cap. 1
A las que me otorgan el privilegio de acompañarme desde el inicio dejo el enlace al capítulo anterior
cap. 7
Mi agradecimiento a todas por el apoyo y aceptación a esta historia
Capítulo 8
Plática nocturna
Llevaba casi una semana haciendo el mismo recorrido y sentía que ya iba a colapsar, lo peor es que no sabía hasta cuándo terminaría la situación actual.
Todos los días se levantaba a las 6:30 de la mañana, tomaba un café, a veces sola, a veces con el padre Albert antes de la misa de siete y en dos ocasiones con Terry, a quien evitaba mirar a los ojos pues se moría de pena. Luego lavaba su uniforme pues solo tenía dos, la ropa de Parker y si el padre la dejaba ropa de él, para las ocho de la mañana el desayuno, a las nueve preparar la comida, ahí no pudo escapar y compartió la cocina con el castaño, quien después de llevar a Sam a correr un rato le preparaba los alimentos. Ella era todo un manojo de nervios, cada tanto chocaban o se rozaban al cruzarse para agarrar algún utensilio, en una de esas a ella se le cayó un cucharón, ambos se agacharon al mismo tiempo a recogerlo, y al levantarse se quedaron viendo a los ojos por unos segundos, ella aguantó la respiración todo ese tiempo, hasta que, la voz de Parker la sacó de su lapsus e inmediatamente desvío la mirada y siguió en su labor.
Candy estaba pendiente del reloj en todo momento, si se le hacía tarde no alcanzaría el autobús, antes de ir a trabajar tenía que dejar al niño a casa de la abuela de Patty, dónde se quedaba toda la tarde, hasta ya muy noche que ella iba por él.
Hoy era la sexta noche que hacía lo mismo, las ojeras ya se le estaban marcando alrededor de los ojos, los hombros le dolían pues debía cargar con la mochila de Parker. El tener que llevarlo a otro lado para su cuidado implicaba llevarle, ropa, zapatos, sábana, juguetes, leche, comida, además de cargarlo para subir al bus y maniobrar si no había lugares disponibles. En la noche, cuando salía de trabajar, iba por el bebé, y si no fuera por la insistencia de Martha de que al menos dejara que su chófer la llevará tendría que regresar en transporte público, sin embargo, y aún en el auto, llegaba a la una de la mañana, y hoy, 1:30 pues de nuevo Susana la abordó a la salida del hotel.
Se bajó del vehículo con ayuda de Pablo, el chófer de origen mexicano que trabajaba con Martha, se colgó la mochila, tapó a Parker que venía dormido, y con llaves en mano llegó al portón. Antes de cerrar agradeció al muchacho quien esperó a que ella entrara para retirarse. Cruzó el jardín hasta llegar a la puerta de madera color rojo, al introducirse en la casa escuchó ladrar a Sam.
Dejó las llaves sobre la mesita que estaba a un costado, caminando casi de puntas para no despertar al padre atravesaba la salita para ir a su cuarto, pero…
— Deja te ayudo — Dijo una voz profunda desde la cocina.
— ¡Terry! — Habló ella sorprendida, no lo había visto.
Él se acercó y tomó a Parker de los brazos de Candy, con cuidado de no despertarlo se lo puso al hombro al tiempo que le pasaba la mano por la espalda y le susurraba al oído, el niño acomodó su cabeza en el hueco de su cuello, suspiró y siguió durmiendo, luego, le quitó a Candy la mochila que traía en la espalda y le hizo una señal para que ella pasara primero.
El alivio que sintió la rubia al no tener todo el peso se reflejó en su rostro, masajeando su cuello caminó delante del castaño para abrir la puerta de su habitación.
— ¿Qué te pasó? — Pregunta Terry al verla cojear un poco de la pierna derecha.
— Cuando subí al autobús al medio día me troné algo en la rodilla, el escalón estaba muy alto y tuve que cargar a Parker para subir y como todo el día estuve parada…
— Te revisaré, no sé cómo puedes cargar con esta cosa — Dijo el castaño señalando la mochila — ¿Llevas piedras adentro?
— Son las cosas de Parker.
— ¿Es mucho no?
— Lo que usa a diario, sus juguetes favoritos… está fuera de su entorno y quiero que al menos tenga sus cosas, y no te preocupes por mí, no tengo nada — Finalizó y abrió la puerta de la habitación.
El hombre acostó al niño sobre la cama, Candy le quitó los zapatos, lo arropó e iba a darle las gracias a Terry, pero él se le adelantó a hablar.
— Ve al sillón, voy por unas cosas para revisarte la rodilla — Le ordenó.
— Ya te dije…
— ¡Ve! — Dijo de manera imperativa al tiempo que se dio la vuelta para salir.
Candy respingo ante la orden, pero obedeció, estaba tan cansada que no tenía fuerzas para rezongar. Antes de salir acarició el lomo de Sam que daba vueltas alrededor suyo, los últimos tres días la recibía de la misma manera, ella llegaba y él ladraba, luego le daba dos vueltas, esperaba a que Parker estuviera en la cama y subía sus patas delanteras para verlo; a ella le parecía que él sonreía, por último, y antes de que cerrara la puerta se ponía frente a ella meneando la cola alegremente, con la lengua para afuera, dando pequeños brincos hasta que se agachaba, le acariciaba el lomo, la cabeza y por último el pecho, él parecía satisfecho y regresaba a la cocina donde tenía una cama o al cuarto de Terry que siempre dejaba abierto para que Sam pudiera ir y venir si así lo quería, pues la segunda noche que compartieron techo y su cama estaba en la habitación de Terry, se puso a rascar la puerta con insistencia cuando la escuchó llegar que levantó al castaño para que le abriera.
Sentada en el sillón color canela, la rubia recibía atención médica, estaba roja de vergüenza, Terry le revisaba la rodilla y ella daba respingos al sentir sus dedos, aquel sueño tan vívido no lo olvidaba, aunque el parecía ni acordarse pues estaba como si nada, ella no sabía si enojarse por eso o sentirse aliviada.
— No tienes nada, sólo está un poco inflamado, ¿Tienes medicamentos para tomar? — Le preguntó cerrando el maletín con su material de curación.
— Para mí no, sólo tengo algunas cosas para Parker.
— Posiblemente Albert tenga algo, pídeselo mañana para que tu lesión no pase a más.
— Lo haré, gracias — Dijo tímida.
— Llegaron muy tarde hoy — No fue pregunta.
— Una compañera del hotel me abordó de nuevo y se me hizo tarde — Explicó.
— No deberías andar sola con el niño a estas horas — Reconvino Terry.
— No tengo opción, Patty… mi amiga que lo cuida, la de lentes… que también vive en el edificio…
— ¡Ah sí! La recuerdo… la guapa alta, pensé que era la mamá del niño.
Candy torció la boca al escuchar como recordaba él a su amiga.
— Si, ella — Confirmó parca.
Terrence se sentó a su lado y la observó un momento, tras el breve escrutinio comentó.
— ¿Cuántos años tienes?
Con cara de "Qué te importa” Candy se le quedó viendo.
— Perdona que te pregunte, pero es que te ves muy joven para tener un niño como Parker, él tiene ¿Dos, tres años?
— Cumplirá tres en julio yo cumplí veintidós en mayo pasado — Informó al tiempo que se ponía de pie, iban a dar las dos y ya tenía mucho sueño.
— Albert me dijo que no tienes apoyo de nadie.
— ¡No lo necesito! ¡Puedo valerme por mi misma y cuidar a mi hijo! — Exclamó molesta al sentirse juzgada.
— No quería ofenderte, por el contrario, mi madre y yo también estuvimos solos… — Se interrumpió al sentir un nudo en la garganta — Ella me sacó adelante con mucho esfuerzo… yo… ella ahora no está, pero… creo que es admirable lo que haces — Concluyó.
— Lamento lo de tu madre — La actitud de Candy cambió — Mis padres murieron cuando yo era una niña pequeña, crecí en un orfanato pues mi madre era voluntaria ahí, la hermana Lane era su amiga y en algún momento ella le externó que si llegaban a faltar preferiría que me quedara en ese lugar y no andar de casa en casa, expuesta a otras cosas.
— Lane es la hermana de Albert ¿Cierto?
— Si, después de mi… accidente en Chicago yo quise irme y el padre Ardlay me recibió, la tía de Patty, la señorita Pony me dio alojamiento hasta que nació Parker y luego pude trabajar, tuve suerte que la persona que vivía en el departamento del frente se mudara, ella y el padre me apoyaron para que el administrador me lo rentara, pero… ¿Y tú? ¿De dónde conoces al padre? ¿Por qué le llamas por su nombre?
Terry se tensó, hablar de su pasado no era algo que le gustara hacer, sin embargo, consciente que él preguntó primero, se limitó a decir solo un poco.
— Lo conocí hace como cinco o seis años, era una época difícil para mí y él me ayudó a salir adelante, sobre todo cuando mi madre murió, fue... yo… bueno… no estaba con ella…
— Lo siento — Dijo la chica al tiempo que posaba su mano en el brazo de Terry.
El muchacho le cubrió la mano con la suya, de nuevo el silencio se instaló entre ellos, se quedaron mirando, era extraño, las dos o tres veces que cruzaron palabras siempre les pasaba lo mismo, era como si entendieran, sin palabras, el sentir del otro. Y como cada vez, alguien interrumpió y la burbuja explotó, esta vez, Sam, quien llegó y se paró en la pierna del castaño, agitando la cola y gimiendo de forma lastimera.
Se soltaron, Candy bajó la vista hacia el perrito y Terry se inclinó para acariciarlo.
— Estoy bien amigo, vamos a dormir — Le dijo mientras Sam le daba lamidas en la oreja — Buenas noches Candy — Se despidió al incorporarse, con el perro en los brazos.
— Buenas noches Terry, descansa y gracias — Finalizó, esbozando una sonrisa para él.
La joven rubia lo vio partir, admirando su andar, su espalda, sus hombros y esos brazos poderosos que se marcaban en la camiseta verde de manga corta que… suspiró al tiempo que movía la cabeza negativamente, ¿Que rayos le estaba pasando?
Con la leve cojera se metió al baño, cuidando, en esta ocasión de poner el seguro, se ducho rápido y se fue a dormir, ya eran las dos de la mañana, definitivamente no aguantaría por mucho el ritmo de su situación actual.
Las palabras dichas por Susana un par de horas antes se le quedaron en la cabeza antes de quedarse dormida "son cuatro días a la semana, la paga es buena y las propinas aún mejores, yo estoy a punto de renunciar y quedarme solo con ese trabajo, no es nada del otro mundo, servir los tragos, sonreír a los clientes, platicar con ellos y bueno… si quieren algo más… ya es cosa tuya, pero ¡Imagínate! De cincuenta a cien dólares por noche, mínimo, el otro día salí de ahí con doscientos, ahora somos tres, pero no nos damos abasto nos hace falta una chica y tú eres perfecta, tendrías más tiempo para tu hijo y podrías darle una mejor vida, sobre todo cuando comience a ir a la escuela"
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6:45 de la mañana… día siguiente.
— Que raro que Candy no se haya levantado — Comentó Albert depositando su taza sobre el fregadero.
— Anoche llegó tarde — Informó Terry, mientras servía un poco de croquetas en el plato de Sam — Se le ve muy cansada.
— Lo he notado y me preocupa, lo peor es que no hay para cuando regresen a su casa, el administrador del edificio me dijo que el último piso está muy dañado, van a tener que reemplazar la cablería pues el corto circuito que originó el incendio lo dañó, no tendrán electricidad hasta que acaben, yo estoy contento de tenerlos aquí pero para Candy es complicado, no es lo mismo que le cuiden al niño cuando viven en el mismo lugar y solo cruzan un pasillo a qué tenga que ir y venir, al menos no es temporada de frío pero las lluvias no tardan en llegar, yo tengo deberes que cumplir y no puedo ayudarle con Parker, es demasiado tiempo el que ella está afuera y el niño es muy pequeño, necesita atención y cuidados.
— El padre de Parker…
— Ya te había contado hijo, el ya no está en este mundo, y tampoco es que quisiera al niño, cuando supo que Candy estaba embarazada le pidió que se deshiciera de él, como ella dijo que no quiso obligarla a suspender el embarazo, la estaba llevando a una clínica, discutía con Candy porque la llevaba con engaños a ese lugar, se distrajo, se voló un alto y un auto chocó de su lado, no traía cinturón de seguridad y falleció de inmediato por el impacto, Candy se salvó de milagro, ella si tenía puesto el cinturón, solo se rompió la muñeca, se lesionó el cuello y la espalda además de los cortes por el cristal, los padres del muchacho le echaron la culpa, no le creyeron lo que ella les dijo y le hicieron la vida imposible, una chica que también era novia de el atacó a Candy, por eso mi hermana le dijo que viniera para acá.
— El muy maldito, era igual al infeliz que engaño a mi mamá.
— Cuida tu boca hijo, gracias a él estás aquí.
— No pienso discutir eso contigo Albert, sabes lo que pienso de mi padre.
La mañana estuvo movida, cuando Candy se levantó el padre Ardlay estaba oficiando misa, Terry estaba en el jardín trabajando con Sam pues era su día libre y ella andaba de un lado para otro, apurada para tener todo listo antes de las once pues debía salir cuando mucho a las doce o llegaría tarde a la cafetería para su turno.
Eran las 11:35, Candy estaba en su habitación guardando la ropa de su hijo en la pañalera mientras este apretaba los botones de un juguete musical cuando…
— Candy, te está buscando una persona — Dijo el padre Ardlay tras entrar a la habitación.
— ¿A mí? ¿Quién es?
— Es mejor que salgas hija, la señora me fue a ver a la oficina de la parroquia, pero como le dije que estabas aquí me pidió entrar a verte.
Sorprendida y curiosa de saber quién la buscaba, la rubia acompañó al sacerdote hasta la salita.
Una adusta mujer de complexión gruesa, morena, vestida con un traje sastre en color azul oscuro, estaba de pie, observando el lugar, tenía un maletín color marrón y un bolso negro, un peinado recogido y muy poco maquillaje. Candy se puso nerviosa al verla, pues ella estaba con el uniforme de la cafetería, un vestido rosa de botones al frente, zapatos bajos en color blanco y su maraña de rizos atados en una coleta alta, sin maquillar, lo que la hacía verse más joven de lo que era.
— Buen día señora, soy Candice White Villers, ¿En qué puedo ayudarle?
— Buen día señora Villers, ¿Es usted la madre de William Parker Villers? Mi nombre es Emilia Elroy, soy de protección al menor, ¿En dónde se encuentra el niño en estos momentos?
Continuará…
Por: Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
Diseño de portada: Magnolia Mon
Iluminación: Fantasía
En Sinergía, Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer.