Queridas Terry fans: como una humilde moradora, les traigo este oneshot, romántico y rosa, para que las más recatadas no se me espanten. Para la Fiesta Florida 2022:
En el centro de la plaza.
Whitetown era una pequeña ciudad montañosa a cuatro horas de viaje por carretera desde NY, su principal atractivo eran sus famosas laderas ideales para esquiar, hacer snowboard y su laguna congelada para patinar. Cada invierno se llenaba de turistas que la visitaban para pasar unos días en aquellos hermosos parajes. Sus habitantes vivían principalmente del turismo, había comercio, escuelas, un pequeño hospital, todo lo necesario para que una familia vea crecer a sus hijos en un ambiente sano y rural hasta que tuvieran edad suficiente para mudarse a la gran ciudad.
Así había ocurrido con Candy y Any, mejores amigas desde que tenían memoria, hicieron todo juntas hasta que se separaron para ir a la universidad en ciudades diferentes Candy a Nueva York y Any a Chicago. Desde entonces cada año esperaban ansiosas las vacaciones, especialmente las de invierno para reunirse en su ciudad natal. Ese año Candy se había demorado unos días más en llegar porque estaba rindiendo sus exámenes finales para graduarse como periodista en la universidad. No alcanzó a dejar su maleta cuando Any tocó el timbre de la casa de Candy.
- ¡Amiga! te extrañé tanto. Cuéntame ¿Cómo te fue en los exámenes?
- Hola Any, yo también me alegro de verte...Me fue bien, ahora solo debo esperar la fecha de la ceremonia oficial, pero por fin terminé la universidad.
- Qué envidia, a mí me falta un semestre…Pero bueno, a lo que vine… ¿Recuerdas que te hablé sobre Archie?
- Si, estás saliendo con él hace un par de meses.
- Lo invité a esquiar y pasar unos días aquí en Whitetown.
- Qué bueno…
- Para no dejarte de lado, le pedí que viniera con un amigo, así que prepárate que tenemos una cita doble esta noche.
- ¿Qué? No, tú estás loca...mírame, no he dormido en semanas preparando los exámenes, apenas terminaron, conduje cuatro horas porque quería dormir una semana de corrido en mi cama, no estoy de humor para citas a ciegas y menos hoy.
- Candy, por favor, no me puedes dejar mal...este chico es el hombre de mis sueños y no podré hacerlos realidad con su amigo haciendo de mal tercio, además es la inauguración de la temporada, tu sabes que todo el pueblo está de fiesta, quizás sea la última vez que estés en esta fecha, el próximo año estarás trabajando, serás oficialmente una adulta, ya no más vacaciones escolares para ti...dale anda por favor, di que sí.
- Está bien...iré contigo, pero no me pidas que me arregle.
- ¡Yupi! no importa si no te arreglas, eres hermosa al natural, paso por ti a las 8.
- Genial, tengo un par de horas para dormir...
A la hora señalada Any esperaba a su amiga que se subió al auto con cara de fastidio.
- ¿Te he dicho que eres la mejor?
- No hacen falta tus halagos, ya estoy aquí, espero que el amiguito sea agradable, porque de no ser así, me quedaré solo un rato.
- Vamos a pasar una noche inolvidable.
Estacionaron el auto cerca del centro, donde en la plaza se instalan pequeños puestos con artesanías, productos típicos de la zona, carritos con comida y por las calles de los costados hay bares, clubes y restaurantes para los más variados gustos. Los muchachos las esperaban en el centro de la plaza, era un punto tan popular que cualquiera podría encontrarlo. Any se colgó del cuello de Archie en un beso bastante largo, o al menos eso le pareció a Candy mientras ella y el que sería su acompañante esa noche observaban algo incómodo. Por fin la parejita se acordó que no estaban solos.
- Archie, ella es mi mejor amiga Candy..
- Hola Candy, Any me ha hablado mucho de ti. Él es mi amigo Terry.
La rubia hizo un escaneo rápido a ambos hombres, a Archie ya lo había visto en fotos, Any tenía muy buen gusto, y se notaba el interés por ella; tampoco podía quejarse sobre su cita forzada, era un castaño de ojos muy azules que le sonreía extendiendo la mano.
Se saludaron entre todos para luego comenzar el recorrido por la plaza, Any y Archie a ratos parecían en un mundo aparte, así que Terry decidió romper el hielo con Candy.
- De modo que Candy ¿Qué se siente ser chaperona?- Ella sonrió
- Supongo que es lo mismo que ser chaperón, claro que además de chaperona, seré tu guía turística.
- Te lo agradezco, de verdad no estaba seguro de que venir fuese una buena idea, porque no se tocar el violín.
- Eres muy gracioso Terry. ¿Conoces a Archie hace mucho?
El chico era agradable, Candy se propuso disfrutar la compañía sin ningún prejuicio o doble intención, sus planes eran quedarse con sus padres hasta año nuevo y luego comenzar a buscar trabajo, ya tenía un par de opciones que quería analizar detenidamente, por lo que encontrar pareja estaba totalmente descartado. El grupo eligió un restaurante familiar para poder conversar entre que comían algo. Pidieron unas costillas barbecue, papas fritas y cervezas. Terry le contó que trabajaba en una firma de inversiones en NY, que venía de una familia de clase media de New Jersey. Ella le contó de su reciente egreso como periodista, algunos pasajes de su infancia, entre otras muchas cosas. Any y Archie querían seguir la velada bailando en un club, aunque por la forma en que se besaban pronto la noche terminaría en otro lado.
- ¿Qué dicen chicos? ¿Nos acompañan?
- Ehmm la verdad creo que yo paso, el viaje fue largo y por lo que veo, Candy también está cansada.
- Terry tiene razón Any, sabes que yo también viajé hoy y me muero de sueño.
- Amigo no puedes ser tan aburrido-dijo Archie en reproche- pero bueno, si es tu decisión, ya sabes dónde queda en hostal.
- Si, si tranquilo, mañana te espero bien alerta para esquiar- advirtió Terry
- Es una promesa- y dirigiéndose a su novia-¿Verdad preciosa?
- Sí amor...Candy ¿Te gustaría acompañarnos a esquiar?
- Lo siento, mañana estaré con mi familia, será para la próxima.
La pareja de novios se fueron a bailar, pero antes Any le entregó las llaves de su auto a Candy y le pidió que deje a Terry en el hostal; ya que ella pretendía pasar la noche con Archie. La rubia se dirigía hacia la salida, seguida por su acompañante, cuando de pronto él se detiene, toma una servilleta y una caja de crayones que había por ahí para entretener a los niños que visitaban el lugar junto a sus padres. Se los ofrece a Candy con una dulce sonrisa y dice.
- ¿Con qué color quieres escribir tu número de teléfono?
Ella se sonrojó un poco, era la primera vez que un chico le coqueteaba de esa forma, directo pero sutil. Le anotó el número con crayón verde, luego lo llevó al hostal.
- Has sido una muy agradable guía turística.
- Y tú, una muy agradable… ¿Cita a ciegas?
- Mmm si algo así, un simposio de chaperones - Se rieron juntos.
- ¿Supongo que reservaron habitaciones separadas?
- Oh sí, gracias al cielo, solo espero que las paredes sean lo suficientemente gruesas, esos dos no pueden quitarse las manos de encima.
- Pregunta en recepción, posiblemente tengan tapones para los oídos.
- Buena idea...no te quito más tiempo, muchas gracias por todo Candy.
- Gracias a ti también, descansa y que te diviertas esquiando mañana.
Dos días después, Candy leía una novela en la tranquilidad de su casa cuando sonó el teléfono.
- Hola Candy, soy Terry
- Hola, qué sorpresa, ¿Estás bien? te escuchas algo decaído.
- Sí, es decir, no, bueno, más o menos ¿Puedes venir al hostal?
- Sí, claro, estaré ahí en un rato.
Llegó al hostal y en recepción le dijeron que Terry la esperaba en la habitación. Candy casi se cae de la impresión al encontrarse con el joven de pelo castaño y bellos ojos azules, con raspones y hematomas en la cara, la mano derecha enyesada y la izquierda con unas vendas.
- ¡Por Dios! ¿Qué te pasó?
- Hola pecosa, recuerdas que ayer iríamos a esquiar...bueno en eso estábamos, Archie y yo quisimos explorar un poco, Any nos advirtió que era peligroso, pero no le hicimos caso...la nieve no estaba bien asentada y nos deslizamos colina abajo, yo en el trayecto me golpee con unos árboles, me fracturé la muñeca derecha y tengo unos cortes en la mano izquierda, además de lo que ves en mi rostro.
- ¿Archie y Any?
- Any está bien, ella consiguió ayuda, Archie se fracturó una pierna y necesitaba cirugía así que lo trasladaron a NY, Any fue con él.
- Eso explica por qué no me ha llamado…¿Y tú? ¿Te duele mucho?
- Algo...cuando respiro
- Veo que el sentido del humor no lo pierdes...Bien, me pediste que viniera y aquí estoy ¿Qué puedo hacer por ti?
- Ay, no sé cómo pedirte esto, es vergonzoso...te juro que de tener otra alternativa no te lo pediría, pero eres la única persona que conozco aquí...
Candy…¿Podrías bañarme?
La rubia quedó de una pieza, esa petición era lo último que se esperaba...Terry, el chico agradable con el que había conversado a lo más un par de horas, estaba pidiéndole que lo bañe...no le salía ni una palabra de sus labios.
- Sé que suena extraño, pero ayer en el hospital me atendieron, me vendaron y me dieron de alta, de hecho esta es la misma ropa de ayer, todavía tengo hojas y barro, con ambas manos lesionadas no puedo bañarme ni vestirme, y estoy desesperado...por favor.
- Terry, yo no creo estar capacitada para eso, si quieres llamo a tu familia o te llevo de regreso a NY, pero…
- Mis padres están de viaje, ya les avisé y vendrán por mí en un par de días, no tengo a nadie más a quien recurrir ahora...pero está bien, te entiendo.
Candy no pudo más que conmoverse ante esos ojos azules que la miraban suplicantes, aunque no sabía bien como lo haría para ayudarle, él le gustaba, su sentido del humor, su mirada, sus labios...era deliciosamente guapo...y ahora tendría que desvestirlo, tocar cada parte de su cuerpo desnudo, secarlo y ponerle ropa limpia...Qué Dios se apiade de ella.
- Está bien, lo haré.
En contra de todos sus pronósticos ella aceptó ayudarlo, no podía creerlo, si antes le gustaba, ahora se sentía completamente enamorado, esa belleza de mujer iba a dejar de lado su pudor para que él, un recién conocido, se sintiera mejor...Eso lo dejaba con dos opciones: ella era una especie de santa o él tampoco le era indiferente, cruzó los dedos para que lo que estaba por ocurrir no eche por la borda lo que ya habían avanzado; iba a tener que pensar en balances, tasas de interés, o en algo parecido para que su masculino y sensible cuerpo no lo traicione cuando ella le haga todo aquello que en este momento no puede hacer por sí mismo. El procedimiento se llevó a cabo lo más rápido que les fue posible, hablaron todo el tiempo y de cualquier cosa, eso les ayudó a superar el pudor.
- ¿El corte en la mano fue muy grande?
- Un poco, se supone que debo mantener este vendaje lo más limpio y seco posible hasta pasado mañana, si las suturas cerraron bien, me pondrán otro parche que me dará más libertad, al menos para asearme solo.
- Avísame si te duele, o si te cansas en esa posición.
Para no mojar sus manos Terry tuvo que mantenerse con los brazos abiertos casi en cruz lo que duró la ducha, además para comodidad de ambos, decidieron que él le daría la espalda a Candy todo el tiempo, le lavó el cabello, los brazos, el torso y de ahí hacia abajo dejaron el agua jabonosa correr; luego lo ayudó secó con una toalla y para asegurarse que quedara bien seco lo repasó con el secador de pelo, así nuevamente evitaba el contacto visual o directo con lo que había de la cintura para abajo. El mismo sistema resultó para vestirlo.
- Ya, estás limpio otra vez.
- No sabes cuánto te lo agradezco, uno no valora la ducha diaria hasta que algo impide tomarla.
- Sí, claro la ducha diaria- sonó algo preocupada.
- Oh, no Candy, no espero que vengas a bañarme a diario, ya hiciste más que suficiente, pasado mañana llegan mis padres y ellos me ayudarán; de cualquier forma no pienso salir a ninguna parte mañana, puedo tolerar 48 horas sin ducha.
- Al menos puedes comer solo y lavarte los dientes.
- Soy un hombre afortunado, puedo hacer esas dos cosas, y tengo una nueva amiga que me ayuda con lo que no.
- Es hora de irme, mañana pasaré a verte, por si necesitas algo, de todas formas puedes llamarme.
- De nuevo muchas gracias pecosa.- Ella lo quedó mirando, nadie la había llamado con ese apodo, salvo unos niños que la molestaban cuando era pequeña; la expresión de su rostro, hizo que el castaño reconsiderara sus palabras- ¿Te molesta que te diga pecosa?, quizás debí preguntar antes, pero es que me agradan mucho, te quedan muy bonitas.
- Honestamente, no, no me molesta- era sincera- sólo que hace mucho que no me decían así.
Al día siguiente Candy fue a ver cómo había amanecido, se aseguró de que hubiese comido y también le dio las buenas nuevas de Archie, la cirugía había salido bien. Terry se puso muy feliz con las noticias de su amigo, aunque lo que realmente lo hacía muy feliz era la mensajera, quien pasó con él toda la tarde, se contaron de sus vidas, jugaron naipes, comieron pizza, una perfecta segunda cita pensó él.
- Mañana vendré temprano para tu baño, así estarás presentable cuando lleguen tus padres y vayas a que te revisen las suturas.
- Entonces te invito a desayunar.
- Hasta mañana entonces- Esta vez el beso fue un poco más cerca de los labios.
¿Qué te pasa Candy? No puedes estar haciendo castillos en el aire, él se irá mañana y cada quién seguirá su camino. Por más que repitió esas palabras todo el camino de regreso a su casa, no había caso, su corazón cantaba cada vez que recordaba los ojos, el pelo, el cuerpo de Terry. Podría buscar un trabajo en la gran manzana y tal vez…
A las 7 de la mañana del tercer día, la pareja de “amigos” disfrutaba del desayuno americano que servían en el hostal, entre risas, miradas disimuladas, uno que otro roce accidental de las manos, ambos pensaban que podrían acostumbrarse a esos momentos. Luego vino el momento del baño, esta vez fue todo más rápido y eficiente porque ya contaban con la práctica anterior.
- ¿A qué hora llegarán tus padres?
- Creo que a las 10, justo a tiempo para llevarme al hospital.
- Entonces tenemos tiempo… ¿Quieres que te afeite?
- Me encantaría.
Candy le aplicó crema de afeitar, pasó la hojilla cuidadosamente, tratando de concentrarse en no cortar el rostro del hombre que la miraba de una forma que la hacía temblar. Para él fue una experiencia muy erótica, pudo ver cada detalle del rostro de la chica, sintió el calor de su respiración sobre él y cuando ella daba la última mirada a su labor e iba a alejarse, él se lo impidió, la miró a los ojos y le dio un dulce beso en la boca. Unos golpes en la puerta rompieron la magia del momento, los padres de Terry habían llegado, entraron presurosos sin prestar atención a Candy porque estaban preocupados por la salud de su hijo, una vez que comprobaron que se encontraba bien dentro de lo que cabía…
- Mamá, papá, ella es Candy, mi novia y ha estado cuidando de mí estos días.
Ambos padres la saludaron y agradecieron por los cuidados brindados a su hijo. Era hora de llevarlo al hospital a su control, pero insistieron en que ella los acompañe y luego también a almorzar; la rubia no sabía muy bien que hacer o cómo comportarse, él la había presentado como su novia sin siquiera preguntarle. Los tres se quedaron en la sala de espera mientras Terry era revisado, luego cuando se dirigían al estacionamiento, él se fue quedando atrás a propósito para hablar a solas con Candy.
- Ves, ya puedo bañarme solito- dijo mostrando su mano izquierda ya sin vendas- Me tomará tiempo, porque soy diestro, pero aprenderé.
- ¿Cuánto tiempo te tomará la otra mano?
- Un mes, y luego la rehabilitación, estaré con licencia médica al menos 6 semanas.
- Mucho tiempo libre, te aburrirás.
- No lo creo, tengo mucho de Whitetown que no he visto aún y una novia que recién comienzo a conocer.
- ¿Hablas en serio?
- Nunca he hablado más en serio...no hay nada que me interese más que tú en este momento, y nada que me obligue a volver a NY hasta dentro de 6 semanas…¿Aceptas ser mi novia por las próximas 6 semanas? Con opción de renovación claro está.
- Bueno, yo...acepto.
Esa noche, Candy llegó a su casa y les contó a sus padres sobre su nuevo estatus de novia, ellos estaban al tanto del accidente y en realidad sospechaban que algo así podía pasar porque su hija cada vez que salía a reunirse con su ahora novio, volvía en las nubes. Decidieron invitar a Terry y sus padres a cenar, antes que ellos retornen a NY, las cosas habían comenzado de manera poco usual, pero eso no era un problema.
El timbre repicó, una ansiosa rubia apuró el paso hacia la puerta para recibir a sus invitados. Todavía no se convencía de que en menos de una semana su vida hubiese cambiado tanto, era inverosímil que al otro lado de la puerta estuviera su novio acompañado de sus padres, si sumaba las horas que había compartido junto a él en aquella semana, ¿48? Tal vez menos, no estaba segura de qué sentía ni cuando comenzó a sentirlo, pero era lo más real y estaba lejos de cualquier otra relación sentimental que hubiese tenido.
Los nervios no eran exclusivos de la chica, Terry estaba igual, temía que los padres de Candy se hicieran una mala imagen sobre él, un hombre adulto que se accidentó en la nieve por irresponsable, y que pretende a su hija. Hubiese preferido que los raspones y moretones se hubiesen ido de su rostro antes de conocer a sus suegros, pero le pareció que contar con sus propios padres le darían un respaldo sobre la seriedad de sus intenciones.
La cena fue todo un éxito, las tres parejas disfrutaron de la rica comida y amena charla, parecía que se conocieran de siempre. Los más jóvenes intercambiaban miradas, todavía las cosas entre ellos eran extrañas, eran novios hace un día, habían compartido un par de besos, pero no habían tenido tiempo de hablar o empoderarse de su nueva relación. Ambos deseaban estar solos, sin embargo no eran un par de chiquillos para escabullirse. La hora de despedirse llegó.
● Mis padres se van mañana temprano, ¿te gustaría desayunar con nosotros?
● Claro, me encantaría.
● Te espero en el hostal pecosa- le dió un casto beso en la boca.
La madre de Terry volvió a agradecerle el cuidar de su hijo, le encargó que lo vigile, pues temía que en cuanto se sintiera mejor se quitaría el yeso o haría otra locura. Luego de que Candy aceptara todas sus recomendaciones, la mujer mayor abordó el auto junto a su esposo para volver a la ciudad.
● ¿Así que eres todo un rebelde?- preguntó divertida.
● Sólo un poco, mamá exagera, como todas las madres.
● Voy a tener que mantenerte a raya y vigilado.
● ¿Así que eres toda una mandona?- ahora él se burlaba.
● Puedo serlo si es necesario, pero ya tendrás tiempo de arrepentirte de haberme pedido ser tu novia sin conocerme.
● No Candy, yo no voy a arrepentirme- la miró mientras acercaba sus rostros- Puede que esté loco, pero estoy seguro de quererte conmigo, ahora y durante todo el tiempo que tú me quieras a tu lado.
Entraron juntos al hostal, el día estaba frío, invitaba a acurrucarse debajo de las cobijas para ver una película abrazados y eso era lo que pensaban hacer, eran sus primeras horas a solas desde que se convirtieron en pareja, podrían sentirse nerviosos de compartir la cama, sin embargo todo parecía tan natural; cuando llegaron a la habitación Candy tomó el lado izquierdo y Terry la quedó mirando muy serio.
● ¿Qué pasa? ¿Este es tu lado? puedo cambiarme si prefieres- preguntó inquieta.
● No, no es eso pecosa - levantó su mano derecha enyesada- Es que si te quedas a ese lado, no puedo tocarte o acariciarte con libertad- dijo algo sonrojado. La rubia se enterneció de verlo y oír que quería acariciarla con su mano libre.
● Si es por acariciarme- él no la dejó terminar la frase y preocupado interrumpió.
● Candy, por favor no pienses mal de mí, no es que quiera que aquí- señala la cama- pase algo más, me encantas, pero no voy a obligarte a nada.
● Tranquilo, tú también me encantas, y no te obligaré a nada tampoco- se giró sobre sí misma dejando el lado izquierdo libre para que el castaño lo ocupe.
Eligieron una serie en Netflix y pasaron las horas viendo temporada tras temporada, entre besos y caricias, hasta que el rugir de sus estómagos les hizo salir a buscar algo de cenar.
● ¿Quieres cenar aquí en el hostal? o ¿Ya debes volver a tu casa?
● Cenemos, aún es temprano y nos quedan dos temporadas por ver, temo de que si me voy, las verás si mí.
● Sé que nos conocemos poco, pero jamás sería capaz de una traición como esa, debo advertirte que soy un hombre fiel en todos los sentidos.
● Qué suerte tengo…
Cenaron mientras comentaban la trama de la serie, los había enganchado, tenía de todo un poco, acción, intriga, humor, romance; hasta donde habían quedado la pareja protagonista se lo llevaba en indirectas y mucha tensión sexual, pero aún no concretaron nada. Acabada la comida, volvieron a la habitación. Se acomodaron y dieron play, mientras en la cabeza de Terry rondaba la duda ¿Se quedará sólo hasta terminar la serie? él esperaba que no, quería que se quedara toda la noche, así fuera únicamente a dormir; ese pensamiento lo tenía absorto, no le estaba poniendo atención a lo que ocurría en la pantalla; sólo la miraba a ella, de vez en cuando le acariciaba la mano que tenían entrelazadas. En algún momento, Candy se movió para acomodarse abrazándolo y apoyando la cabeza en su hombro; definitivamente iba a ser muy difícil para él dormir si ella decidía irse a casa.
● ¡Terry!, Terry…- ella levanta la cabeza para mirarlo- pensé que te habías quedado dormido, te estaba comentando sobre la serie y no respondías.
● Perdóname, estaba distraído- mira a la tv- No me di cuenta de que terminó la temporada.
● ¿En qué estabas pensando? ¿Te duele la mano?
● Mi mano está bien, estaba pensando en lo afortunado que soy, por haberte encontrado y que aceptas estar conmigo. Hay que reconocer que las cosas se dieron de manera poco usual.
● Es verdad, nunca pensé que vería a un hombre desnudo sin antes haberlo besado al menos.
● Lo sabía…en la ducha, aprovechaste de recrear la vista
● ¿Y qué si lo hice? Soy una mujer de carne y hueso, además el panorama era muy tentador- se estiró para darle un beso rápido en los labios, pero él la atrapó con su mano sana y la sujetó con firmeza para profundizar y alargar el beso. Cuando ya se le estaba haciendo difícil disimular la respiración que se agitaba, se separó un poco.
● Quédate - su voz fue apenas un susurro- quédate conmigo, por favor- Ella se levantó abruptamente de la cama y se dirigió hacia la puerta. El pánico de haberla ofendido y que no regresara nunca más lo hizo palidecer, empero, el alma le volvió al cuerpo cuando ella le puso llave a la puerta, se volvió hacia él y sonriéndole comenzó a sacarse la ropa.
El tiempo de quitar el yeso de la mano llegó, y ambos sabían que pronto sería el momento de regresar a NY y debían tomar una decisión respecto a su relación. Esos treinta días que llevaban juntos habían sido un sueño, eran realmente almas gemelas, se complementaban tan bien, como si se conocieran de toda la vida, estaban cada día más enamorados. El médico dijo que la fractura había soldado bien, que ahora necesitaría unas cuantas sesiones de rehabilitación y podría regresar a su vida normal en 15 días, Candy se alegró y a la vez le dolió la idea de separarse, él lo notó y pronto le dijo:
● ¿Has pensado en renovar mi contrato como novio?
● Claro que sí, estas semanas contigo han sido maravillosas, pero debes irte y yo todavía no sé dónde conseguiré trabajo, podría ser aquí, en NY o en Alaska.
● Lo sé, lo he pensado mucho y no quiero que esto se termine...te tengo una propuesta, no me iré hasta el último día, hablaré con mi jefe, cumpliré mi horario de lunes a jueves, así podré venir a verte y pasar juntos los fines de semana, cuando consigas trabajo, veremos qué hacer.
● ¿Harías eso por mí?
● Pero por supuesto, no es como si fueras una desconocida a quien debo bañar.
● Amo tu sentido del humor- Le dijo mirándolo a los ojos.
● ¿Sólo mi humor? Porque yo...yo te amo completa - Era la primera vez que lo decía.
● Te amo, te amo completo Terry
Caminaron por las calles de Whitetown abrazados, cada tanto se besaban o decían palabras de amor. Sin ponerse de acuerdo llegaron a la entrada del hostal, habían estado ahí miles de veces, pero esta vez, ambos sabían que era diferente, la increíble sincronía de almas necesitaba expresarse también con el cuerpo, besos, caricias, una entrega mutua, total y absoluta en la que confirmaban el amor que se tenían.
Candy consiguió un trabajo como editora en el diario local y Terry retomó sus actividades en NY cumpliendo con viajar cada viernes a reunirse con su amada, ya no se quedaba en el hostal, eran una pareja de adultos y así lo entendían los padres de Candy por lo tanto aceptaron que ellos durmieran juntos en la habitación de esta.
La relación iba viento en popa, disfrutaban cada minuto juntos y a Terry se le hacía más y más difícil separarse de Candy, la extrañaba enormemente.
Cierto fin de semana el castaño llegó algo extraño, se le notaba pensativo, callado, Candy lo atribuyó a que estaría cansado, le sugirió tomar un baño y luego ver películas en la cama. Era un muy buen plan, pero una mirada llevó a un beso, ese beso llevó a otro y luego otro y otros más que a su vez estaban llevando las cosas hacia el no ver películas, entonces…
- Candy...amor, paremos un momento- lo miró extrañada.
- ¿Pasa algo? ¿Te sientes mal?
- No pecosa, lo que pasa es que no puedo más, ya no lo soporto.
- No entiendo.
- Hace semanas que llevo pensando en esto, no he podido dormir bien, porque mi cama se siente fría y enorme si no estás a mi lado, necesito sentirte, tenerte cerca cada día de mi vida, ya no me bastan los fines de semana. Eres la mujer de mi vida, la que provoca que la piel se me erice tan solo con una mirada de esos hermosos ojos verdes, la que con me llena el alma de música solo con su voz, la que abriga mi corazón con su amor...Candy, cásate conmigo.
Lágrimas de emoción y felicidad corrían por las mejillas de la chica, cada palabra dicha por el hombre que tenía en frente se le había grabado para siempre en el corazón.
- Sí Terry, me quiero casar contigo.
Se besaron y abrazaron sintiéndose en casa, no cabía duda de que eran el uno para el otro y que juntos vivirían muy muy felices. A la mañana siguiente la promesa de matrimonio fue dada a conocer a los más cercanos, partiendo por los padres de Candy.
- Felicitaciones hija, esperamos que sean muy felices - La madre de Candy los abrazó
- Bienvenido a la familia Terry. ¿Ya tienen fecha? ¿Vivirán aquí o NY?
La pareja se miró, todavía no habían hablado de eso, aunque era evidente que sería Candy quien se mudaría, porque el trabajo de Terry requería de estar en la gran ciudad, en cambio ella podía ejercer como periodista en cualquier lugar.
- Viviremos en NY papá, yo buscaré un trabajo allá.
- Y yo puedo mantenernos a los dos mientras eso pasa, así que creo que podríamos fijar la fecha para dentro de dos meses ¿Estás de acuerdo mi amor?
Y así comenzaron los preparativos para la boda del año en Whitetown, ya faltaba una semana para el evento, Candy, su madre, Any y las otras damas de honor estaban en las pruebas finales de sus vestidos, todas lloraron de emoción al ver a su rubia amiga en un hermoso vestido blanco de organza y encaje, se veía como toda una princesa.
- Te ves preciosa hija, Terry se va a caer de la impresión cuando te vea.
- Gracias mamá, estoy tan feliz, que creo que estoy soñando.
- Te ves radiante amiga.
- Any, nunca terminaré de agradecerte, todo esto es gracias a ti, tú eres nuestro cupido.
El esperado día llegó, quisieron involucrar a todo el pueblo, consiguieron permiso para realizar la ceremonia en la plaza en donde se vieron por primera vez, aprovechando el clima agradable de comienzos de verano, en vez de banquete, los invitados podían elegir de entre una gran variedad de comidas que ofrecían los carritos y foodtruck que siempre se instalan en ese lugar y por supuesto, nada de un lujoso hotel, prefirieron pasar la noche de bodas en el hostal donde todo comenzó.
La ceremonia fue muy emotiva, luego hicieron un brindis y el baile de los novios, más tarde el pastel, el ramo que fue cogido por Any para el espanto de Archie. Cumplidos todos los ritos y costumbres nupciales, se fueron al hostal.
Él comenzó a soltar uno por uno los pequeños botones del vestido de su esposa que se reía divertida por la lucha que tenía él contra aquellos pedacitos de tortura infernal, luego de un rato, la tarea fue cumplida, ayudó a Candy a salir del aparatoso vestido, pero aún faltaba la otra falda que daba volumen a la prenda, algo fastidiado bajó el cierre de esa última pieza para encontrarse el bello y voluptuoso cuerpo de su mujer ataviado en un muy sexy conjunto de lencería, se detuvo observando en detalle el calce perfecto y la delicadeza del encaje, cuando detuvo su mirada en la pantaletas, algo colgaba prendido de ella.
- ¿Qué es esto mi amor? - dijo tomando en sus manos un trozo de papel.
- Eso, eso es tu regalo de matrimonio, sorpresa - él lo miró con asombro.
- ¿Estás segura? ¿Es verdad?- Lágrimas de felicidad bajaron por sus mejillas.
- Si mi amor, es verdad, vamos a ser papás.
La celebración de esa noche y las que siguieron fueron un indicio de lo que sería en adelante la vida juntos, una vida plena, llena de amor y felicidad.
Fin.
Bien chicas, he aquí mi aporte a la Fiesta Florida 2022. Estaba pensando en que quizás podría hacer un minific de esta historia, pero en el lado oscuro, contando lo que no se vio. ¿Qué opinan?