Dabble: Pláticas Post Matrimoniales
Autor: Dení TG
Fiesta Florida 2022
—Y…¿Qué se supone que hagamos?
—¿Tu Nana no te dijo nada?
—¿Pony? Por Dios, esa mujer se dedicó toda su vida a cuidar de mi madre y después de mí, y en su juventud era doncella de mi abuela, ¿Qué va a saber ella de…de estos “deberes”? ¿Y a ti? ¿El Duque no…?
Terry interrumpió impostando la voz de forma graciosa
—El consejo del Duque fue consiso pero inútil: “Compórtate como un hombre” ¡Carajo! Si yo estaba a punto de irme a estudiar a Oxford, ya tenía todas mis cosas empacadas cuando me dan la “maravillosa” noticia de que se tuvo que adelantar unos pocos años la fecha de nuestra boda…
—Pues yo no estoy muy feliz, prefiero estar en mi castillo con mi nana que casada y atrapada en esta habitación contigo en la casa Ducal de tu padre—refunfuñó ella— pero, Terry...—la princesa Candice dudó un poco antes de formular la pregunta—entonces, ¿tu papá no te llevó nunca a esas casas llenas de… mujeres de “vida galante”…?
Terry la interrumpió escandalizado
—¿Y tú cómo diantres sabes de esas casas Candy?
—Porque tengo oídos, y se que llevan ahí a los mocosos como tú a que se hagan “hombres”….lo que sea que eso signifique.
— Mi papá siempre está ocupado, y creo que Robert, su ayudante, me iba a llevar a una de esas casas pero, mi Nana Elizabeth le metió un buen golpe con su zapato en su cabeza antes de que se atreviera a pervertir a su adorado niño y nunca más volví a escuchar que se volviera a hablar de eso.
— Entonces…
— Entonces sé lo mismo que tú: nada.
— Sabes que todos esperan que nosotros…
— Sí sí…lo sé, desde que éramos niños lo supimos: comprometidos para asegurar el poderío Andlay-Grandchester y asegurar el reino de Gran Bretaña. Quizás si volvemos a jugar como aquella vez en el bosque al papá y a la mamá…
— Demonios, ¡Esa vez Pony rompió un cepillo en mis nalgas de tanto que me pegó!
— Yo estuve dos días encerrado sin comer en mi cuarto y me dieron cuatro fuetazos que hicieron sangrar mi espalda, esa vez mi nana Elizabeth no tuvo ni tantita piedad, no sé porqué hubo tanto escándalo, sólo era un juego inocente, ni siquiera terminamos de desnudarnos…—él rió de manera escandalosa ante aquel recuerdo.
— ¿Desde cuándo nos conocemos Terry?
— Desde siempre, recuerdo vagamente a tu madre llevándote en el vientre, ella y mamá eran buenas amigas y decían que si el primogénito de tu padre era mujer se casaría conmigo. Tu madre, la reina, era una dama rubia de cabello ensortijado como el tuyo, ojos verdes como los tuyos, y dulce, muy dulce, en eso sí nada tiene que ver contigo.
— Terry eres un idiota— ella se abalanzó contra el joven ex Marqués, ahora príncipe consorte, propinándole unos buenos golpes a puño cerrado— me hubiera gustado conocer a mi madre— en esa pequeña distracción en la que ella se permitió pensar en su difunta madre, él haciendo gala de su fuerza y tamaño logró dominarla en cuestión de segundos.
— Tu madre estaría orgullosa de su pequeña rebelde defendiéndose por sí misma, pero, desde aquella vez juré que no me ibas a volver a dejar ningún ojo morado pequeño demonio— le dijo al tiempo que sujetaba las manos de ella.
— Tú te lo ganaste…
— Sólo era una tonta muñeca de trapo.
— Terry, rompiste mi muñeca favorita y antes de salir corriendo todavía tuviste la osadía de jalarme las trenzas.
— Fue culpa de tus primos los Cornwell, ellos me retaron a hacerlo.
— Y tú tan dócil que siempre has sido les obedeciste sin chistar, si te hubieran retado a tirarte encima de caca de vaca seguramente también hubieras ido corriendo a hacerlo.
— No, la caca de vaca no era tan divertido como hacerte enojar Pecas.
— No soy Pecas, debes decirme “Su majestad”— Candy le dio un buen zape en la frente.
— Quizás ayer, pero hoy estamos casados señora mía, y debes ser sumisa, obediente y agradable ante tu amo y señor que soy yo ¡Auuuch!!! — Candy le dio otro zape en la frente haciéndolo que casi se cayera de la majestuosa cama.
— Candy, ¡Eres una salvaje!! ¡Jamás permitiré que Pony críe a nuestros hijos! ¡Serán unos revoltosos mal educados como tú!!! — dijo él muy molesto y sobándose la frente.
— Para que críe a nuestros hijos primero debemos averiguar CÓMO HACERLOS ¡Grandísimo tonto!!
— Es increíble que desde niños nos den clases de latín, francés, griego, matemáticas, geografía, música, cosas inútiles como papiros egipcios, saber qué demonios es una rosa del desierto pero que no nos digan cómo “consumar” un matrimonio que ha estado arreglado desde que naciste hace más de 14 años— reclamaba Terry más para sí que para Candy.
Ambos adolescentes una de casi 15 años y el otro de 16 se veían entre sí, sentados hombro a hombro encima de una enorme cama, balanceando sus piernas como en un aburrido juego, esa enorme cama en dónde pasarían la mayor parte de sus noches como un matrimonio, aún vestidos con sus trajes de boda, sin saber realmente qué hacer.
— Nuestro matrimonio arreglado no es lo peor del mundo, ¿o sí lo es para tí? Al menos somos amigos y tenemos el mismo gusto extraño de bañarnos todos los días, sé que hueles bien y aunque eres un presumido eres muy apuesto— le sonrió Candy
— Claro que huelo bien, nana Elizabeth no sé de dónde consigue jabones y esencias, creo que es una bruja y los hace ella misma.
— ¡Qué grosero eres! ¿!Cómo te atreves a decir que Elizabeth es una bruja!?
— Lo es si habla tan bien de tí ¡Auch! Me vas a dejar tonto de tanto golpe— después de otro merecido golpe en su cabeza Terry volvió a sobar la parte afectada.
— Tonto ya eras desde que naciste Terry.
— Y es verdad
— ¿Qué es verdad?
— Que por lo menos somos amigos y tú hueles bien, y además eres muy bonita Pecas— se acercó peligrosamente a oler su cuello—Siempre hueles a rosas, que te bañes diario es una muy buena razón para haberte desposado, además de que eres una princesa y yo seré el rey algún día ¡Auuuch! ¿Otro golpe? ¿Y ahora qué dije?
— No estoy muy segura pero te lo di por si acaso.
— Estás loca.
— Y tú eres idiota pero no me oyes quejarme por eso, ¿O si? Y… esa lagartona de Lady Susana, ¿olía bien?
— ¿Qué? ¿Y porqué justo ahora me preguntas de Susana?
— ¿Tú crees que soy estúpida? en todo el castillo se escucharon los rumores de como la llevaste a unos arbustos.
— ¿Acaso no te conté lo que realmente pasó?
— Sí pero, a lo mejor no me contaste bien.
— No la llevé a los arbustos, la muy cabeza hueca fingió torcerse el pie cerca de donde yo solía cabalgar y al escucharla fui en su ayuda: fin de la historia.
— La llevaste en tu caballo.
— No podía caminar.
— La cargaste hasta el dispensario.
— No podía meter el caballo al dispensario.
— ¡La cargaste Terry!
— Olía feo ¿ Contenta?
La princesa Candice levantó sus hombros en señal de estar satisfecha con el interrogatorio, después solo atinó a sacarse los zapatos lanzándolos por ahí.
— ¿Aún sigues celosa por eso Pecas?
— Nunca estuve celosa de esa plebeya frente plana cara de pan mal horneado.
— Nunca debiste estar celosa de Susana, ahora que si hablamos de Karen…
— ¿Karen la lavandera????
— Con su blusa abierta agachada en los lavaderos, dejando ver aquellos dos enormes y jugosos…¡Auuuuch! ¡Auch! ¡Es una broma Pecas! Charlie el escudero de papá me llevo una vez a verla, es patético lo que algunos adultos suelen hacer para espiar a una mujer agraciada
— ¿Y a ti te gusta espiar?
— ¿A qué te refieres…?
— ¿Te gusta ver mujeres bonitas?
— Me gusta hacer enojar a princesas consentidas, “Su Majestad” no cambiaría cien mil veces una blusa abierta de una plebeya común con la alegría que me causa ver cómo tus pecas danzan enojadas y sonrojadas
— Mis pecas no danzan— Candy se sonrojó
— Claro que sí danzan…
— ¡Terry concéntrate! llevamos tres horas platicando desde que nos vinieron a encerrar en los aposentos reales, todos afuera esperan a que hagamos algo de lo que nadie tuvo la delicadeza de explicarnos.
— Sí sí, no presiones, estoy tratando de recordar
— ¿Recordar qué?
— Todas las tonterías que decía Charly, no les prestaba atención porque me parecían grotescas, pero…bueno, según él si les dices ciertas cosas a las mujeres ellas se entregan sin remedio…
— ¿Entregan? ¿Cómo y qué cosas?
— Hablándoles sucio
— ¿Sucio? ¿Y como carambas se habla sucio?
—Algo así como “Tus ojos son dos uvas, tu boca una manzana; qué buena ensalada de frutas haríamos con mi banana”— y entonces la princesa le volteó la cara de una cachetada.
—Terry voy a decirle a tu nana Elizabeth que lave tu boca con jabón— le gritaba la princesa escandalizada, él no se quejó, solo acarició su dañada mejilla, ni él entendía que tipo de mujeres conseguía Charly con semejantes palabras.
— Perdóname, jamás volveré a traer el tema “Charly” a nuestras pláticas.
— Terry, estoy muy cansada, qué te parece si dormimos y mañana en la mañana obligaré a que la jefa de cocineras de tu padre nos diga qué hacer, sé que ella tiene 7 hijos.
— Sí, esa es buena idea. ¡Pffff! Y para colmo de males, tu doncella te dejó toda vestida, creo que seré yo quien te ayude a quitarte este complicado corset.
Y bueno, ese corset no se desató solo y Terry al ayudar a la princesa a deshacerse de su vestimenta comenzó a descubrir partes del cuerpo de Candy que antes ni se hubiera imaginado y una cosa llevó a la otra, entre algunas palabras sucias que intercambiaron los dos, el recuerdo de ese juego prohibido que de niños jugaban a escondidas, besos, caricias y mucho, muchísimo instinto, esa noche Terrence y Candice, futuros reyes de Gran Bretaña consumaron varias veces su matrimonio, varias, muchas, DEMASIADAS…tanto que casi dos días después tuvieron que ser obligados a abrir la puerta de sus aposentos reales para alimentarlos y que no murieran de inanición.
FIN
Última edición por DTG el Jue Abr 14, 2022 4:31 pm, editado 2 veces