LAS ESTRELLAS DE BROADWAY LANZAN BOMBA TERMONUCLEAR CON SERÁ O ¿NO SERÁ? PARTE I

Será o ¿No será?
By Alnair Skat

Nueva York, la ciudad que nunca duerme en temporada navideña se convertía en algo mágico, donde las calles iluminadas con millones de luces, por momentos daban el aspecto de dejar de ser la gran urbe para convertirse en un lugar fantástico. El Central Park se encontraba rodeado por duendes, galletas de jengibre y luces, a pesar del gélido frío, el ambiente era maravilloso, los centros comerciales parecían competir entre ellos con sus decoraciones, mientras que en las calles los árboles eran teñidos de blanco por la densa nieve que caía, se respiraba un ambiente festivo por doquier.

En la residencia de Candice White Ardlay, las cosas no eran diferentes. La mansión estaba ataviada con todos los arreglos navideños posibles, era una locura, su madre siempre se encargaba de hacer de su hogar casi un parque de diversiones con luces y sonido que destacaba de entre las demás de la zona, en el interior carruseles, arbolitos llenos de arreglos, regalos, trineos de Santa, adornos que siempre conseguían ese toque familiar, que desde niña había vivido, la navidad le representaba un ambiente hogareño con olor a canela.

Llevaba un año viviendo sola a pesar de los reclamos de su madre, quien se negaba a que se independizara, su padre que siempre había sido su cómplice no opuso resistencia con la condición de que su adorada hija pasara con ellos todo el tiempo que pudiera. La chica dejando de lado su participación como accionista de las empresas de su padre, había querido iniciar su propio negocio y poner en práctica lo que había estudiado en su carrera, que contra todo pronóstico ya había terminado, su mamá no le daba el beneficio de la duda, nadie en su familia era Ingeniero en Mecatrónica, es más ¿Qué era eso?, lo único que sabía es que era una profesión propia de hombres.

Rose Marie era una mujer educada a la antigua, las tradiciones familiares estaban en su sangre como el amor por su hija, quien le preocupaba por su carácter rebelde, quien no duraba en ninguna relación, los chicos regularmente se le acercaban cautivados por su belleza, pero por uno u otro motivo, no permanecían. Pensaba que se debía a la forma tan independiente de ser de su Candy, trataba de aconsejarla, quería verla desfilar hacia el altar en fechas decembrinas, pero estaba pasando un año más sin ver su sueño cumplido.

La relación entre ambas era tirante, ninguna de las dos cedía ante las peticiones de la otra, por el contrario, se enfrascaban en discusiones, donde ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder. La abuela Elroy buscaba la forma de acercarlas, pero no lo había logrado, al contrario, Rose Marie no le prestaba atención, evitaba cualquier intento de regaño.

Candy amaba esa temporada, convivir con su familia era lo mejor, por ello estaba dispuesta a soportar el sermón que su madre le daría como en los últimos años. Al llegar intentó pasar desapercibida, no quería encontrarse con ella, ya sabía cómo la recibiría con la perorata de las dos últimas navidades, pero no contaba con que su mamá estaba pendiente de su llegada.

— ¡Llegaste Candice! Pensé que por lo menos en estas fechas tendrías más tiempo para estar en casa. Si tan sólo volvieras a las empresas de la familia esto no pasaría, pero ¡No! Prefieres trabajar en un negocio que no te reditúa nada ¡Es una pérdida de tiempo! — Decía, mientras se entraba al salón, donde la chica acomodaba unos arreglos del árbol de navidad.

— ¿No se te hacen algo pronto tus reclamos, madre? Deja que por lo menos que entre en calor, la nevada me congeló los huesos, a mi auto se le estropeo la calefacción — Decía la chica, quien se quitaba los guantes y frotaba sus manos — ¿Ves? ¡A eso me refiero! Has gastado todos tus ahorros en esa empresa, que no tienes, ni para cambiar de auto, hablaré con tu padre… — ¡Mamá! Por favor, no te metas, pronto lo cambiaré lo prometo, ya cuento con una inversionista, con eso echaré a andar mi aplicación y entonces podré con todos mis gastos —Dijo la chica abrazando a su madre para acabar con la discusión.

— ¡No creas que con tus abrazos dejaré de decirte lo que pienso! Al contrario, me preocupa más que no tengas novio, que te enfrasques en un trabajo que de nada te sirve, en lugar de que te preocupes por tener una relación formal ¡Ya! ¡Candy! El tiempo pasa ¡Y quiero nietos! — ¡SI, ya sé! ¡Mi ilusión más grande es verte vestida de novia en diciembre! —La interrumpió la chica con dramatismo — ¿Qué pasa? —Se escuchó una voz masculina — ¡Papá! — ¡Mi niña hermosa! ¿Ya te esta molestando tu madre? ¡No le hagas caso! Prefiero que elijas bien y con el corazón a que tengas una relación sólo para complacer a los demás — El señor Aiden Ardlay era un hombre maduro, con las sienes teñidas de blanco, que le hacían verse interesante y guapo, adoraba a su hija y quería que formara un matrimonio feliz, igual al que junto a su esposa había creado desde hace 25 años.

— ¡Ven, cuéntame! ¿Cómo va el proyecto? ¿Ya esta lista la aplicación? ¿Cuándo la pondrás en marcha? —Decía Aiden entusiasmado, mientras abrazaba a su hija llevándola a la sala. Rose Marie que los observaba le dijo antes de salir — ¡Por ser tan consentidor, Candice hace lo que quiere! Ninguno de los dos hizo caso a su comentario, se fuero sonriendo.

¡Ya esta lista papi! Solo estoy esperando a que mi inversionista principal firme el contrato. La aplicación ya esta funcionando, pero no puedo darla a conocer masivamente porque requiero contar con Clusters, pero mañana tendré una reunión con ella, espero que ya se decida, de lo contrario no podré continuar con la empresa, todos mis ahorros se han ido — ¡Sabes que, si necesitas dinero, puedo… — ¡No papi! Quiero demostrarle a mi madre y a mi misma que puedo, además una vez que se haga la inversión todo fluirá, ¿Quién te dice que no diseñaré una aplicación para las empresas Ardlay? — Dijo la joven sonriendo — ¡Bien, así me gusta! —Concluyó Aiden satisfecho por el ahínco de su pequeña.

— ¡Está lista la cena! —Dijo la abuela Elroy —Lo siento abue, no puedo quedarme, mañana me levanto muy temprano, tengo una cita de negocios y no puedo llegar tarde — Dijo la chica tomando su abrigo y guantes —Pero ¿No te quedarás, entonces? ¿A qué hora vendrás mañana? Tenemos muchas cosas que hacer — Se apresuró a decir Rose Marie — ¡No lo sé, madre! Te llamo por teléfono —Respondió la joven ya en la puerta.

La nieve no dejaba de caer, pero ahora estaba acompañada de fuerte viento, que anunciaba una tormenta, sus largos risos rubios se le enredaron en la cara tapando su vista por lo que no vio que un chico pasaba justo frente a ella con un café en la mano, al chocar con él logró que el recipiente se estrellara contra el pecho del joven derramando el caliente líquido sobre él. La chica que intentaba ver lo que había ocurrido, luchaba para quitarse los cabellos de la cara que el viento se empecinaba en mantenerlos ahí, haciendo malabares por fin los agarró con su mano, quitándose el guante con los dientes — ¡Lo siento! La verdad, no te vi —Dijo levantando la cara para ver a su interlocutor, que no dejaba de maldecir — ¿Lo sientes? ¡Más lo siento yo, mira cómo me has puesto! ¿Y para colmo me limpias con tus guantes? Por favor, déjalo así —Decía el chico, que no había reparado en ella, que insistía en limpiarlo — ¡En verdad, lo siento mucho! —Continuaba disculpándose, mientras el gélido viento seguía con fuerza haciendo que el chico, se estremeciera de frío, ya que se había quitado el abrigo al momento que sintió lo caliente del café derramado.

— ¡Demonios! Tendré que ir a mi departamento a cambiarme y no traje auto, porque no quería manejar ¡Llegaré tarde! —Decía malhumorado el chico, quien por fin miró a la joven que había provocado el incidente — ¡Yo te puedo llevar! Mi carro esta aquí, mira —Respondió la rubia, señalando un no tan nuevo BMW, azul — ¡Esta bien pecosa! Vamos, pero apresúrate porque tengo una reunión importante en una hora — ¡Oye una cosa es que te lleve para reparar en algo mi error y otra que me digas pecosa! —Reparó la joven levantando su nariz, fingiendo estar molesta, la verdad es que el chico la había impresionado, era endemoniadamente guapo con unos ojos azules que parecían hablar por ellos mismos — ¿Está muy lejos tu apartamento? —No, a unos diez minutos de aquí, cerca del Central Park, no tardaremos mucho —Respondió al subir al auto

Durante el trayecto, Candy iba nerviosa, Pero ¿Qué le pasaba? ¿Qué tenía ese joven que la descolocaba?, él por su parte estaba turbado por la hermosura de los ojos verdes de ella, además de sentirse apenado por la forma en la que se comportó momentos antes, se había molestado, no quería aceptarlo, pero si la hubiera visto antes, seguramente lo hubiese evitado, no era la primera vez que veía a una chica hermosa, pero ésta en lugar de lanzarse sobre él como hacían otras, sólo se ocupó por disculparse y tratar de ayudarlo ¡Vaya! Que extraño, decía para sus adentros.

El auto se detuvo frente a un lujoso edificio, ella se iba a despedir, pero él se bajó corriendo, no le dio tiempo de nada — ¡Ni gracias por ser atenta! Eso me pasa por acomedida ¡Total! Ahí lo hubieras dejado todo empapado, es un grosero, patán, engreído, ni las gracias me dio, pero ¡Que guapo es! ¡Candice! Se auto regañó, déjalo ya, seguramente no lo volverás a ver, dijo para sí, arrancando su auto. El joven regresó para invitarla a pasar, pero ya se había ido, como iba caminando no llevaba consigo el control remoto que abría la puerta del estacionamiento, así que se había bajado para decirle al conserje que le abriera, no pensó que se fuera. — ¡Ni hablar! ¡Ni su nombre me dijo! ¿Será que no la volveré a ver? Es lo más seguro ¡Así que olvídate, Terry! —Se reprochó él. Se apresuró a su departamento, era tardísimo, no quería molestar a su padre llegando tarde.

En últimas fechas la relación con sus padres era un tanto tirante, al ser un consorcio de enorme prestigio, el peso de los negocios tarde o temprano caería sobre sus hombros, estaba consciente de ello, pero no quería encerrarse en una oficina toda su vida, amaba su libertad, por el momento no tenía otra opción, tendría que asumir su nueva posición para que sus progenitores ya descansaran, era lo justo, también lo sabía, así que con resignación se apresuró a cambiarse, se miraba en el espejo, cuando unos hermosos ojos verdes se le reflejaron — ¡Pecosa! Espero que nos volvamos a ver —Dijo esto último y salió corriendo.

Candy se levantó muy temprano, tenía que pasar a su pequeña oficina antes de su presentación, ahí se encontraba Stear, su gran amigo, quien también había invertido todos sus ahorros en el proyecto, sabía que funcionaría, ambos eran ingenieros así que juntaron sus ideas y ahí estaba “CanSteap, Paso a Paso Programando a su Medida”. La empresa se encargaba de diseñar todo tipo de programaciones y aplicaciones para empresas que deseaban expandir sus mercados.

La chica entró rápidamente a la oficina, Stear y Annie, la única secretaria con la que contaban y amiga de ambos chicos, estaban esperándola con todo lo necesario para su junta — ¿Ya está la presentación? Aunque tengo tiempo, no quiero que se nos presente un imprevisto de última hora, no nos podemos equivocar —Cuestionó la chica a los jóvenes —No, Candy relájate, todo esta listo, la he revisado como veinte veces ¡Esta perfecta! —Respondió Alistair, acercándose a la rubia para sobarle los brazos en un afán por relajar sus nervios — ¡Cálmate! Respira y sonríe. La joven hizo lo indicado y guiñando el ojo comentó — ¡Bien, entonces me voy! Deséenme suerte, chicos ¡Hoy es nuestro día! — Tomando su IPad salió del lugar.

Estaba nerviosa, sentía que las piernas le temblaban, respiraba deteniendo el aire para después soltarlo lentamente, mientras intentaba estacionarse, justo cuando un vehículo más adelante dejaba su lugar, ella apresuró sus movimientos para ocuparlo, pero un despampánate Ferrari, negro con un solo movimiento se estacionó, ella le tocó la bocina, pero no fue escuchada. Del auto bajó un chico que apresuradamente se introdujo al edificio sin mirar atrás. Ella trató de no hacer caso, pero iba un poco retrasada — ¡No te desesperes Candy! En un momento encontrarás lugar —Se decía a si misma, cuando una mujer le indicaba que se iba y podría estacionarse, ella agradeció el gesto, tomó sus cosas y salió corriendo, eran ya cinco minutos de retraso, estaba sudando por la carrera, cuando llegó al elevador, intentaba arreglar su cabello, pero era inútil el frizz había hecho su labor en sus risos.

Como era la hora de entrada de los oficinistas, los elevadores iban repletos, corría a uno y otro, pero rápidamente se llenaban, corrió a otro, quedaba un lugar, pero un chico de abrigo negro se le adelantó, ella suplicó — ¡Por favor, déjame subir! Tengo una cita muy importante. El joven, sin siquiera voltear respondió — ¡Lo siento! Yo también tengo una cita y voy algo tarde, espera otro, pero ella lo jaló del brazo obligándolo a bajar, al verse ambos se reconocieron — ¿Otra vez tú? Lo siento, esta vez no pecosa, no arruinarás mi día —Comentó el joven, quien se subió de nuevo al ascensor, que cerraba sus puertas.

Dando patadas en el suelo, hacía rabietas —¡No puede ser! ¡Ese chico me va a oír! —Refunfuñaba, mientras subía lo más rápido que podía las escaleras, el aire le faltaba, pero no importaba, era más importante su reunión, después se daría tiempo para buscar a ese mocoso engreído. Al llegar su arreglo no era el mejor, sin aliento se presentó. Una joven de aspecto amable, la miró comentándole — ¿Por qué no pasas al tocador? ¡Te ves fatal! Me llamo Patricia, puedes llamarme Patty, anda el jefe acaba de llegar, así que también viene retrasado, pasa rápido Candy accedió.

Cuando entró a la sala de juntas no había nadie, por un momento pensó que le habían cancelado, pero Patty llegó para decirle que el director la recibiría en su despacho. Al tocar una voz fuerte y firme le permitió el paso, sin dudarlo entró, el hombre estaba sentado detrás del enorme escritorio, dio un vistazo a su alrededor, la oficina era elegante, amplia con toques minimalistas, que daban un aspecto sofisticado, por un momento recordó la oficina de su padre, ella la había redecorado, sus muebles eran ya muy pasados de moda, así que también eligió un diseño similar. Finalmente, carraspeo por lo que su anfitrión giró sobre el sillón quedando frente a ella. Al verse los dos se sorprendieron, pero Candy no pudo contenerse y con aire de suficiencia le dijo — ¿Tú? Pero ¿Qué haces aquí? No, no me digas ¿Qué tendré que tratar contigo? Regresó sobre sus pasos salió en busca de Patty, quien se sorprendió al verla —Disculpa, Patty, pero yo tengo o tenía una cita con el señor Grandchester, el director de esta empresa y ahí dentro solo hay un joven grosero y engreído. La chica se sonrojó ante las palabras de la rubia, se levantó de su asiento para responder — ¡Él es el señor Grandchester!, mi jefe, es con él con quien tienes tu reunión —Pe…ro —Iba a contestar, pero el joven estaba detrás de ella y con voz grave le preguntó ¿Veré tu presentación o no, pecosa?


Continuará...

Si, mi querida Giennah Gliese, espero que te guste la historia....

Queridas chicas, les agradezco sus lindos comentarios y me agrada que les esté gustando la historia...

Así es mi querida Noelia Graham y nosotras también lo adoramos por eso y más... Gracias por leer...

Me alegra tanto que les haya gustado, les agradezco mucho por leer...

Muchas gracias por leer chicas y por sus comentarios...

Gracias por leer...