Hola chicas!!! Ya venía deviendo el tercer capítulo de "Desiderátum", estoy nadando contra la corriente del tiempo, no deseo hacerlas esperar demasiado, pero a veces ciertas cosillas no están en el control de nuestras manos. También he terminado de hacer la portada para este fic, aún voy en mis primeras práticas, se hace lo que se puede. Disfruten la historia! y díganme, qué piensan de esa "misteriosa mujer"?
Capítulo 3: “Misteriosa mujer”
Al despertar, cayeron en cuenta de que eran las seis de la tarde, sus estómagos comenzaron a emitir señales que indicaban que era hora de comer, sacaron la pequeña bolsa de pan y compartieron una vez más el pequeño alimento.
-Solo quedará un poco para mañana –dijo ella guardando la bolsa
Él asintió y cuando terminaron de comer, sugirió que salieran de la habitación para ir a caminar un poco en los alrededores. En esos pasillos se escuchaban ruidos, unos cuantos gritos, música producida por algún instrumento y el llanto de algún que otro niño, llegaron hasta donde se encontraba un apartado en el cual servían la comida. Se unieron respectivamente a la fila en la que estaban las demás personas, en cuanto fue su turno de recibir la comida, les sirvieron un poco de sopa y un vaso de agua. Cuando miraron para buscar una mesa disponible, no encontraron una.
-Tendremos que comer de pie –dijo ella
-¡Hey! –escucharon que alguien se dirigía hacia ellos, a una corta distancia se encontraba una anciana que agitaba la mano para llamarlos, se acercaron hasta ella- no me importa compartir mi mesa con ustedes
-No queremos incomodar –le respondió Candy
-No te preocupes cariño, además no soy la única compartiendo la mesa, en este tipo de barcos es normal hacer esto
-No lo sabíamos –dijo Terry mirando a su alrededor
-¿Es la primera vez que viajan en tercera clase?
Los muchachos asintieron al mismo tiempo y la anciana les sonrió amigablemente mientras se llevaba un bocado de sopa y sorbía.
-¿Por qué están viajando? Veo que son muy jóvenes – dijo mientras acomodaba sus gafas- no me digan que están escapando de casa –no hubo respuesta- está bien, no tienen que contármelo si no quieren, mi nombre es Lily
-Yo soy Candy, y él es Terry –le dijo la jovencita
-Candy y Terry –repitió ella- que lindos nombres, suenan bien juntos, ¿son novios?
-Sí –respondió él de inmediato
-Yo conocí a mi esposo en un viaje de estos también, me encontraba huyendo de un matrimonio que querían imponerme, ya sabes, era muy joven, tenía mi encanto en aquel entonces, no pude soportar tener que casarme con un hombre que me triplicaba la edad y pesaba Dios sabe cuánto, me escapé y tuve que dejar todos los lujos que mi familia me proporcionaba, solo me llevé las joyas valiosas para cambiarlas por dinero. Mi única opción era viajar a otro lugar en un barco de tercera clase, era el único lugar en el que no me buscarían, así que logré cumplir mi cometido y tuve que pasar algunos días sola y asustada, era la primera vez que viajaba, de hecho, era casi como ustedes. Si no hubiera sido por Augustus, que me invitó a compartir su mesa, habría caído en una profunda tristeza. Así nos conocimos, le conté un poco de mi historia y cuando llegamos a nuestro destino, me ofreció hospedarme en la casa de su familia, él era cuatro años mayor que yo y vivía con sus padres. No me quedó más remedio que aceptar, cuando llegamos a la casa, era algo pequeña y acomodada pero bastante cálida, ese era más hogar que la fría mansión en la que yo viví antes, sus padres fueron muy amables conmigo y aunque les prometí quedarme solo unos días, acabé con ellos por un par de años llegando a convertirse en mis suegros. Augustus y yo nos casamos y nos mudamos de casa, no vivíamos muy lejos de sus padres, nos veíamos con regularidad, incluso llegué a sentir que también eran mis padres, los años pasaron, tuvimos un hijo, pero lo perdimos cuando tenía cinco años, fue un accidente, se cayó de las gradas –Lily recordaba con nostalgia- no hubieron más niños, no tuvimos la dicha de volver a ser padres, creí que esa tragedia en algún momento nos separaría, pero no fue así, por el contrario, terminamos más unidos que nunca y los años pasaron nuevamente hasta que envejecimos juntos, un día desperté al lado de su frío cuerpo, fue un golpe muy doloroso para mí, eso me hace pensar que tampoco me falta demasiado para que en algún momento me pase lo mismo
-No diga eso –le pidió Candy apenada de haber escuchado esa historia
-Es el proceso natural de la vida, no hay nada que se pueda hacer al respecto, pero espero no haberlos aburrido con mi historia
-Para nada –dijo Terry- es bueno saber que no somos los únicos que pasamos por todo esto
-Terry, la vida nos depara grandes sorpresas, si no nos ocurriera nada, no habría anécdotas que contar y estaríamos aburridos todo el tiempo, lo bueno y lo malo que nos ocurra, nos ayuda a tener más experiencia y sabiduría
Lily dio el último sorbo a su sopa y se limpió los labios con una servilleta, luego les sonrió y agradeció que compartieran la cena con ella. Los dos muchachos se quedaron sentados para terminar de comer la sopa que aún tenían.
Terry se sintió nuevamente observado, miró hacia un lado y pudo divisar que aquel par de ojos lo miraban de nuevo, la misma mujer que lo había visto antes en el pasillo de las recámaras estaba ahí, esta vez se encontraba con más personas a su alrededor, algunos miraban por un segundo a Terry y luego susurraban entre ellos.
Al terminar la cena, la pareja se dirigió a su camarote.
-Candy, ¿trajiste tu pijama? –preguntó él cuando estuvieron dentro de la pequeña habitación
-Si –respondió ella sonrojándose un poco
-No te preocupes, te espero afuera para que puedas cambiarte
-Está bien, no tardaré demasiado
Terry salió y se apoyó en el marco de la puerta, se dispuso a esperar, aquella sensación de sentirse observado nuevamente se hizo presente, frunció el ceño y buscó con la mirada, pero no tuvo éxito en encontrar a alguien. Sintiéndose extrañado dio unos pasos hacia el final del pasillo, le pareció escuchar la risa de un niño a sus espaldas, volteó y le pareció ver un cuerpo pequeño que corría del otro lado. Probablemente los niños estarían jugando a las escondidas, la puerta de su camarote se abrió y una cabellera rizada se asomó para verlo.
-¿Qué haces ahí Terry?
-Nada, ¿terminaste de cambiarte?
-Sí, es tu turno
Él se adentró y comenzó a despojarse de las prendas que cubrían su torso, al desabotonar la camisa, observó cómo los moretones en su piel, se habían acentuado y las costillas le dolían, tocó suavemente y sintió una punzada. Se quejó por lo bajo, continuó observando dónde más tenía golpes.
Por su lado, Candy se encontraba afuera, una mujer salió de un camarote que se encontraba a dos puertas del suyo, de piel oscura y vestimenta algo peculiar. Inevitablemente la observó, sus oscuros ojos parecían tener una amenazante profundidad. Candy le dedicó una sonrisa, en ese momento sintió un dolor punzante en la pierna e inevitablemente se quejó.
Continuará...
Capítulo 3: “Misteriosa mujer”
Al despertar, cayeron en cuenta de que eran las seis de la tarde, sus estómagos comenzaron a emitir señales que indicaban que era hora de comer, sacaron la pequeña bolsa de pan y compartieron una vez más el pequeño alimento.
-Solo quedará un poco para mañana –dijo ella guardando la bolsa
Él asintió y cuando terminaron de comer, sugirió que salieran de la habitación para ir a caminar un poco en los alrededores. En esos pasillos se escuchaban ruidos, unos cuantos gritos, música producida por algún instrumento y el llanto de algún que otro niño, llegaron hasta donde se encontraba un apartado en el cual servían la comida. Se unieron respectivamente a la fila en la que estaban las demás personas, en cuanto fue su turno de recibir la comida, les sirvieron un poco de sopa y un vaso de agua. Cuando miraron para buscar una mesa disponible, no encontraron una.
-Tendremos que comer de pie –dijo ella
-¡Hey! –escucharon que alguien se dirigía hacia ellos, a una corta distancia se encontraba una anciana que agitaba la mano para llamarlos, se acercaron hasta ella- no me importa compartir mi mesa con ustedes
-No queremos incomodar –le respondió Candy
-No te preocupes cariño, además no soy la única compartiendo la mesa, en este tipo de barcos es normal hacer esto
-No lo sabíamos –dijo Terry mirando a su alrededor
-¿Es la primera vez que viajan en tercera clase?
Los muchachos asintieron al mismo tiempo y la anciana les sonrió amigablemente mientras se llevaba un bocado de sopa y sorbía.
-¿Por qué están viajando? Veo que son muy jóvenes – dijo mientras acomodaba sus gafas- no me digan que están escapando de casa –no hubo respuesta- está bien, no tienen que contármelo si no quieren, mi nombre es Lily
-Yo soy Candy, y él es Terry –le dijo la jovencita
-Candy y Terry –repitió ella- que lindos nombres, suenan bien juntos, ¿son novios?
-Sí –respondió él de inmediato
-Yo conocí a mi esposo en un viaje de estos también, me encontraba huyendo de un matrimonio que querían imponerme, ya sabes, era muy joven, tenía mi encanto en aquel entonces, no pude soportar tener que casarme con un hombre que me triplicaba la edad y pesaba Dios sabe cuánto, me escapé y tuve que dejar todos los lujos que mi familia me proporcionaba, solo me llevé las joyas valiosas para cambiarlas por dinero. Mi única opción era viajar a otro lugar en un barco de tercera clase, era el único lugar en el que no me buscarían, así que logré cumplir mi cometido y tuve que pasar algunos días sola y asustada, era la primera vez que viajaba, de hecho, era casi como ustedes. Si no hubiera sido por Augustus, que me invitó a compartir su mesa, habría caído en una profunda tristeza. Así nos conocimos, le conté un poco de mi historia y cuando llegamos a nuestro destino, me ofreció hospedarme en la casa de su familia, él era cuatro años mayor que yo y vivía con sus padres. No me quedó más remedio que aceptar, cuando llegamos a la casa, era algo pequeña y acomodada pero bastante cálida, ese era más hogar que la fría mansión en la que yo viví antes, sus padres fueron muy amables conmigo y aunque les prometí quedarme solo unos días, acabé con ellos por un par de años llegando a convertirse en mis suegros. Augustus y yo nos casamos y nos mudamos de casa, no vivíamos muy lejos de sus padres, nos veíamos con regularidad, incluso llegué a sentir que también eran mis padres, los años pasaron, tuvimos un hijo, pero lo perdimos cuando tenía cinco años, fue un accidente, se cayó de las gradas –Lily recordaba con nostalgia- no hubieron más niños, no tuvimos la dicha de volver a ser padres, creí que esa tragedia en algún momento nos separaría, pero no fue así, por el contrario, terminamos más unidos que nunca y los años pasaron nuevamente hasta que envejecimos juntos, un día desperté al lado de su frío cuerpo, fue un golpe muy doloroso para mí, eso me hace pensar que tampoco me falta demasiado para que en algún momento me pase lo mismo
-No diga eso –le pidió Candy apenada de haber escuchado esa historia
-Es el proceso natural de la vida, no hay nada que se pueda hacer al respecto, pero espero no haberlos aburrido con mi historia
-Para nada –dijo Terry- es bueno saber que no somos los únicos que pasamos por todo esto
-Terry, la vida nos depara grandes sorpresas, si no nos ocurriera nada, no habría anécdotas que contar y estaríamos aburridos todo el tiempo, lo bueno y lo malo que nos ocurra, nos ayuda a tener más experiencia y sabiduría
Lily dio el último sorbo a su sopa y se limpió los labios con una servilleta, luego les sonrió y agradeció que compartieran la cena con ella. Los dos muchachos se quedaron sentados para terminar de comer la sopa que aún tenían.
Terry se sintió nuevamente observado, miró hacia un lado y pudo divisar que aquel par de ojos lo miraban de nuevo, la misma mujer que lo había visto antes en el pasillo de las recámaras estaba ahí, esta vez se encontraba con más personas a su alrededor, algunos miraban por un segundo a Terry y luego susurraban entre ellos.
Al terminar la cena, la pareja se dirigió a su camarote.
-Candy, ¿trajiste tu pijama? –preguntó él cuando estuvieron dentro de la pequeña habitación
-Si –respondió ella sonrojándose un poco
-No te preocupes, te espero afuera para que puedas cambiarte
-Está bien, no tardaré demasiado
Terry salió y se apoyó en el marco de la puerta, se dispuso a esperar, aquella sensación de sentirse observado nuevamente se hizo presente, frunció el ceño y buscó con la mirada, pero no tuvo éxito en encontrar a alguien. Sintiéndose extrañado dio unos pasos hacia el final del pasillo, le pareció escuchar la risa de un niño a sus espaldas, volteó y le pareció ver un cuerpo pequeño que corría del otro lado. Probablemente los niños estarían jugando a las escondidas, la puerta de su camarote se abrió y una cabellera rizada se asomó para verlo.
-¿Qué haces ahí Terry?
-Nada, ¿terminaste de cambiarte?
-Sí, es tu turno
Él se adentró y comenzó a despojarse de las prendas que cubrían su torso, al desabotonar la camisa, observó cómo los moretones en su piel, se habían acentuado y las costillas le dolían, tocó suavemente y sintió una punzada. Se quejó por lo bajo, continuó observando dónde más tenía golpes.
Por su lado, Candy se encontraba afuera, una mujer salió de un camarote que se encontraba a dos puertas del suyo, de piel oscura y vestimenta algo peculiar. Inevitablemente la observó, sus oscuros ojos parecían tener una amenazante profundidad. Candy le dedicó una sonrisa, en ese momento sintió un dolor punzante en la pierna e inevitablemente se quejó.
Continuará...