LA JOYA DE LOS GRANDCHESTER
Por PALASATENEA.
Aclaración: este relato esta dentro del universo de Sangre Grandchester, centrado en la pequeña azul de la familia, Gabriela, quien tenia autismo, aunque en esa época nunca se supiera del término.
Los gemelos tienen 6 años, Terry Jr. Un año y Gabriela 3 años.
La pareja tomados de la mano observaban el centro de la pista, donde estaban los recién casados, su niña, su pequeña bailaba con su ahora esposo, eran bastante tiernos, para quienes los conocían y, de hecho, solo personas cercanas fueron invitados a la boda, una boda que tenia totalmente conmovidos a todos aquellos que amaban a la novia, quien era la joya de la familia Grandchester Andrew.
Unas lágrimas escapaban de las esmeraldas de la Duquesa, esta era abrazada por su apuesto esposo, el Duque de Grandchester, quien tampoco pudo evitar que sus bellos zafiros se inundaran, como podía ser de otra manera, no podían creer que había llegado el día en que su Gaby diera un paso tan grande, quien la veía no podía imaginar el largo camino que se recorrió para lograrlo.
―me parece que fue ayer, sabes.
―claro que lo se pecosa, es muy difícil no verla como aquella pequeña de tres años que nos conquistó en el hogar de Pony.
―no ha existido día en que no me sintiera orgullosa de ella, pero hoy…
―hoy es especial, porque esta dando un paso muy grande, es normal que nos duela supongo, por un lado, es la dicha de saber que ella consiguió no solo valerse por si misma, si no, ser feliz, que es lo que siempre quisimos para ella.
―y aun así es doloroso perderla, aunque de hecho nunca la perderemos del todo, pero ya no será solo nuestra niña, ahora es la señora de alguien, esposa y algún día madre, ―las lagrimas comenzaron a salir ya sin frenos de los ojos de Candy.
Porque no hay orgullo mas grande para un padre que ver a sus hijos conseguir sus metas y ser felices, convertidos en personas de bien, que no solo viven, si no que tienen un propósito y buscan no solo su beneficio, si no, también ayudar, Candy no pudo evitar que su mente la llevara a un momento en el pasado, uno especialmente difícil que tuvieron que superar.
Tiempo atrás
Era una fresca tarde de verano, Candy se encontraba en el jardín, revisando sus rosas y los narcisos que su jardinero había sembrado, escuchó las risas de sus hijos, verlos crecer tan sanos y felices la llenaba de dicha, los gemelos se asomaron a su campo de visión, estaban corriendo alegremente, se habían regresado y pronto los vio de la mano con Gabriela.
La pequeña pelirroja se les soltó y comenzó a correr feliz, vio como Christy, una de las dos niñeras que tenían se acercaba, vigilando de cerca el juego de los niños, Terry Jr. Estaba haciendo la siesta, por lo que Rachel, la segunda niñera, estaba cuidando de él.
Candy siempre fue muy protectora de sus hijos, por lo que contrario a la costumbre de muchos, incluso en la actualidad debo decir, ella no permitía que sus niños durmieran la siesta sin ser cuidados, eso había evitado más de algún accidente, o pequeño susto que no se hizo grave gracias a su prevención.
Christy se acercó a ella, halagando lo inteligente que era Gabriela, lo mucho que estaba avanzando, Candy estaba muy complacida por el interés de la niñera en su pequeña, era una madre más que presente en el cuido y crianza de sus hijos, por lo que siempre quería que ellos estuvieran bien cuidados, cuando por alguna razón no podía estar, aunque esa situación no durara más que un par de horas.
Ella se había negado en un inicio, pero tanto Eleonor como la tía abuela le insistieron en que necesitaría ayuda, por lo que eventualmente aceptó, en especial cuando le tocó acompañar a Terry en sus giras, por otro lado, las niñeras también eran quienes, con la dirección y participación de Candy, daban sus clases a los niños.
―están llenos de energía, especialmente Gabriela, pareciera que puede correr todo el día sin cansarse, ―comentó Christy.
―tiene razón, parece que disfruta mucho hacerlo.
―no sé si se han percatado, pero se tropieza con alguna frecuencia y me pregunto si no sería conveniente que la revise el médico, por si necesite algún zapato especial, ―observó Christy.
―realmente sí, pero fueron tan pocas que no lo había pensado, estaré más atenta, gracias por comentármelo.
―es mi trabajo señora Graham, ―respondió la niñera.
El aprecio de Candy por la señora Christy creció, no había mejor camino para tener el favor de la joven señora, que cuidar bien de sus mayores tesoros, cosa que la niñera seguía aumentando, al ponerla al tanto siempre de cualquier avance, por pequeño que fuera de la niña.
Terry no dudó en consultar con un profesional sobre las dudas en los pies de Gabriela, querían asegurarse de que no tuviera nada que la perjudicara, afortunadamente solo necesitaba que sus zapatos llevaran una pequeña plantilla, y pronto no tendría que usarla, eso alivió a los jóvenes padres.
Después de la consulta médica, llevaron a los niños al parque, pasar tiempo en familia era algo que amaban hacer, en esas ocasiones preferían ir solos, para disfrutar de sus pequeños, lo único que no le complacía a Terry de esos paseos, era la atención de otros niños en sus pequeñas.
―mira papi, ―gritaba Rosemary, corriendo hacia su padre, con una pequeña flor en su mano, ―es preciosa.
―si, es bonita, no tanto como las que tu mami tiene en el jardín, pero es linda, ―respondió Terry, tratando de calmar el enojo que le provocaba que un pequeño niño le regalase una flor a su princesa.
―eso mismo le dije yo, ―recalcó Anthony, quien como su padre celaba a sus hermanas.
―basta ustedes dos, ―regañó Candy, ―es preciosa Rose, agradece a tu amigo, es un lindo gesto.
―ya lo hice mami, se la voy a dar a Gaby, para que la ponga junto a las otras que ha reunido.
Rosemary se acerco a su hermana, quien estaba sentada en el césped, con una colección de flores y hojas, las que había colocado en orden de colores y tamaños, jugaba tranquilamente como si nada fuera más importante en el mundo que eso.
―pecosa porque la alientas, no ves que es un ladrón de pecositas, nos va a robar a nuestra princesa.
―no seas tan exagerado Terry, solo es un niño.
―no exagero, ―seguía refunfuñando el castaño, hasta que Candy logró callarlo con un beso, que siempre lo hacía olvidar todo.
―iugg papi, dijeron al unisonó los gemelos, logrando la risa general.
Terry aprovechó para pedir a un fotógrafo que tomaba fotos en el parque, para que retratara a sus pequeños, posando todos muy formales y coquetos, menos Gabriela, a quien su padre no quiso molestar y le tomaron la foto justo como estaba jugando.
El pequeño Terry Jr. Aprovechaba a correr todo cuanto sus piernitas le permitían, creándole entre todos un pequeño circuito, se colocaban Candy en un lado, el castaño al otro lado rose al norte y Anthony al sur, logrando que el niño corriera hacia cada uno casi como en un círculo, para deleite de sus padres, dejando a Gabriela al centro, a la vista de todos quienes nunca la perdían de vista.
La salida siempre estaba llena de risas y juegos, pero sin dejar de estar alertas, los niños suelen distraerse y alejarse de sus padres en lugares así, por lo que los adultos siempre deben estar atentos y evitar que se extravíen, en el caso de Gabriela el riesgo era aun mayor, pues ella parecía no medir peligros, de pronto podía echar a correr riendo alegremente, pero en su emoción era fácil que se perdiera.
Candy tuvo un pequeño susto una vez y le bastó para no volver a tener otro igual, fue recién llegados a New York, en un momento en el que ella volteo a ver la fuente de un sonido fuerte que se escuchó, Gabriela desapareció, fue cosa de un segundo, la encontró en poco tiempo, gracias a que fue rápida en percatarse, pero le sirvió de aviso, por lo que eran extremadamente cuidadosos con todos sus hijos.
Esa semana Candy tuvo que estar varias horas fuera de casa, al ser una de las encargadas de la Fundación de asistencia, su presencia fue requerida, al ser varias horas ella prefirió que los niños no interrumpieran su rutina, por ello los dejó en casa al cuidado de las niñeras.
Al llegar a casa siempre sus niños corrían a buscarla, a todos les colmaba de besos y cariños, estuvo jugando un rato con ellos, cuando notó que Gabriela tenía un tapón de algún bote en la boca.
―Gabriela ven, ¿Qué es esto amor?
―azul azul
―si amor, veo que es color azul, pero no debes meterlo a tu boca, ―Candy sacó de la boca de la niña el tapón, ―no meter en la boca.
Y allí fue que Gabriela hizo algo que ella no esperaba, la niña se comenzó a golpear la mano, ―no, no, no, no, ―la niña se pegaba sola en su manita mientras seguía repitiendo.
Candy la detuvo, tomo su mano y la distrajo para que dejara de hacerlo, muy extrañada del comportamiento de la pequeña se dispuso a hablar con las niñeras, ambas le expresaron que lo habían notado, pero no comprendían por qué lo hacía, al menos Christy quien es la que mas tiempo pasaba con Gabriela, siendo prácticamente la encargada de cuidarla.
Muy preocupada notó que la niña repetía ese comportamiento cada vez que la regañaban, pero lo que de verdad la dejo fría, fue cuando observó como su pequeña llegó a pegarse en su carita, después de corregirla por querer tocar un gusano de los que irritan, Candy quería saber que pasaba, observarla mas y entender de donde aprendió eso.
Era un problema difícil de resolver, a sus tres años Gabriela apenas y hablaba, incluso al hacerlo no era una conversación como los niños de su edad, eran apenas palabras sueltas, las que no siempre tenían relación entre sí, no formaba oraciones, era muy común que si quería algo lo tomaba o lo señalaba, esto ultimo fue un gran logro conseguir que lo hiciera, pues cuando recién llego al hogar de Pony estaba totalmente encerrada en sí misma.
Pero como las cosas no suelen ser como quisiéramos, surgió un problema en la fundación que nuevamente requirió de su presencia, por lo que con toda renuencia tuvo que asistir, afortunadamente ella logró resolver el impase, que era únicamente un papeleo que se había confundido, estando ya casi por terminar, le avisaron que llamaron de su casa, pidiendo que volviera pronto.
Ella no dudó en acudir al llamado, pero como si todo se interpusiera, un inusual tráfico le impidió llegar hasta dos horas mas tarde, nada mas entrar a la casa fue recibida por nana Margo, quien acababa de llegar, la hizo acompañarla al despacho, Candy se preocupaba más a cada momento que pasaba.
Nana Margo le contó como al llegar a la casa escuchó un terrible llanto, al ir a buscar la causa, se encontró a la pequeña Gabriela hecha un mar de lágrimas, le preguntó a Christy, quien la estaba cuidando que sucedía y esta le dijo que no sabía, que de pronto comenzó a llorar, que la niña era así, Candy negó de inmediato, pues la niña casi nunca lloraba, era muy extraño que lo hiciera.
Nana Margo le dijo que ella tampoco creía que eso fuera así, que incluso los gemelos expresaron que Gaby no lloraba, por lo que preguntó a Rosemary, quien muy molesta, acusó a Christy de haberle dado un golpe a Gabriela y que la pequeña se había escondido debajo del escritorio, por lo que la mujer estaba jaloneándola para sacarla de allí.
La niñera no dudó en desestimar a la niña, diciendo que estaba mintiendo, que seguro se confundió, pero nana Margo defendió a Rosemary, retirando a Gabriela del cuidado de la mujer, quien al verse descubierta negaba todo y hasta se atrevía a querer discutir su autoridad.
Lo primero que hizo Candy fue ir a buscar a sus hijos, se controló para comportarse como siempre lo hacia cada vez que llegaba después de salir, ellos corrieron a abrazarla, pero sin la usual energía con que solían hacer, si no mas bien aprehensivos, los llenó de besos y se sentó en el suelo junto a ellos, dejando que la rodearan.
Le rompió el corazón ver los ojitos de Gabriela rojos, de solo imaginar cuanto tiempo estuvo llorando su pequeña se le formaba una gran opresión, dejo que los gemelos contaran lo sucedido, pero fue Rosemary quien presencio como Christy golpeaba a Gaby, por lo que ella hasta personificó junto a Anthony lo sucedido.
―quiero preguntarles algo y quiero que respondan con la verdad, ¿ha sucedido antes?, ¿alguien mas ha golpeado a alguno de ustedes?
―no mami, respondieron los gemelos.
Un rato después de terminar de compartir con los niños, Candy estuvo lista para sacar a Christy de su casa, la mujer sabiendo que tenia la batalla perdida solo se hizo la digna, alegando un malentendido, sin embargo, la pecosa fue implacable, le recordó que no podía mencionar nada de la intimidad del hogar, que de hacerlo se exponía a una demanda.
Con el consejo del buen George, cada empleado contratado firmaba un acuerdo de confidencialidad, tomando en cuenta el origen noble de Terry, del que nadie sabia y su carrera de actor, era mejor curar en salud, lo cual ahora le servía, de solo imaginar la de mentiras que podría andar diciendo acerca de Gabriela la hacían estremecerse.
En la noche Terry se sorprendió cuando al llegar de su función se encontró con luz en la alcoba matrimonial, lo usual es que Candy estuviera dormida, solo se medio despertaba para recibirlo, al entrar su conmoción fue mayor, al encontrarla no solo despierta, si no llorando.
―mi pecosa, ¿Qué tienes amor?, ¿Qué sucedió?
Candy abrazó fuertemente a Terry, refugiándose en sus brazos, el solo pudo consolarla, hasta que logro serenarse.
―fui tan ciega, tan tonta, ¿Cómo no me di cuenta?, esa bruja.
―de quien hablas, ¿Qué te han hecho amor?, ―la pregunta del castaño ya estaba mas que teñida de preocupación y rabia de imaginar que alguien lastimó a su pecosa.
Entre sollozos ella le conto lo sucedido, como era de esperarse Terry estaba furioso en contra de Christy, en parte agradecido de que ya no se encontraba en casa, de lo contrario no sabia si seria capaz de controlarse, era imperdonable lo que esa mujer se atrevió a hacer, más grave tratándose de alguien que no podía defenderse.
―de solo imaginar lo que vivió Gabriela, ¿Cómo no lo vi?, ¿Qué clase de madre soy?
―no te recrimines mas pecosa, no, no es tu culpa, esa mujer es una arpía, supo esconder bien su maldad, al contrario, en cuanto viste señales de que algo no estaba bien, comenzaste a investigar.
―estuvo viviendo bajo nuestro techo, tan cerca de un alma tan pura, causando daño a una inocente, pero no se fue campante, Gaby la mordió, puedo asegurar que casi le arranca un dedo.
Terry se comenzó a carcajear, alegrándose que la odiosa mujer se llevara al menos un recuerdo, ahora les tocaba comenzar a trabajar por revertir el daño causado en los niños, pues todos fueron afectados de una u otra forma por el incidente, aunque fuera solo Gaby la que recibiera los golpes.
Nana Margo se quedo con la pareja una buena temporada, incluso les ayudo a elegir una nueva niñera que se encargara de colaborar con Rachel, de quien descubrieron era la que realmente se percataba de los avances de Gabriela, pero era Christy la que se tomaba los méritos.
Según comprendieron la niñera supo camuflar bien su maltrato, Rachel nunca se percató, si bien es cierto que sentía cierta incomodidad por ella, pero aparte de algún tono de voz con el que habló a los niños que no le gustó, nunca observó nada más que levantara alarmas, pues, aunque en esa época no eran extraños los castigos físicos, el joven matrimonio fue enfático en que estaban prohibidos en sus hijos.
Una viuda era la nueva niñera que compartía responsabilidad con Rachel, Naomy, quien siempre vivió primero a la sombra de sus padres y luego de su esposo, ahora trataba de tomar las riendas de su vida, estaba muy feliz de haber obtenido el trabajo, al quedar viuda, la familia de su esposo la dejó prácticamente en la calle, por lo que aprovechando su experiencia y conocimientos cuidando de sus sobrinos, busco trabajo como maestra particular.
Fue Gabriela quien la escogió, la niña ignoraba totalmente a toda persona que no conociera, era como si para ella no existieran, pero por alguna razón vio a Naomy, logrando hacer conexión de inmediato, la mujer era exigente, pero también considerada, pues, así como era estricta a la hora de los estudios, también respetaba y promovía las horas de juego y descanso de los niños.
Vicent llego a vivir con su hija y familia, lo cual trajo más tranquilidad a Candy, pues el igual de protector, procuraba también estar al pendiente de sus nietos, especialmente de Gabriela, quien por alguna razón se robó su corazón de una forma peculiar, pues, aunque amaba por igual a todos sus nietos, ella requería ser cuidada siempre.
Si antes la pequeña Gabriela ya era protegida por sus hermanos, a partir de ese día lo fue más, la inocencia de la niña era el tesoro de todos, por lo que cuidarla era algo instintivo en los niños, fueron varias las pruebas que tuvieron que superar, pero con paciencia y persistencia lograron hacerlo, festejando cada avance, no dejándose abatir por cada retroceso, respetando sus tiempos, incentivando su autonomia.
El día en que Gabriela a sus quince años, comenzó a no solo hablar, si no conversar, todos ellos festejaron, claro frente a ella disimularon y actuaron como si lo hubiera hecho siempre, aunque para ellos era un sueño hecho realidad.
Cuando mostró interés en las matemáticas, logrando resolver ejercicios que incluso a los mas expertos en la materia les costaban, fue otro festejo, también cuando consiguió andar en bicicleta a los dieciséis, porque sin importar cuan grande o pequeño fuera, cada logro era importante.
―supongo que nos toca conformarnos, pero eso si pecosa, constantemente estaremos pendientes de ella, porque no importa lo que pase, siempre será nuestra Gaby, ―razonaba Terry, sin dejar de ver a su hija disfrutando de su fiesta de boda.
―nuestra joya más preciada, está ahora iniciando su propio camino y estaremos con ella siempre de una u otra forma para apoyarla.
―bueno creo que ya es hora de que luzca a mi esposa en la pista, Miladi, me concede esta pieza.
―honor que me hace usted caballero.
―si no te lo he dicho ya, Te amo Candy, gracias por iluminar mi vida.
― ¡Terry!, ―casi en un susurro, respondía la pecosa, ―Te amo, no tienes nada que agradecer, tu me has llenado de dicha infinita.
Un dulce beso sellaba las palabras y sentimientos expresados por la pareja, quienes seguían tan enamorados como el primer día.
Precioso fanart de autoria de nuestra apasionada Fantasia.
Este relato esta hecho para conmemorar el 2 de abril, día internacional de la concienciación del autismo, cada padre de un pequeño con autismo, o alguna otra condición que limita sus capacidades y su vida, tenemos en el corazón y en la mente, la constante preocupación por su futuro.
La interminable angustia por saber que será de él, el temor de lo que les sucederá el día en que no estemos, de allí la importancia por lograr que sean independientes, que sepan valerse por si mismos, pero no en todos los casos eso es posible, aun así, nuestro deber es seguir luchando cada día por conseguirlo, nuestros hijos valen cada esfuerzo.
Es poco o nada lo que se avanza en favor de nuestros hijos, se necesita hacer conciencia, la mejor forma de lograr un cambio inicia con el conocimiento, aprende, incluye, ama, respeta, ser diferente no significa ser menos, crea empatía con los demás, trata como quieres ser tratado.
Al no tener una respuesta sobre el futuro, solo puedo soñar con lo maravilloso que puede ser y ya ven sueño a lo grande, en mi historia les doy un final feliz no solo a Gabriela, si no también a sus padres, quienes como nosotros vivían preocupados por ella.
A todos los padres o responsables de un azul, les deseo de corazón que cada día estén llenos de energía, paciencia y constancia, que sus azulitos logren salir adelante y ser felices, bendiciones.
P.D. azul: es el termino con el que solemos llamar a una persona con autismo.