P.D.: Gracias a Elby, la fogosa mayor, por haberme dado ideas de ponerle un nombre a este trabajo, creo que para esta historia le quedó bien
Capítulo 1: Asalto
Escapar del San Pablo, no había sido tarea difícil para ellos, tras la trampa de Eliza, y haber pedido ayuda a su padre, Terry no había conseguido el apoyo que requería, por lo cual, había decidido irse del colegio en busca de forjar su propio camino, sin encontrarse ya prisionero. Al contárselo a Candy, ella le pidió que la llevara y de esta forma, juntaron el dinero necesario para comprar los boletos y así viajar en un gran barco. Uno al lado del otro, iban rumbo a la boletería, Terry llevaba una maleta en cada mano, y Candy llevaba la más pequeña, no había demasiada iluminación por los alrededores, pues habían decidido irse de noche para no ser descubiertos por las monjas del San Pablo. No había demasiada gente y era cerca de las dos de la mañana, solo faltaban un par de calles para llegar hasta el lugar indicado, pasaron frente a un callejón y escucharon como si una botella se hubiera caído al suelo. Ambos se detuvieron, un leve temor recorrió sus cuerpos.
-Vamos rápido Candy, a veces estos lugares pueden ser un poco peligrosos –dijo él
-Sí –se llevó una mano al pecho para estrujar un poco su abrigo
Ellos siguieron su camino, pero no tardaron en escuchar unos pasos que los seguían, ambos voltearon para ver quién era. Dos hombres, uno de ellos regordete y de baja estatura, mientras que el otro era alto y de prominente nariz, cada uno sostenía un cuchillo.
-¿Qué hacen por aquí tan tarde chicos? –preguntó el hombre más alto con cierta ironía- estas no son horas para que una señorita esté fuera de casa –miró a la rubia con una oscura mirada
Terry dio un paso hacia adelante para que Candy quedara tras él, a manera de ser un escudo para ella.
-No sirve de nada poner resistencia, si lo hacen, las cosas podrían salir peor –les advirtió
-¿Quieren dinero? Se los daremos –él sacó todos los billetes que tenía en el bolsillo y se los entregó
-Pero qué fácil –dijo el más regordete soltando algunas carcajadas
-Oye chico, sé que debes tener algo más en esas maletas
-Solo es ropa… -respondió el ojiazul
-Muéstrame, quizás haya algo que pueda servirnos, mi ropa ya está algo vieja
Terry desvió la mirada por un momento y dejó las maletas en el suelo, ellos las abrieron y comenzaron a sacar las prendas que habían.
-¡Mira esto Gus! –dijo el más bajo- ¿este abrigo me quedará bien?
-Claro que no, estás muy gordo, terminarías desperdiciándolo –se lo arranchó de las manos y comenzó a mirar la prenda detenidamente- esta tela es muy fina, podríamos venderlo o quizás… -se puso el abrigo y metió las manos a los bolsillos dando una vuelta para que su amigo lo viera- ¿qué te parece? ¿me queda bien?
-Sí Gus, luces como esos tipos ricos
-Ustedes deben tener más dinero, no cualquiera lleva este tipo de ropa –dijo el hombre mirando a Terry
-No tenemos nada más, es todo
-¿Seguro? –preguntó jugueteando con un vestido que sacó de una de las maletas- esto le gustaría a Jessy
-Tienes razón, quedará fascinada, el otro día dijo que quería un vestido nuevo –dijo su compañero
-¿Qué me dices tú preciosa? –esta vez miró hacia donde estaba Candy- apártate muchacho- ordenó mientras le acercaba el cuchillo peligrosamente al pecho- solo quiero verla un poco
-Tranquilo Terry, estaremos bien –le dijo ella en voz baja dando un paso al costado de Terry
-Muy bien linda, ahora ponte este vestido, quiero ver cómo te queda
-¿Ponérmelo? –el temor se hizo presente en su rostro
-Sí, quítate lo que llevas puesto y luego te pruebas el vestido
-¡Déjala! –gritó Terry intentando posicionarse delante de Candy, pero esta vez el hombre regordete lo empujó haciendo que cayera al suelo y luego le acercó el cuchillo hacia el cuello para evitar que se moviera
-¿Te vas a quitar la ropa o no? –preguntó de forma retórica el otro criminal
Con las manos temblorosas y la mirada gacha, comenzó a desabotonar el abrigo que tenía puesto y lentamente lo deslizó por sus brazos, el hombre le arrebató la prenda de un jalón y la olisqueó, Terry quiso levantarse, pero sintió el afilado objeto queriendo incrustarse en su garganta, su respiración estaba haciéndose más agitada y pesada, la frustración lo invadía y daba paso a otro sentimiento, la ira.
-Quítate ese vestidito –ordenó nuevamente el hombre que estaba frente a la rubia
-No la obligues a hacer eso –dijo Terry con furia en su voz
-¡Cállate! –le gritó quien lo custodiaba y le dio una patada en las costillas que hicieron que el castaño se doblara de dolor en el suelo, a esta le siguieron más puntapiés que se estrellaron contra su abdomen una y otra vez
-Terry… -dijo Candy temblando aún más, se sentía realmente asustada
-Oye muñequita, si no te lo quitas tú, yo mismo tendré que hacerlo
El hombre se acercó hasta ella, Candy intentó cubrirse, pero él la empujó, cayó al suelo y este colocó una pierna a cada lado de la rubia. El forcejeo se detuvo cuando Gus le dio una sonora bofetada, la mejilla de Candy se enrojeció de inmediato mientras quedaba en completo silencio y lágrimas salieron de sus ojos. Terry observó todo esto mientras intentaba recuperar la respiración, ya no recibía más golpes, el hombre regordete miraba la escena que sucedía entre su amigo y la chica, parecía un perro al que le escurría saliva de la boca cuando ve un apetitoso pedazo de carne. Terry intentaba tomar algunas bocanadas de aire para poder incorporarse cuando vio que el hombre que estaba sobre Candy tomó el cuchillo y rasgó un centímetro del vestido de ella a la altura del pecho. Sin saber cómo, su cuerpo actuó por sí mismo, con una de sus manos jaló fuertemente el pie del sujeto que estaba a su lado y lo hizo caer, se levantó y se lanzó hacia Gus, en este movimiento produjo que el arma cayera de la mano del criminal y aprovechó para comenzar a lanzarle todos los puñetazos que pudo.
-¡Maldito bastardo! –le gritó- ¡eres un cerdo asqueroso!
Mientras tanto, el sujeto regordete se levantó y se dirigió hacia Terry para abalanzarse contra él, ambos se encontraron en el suelo y Gus le dio una patada en la cabeza al castaño, dejándolo atontado inmediatamente. Aprovecharon aquel momento para huir rápidamente, Candy se acercó hacia el cuerpo que yacía en el suelo.
-¡Terry! –exclamó mientras apoyaba la cabeza de él en sus piernas y lo miraba buscando si había alguna herida abierta
-Candy… -dijo él intentando recobrar sus cinco sentidos
Ella dejó salir algunas lágrimas que rodaron por sus mejillas e intentó esbozarle una sonrisa.
-Pecosa… no llores, no estoy muriendo –comenzó a reincorporarse y se dio cuenta de que le dolían las costillas por los golpes que había recibido
-Vámonos de aquí –le dijo ella levantando sus pertenencias y volviendo a guardar las prendas que se hallaban dispersadas en el suelo, a su vez, levantó su abrigo y se lo puso para luego abotonarlo sintiéndose un poco avergonzada
-Yo las llevo –dijo Terry quitándole suavemente las maletas
-Pero…
-No te preocupes por mí pecosa, esas maletas están algo pesadas y no dejaré que tú las lleves sola, y no está en discusión
No hubo más palabras, solo siguieron caminando a paso lento, el castaño no podía apresurar más el paso debido al dolor que sentía por los golpes recibidos. Llegaron hasta el lugar en el que vendían los boletos y decidieron descansar en unos asientos que se hallaban ahí. Ahora solo tendrían dos opciones; ver la forma de conseguir los boletos que necesitaban para viajar, o regresar al San Pablo, debían meditar bien cuál decisión tomar, ya que esta, tendría consecuencias, fuera cual fuera.
Continuará...
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