Capítulo 9
Papá
Mientras Candy fue a atender a la persona que la buscaba, el padre Albert se quedó en la habitación con Parker, quien, entretenido con el juguete, apretaba botones y bailaba con cada melodía que escuchaba.
Terry estaba listo para irse, salió de su habitación para ir al Hospital General, donde Sam, portando su chaleco distintivo, iba a visitar a los enfermos y proveía de un rato de felicidad a todos ellos. El hombre salió de su habitación, estaba por irse cuando escuchó la voz de Albert, regresó unos pasos y lo vio sentado en la cama, moviendo la cabeza y aplaudiendo mientras Parker apretaba botones del juguete musical.
— ¡Albert! — Habló desde la puerta — Ya nos vamos — Informó adentrándose un poco.
— ¡Oh hijo! ¡Qué les vaya bien! — Respondió el rubio al tiempo que se ponía de pie para sostener al niño, que al ver al perro dejó el juguete y se paró en la cama.
— ¡Sam! — Llamó Parker y el canino se jaló para ir hacia él.
Terry aflojó el agarre y lo dejó acercarse, Sam se paró en la orilla de la cama, con sus patas delanteras sobre el colchón, agitando la cola con alegría.
— ¡Hola pecosito! — Saludó el castaño — ¿Qué tal si te sientas eh? — Le sugirió al verlo brincar sobre la cama — Puedes caerte amigo.
Parker lo miró con sus enormes ojos verdes, le sonrió y luego obedeció.
— ¿Porque siempre que le hablas te obedece? — Inquirió el sacerdote — Hasta a Candy he visto batallar un poco con él.
— ¡No lo sé! — Se encogió de hombros — Vámonos Sam — lo jaló, pero el animal opuso algo de resistencia — Sam, debemos irnos — Le reconvino y el perro se puso de nuevo en cuatro patas, giró dos veces y se echó a los pies de la cama.
Parker, ayudado por el rubio, bajó de la cama e inmediatamente se fue a sentar junto a su amigo perruno, lo abrazó por el cuello y le dio un beso en la cabeza.
— No lleves papá, no lleves, Sam y yo juega — Pidió el niño y Terry abrió mucho los ojos al escucharlo.
— ¿Parker? ¿Qué dijiste amigo?
— Te llamó… ¿Papá? — Dijo Albert agachándose para ver al pequeño — Parker — Le habló — ¿Quién es él? — Señaló al perro.
— ¡Sam! Perrito — Respondió.
— ¿Y yo? ¿Quién soy?
— Tío Abert.
— Soy el padre Albert Parker no tío — Corrigió — ¿Y él? — puso su mano sobre el hombro de Terry quien ya estaba también acuclillado junto a ellos — ¿Cómo se llama él?
— ¡Papá! — Exclamó el infante, con una gran sonrisa en su tierno rostro al tiempo que se ponía de pie y se colgaba del cuello de Terry.
El hombre se sorprendió ante la acción de Parker, tambaleándose al recibir el abrazo, y sin saber qué decir, correspondió al cariño del pequeño.
"Papá" esa palabra, Terry cerró un momento los ojos, abrazó el cuerpo pequeño de Parker, le pasó la mano por el cabello para después posarla en su espalda.
¿Qué más podría hacer? El niño era muy pequeño, y posiblemente estaba confundido, le dio mucha ternura la forma tan espontánea en que pronunció ese par de sílabas, como si fuera habitual decirla, pero se lo dijo… a él, ¿Porque precisamente a él?
Un sentimiento olvidado surgió, la sensación de vacío, de abandono, lo invadió, Parker no tenía padre, como él, pero… era mayor que ese pecoso con cara de ángel y sonrisa traviesa cuando, por última vez dijo papá.
Llevaba muchos años sin decirla, ni siquiera a Albert que era sacerdote le llamaba así; por un momento sus ojos se perdieron en algún punto de la habitación, sus ojos brillaron en tonos verdosos al inundarse de lágrimas que contenía a fuerza de voluntad y costumbre, pero que este niño, este pequeño que tenía apenas unos días de conocer le hicieron desbordar esa presa que las contenía.
.
.
.
Momentos antes, en la sala…
— ¿Gusta tomar algo señora Elroy? — Preguntó Candy, reponiéndose un poco de la sorpresa al escuchar de dónde venía la mujer.
— No, gracias, no ha respondido a mi pregunta ¿Dónde está su hijo señora?
— Parker está en mi habitación con el padre Ardlay — Informó — No entiendo… ¿Cómo es que…? ¿Porque…?
— Hemos recibido una llamada donde nos exponen que usted deja solo al niño durante mucho tiempo, que hace una semana hubo un incendio en el edificio donde vivía y que usted no estaba en el momento de los acontecimientos…
— ¡Mi hijo no se queda solo! Una amiga muy cercana me hace favor de cuidarlo y el día del incendio yo estaba trabajando y…
— ¿Hasta altas horas de la noche? ¿En dónde trabaja? Señora Villers
— Tengo dos empleos, tengo un turno en la cafetería Saint Paul y hago unas horas en el hotel Royal.
— ¿Cuántas horas al día lo deja al cuidado de otra persona?
— ¿Disculpe?
— Señora Villers — Habló en tono de fastidio — Según el informe usted es madre soltera, huérfana, así que no cuenta con el apoyo de nadie y al menor lo deja con gente extraña, por lo que está en constante peligro de …
— ¡Un momento! — Candy levantó un poco la voz — Mi hijo no está con gente extraña, nos conocen desde antes de que naciera y…
— ¡¡Señora Villers!! Es deber del estado velar por el bienestar de los menores, dejarlo más de diez horas con una anciana y una estudiante no es propiamente…
— ¿Qué está pasando aquí — Interrumpió la voz grave de un hombre, que parado en el marco de la puerta que daba hacia las habitaciones, cargaba a un niño rubio con un brazo, mientras que con el otro sostenía con fuerza a un enojado perro que ladraba hacia la mujer del traje que discutía con Candy?
.
.
.
Habitación de Candy, momentos antes...
La mano de Albert sobre su hombro regresó a Terry a la realidad, donde un niño de dos años, pedía ser soltado, y un perro inquieto solicitaban su atención.
— ¿A dónde te fuiste hijo? — Preguntó el sacerdote.
— Muy lejos Albert, bastante lejos — Respondió, al tiempo que con disimulo se apartaba unas lágrimas que amenazaban con bajar por sus mejillas — Debo irme, se nos hace tarde para ir al hospital — Declaró tomando la correa de Sam.
— Vamo Sam, papá y yo jugar, vamo, vamo — Hablo Parker sujetando también la correa con una mano y levantando la otra para que fuera tomada por Terry, dispuesto a ir con él.
Los hombres solo se miraron, y se limitaron a salir, e ir hacia donde Candy estaba para saber qué hacer con el niño.
.
.
.
Se estaban acercando a la sala cuando escucharon las voces femeninas, Sam se puso en alerta, paró las orejas, y ladro, Terry enredó la correa en su mano para reducir el largo al tiempo que dio un leve tirón para controlar al can. Parker, que le tomaba la mano se detuvo, los ojos azules de Terry lo miraron desde su altura, el niño lo miraba también, sus ojitos se veían inquietos, el corazón del castaño dio un vuelco al verlo, por lo que, soltando la tierna manita, se inclinó para levantarlo y cargarlo mientras llegaban a la sala.
La palabra "El Estado" "bienestar del niño" fue lo que alcanzó a escuchar para inmediatamente intervenir y lanzar su pregunta.
Las mujeres se giraron al escucharlo, la mujer mayor recorrió de arriba a abajo al hombre castaño de gran estatura y complexión, centrándose en el bebé que abrazaba.
— ¿Quién es usted? — Inquirió Elroy tras el breve escaneo.
— Mi nombre es Terrence Graham.
— ¿También está viviendo aquí? — Cuestionó al tiempo que sacaba de su maletín una carpeta, un bolígrafo y se ponía los lentes para después hacer anotaciones.
— ¿Que está haciendo? — Preguntó Candy alarmada al verla escribir algo.
— ¿Le parece correcto estar bajo el mismo techo con dos hombres señora Villers?
— Creo que aquí hay una confusión señora Elroy — Intervino Albert — Está casa parroquial es un refugio para quien lo necesita, no sé qué es lo que usted está insinuando, pero me parece que usted está ofendiendo a Candice y le falta al respeto a mi investidura.
— Usted disculpe padre, pero el que la señora esté aquí no sólo con usted sino también con este caballero…
— Si estoy aquí también es porque además de ser amigo de Albert soy… — Una pausa. Terry miró a Candy, luego a Parker, y por último a la mujer, que levantó la ceja, interrogante, esperando su respuesta — Soy… — Caminó hacia la rubia — Soy el novio de Candy.
La joven madre casi se disloca el cuello al girar y alzar la cabeza para verlo.
— ¿Novio? ¿Desde cuándo?
— Desde hace un año — Respondió el hombre de ojos azules con seguridad.
Candy abrió los ojos aún más, agitó las pestañas, y estaba a punto de decir algo, pero Terry no la dejó, le dio la correa de Sam, le pasó el brazo libre por la espalda, la atrajo hacia él al tiempo que se inclinó hacia ella, y de la manera más natural dejó un suave beso en los labios entreabiertos, acallando con esa acción cualquier cosa que ella quisiera decir.
Continuará…
Por: Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry
Diseño de portada: Magnolia Mon
Iluminación: Fantasía.
En Sinergía, Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer.
Última edición por Rosi Kary el Lun Mayo 10, 2021 10:16 am, editado 1 vez