, aun así dio un paso al frente para que la vieran pero se detuvo de avanzar más cuando escuchó de viva voz de Annie.
 
— ¡Si! ¡Ya sé que no es hijo de mi marido! Pero eso solo lo saben ellos, tú y yo, solo espero que esto jamás se sepa o Archie sería capaz de matarme y a Terry sin ser el culpable, sé que la única culpable aquí soy yo …
 
Continuará…
 
Por: Lexie Graham y Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
 
En Sinergia… Cambiando el destino por Terry.
 
 

Hermana!! Yo también te extrañe, estoy Yam emocionada que mi cabeza explota por hacer más travesuras!! 

Mi querida Dení, este capítulo está súper relajado, no se porque te pones así!!   

Si ve al grupo de las Divinas a debatir con las demás moradoras!!