Capítulo 7
No juzgues un libro solo por la cubierta
Estaba sentada en la bañera, el agua cubría su cuerpo caliente mientras lo observaba detenidamente. Él estaba de pie, era tan alto que su cabeza estaba a la altura de la regadera, tenía las manos apoyadas en la pared, movía la cabeza de un lado a otro para que el agua que salía le mojara los hombros, poco a poco, el vital líquido empapó la amplia espalda, ella contiene la respiración al ver cómo los omoplatos se contraen marcando aún más el canal central de ese cuerpo macizo, toda su atención está en el correr de agua que va bajando por las vértebras hasta la cintura estrecha y bajando… bajando… repentinamente él se da la vuelta, ella lanza un grito de sorpresa al verlo en todo su esplendor, sus ojos verdes chocan con ese azul noche tan profundo que la hacen tragar saliva de forma audible, sin dejar de mirarla ladea la cabeza hacia la izquierda, ella puede ver la vena yugular palpitante en ese cuello ancho y aprieta los dientes aguantando las ganas de morder ese rasgo tan masculino que representa la manzana de Adán ¡Dios! ¡Por eso *Eva peco!
Él parecía darse cuenta del efecto que estaba causando, y sonrió de lado, acto seguido, levantó los brazos haciendo que sus bíceps se marcarán aún más, se pasaba los dedos por entre el cabello mojado y ella ya no pudo resistirse, se puso de pie, se acercó y alargó la mano para tocar los pectorales húmedos libres de vello, duros, dejó salir un suspiro al posar su mano sobre ellos, entonces fue su turno de sonreír, él había respingado con su contacto, sintiéndose poderosa se atrevió a seguir el camino de una gota de agua, con la yema de su dedo índice derecho recorrió los músculos abdominales, uno a uno, en zigzag hasta donde comenzaba un camino de vellos dónde un prominente… él le sujetó la mano, hizo un movimiento negativo con la cabeza al tiempo que la jalaba para pegarla completamente a su cuerpo, un gemido ronco salió de la boca de él, mientras que ella sintió todo el cuerpo temblar al sentir su erección en el estómago, levantó la cabeza para mirarlo al tiempo que bajaba la mano y tocar la punta suave del Glande con uno de sus dedos… ella juraría, con la mano en el corazón que él rugió como un tigre. La tomó de la cintura con un solo brazo, elevándola unos centímetros del piso, se inclinó un poco para con su mano libre agarrarle la pierna e impulsar de tal manera que su entrada quedó justo sobre el miembro masculino al enredar ella las piernas en su cintura, un jadeo salió de su boca, él estaba a punto de entrar en ella y…
Un fuerte ladrido, seguido de la humedad de una lengua rasposa la despertaron súbitamente.
— ¡¿Pero que…?! — Comenzó a manotear al tiempo que se incorporaba con los ojos todavía cerrados.
— ¡Lo siento hija! — Se disculpaba el rubio sacerdote al tiempo que tomaba de la correa a un muy inquieto Sam — Está buscando a Terry y se metió al cuarto.
— ¿Quién es…? ¡Parker! — La muchacha no tuvo tiempo de terminar la pregunta pues vio a su hijo tropezar y caer.
Candy apenas iba a levantarse para auxiliar al niño, cuando unas manos grandes ya lo estaban poniendo en pie.
— ¡Hey amiguito! Nos vamos a hacer daño si seguimos corriendo así — Dijo el hombre al tiempo que se ponía en cuclillas para revisar al bebé — ¡Oye! Yo te conozco… — Exclamó al tiempo que le revolvía los rizos rubios — ¡Eres el pecosito amigo de Sam!
— ¡Perrito! — Chillo Parker mientras corría de nuevo hacia el animal, imitando el ladrido de un can.
Candice comenzó a enrojecerse al ver al joven castaño, aunque ahora estaba vestido, inmediatamente se le vino a la mente el altercado en el baño, ¡Y el sueño que acababa de tener con él!
— ¡Oh Terry! También ya te levantaste — Dijo el rubio al tiempo que jalaba a Sam para llevarlo junto a él pues a pesar de que Parker lo estaba abrazando, el perro se había quedado olfateando los pies de Candy — Mira hijo ella es Candice y también se va a quedar aquí, hija él es Terrence…
— Hola — Saludó el castaño — Ya nos topamos hace un rato en el baño, pero no tuvimos tiempo de presentarnos.
— ¡Oh qué bien! Voy a la cocina, les dejo a sus hijos.
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El resto de la tarde, Candy evito toparse con el castaño, se dedicó a jugar y atender a Parker, aunque no podía, cada tanto, mirar por la ventana del cuarto que daba hacia el jardín y observar al hombre, que, con paciencia, realizaba una serie de ejercicios que antes ella había visto en las personas que entrenan perros.
— Candy — Llamó Albert al entrar en la habitación — ¿Me dijiste que vas a ir a trabajar al hotel? ¿No le dijiste al gerente que hubo un accidente en dónde vives?
— Si — Respondió la rubia al tiempo que sentaba a su hijo en la cama, ponerse de pie e ir a sacar el uniforme limpio de su maleta — Si no voy me descontará el día y usted sabe que no puedo darme ese lujo, al menos el señor Pool me dejó faltar, aunque me comprometí a devolver el día.
— Hoy no hay misa así que puedo quedarme con él, pero mañana…
— No sé preocupe padre, ya resolví eso — Informó dejando salir un suspiro.
— ¿Que pasa Candy?
— Esto es más difícil de lo que pensé padre, trabajar, cuidar de mi hijo, la renta, el pediatra, la comida… y ahora esto… — Se dejó caer en la única silla que había en la habitación.
— ¿Te arrepientes de haber tenido a tu hijo?
— ¡NO! ¡Jamás!
— ¿Entonces?
— Tengo miedo – Confesó ella - Parker aún es pequeño, pero ¿Cuando empiece a ir a la escuela? ¿Cuándo Patty acabe la universidad? ¿Cómo podré trabajar? ¿Con quién lo voy a dejar? ¿Y si me quedo sin un lugar para vivir?
— Cruzaras ese puente cuando llegues a él Candy, no te adelantes.
— No puedo evitarlo — Puntualizó con la cabeza baja — Ojalá y pudiera ser como él — Dijo moviendo la cabeza, señalando la ventana, dónde Terry estaba sentado sobre la hierba, con medio cuerpo de Sam sobre sus piernas mientras él le rascaba las orejas — Se ve tan despreocupado, tan relajado ahí jugando con su perro mientras que yo…
— ¿Crees que él no tiene pesares? ¿Que no guarda dolor como tú? Ahora lo ves ahí, tranquilo, pero hace unos años que recién… — Salió de la cárcel iba a decir el sacerdote, pero omitió esa parte — Llegó — Dijo al final — La pasaba mal, no dormía, trabajaba sin descanso hasta que encontró a Sam, yo creo que nuestro señor puso a ambos en el lugar y la hora que debían para encontrarse…
La mente de Albert viajó a una noche muy fría y nevada de diciembre, dos años atrás.
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Estaba preocupado, eran casi las once de la noche y Terry no llegaba, había comenzado a nevar y el joven andaba apenas con una chaqueta sencilla, pues salió desde la mañana a buscar información para aplicar examen como *EMT y a una entrevista de trabajo que le recomendó un joven de la estación de bomberos, uno que Albert también conocía y frecuentaba.
Ya iba a marcarle a la policía cuando la puerta se abrió y un congelado Terry entraba.
— ¡Muchacho! ¡Virgen santísima! ¡Mira nada más como vienes! — El hombre se apresuró a recibir a Terry, tomando la manta que dejó sobre el respaldo de la silla del comedor le cubrió los hombros para que esté entrara en calor pues no tenía chaqueta — ¡Vas a agarrar una pulmonía! ¿Porque te quitaste la chamarra? Y… ¿Dónde andabas?
— ¡Ahora no hay tiempo para explicaciones Albert! ¿Tendrás un poco de leche? ¿Una jeringa grande y alguna manta que no te sirva o una toalla?
— ¿Para qué quieres todo eso? ¿Que traes ahí?
El castaño, tiritando de frío mostró lo que llevaba envuelto en su prenda.
— Los acabo de recoger de un callejón a un par de manzanas, vi a un hombre tirar una bolsa de basura, pero cuando me acerque vi que algo se movía dentro y escuché sus chillidos, tendrán un par de días, ¡No podía dejarlos ahí! — Declaró, reflejando en sus ojos angustia y preocupación por los cuatro cachorros que el identificó como raza Pit Bull.
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— Uno no lo logró — Pronunció el rubio sacerdote, regresando de sus recuerdos — Estaban desnutridos y al borde de la hipotermia, esa noche no dormimos por mantenerlos calientes y alimentarlos, fue muy triste ver a la más pequeña cerrar los ojos y dejar de respirar, casi perdemos a Sam, pero él tiene un espíritu férreo y sobrevivió, fue una locura tenerlos aquí, enseñarles a ir al baño, limpiar todo el desastre que hacían, entre los feligreses encontramos quien les diera hogar de paso, pero Terry no dejó que se llevaran a Sam, desde el principio surgió una conexión entre ellos, cuando llegaba del trabajo Sam andaba tras él, no podía ni ir al baño porque se ponía a rascar la puerta y a llorar buscándolo, ¡Terry no se quedaba atrás! Parecía un niño corriendo para que el perro los siguiera, se acostaba en la cama con él y se quedaban dormidos por horas, se han hecho compañía desde entonces, él se ha hecho cargo de entrenarlo, y hasta obtuvieron su certificación, Sam es un *perro de terapia al igual que sus hermanos.
Para cuándo Albert terminó su relato las mejillas de Candy estaban bañadas en lágrimas, sumamente conmovida por la historia del animalito y de su dueño.
La joven se preguntaba ¿Que pudo haberle pasado a Terry para padecer insomnio y ansiedad? Él se veía tan fuerte, tan seguro, recordaba como su voz, aunque grave y profunda, le infundio calma a ella, a Parker y a Patty durante el trayecto al hospital. Porque ella lo había reconocido, él, era el atractivo paramédico que conoció la noche anterior y el hermoso hombre al que vio desnudo en el baño.
Continuará…
Por: Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
Diseño de portada: Magnolia Mon
Iluminación: Fantasía
En Sinergía, Cambiando el destino por Terry.
EMT: emergency medical technician (en español: Técnico Médico de Emergencia)
Perro de terapia: Un perro de terapia es un perro que está entrenado para brindar afecto, comodidad y apoyo a personas en hospitales, hogares de ancianos, escuelas, bibliotecas, hospicios y / o áreas de desastre.
Gracias por leer.