Índice
Portal
Últimas imágenes
Buscar
Conectarse
SECRETOS IV
—¡Luisa por Dios! ¿Cómo puedes decir tantas tonterías juntas?
Exclamó Eliza cuando la primera osó decir que se notaba el esfuerzo que ponía Candy por aprender. Era la regla no escrita, y a la vez tatuada al rojo vivo en el grupo de amigas de Eliza: debíamos despreciar a Candy y a todo lo que la rodeara.
—Nadie, absolutamente nadie debería dirigirse a una huérfana más que para darle la orden que limpie nuestros zapatos ¿No lo crees Annie?
Pude sentir cono un sudor frío humedecía mi espalda y el color se iba de mis mejillas, debía ser muy cuidadosa con mis palabras al estar con Eliza y sus amigas, pero me ponía tan nerviosa que muchas ocasiones mis maneras me traicionaban y la mayoría de las veces no sabía cómo responder, en el momento solo atine a soltar un escueto —Sí— casi inaudible seguido de un —Debo ir a la biblioteca— y me alejé mientras oía a Eliza —¡No la soporto! ¡Es tan tonta! —
Caminé más rápido pero no dirigí mis pasos a la biblioteca, si no a una colina lejos de los edificios escolares, pero que me recordaba un poco a la colina de Ponny donde pasé felices momentos con Candy. Al llegar ala pequeña cima no podía respirar y mis ojos escocían, me sentía aplastada bajo una gran bola de nieve que yo misma creé, me siento mal al ser parte del séquito de Eliza, no me gusta vivir mortificando a las demás compañeras y menos a Candy pero tampoco puedo protestar o ir en contra de ellas, he visto la oportunidad de rebelarme pero llegado el momento mi corazón late a mil por hora, mi lengua se congela y solo veo alejarse la oportunidad de defender o aclarar mis puntos y así la bola de nieve crece y crece más hasta asfixiarme.
Prácticamente soy la esclava de Eliza, lo odio, pero sé que merezco esos malos tratos por lo terrible que soy, alguien que abandona a su hermana del corazón a su suerte, no merece consideraciones porque es una basura tal cual soy yo. Un profundo jadeo sale de lo más recóndito de mi pecho y el sabor salado de mis lagrimas invade mi boca, sigo jadeando, quiero gritar pero no emito ningún sonido, solo puedo dejar que los pensamientos me invadan torturando mi alma: todas las cartas de Candy que nunca contesté, la manera horrible en que la ignoré cuándo pedía ayuda desesperada, la manera en que callé y miré a otro lado cuándo la reñían por mi culpa, todas las veces que ha sido blanco de los desplantes, burlas y groserías de Eliza, mientras yo solo soy testigo sin hacer nada por evitarlo, soy un monstruo. Una opresión en la garganta me impide gritar y el aire entra con mucha dificultad en mis pulmones, la cabeza me punza y las palabras “monstruo”, “lo peor”, “mala amiga”, “abominable”, “no mereces nada bueno”, “eres detestable”, se instalan en mi mente diciendo una y otra vez que no valgo nada y las lágrimas brotando de mis ojos confirman lo que ni mente repite una y otra vez sin descanso: la dulce y tierna Annie en realidad es un monstruo.
Poco a poco mi respiración y mis latidos se normalizan, las lágrimas siguen fluyendo silenciosas, como prueba de que admito todas las acusaciones que me impuse, el dolor de cabeza persiste, sin estar plenamente consiente de mi entorno, recargo mi cabeza hacia atrás y me doy cuenta de que estoy sentada bajo un árbol y dejo caer mi espalda en el tronco, —¡Ahh qué confortable! Se siente bien, es la misma sensación de seguridad que, producía el estar al pie del padre árbol, ¡Qué recuerdos aquellos! En ese entonces era muy feliz dentro de mi ignorancia. En todos mis recuerdos hay una constante: Candy preocupándose por mí y defendiéndome del mundo, como quisiera abrazarla y recordar juntas nuestro pasado, pero sería muy tonto de mi parte querer borrar todo el daño causado solo con un “hola”, no sabría como iniciar una conversación con ella, creo que es mejor que las cosas sigan tal y como están.
Han pasado varias semanas desde mi ataque de ansiedad en el árbol de la colina, fue la primera vez que me pasó estando completamente sola, pensé que ya había superado esa etapa, pero por lo visto no, algo mas que añadir a mi lista de secretos, nadie debe enterarse de estos ataques o de lo contrario me quedaré mas sola que la una, NADIE QUIERE SER AMIGA DE UNA LOCA, No quiero ni pensar como reaccionaria Archie si se entera de esto.
¡Ohh Archie!, pensar en ti me tranquiliza, no necesito verme en el espejo, se que debo estar roja como una manzana, es lo que sucede siempre que pienso en él, recuerdo con mucho cariño el hermoso día que pasamos en el festival de mayo. Y de pronto me veo rememorando el mejor día de mi vida:
Al abrir mis ojos, un hermoso día soleado me dio los buenos días, mi preciso vestido azul Tenía un brillo especial y pide a gritos ser estrenado, preparé mi aseo muy concienzudamente, , así como de los accesorios que usaría ese día, creo que fui la primera en estar lista pero moriría de vergüenza si alguien notara mi entusiasmo, así que esperé pacientemente al llamado de Sor Margarette y bajé con el grueso de las chicas, una sombra de tristeza empañó momentáneamente mi corazón, al no poder compartir esta experiencia con Candy, sé que en el asunto de Patty y su tortuga mi amiga tenía razón y no me extraño en nada su comportamiento ante la hermana Gray pero como siempre en este colegio, el castigo fue excesivo y la víctima al final fue Candy pero nadie iba arriesgar su participación en el festival de mayo por salvarla.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al ver el majestuoso carro alegórico de las hadas de mayo, sentí ansiedad por ser el centro de atención, es algo que no me gusta, pero cualquier sacrifico vale la pena para que Archie note mi existencia, así que ocupe mi lugar y busqué a mi alrededor al objeto de mis desvelos, cuando lo encontré y nuestras miradas se cruzaron, no puede evitar sonrojarme y agitar vigorosamente mi brazo al saludarlo, inmediatamente sentí todas las miradas hacia mí y guardé la compostura aunque interiormente saltaba de emoción por qué él correspondió a mi saludo. Después del desfile, ya en el salón de baile nuestras miradas se encontraron de nuevo, me dedicó la más hermosa de las sonrisas y a partir de ese instante no se despegó de mí, bailamos todos los valses y piezas musicales, en algún momento miré a mi alrededor y vi a Stear con un muchacho que me recordó a Candy, seguramente por la distancia no lo pude distinguir bien, creo que a Archie le pasó lo mismo porque sentí un poco de turbación de su parte cuando al seguir mi mirada, también posó su vista en el mismo punto que yo, estoy segura de que pensó en ella y una punzada se clavó en mi corazón.
En algún minuto durante el baile, salimos del salón y fuimos al jardín que estaba adornado primorosamente con mesas ricamente ataviadas y cubiertas por toldos que les hacían sombra, charlamos muy animadamente de música, moda, arte, ¡Ahh cuánto agradecí a mamá por todas las clases recibidas!. Mi felicidad era casi completa pero podía sentir a Archie preocupado, algo lo atormentaba, aunque trataba de fingir que no al preguntarle el motivo de su sentir me dijo —No me parece justo que a Candy no la dejen participar de festival de mayo por una simple tortuga que no era de ella— pude sentir como mi ánimo caía al suelo y solo atiné a decir:
—Bueno si, en este lugar son muy estrictos y debemos observar las reglas.
—Tienes razón Annie, pero aun así no es justo.
—Lo más triste es que nadie hizo nada por salvarla ¿No crees? Ni siquiera ustedes como primos.
Él cambio de tema, hablo del día tan caluroso que teníamos y me trajo delicioso ponche, luego me llevó una vez más al salón de baile donde participamos de los valses sin perdernos ni uno, sin embargo, y por más que él se esforzó, una espina se clavó en mi corazón al confirmar lo que mi mente gritaba “Archie gusta de Candy”
Sacudo mi cabeza para alejar los tristes pensamientos que al final me provocó el recuerdo del festival de mayo, pero es inútil y vienen a mi mente, como dardos envenenados, todas las veces que me escabullí de la vigilancia estricta de las monjas para poder encontrarme con Archie y platicar, no recuerdo de que hablábamos, por que de solo verlo mi corazón flota de emoción y hace que me olvide de lo que me rodea, sin embargo hay una constante en mis recuerdos: Archie hablándome de lo buena que es Candy y como me pidió de favor que sea su amiga y quizá así Eliza la deje de molestar, cada que toca ese tema, yo intento cambiar el rumbo de la conversación, pero es tanto mi nerviosismo por ocultar mi pasado, que no hago más que tartamudear y soltar frases como “Pero ya conocemos a Eliza” o “A Candy no parece importarle lo que los demás piensen”, pero, la verdad es que me da temor el pensar que los sentimientos de Archie por Candy sean correspondidos, estoy segura que aunque así fuera no deben ser tan sólidos como los que yo tengo por él, es decir, convencí a mis padres de estudiar en un internado al otro lado del mundo por seguir a un muchacho, no sé si alguien más haya tomado una decisión así de radical y espontánea por un chico, pero estoy segura de que si Archie se diera cuenta de que estoy aquí por él y para él cambiaria la forma en la que me ve y pensaría en mí como algo más que su amiga.
Me levanto de mi escritorio con una actitud renovada, llena del valor que me da pensar en Archie, lo he decidido, hablaré con Candy acerca de mis dudas, le preguntaré qué es lo que siente por Archibald y le confesaré lo mucho que lo amo yo, aun que si ella me dice que también lo ama, me apartaré de su camino por que no quiero ser más una niña egoísta y mimada, aunque ya no nos hablemos y sea demasiado tarde para recuperar su amistad, Candy y yo compartimos un pasado, y por más que me duela ella merece ser feliz, además de que al parecer Archie estaría más que feliz de estar con Candy y yo prefiero perder ante ella que ante alguien más, sé que mi querido castaño es un joven muy asediado por varias de las chicas del San Pablo, así que prefiero mil veces verlo con Candy que con Luisa o con Emily que sé de muy buena fuerte también gustan de él.
Me dirijo a mis clases con una intensa pelea dentro de mi mente, una parte me dice que al hacer el gran sacrificio de hacerme a un lado para que Archie y Candy puedan ser felices, expiaré totalmente mis pecados, mi alma será libre y quizás se acaben mis ataques de ansiedad, pero por otro lado pienso que debo luchar por él si verdaderamente lo amo como digo hacerlo. Las clases se suceden una a otra, pero hoy no pongo atención, mi mente se te encuentra muy lejos; absorta en mi debate interno, visualizo varias veces la escena donde hablo con Candy y ella con esa chispa y buena voluntad que la caracteriza me dice que no me preocupe, que todo está bien y que a ella no le interesa Archie en absoluto.
Unas voces me sacan de mis pensamientos, al parecer han regañado a alguien por unas lecciones no aprendidas ¡Dios mío no sé ni en que clase estoy!, este tema de Archie de plano me enloquece, rápidamente tomo un pedazo de papel, garabateo algo y pido permiso para ir a la enfermería so pretexto de que me duele la cabeza, al dirigirme a la salida del salón y aprovechando una distracción de la hermana Kraisse le entrego a Candy disimuladamente un papel doblado donde le digo que quiero hablar con ella en el seto que está a un lado de la biblioteca, mientras agradezco internamente la estúpida regla de siempre salir de los salones por la parte atrás para así no distraer ni interrumpir la clase, al dar la vuelta en el pasillo oigo la voz de sor Kraisse, pero es tanto mi nerviosismo que no me percato de lo que dicen, deambulo un poco por los corredores, voy al baño a enjuagarme la cara, siento como si mi mente abandonara mi cuerpo y todo sucediera muy lentamente dejándome a la deriva de mis emociones, regreso al salón, mis manos sudan y siento como si tuviera escrito en la frente lo que decía la nota que entregue a Candy.
Con gran esfuerzo concluí las clases, quise ir de inmediato a la biblioteca, pero Eliza me interceptó y me preguntó algo a lo que no puse atención, respondí mecánicamente con una negativa que de seguro no venía al caso con lo que me preguntaba por qué de inmediato su semblante cambió y abriendo más los ojos me dijo —¿Estás segura? Porque me dijo un pajarito que ella lo persigue seguramente para fines indecentes que de solo pensarlo me ruborizo—, haciendo un esfuerzo logro preguntarle de que me habla y dice — ¿De quién va a ser tontita? ¡De Candy! que cada que puede, acorrala a tú Archi, aunque todas aquí sabemos que le has echado el ojo, pero claro como ella viene de un sucio orfanato no sabe respetar las pertenencias ajenas, ¿Verdad chicas?— Todas asienten y salen tras Eliza dejándome con los nervios crispados.
Quiero correr y gritar peor no debo llamar la atención, así que camino de manera normal hacia la del edificio esperando mi paso para avanzar sigilosamente tras de mí. Llego a la biblioteca y la rodeo para ir al seto don de Candy ya me esperaba, vi como en segundo su expresión paso del enojo a la alegría y luego al desconcierto, no hice caso de sus emociones, de no haber estado tan dispersa todo el día de hoy me habría dado cuenta de que la regañaron fuertemente en clase de la hermana Kraisse y que en general este no era un buen día para ella, pero sin imaginarme que no es un buen momento, me le enfrento obnubilada por lo que recién me dijo Eliza; olvidando todos mis pensamientos y mis ensayos de cómo y qué decir. Cuando la tuve cerca de mi e ignorando sus alegres palabras de saludo, la increpo diciendo:
—Candy, por favor no me quites a Archie.
—Annie, ¿De qué hablas?
—A mi me gusta Archie desde que lo conocí, me ha gustado desde antes que tú lo conocieras, y ahora todo el San Pablo sabe que tu lo persigues siempre, sin importarte tu buen nombre.
—¿Qué?, Annie no puedes hablar en serio, él es mi primo y un gran amigo, no podría verlos de otra forma, además…
—¡Basta! ¡No sigas Candy!, aunque eso fuera cierto, tú le gustas a él, cada que platicamos solo habla de ti, en el festival de mayo no dejaba de mencionarte.
Candy trata de tocar mi hombro, pero, yo ya no soy yo, mi cabeza da vueltas, el corazón se me va a salir del pecho, no puedo respirar, mucho menos pensar y aviento su mano con fuerza mientras le grito:
—¡No me toques! ¡Siempre ha sido así contigo! Todos te prefieren a ti, la hermana María y la Señorita Ponny te preferían a ti, los niños del hogar nunca te molestaban como a mí, todos en el hogar de Ponny te querían más que a mí.
—¡Annie Cállate! Dice Candy con los ojos desorbitados y mirando por encima de mi hombro, al instante, me doy cuenta de lo que he dicho y cubro mi boca con las manos mientras volteo para descubrir que Eliza y compañía se acercan con una malévola sonrisa de triunfo, por un momento rezo para que no hayan escuchado, pero inmediatamente advierto que sí lo hicieron…
—¡Pero miren nada más! ¡No es una, son dos huérfanas!, y tú eres la peor Annie por que intentaste ser una de nosotras; disimulabas muy bien, tus orígenes, pero al fin, estúpida como todos los huérfanos te has delatado tú sola y estoy segura que Archie te despreciará cuando sepa la verdad.
—¡Déjala en paz Eliza!
—¡Tú aléjate de mí!, ¡Todos aléjense de mí!— Grito mientras corro sin dirección, gruesas lágrimas corren a borbotones de mis ojos empapando mi rostro, el cielo parece que entiende la situación porque deja caer copiosas gotas que aunadas a mis lagrimas me nublan la vista a lo lejos oigo los gritos de Candy llamándome y corro más rápido hasta casi desfallecer, es entonces que me doy cuenta que he corrido hacia el árbol de la colonia donde sufrí el ataque de ansiedad, trato de jalar aire para respirar pero no llega a mis pulmones, es cuando oigo su voz muy cerca de mí.
—Annie por favor no llores.
—¡Aléjate Candy! No entiendes, no puedo ver a nadie a la cara, todos sabrán mi origen y yo no puedo soportarlo, ¡Quisiera mejor morir! Archie no querrá más hablar conmigo y no sabes cuanto dolor me provoca eso.
—¡Eres una tonta!— Dijo Candy al tiempo que cruzaba mi rostro, la mejilla me ardió pero fue más la sorpresa de que Candy reaccionara así conmigo, sólo pude verla a través de mis ojos llorosos —Eres una tonta— repitió ella viéndome fijamente.
—No pensé que cambiaras tanto, te aterra la idea de que todos se enteren que vienes del hogar de Ponny, ¿Acaso fue tan malo para ti? La hermana María y la señorita Ponny procuraron que nada nos faltara y aunque hubo carencias, nunca nos faltó el amor, yo siempre te cuide y éramos hermanas. No tienes idea de lo mucho que me lastimó tu silencio por tantos años y cuando al fin llegó la respuesta , eso fue lo que acabo de romper mi corazón con tus crueles palabras de que debía olvidarte ¿Tu si lo hiciste Annie? Porque yo nunca he podido y a pesar de todo has estado en mis oraciones todos estos años, aquella vez en casa de los Leagan pude ver que te dolía mirar como era castigada y sé que tú estas consiente que yo nunca haría lago por afectarte y aun así no moviste un dedo por hablar a mi favor, te conozco y sé lo mucho que te cuesta alzar la voz incluso en tu beneficio; y por eso aguanté estoicamente el regaño y castigo, luego, al encontrarte aquí pensé que podíamos iniciar de cero pero tal parece que tengo la palabra HUERFANA escrita en la frente y fingiste no conocerme es más preferiste a Eliza y yo callé ¿Sabes por qué lo hice? ¡Por ti!, porque te quiero y porque no me importa que la vida nos haya llevado por caminos distintos, siempre serás mi hermana, mi Annie y ahora estás aquí metida en este embrollo en el que en traste tú sola, yo no fallé Annie, fuiste tú la que gritó a los cuatro vientos que eres una niña abandonada ¿Crees que valió la pena todo el sufrimiento que causaste por guardar un secreto que al final tu misma desvelaste?
Yo no podía dejar de llorar, el aire me faltaba y me dolía le pecho, sentía morirme, pero aun así estaba consiente de que Candy tenía razón y que había actuado tontamente todo este tiempo dañando lo mas valioso del mundo, la amistad y la lealtad, intenté hablar, pero Candy me detuvo con su mano y siguió hablando…
—¿Te has dado cuenta de todo lo que me has dicho y hecho en estos momentos? Vienes pidiendo que no te quite a Archie… Annie ¡Por Dios! No es un gatito que se pueda arrebatar, es un chico con sentimientos y si tú dices quererlo, no me lo digas a mí, demuéstraselo a él.
—¡Lo sé! ¡Sé que soy una horrible persona y mi conciencia no me ha dejado tranquila en estos años, al principio mi vida fue como en un cuento de hadas pero después de verte en la mansión Leagan no he podido apartarte de mi mente, tu recuerdo siendo castigada sin que yo lo evitara me persigue día y noche, me di cuenta lo mal que había actuado pero aun así no te busqué por que supuse que no querías hablarme y aunque quisiera, yo no merecía tu amistad, me he sentido tan mal todo estos años por ocultarte al igual que todo mi pasado pero solo puedo decir en mi defensa que fue lo que me enseñaron, yo… Yo quería tanto tener unos padres que no me importó hacer lo que fuera con tal de tenerlos y que ellos me quisieran, aun si eso significaba mentir sobre mi origen, cuando mamá me dijo que, si las personas a mi alrededor se enteraban de mi procedencia, me repudiarían, lo creí ciegamente y más al ver como se comportaban sus amistades en nuestras reuniones sociales, ¡Me iban a comer viva! Y por eso oculté todo y por eso no te salvé. Y al llegar a este lugar tampoco pude hablarte aun cuando tu situación había cambiado por que tuve miedo de que me rechazaras, yo ya no era digna de tener tu amistad y Eliza ella absorbía mi tiempo… yo no quería ser mala contigo, pero no supe detener a tiempo toda esta situación y terminó por aplastarme como una bola de nieve.
Entre la lluvia, y mis lagrimas no podía ver más allá de mi nariz, pero sentía a Candy junto a mí, oyéndome, recibiendo toda mi podredumbre interna que cargué durante tanto tiempo, dolía y mucho, pero ya no podía seguir soportando esto yo sola necesitaba sacarlo de mi alma y aunque no quisiera este era el momento, mi cara era una mezcla deforme de hinchazón, lagrimas, mocos, baba, lluvia, ya no lloraba, berreaba sin sentido, jalaba aire a mas no poder y aun así no conseguía respirar. Derrotada me tiré al suelo y abrazando las botas de Candy no pude mas que pedirle, suplicarle me perdonara y ella con su noble corazón lo hizo
—Ohh Annie tú también debes haber sufrido, a tu manera y quizás entre lujos y algodones, pero sufriste, no imagino con tu carácter tímido y asustadizo lo que debiste haber pasado y te entiendo ¿Sabes? Yo también hubiera dado todo por tener unos padres y no sé como hubiera reaccionado si de la misma forma me hubieran pedido que ocultara mi pasado, quizás, por tener el amor de una madre hubiera cedido de la misma manera en que lo hiciste tú.
Entre bruma vi que ella se inclinaba para tomar mis manos y levantarme para después fundirnos en un gran abrazo sincero que al igual que la lluvia se llevaba nuestras diferencias y volvía a renacer una amistad. Ahora sé que nunca más la defraudaré, Candy es mi fuerza para seguir adelante y poder enfrentarme a mamá y sus tontos prejuicios.
—¿Y entonces te gusta Archie no?
—No lo menciones Candy, seguro que no quiere saber más de mí, después del espectáculo que he dado, después de que sepa el monstruo que soy, no lo culparé cuando se aleje para siempre de mí sin importarle cuanto lo amo.
—No debes hablar de amor a una persona que no conoces en su totalidad, Archie es un buen chico y sé que no te juzgará, pero debes ser sincera con él.
—Candy, Candy ¡Eres mi luz y mi fuerza! Tienes toda la razón le contaré toda mi vida sin mentiras ni ocultar nada, no pretendo que caiga rendido a mis pies, pero si que me conozca, quizás que me entienda y ojalá en un futuro se de cuenta lo que siento por él y pueda ser digna de su cariño.
—Así se habla, ¡Esa es la Annie que yo conozco!
Y nos fundimos nuevamente entre risas en un abrazo, el cielo seguía nublado, pero en nuestros corazones brillaba el sol indicando que venía un nuevo comienzo y que nuestra amistad renacería, y se haría más fuerte con el tiempo.
CONTINUARÁ
