Muy buenas noches chicas.
Esta historia esta basada en un universo alterno, esperando que sea de su agrado las dejo con esta historia.
La audición.
[justify]
(Sonido de claxon) La mujer que atentamente aguardaba aquel momento, se apresuró a la entrada entusiasmada, ese pequeño instante se había convertido en un ritual intimo entre ellos dos.
Apresurándose a la entrada de la casa, abrió la puerta de hierro al tiempo que la camioneta hacía lo propio. Los pequeños ojitos que todos los días irradiaban luz, ternura y felicidad cuando veía a su madre a su llegada del colegio, ese día se tornaron diferentes, agacho la mirada esquivando la de su madre, dio un pequeño salto hasta aterrizar fuera de la camioneta y corrió dentro de su casa.
-Gracias señora Smith- exclamo la rubia
- ¡hoy ha estado muy callado todo el camino! ¡debe haber tenido un mal día! - le respondió la regordeta mujer frente al volante mientras su interlocutora asentía pensativa.
- ¡hasta mañana! – se despidió alzando la mano, segundos después volvió a tomar el volante comenzando a avanzar por su camino.
Candice, ingreso nuevamente cerrando suavemente la puerta. Una vez dentro de la casa la puerta entre abierta de su habitación y los suaves golpes provenientes de esta la encaminaron con curiosidad, desde el quicio de la puerta observo atenta como las piernecitas regordetas se tambaleaban sobre la silla de madera estirando sus bracitos lo más que podía tratando de alcanzar el pequeño cofre de tesoros como cariñosamente lo llamaba el cual se encontraba en lo alto del closet.
-¿Qué haces Will?- se sobresaltó el niño
Sin voltear la mirada, bajo las piernas hasta quedar sentado en la silla. Candice sabía que el comportamiento de su pequeño no era habitual en él, lentamente se acercó, tomó su rostro con ambas manos las cuales inmediatamente quedaron mojadas al tacto.
-¿Qué pasa amor?- le decía cariñosa -¿Por qué vienes así? – comenzaba a preocuparse su madre
-en el colegio me dijeron que yo no tengo papi- traba de negarse, pero después de unos segundos respondió, las lágrimas que antes eran escasas, en ese instante se convirtió en llanto incontenible.
Candy lo atrajo a ella oprimiéndolo contra su pecho, verlo de esa forma le partía el corazón, sin duda debería retomar la charla que siempre dejaban inconclusa a pesar de que su pequeño conocía a groso modo sus orígenes, se fundieron en un abrazo comenzando de nueva cuenta.
Sin bajarlo de su regazo, la rubia tomo el cofre, lo abrió extrayendo una sola fotografía que celosamente guardaba, el rostro del hombre plasmado en el papel atrajo la mirada Will, con ambas manitas la agarro suavemente una a cada lado, lo observo cauteloso recorriendo sus facciones hasta que llego a sus ojos, aquellos ojos azules que lo hipnotizaban reconociéndose inmediatamente en ellos.
7 años atrás.
El hombre que apenas llegaba a los veinte años se acicalaba frente al espejo, manteniendo la mirada fija en su cabellera castaña tratando de encontrar el peinado adecuado para la ocasión.
Miró su reloj de pulsera, apenas con el tiempo justo para llegar al Metropolitan Opera House, tomó el saco negro del perchero colocándoselo apresuradamente al tiempo que su mano derecha introducía su cartera y llaves en la bolsa interna de este.
Con paso veloz, se apresuró a la avenida Amsterdam la cual se encontraba a unas calles de su departamento, sin duda este día marcaría su futuro. Decidido a quedarse con un lugar en la orquesta del teatro, llegó con el tiempo justo deteniéndose un instante para admirar las enormes puertas de cristal del recinto imaginándose lo que sería de su vida, dio un profundo suspiro antes de ingresar para después recorrer los pasillos hasta llegar a la sala donde se llevaría a cabo la audición.
Una vez ahí, espero tras bambalinas su turno, filas de asientos detrás del escenario conformaban una pequeña sala de espera donde varios hombres y un par de mujeres a su espalda hacían lo propio. Frente a Terry se encontraba una ancha puerta doble de madera que daba acceso al escenario que en ese momento se encontraba abierta de par en par, desde su lugar podía ver la figura de un hombre que movía con agilidad ambas manos dejando el alma en cada nota que entonaba el piano, la pasión que mostraba tenía a los jueces absortos en su presentación a excepción de Susana que por momentos desdeñaba su esfuerzo, las muecas de su rostro denotaban que pareciera que las largas jornadas comenzaban a fastidiarla.
-¿Quién es esa mujer?- murmuraba una chica a la persona sentada a su costado
-Es la directora Susana Marlowe- respondía
-¿desde cuándo dejo la dirección el señor Andry?- seguía cuestionando la primera
-Hace algunos meses al señor William le dio un infarto, se rumorea extraoficialmente por los pasillos del instituto que fue por culpa de su hija, la versión oficial, exceso de trabajo, por lo que se tuvo que hacer a un lado y darle el mando a esa bruja-
-¡bruja!- reía por el mote de la directora - ¡pero si es muy guapa y joven! ¿Cómo es posible que la llamen de esa forma? - replicaba sin poder creerlo
- ¡lo es! Te seguro que no tardaras en comprobarlo por cuenta propia es una maldita además de que le gusta tomar lo que no le pertenece y no lo digo porque le guste hurtar cosas materiales sino porque no hay hombre que se le resista- decía lo suficientemente alto cubriéndose la boca creyendo que no la podían escuchar
-te aseguro que de esta audición saldrá un nuevo prospecto que la tendrá encandilada por un par de semanas- Terrence había dejado de escuchar la melodía por prestar oídos a los cotilleos a su espalda, sin darse cuenta que una mujer lo llamaba por segunda ocasión.
-Su turno señor Grandchester- salió del aturdimiento en el que encontraba e ipso facto se puso en pie acomodándose las solapas de su ajustado saco, camino hacia el escenario disfrazando su inseguridad con arrogancia tratando de impresionar a todos. Las piernas le temblaban mientras se dirigía al piano de ancha cola colocado al centro, una vez frente a este, se sentó en el pequeño banco de madera y con manos ágiles comenzó a entonar Lacrimosa.
Hasta ese momento, su presentación transcurría sin contratiempos, por instantes, dirigía un mirada frívola y casquivana a la directora acompañada por una sonrisa de medio lado curvando sus labios de forma coqueta. La conversación que escucho venía a su memoria por lapsos pensando en cuanto valía su talento para aquella mujer, los años de estudio que dedico desde que era un niño, se había preparado para ocupar ese lugar, no permitiría que nadie se lo arrebatara con triquiñuelas baratas.
Sin darse cuenta, sus pensamientos lo desconcentraban errando una y otra vez, la frustración y el nerviosismo comenzaba a apoderarse de él, fue entonces que los jueces detuvieron su presentación.
-Señor Grandchester – furioso, tomo la palabra uno de los jueces verificando su nombre en una papeleta que tenía sobre la mesa - ¿sabe por qué esta hoy aquí? ¿sabe cuánta gente de renombre ha pisado este sitio? No nos haga perder el tiempo por favor, hay una fila de jóvenes prometedores que vienen detrás de usted y que se toman las cosas muy en serio- decía girando su silla de un lado al otro ligeramente.
Susana, que se encontraba sentada entre los dos hombres que evaluaban el desempeño de los aspirantes, tomo la mano de su colega en un suave apretón tratando de calmar los ánimos pues lo que en un inicio era una audición se había convertido en un espectáculo de poca categoría que todo mundo observaba petrificado.
La mujer se recargo en el respaldo de la silla, cruzo la pierna derecha por encima de la izquierda, con un suave movimiento coloco el bolígrafo que sostenía en la mano a un lado de sus apuntes al tiempo que le devolvía una sonrisa fugas a Terry
-¿Qué parecido tiene usted con el señor Richard Grandchester?- Susana esperaba la respuesta mientras se cruzaba de brazos
-¡Es mi padre!- respondió inmediatamente
-Evidentemente la señora Baker era su madre
-Así es, Eleanor Baker era mi madre.
-¡oh! Siento mucho lo que le sucedió a su madre, es una verdadera lastima que el medio perdiera un talento como lo era la señora Baker, sin embargo, no dudo que usted heredara sus dotes, pero creo que este sitio no es el suyo al menos por el momento, le hace falta un largo recorrido para ser parte de nuestra orquesta- decía Susana desdeñando el esfuerzo de Terry- por esta ocasión, damos por finalizada su participación, le agrade…
-¡vamos Susana! No seas tan dura con el chico- se escucho la voz de un hombre interrumpiendo el discurso de la directora al tiempo que todos volteaban buscando el lugar del que provenía.
Desde la platea, la figura de un hombre sentado se dibujaba entre las sombras. Había estado ahí sin que nadie se percatara de su presencia observando uno a uno cada aspirante.
-Señor Andry, usted exige gente con talento y es lo que le damos- decía Susana desde su lugar.
-¡Lo sé! Y te lo agradezco, sin tus acertadas decisiones no seriamos lo que hoy somos, solo dejemos que el chico vuelva a empezar ¿quieres?
-¡señor Andry!- comenzaba a exasperarse la rubia – aun tenemos aspirantes esperando su turno, el tiempo apremia
-Susana, haz lo que te digo- ordenaba a gritos William Andry
Sin perder tiempo, Terrence volvió a entonar su melodía esta vez sin contratiempos, al finalizar se puso de pie agradeciendo con una inclinación.
-Gracias señor Gandchester, le haremos llegar la resolución en unos días- claramente molesta, Susana Marlowe repetía las mismas palabras que le decía a cada joven que pasaba por ahí.
Sin decir nada más y dándole un ultimo vistazo a la directora, Terry salió del lugar volviendo por la misma puerta por la que antes habría ingresado, se despidió de los que seguían esperando tras bambalinas un tanto apenado por lo que sucedió con él, se sentía decepcionado, frustrado e incrédulo ¿Cómo era posible que, a él, precisamente a Terrence Grandchester fuera objeto de tal acto de humillación? ¿Qué le diría su madre si hubiese visto su desastrosa actuación? Seguramente su padre se complacería al saberlo reafirmándole que su lugar no era ahí si no en las empresas de la familia y no le quería dar el gusto de saberlo derrotado. Tan perdido iba en sus pensamientos hasta que el golpe en su cabeza lo regreso a la realidad.
Sentada en el suelo, con los ojos muy abiertos y sobándose la frente, la chica de rizada cabellera le gritaba un sinfín de improperios mientras que él sin decir palabra alguna observaba ese par de esmeraldas.
Esta historia esta basada en un universo alterno, esperando que sea de su agrado las dejo con esta historia.
Rosas y espinas.
La audición.
[justify]
(Sonido de claxon) La mujer que atentamente aguardaba aquel momento, se apresuró a la entrada entusiasmada, ese pequeño instante se había convertido en un ritual intimo entre ellos dos.
Apresurándose a la entrada de la casa, abrió la puerta de hierro al tiempo que la camioneta hacía lo propio. Los pequeños ojitos que todos los días irradiaban luz, ternura y felicidad cuando veía a su madre a su llegada del colegio, ese día se tornaron diferentes, agacho la mirada esquivando la de su madre, dio un pequeño salto hasta aterrizar fuera de la camioneta y corrió dentro de su casa.
-Gracias señora Smith- exclamo la rubia
- ¡hoy ha estado muy callado todo el camino! ¡debe haber tenido un mal día! - le respondió la regordeta mujer frente al volante mientras su interlocutora asentía pensativa.
- ¡hasta mañana! – se despidió alzando la mano, segundos después volvió a tomar el volante comenzando a avanzar por su camino.
Candice, ingreso nuevamente cerrando suavemente la puerta. Una vez dentro de la casa la puerta entre abierta de su habitación y los suaves golpes provenientes de esta la encaminaron con curiosidad, desde el quicio de la puerta observo atenta como las piernecitas regordetas se tambaleaban sobre la silla de madera estirando sus bracitos lo más que podía tratando de alcanzar el pequeño cofre de tesoros como cariñosamente lo llamaba el cual se encontraba en lo alto del closet.
-¿Qué haces Will?- se sobresaltó el niño
Sin voltear la mirada, bajo las piernas hasta quedar sentado en la silla. Candice sabía que el comportamiento de su pequeño no era habitual en él, lentamente se acercó, tomó su rostro con ambas manos las cuales inmediatamente quedaron mojadas al tacto.
-¿Qué pasa amor?- le decía cariñosa -¿Por qué vienes así? – comenzaba a preocuparse su madre
-en el colegio me dijeron que yo no tengo papi- traba de negarse, pero después de unos segundos respondió, las lágrimas que antes eran escasas, en ese instante se convirtió en llanto incontenible.
Candy lo atrajo a ella oprimiéndolo contra su pecho, verlo de esa forma le partía el corazón, sin duda debería retomar la charla que siempre dejaban inconclusa a pesar de que su pequeño conocía a groso modo sus orígenes, se fundieron en un abrazo comenzando de nueva cuenta.
Sin bajarlo de su regazo, la rubia tomo el cofre, lo abrió extrayendo una sola fotografía que celosamente guardaba, el rostro del hombre plasmado en el papel atrajo la mirada Will, con ambas manitas la agarro suavemente una a cada lado, lo observo cauteloso recorriendo sus facciones hasta que llego a sus ojos, aquellos ojos azules que lo hipnotizaban reconociéndose inmediatamente en ellos.
7 años atrás.
El hombre que apenas llegaba a los veinte años se acicalaba frente al espejo, manteniendo la mirada fija en su cabellera castaña tratando de encontrar el peinado adecuado para la ocasión.
Miró su reloj de pulsera, apenas con el tiempo justo para llegar al Metropolitan Opera House, tomó el saco negro del perchero colocándoselo apresuradamente al tiempo que su mano derecha introducía su cartera y llaves en la bolsa interna de este.
Con paso veloz, se apresuró a la avenida Amsterdam la cual se encontraba a unas calles de su departamento, sin duda este día marcaría su futuro. Decidido a quedarse con un lugar en la orquesta del teatro, llegó con el tiempo justo deteniéndose un instante para admirar las enormes puertas de cristal del recinto imaginándose lo que sería de su vida, dio un profundo suspiro antes de ingresar para después recorrer los pasillos hasta llegar a la sala donde se llevaría a cabo la audición.
Una vez ahí, espero tras bambalinas su turno, filas de asientos detrás del escenario conformaban una pequeña sala de espera donde varios hombres y un par de mujeres a su espalda hacían lo propio. Frente a Terry se encontraba una ancha puerta doble de madera que daba acceso al escenario que en ese momento se encontraba abierta de par en par, desde su lugar podía ver la figura de un hombre que movía con agilidad ambas manos dejando el alma en cada nota que entonaba el piano, la pasión que mostraba tenía a los jueces absortos en su presentación a excepción de Susana que por momentos desdeñaba su esfuerzo, las muecas de su rostro denotaban que pareciera que las largas jornadas comenzaban a fastidiarla.
-¿Quién es esa mujer?- murmuraba una chica a la persona sentada a su costado
-Es la directora Susana Marlowe- respondía
-¿desde cuándo dejo la dirección el señor Andry?- seguía cuestionando la primera
-Hace algunos meses al señor William le dio un infarto, se rumorea extraoficialmente por los pasillos del instituto que fue por culpa de su hija, la versión oficial, exceso de trabajo, por lo que se tuvo que hacer a un lado y darle el mando a esa bruja-
-¡bruja!- reía por el mote de la directora - ¡pero si es muy guapa y joven! ¿Cómo es posible que la llamen de esa forma? - replicaba sin poder creerlo
- ¡lo es! Te seguro que no tardaras en comprobarlo por cuenta propia es una maldita además de que le gusta tomar lo que no le pertenece y no lo digo porque le guste hurtar cosas materiales sino porque no hay hombre que se le resista- decía lo suficientemente alto cubriéndose la boca creyendo que no la podían escuchar
-te aseguro que de esta audición saldrá un nuevo prospecto que la tendrá encandilada por un par de semanas- Terrence había dejado de escuchar la melodía por prestar oídos a los cotilleos a su espalda, sin darse cuenta que una mujer lo llamaba por segunda ocasión.
-Su turno señor Grandchester- salió del aturdimiento en el que encontraba e ipso facto se puso en pie acomodándose las solapas de su ajustado saco, camino hacia el escenario disfrazando su inseguridad con arrogancia tratando de impresionar a todos. Las piernas le temblaban mientras se dirigía al piano de ancha cola colocado al centro, una vez frente a este, se sentó en el pequeño banco de madera y con manos ágiles comenzó a entonar Lacrimosa.
Hasta ese momento, su presentación transcurría sin contratiempos, por instantes, dirigía un mirada frívola y casquivana a la directora acompañada por una sonrisa de medio lado curvando sus labios de forma coqueta. La conversación que escucho venía a su memoria por lapsos pensando en cuanto valía su talento para aquella mujer, los años de estudio que dedico desde que era un niño, se había preparado para ocupar ese lugar, no permitiría que nadie se lo arrebatara con triquiñuelas baratas.
Sin darse cuenta, sus pensamientos lo desconcentraban errando una y otra vez, la frustración y el nerviosismo comenzaba a apoderarse de él, fue entonces que los jueces detuvieron su presentación.
-Señor Grandchester – furioso, tomo la palabra uno de los jueces verificando su nombre en una papeleta que tenía sobre la mesa - ¿sabe por qué esta hoy aquí? ¿sabe cuánta gente de renombre ha pisado este sitio? No nos haga perder el tiempo por favor, hay una fila de jóvenes prometedores que vienen detrás de usted y que se toman las cosas muy en serio- decía girando su silla de un lado al otro ligeramente.
Susana, que se encontraba sentada entre los dos hombres que evaluaban el desempeño de los aspirantes, tomo la mano de su colega en un suave apretón tratando de calmar los ánimos pues lo que en un inicio era una audición se había convertido en un espectáculo de poca categoría que todo mundo observaba petrificado.
La mujer se recargo en el respaldo de la silla, cruzo la pierna derecha por encima de la izquierda, con un suave movimiento coloco el bolígrafo que sostenía en la mano a un lado de sus apuntes al tiempo que le devolvía una sonrisa fugas a Terry
-¿Qué parecido tiene usted con el señor Richard Grandchester?- Susana esperaba la respuesta mientras se cruzaba de brazos
-¡Es mi padre!- respondió inmediatamente
-Evidentemente la señora Baker era su madre
-Así es, Eleanor Baker era mi madre.
-¡oh! Siento mucho lo que le sucedió a su madre, es una verdadera lastima que el medio perdiera un talento como lo era la señora Baker, sin embargo, no dudo que usted heredara sus dotes, pero creo que este sitio no es el suyo al menos por el momento, le hace falta un largo recorrido para ser parte de nuestra orquesta- decía Susana desdeñando el esfuerzo de Terry- por esta ocasión, damos por finalizada su participación, le agrade…
-¡vamos Susana! No seas tan dura con el chico- se escucho la voz de un hombre interrumpiendo el discurso de la directora al tiempo que todos volteaban buscando el lugar del que provenía.
Desde la platea, la figura de un hombre sentado se dibujaba entre las sombras. Había estado ahí sin que nadie se percatara de su presencia observando uno a uno cada aspirante.
-Señor Andry, usted exige gente con talento y es lo que le damos- decía Susana desde su lugar.
-¡Lo sé! Y te lo agradezco, sin tus acertadas decisiones no seriamos lo que hoy somos, solo dejemos que el chico vuelva a empezar ¿quieres?
-¡señor Andry!- comenzaba a exasperarse la rubia – aun tenemos aspirantes esperando su turno, el tiempo apremia
-Susana, haz lo que te digo- ordenaba a gritos William Andry
Sin perder tiempo, Terrence volvió a entonar su melodía esta vez sin contratiempos, al finalizar se puso de pie agradeciendo con una inclinación.
-Gracias señor Gandchester, le haremos llegar la resolución en unos días- claramente molesta, Susana Marlowe repetía las mismas palabras que le decía a cada joven que pasaba por ahí.
Sin decir nada más y dándole un ultimo vistazo a la directora, Terry salió del lugar volviendo por la misma puerta por la que antes habría ingresado, se despidió de los que seguían esperando tras bambalinas un tanto apenado por lo que sucedió con él, se sentía decepcionado, frustrado e incrédulo ¿Cómo era posible que, a él, precisamente a Terrence Grandchester fuera objeto de tal acto de humillación? ¿Qué le diría su madre si hubiese visto su desastrosa actuación? Seguramente su padre se complacería al saberlo reafirmándole que su lugar no era ahí si no en las empresas de la familia y no le quería dar el gusto de saberlo derrotado. Tan perdido iba en sus pensamientos hasta que el golpe en su cabeza lo regreso a la realidad.
Sentada en el suelo, con los ojos muy abiertos y sobándose la frente, la chica de rizada cabellera le gritaba un sinfín de improperios mientras que él sin decir palabra alguna observaba ese par de esmeraldas.
Continuara...
Michas gracias por leer. Hasta la próxima.
Michas gracias por leer. Hasta la próxima.