Hola a nuestras queriadas lectoras esta noche las visitamos con un nuevo capítulo de la reina y sus misterios. Lady Adlay y Carmin les damos las gracias en esta guerra florida por su apoyo y que seguiremos con los proximos capitulos en el mes de mayo.
CAPÍTULO 19:ADIÓS KAREN
El féretro salía lentamente de la iglesia, los dolientes y amigos iban en total silencio. Extrañamente, el más afectado era Anthony, quién amó como a una verdadera madre a la reina Isabel. Annie, su hermana, iba tomada del brazo de su padre, el rey Richard y al lado Archibald y Susana, pero el rey y su hija tenían los rostros serios, serenos y parecían tranquilos. Anthony no se despegó del ataúd de su madre adoptiva, su semblante de profunda tristeza no dejaba dudas de lo mucho que le dolía la partida repentina de Isabel, sus ojos inundados de lágrimas, querían inmortalizar en su mente la cara de la amada mujer que lo cobijó entre sus brazos cuando Rose Mary murió, los recuerdos se arremolinaban en su cabeza sin cesar.
Miró al comenzar a salir de la iglesia a la que fue su madre por un largo tiempo, después buscó con la mirada a Eliza que tenía sus ojos fijos en él, sin importarle en lo absoluto que su esposo estaba en el ala alta mirando cómo se despedían de la mujer que más lo odió en su vida, y por la cual derramó innumerables lágrimas. A diferencia de Anthony, él no sentía nada por la reina, fue cruel con él, nunca le dio siquiera las migajas del amor que le prodigaba a su hermano, lo sometía a severos castigos, siendo solo un pequeño inocente. También miraba detenidamente el ataúd, el rostro ahora sereno, pero que siempre se mantuvo amargo para él, no sentía pena alguna por ella. El cuerpo de su verdugo ahora descansaba, ya que en vida dio largas batallas, demostrándole el desprecio que sentía por él.
Sentía paz de cierta forma, pero sabía que sus hermanos sufrían y eso lo lastimaba. Aunque siempre estaba en constantes riñas con Anthony, era su sangre y le dolía verlo así, tan roto por esa mujer.
La iglesia se fue desocupando de a poco. Eliza miró hacia donde estaba su esposo, sus ojos se cruzaron, sintió que miraba a un extraño, se veía diferente, igualmente Terry vio un rostro de felicidad en Eliza, se veía radiante y contenta, algo que realmente era extraño por el acontecimiento que estaban atravesando. Sobre todo, porque ella siempre se esforzaba por guardar las apariencias, en otros tiempos ya estaría llorando, pero no era así. Analizó sus movimientos y gestos, parecía que disfrutaba de aquella muerte o ¿Había algo más?
Eliza con brillo de felicidad en su mirada, quitó los ojos de su esposo y siguió el féretro de cerca. Terry salió despacio de la iglesia y desde lejos veía una despedida, que para algunos era triste, pero para él, era enterrar su pasado. Sabía que su vida sería otra con lo que estaba viviendo prohibidamente, pero no renunciaría a ella.
—Primo —la voz suave de Stear se escuchó a sus espaldas.
—Stear —Terry le sonrió al pelinegro y él le pasó un brazo por los hombros. Terry sentía más hermandad de parte de su primo que de Anthony, quien realmente era su hermano.
—¿La encontraste? —susurró Stear, Terry negó con la cabeza.
—No. ¿Estás seguro de que era ella? No te habrás confundido con alguna dama parecida a ella.
Stear negó de inmediato —No, era Karen. Hablé con ella, la vi venir hacia acá con la reina Germánica —Terry lo miró preocupado.
—No entiendo que hace Karen aquí —Terry recordó lo que para él fue la despedida definitiva de la larga relación que mantuvo con la actriz.
—Estaba preocupada por ti. Es una mujer enamorada, primo —se detuvieron en las afueras del mausoleo apartándose para que la gente entrara.
¡Aaaaaaah! —fue el grito desgarrador que se escuchó en medio de los jardines del mausoleo real, junto a una enorme estatua de mármol. Todos miraron asustados hacia los lados; los soldados sacaron sus espadas, Tom, John y Michael, fueron los primeros que corrieron hacia la dirección de donde provenía el escalofriante grito. Al igual que Terry y Stear que corrieron detrás de varias personas que se movían con miedo y curiosidad, para ver lo que sucedía entre los jardines.
Al llegar vieron una escena aterradora, Amelia bañada en sangre, gritando, mientras Karen yacía tras la estatua, siendo devorada por decenas de cuervos. El cuerpo de la bella actriz, solo tenía dos grandes agujeros en donde alguna vez hubo dos preciosos ojos azules, las aves desgarraban su cuello como si fuese algún animal muerto. Los guardias espantaban sin éxito a los furiosos y hambrientos cuervos que volvían al cuerpo de la mujer moribunda, arrancando trozos de carne de su boca, labios y cuello. Finalmente, la parvada de aves voló al percibir que el alma de la mujer abandonaba su cuerpo.
Los gritos de la histérica mujer inundaban el lugar, suspendiendo el acto religioso.
—¡Madre! —Susana corría hacia Amelia y su primo tras ella.
Pero Tom y John al ver tal escena no dejaron que se acercasen.
—No… no se acerquen —dijeron los guardias, Michael llevaba del brazo a una impactada Amelia hasta donde estaban sus familiares. Amelia se lanzó a los brazos de su hija.
—¿Qué pasó madre? —preguntó Susana con voz trémula, seguía impactada por tan espantoso suceso. Jamás imaginó presenciar algo así.
—Déjala —dijo Archie viendo el estado de su tía política— Es una fuerte impresión para ella. Dejémosle tranquila —dijo su primo con algo de pena hacia la mujer, llevándosela del lugar.
Mientras Amelia, con lágrimas en sus ojos, recordaba cómo le pidió a la chica ir al mausoleo. Le dijo que quería ver la tumba de la madre de Terry, la cual era un ídolo en secreto para ella, la admiraba por ser actriz, aunque no fuera muy bien visto en la corte; pero ella sabiendo lo que se decía de la reina, que fue una gran actriz, quiso visitar la última morada de tan intrépida mujer. Karen, que estaba deslumbrada con la reina Germánica y con el deseo de ver la tumba de la madre de Terry, a la cual admiraba, accedió y se alejó de la iglesia con Amelia a la soledad de la muerte de las tumbas.
Al estar a solas, Amelia la durmió y llamó a los cuervos para que destrozaran su cuerpo. Y así llegaron las mortales aves, ella con deleite veía como Karen dejaba de existir, sonrió para sí y continuó con su papel, —veremos quién es mejor actriz— le dijo al cuerpo inerte que se sobresaltaba cada vez que una parte de su cuerpo era desprendida.
—¿Quién es ella? —preguntó Richard a los soldados.
Terry con los ojos velados de lágrimas la tomaba entre sus brazos, mientras del cuerpo de la mujer corría la sangre manchando las finas ropas del heredero. Terry sintió como ella apretó con fuerza su mano, pero era imposible, su cuerpo ya no tenía vida.
El silencio se hizo en el lugar. Solo se escuchaba un leve susurro.
—¿Por qué viniste? —decía Terry, con dolor y pena, por la mujer muerta que sostenía en sus brazos. Era verdad que como mujer no la amaba, incluso ya ni la deseaba, pero estuvo con él por tanto tiempo que ya la consideraba como de su familia, estaba acostumbrado a ella. Las lágrimas bañaron su rostro y la culpa lo invadió, pues sabía que estaba ahí por él y era inevitable sentirse culpable.
—Es Karen, una actriz que viajaba a entretener a las tropas —mencionó Anthony que llegaba al lugar.
—¿Qué? ¿Una sucia actriz está en el sepelio de la reina? —Richard alzó la voz, su cara se enrojeció por la furia.
Terry se puso en pie de inmediato enfrentándose a su padre y hermano.
—¿Acaso estabas con ella? —Richard cuestionó a su hijo, conteniendo la molestia, pero sus gestos y voz lo delataban.
—No es la primera vez que lo hace, padre —susurró Anthony al oído del rey.
—Esto es el colmo, es una falta de respeto a la difunta reina. ¡Retírenla de inmediato!, no merece estar aquí —ordenó con voz fría Richard.
—¡No! —la estruendosa voz de Terry resonó por los jardines, intimidando a los valientes soldados que retrocedieron. El futuro rey apretaba con fuerza los puños listos para enfrentar a su padre.
—Terry, tranquilo, yo me encargo —dijo Michael a su oído— la llevaremos con su padre, luego podrás estar con ella —lo tranquilizó John.
Todos se fueron retirando de a poco tras la perturbadora escena, dejando a la indignada Eliza frente a Terry.
—Qué vergüenza. Tener el descaro de traer a tu amante al castillo y al sepelio de tu madre. ¡Eres un maldito infiel! —los ojos de Eliza se cruzaron con los de Tom, que le reprochaba con la mirada sus palabras. Avergonzada por leer los pensamientos del soldado, partió enseguida.
—Vamos Stear, ve con él —instó Michael al pelinegro.
—Primo, esto no es bueno para ti, vamos —Stear abrazó a Terry.
—Amigos, no dejen solo a su padre. Por favor —indicó Terry, agachó su cabeza y se alejó con Stear.
Al ingresar al castillo se encontró con Neal que llegaba y detrás de él Paty. Los ojos de Paty y Stear se encontraron, mirándose con intensidad.
—Cuñado, a ti quería verte —Neal sonó amable, pero sus ojos vagaron por la ropa ensangrentada del castaño.
—Ahora no, Neal, mejor ve y busca a tu hermana —Terry se dispuso a seguir.
—Espera, espera, ¿le pasó algo a mi hermana? —señaló su indumentaria manchada de sangre, Terry negó sin pronunciar palabras y Neal añadió— Bueno, no importa que haya pasado, si mi hermana está bien, lo demás no me incumbe. Retomando el tema que sí me interesa, yo solo quiero una tregua. Somos familia y no debemos pelear, además dicen que la cacería en tus tierras son las mejores y quería que me llevaras a un buen día de caza —los ojos de Neal brillaron tras una fingida sonrisa.
Terry después de pensarlo un momento y tras lo acontecido dijo —Bien, yo te diré cuándo —Se retiró de inmediato, Neal quedo con una sonrisa satisfecha.
—Claro, cuñado —respondió entre dientes y con sarcasmo—. Ya no necesitó tus servicios —despidió a Paty y se retiró.
Paty y Aliestear se quedaron ahí de pie de frente, en un incómodo silencio. Pero felices de verse de nuevo.
—No me visites esta noche —murmuró Eliza a espaldas de Terry, que estaba en el balcón principal.
—No tenía planeado hacerlo —respondió el castaño sin mirarla.
Eliza resopló y se marchó.
—Anthony, no me gusta lo que pasó hoy. ¿Qué rayos le pasa a tu hermano y por qué no me habías informado? —Richard descargó su furia con Anthony.
—¿Qué acaso soy el guardián de mi hermano? —contraatacó molesto el príncipe menor.
—Pues lo serás. Seremos la familia que siempre debimos ser —replicó el rey
—¿Ahora?, cuándo no está madre. Se fue la mujer que amaba y quedó el padre que me castiga, ordena y menosprecia. No pretendas que ahora seamos una familia —le recriminó el rubio.
Anthony salió y vio como Terry se montaba en Teodora, ya con ropas limpias, pero con la cara todavía apesadumbrada.
—Sé a dónde vas —murmuró y se dirigió al establo, montó un caballo y partió a todo galope.
Terry tocó con insistencia la puerta de Ralph Doister.
El hombre de semblante siempre jovial, miró fijamente con ojos llorosos a Terry.
—Sabía que tú la llevarías a la muerte —Ralph soltó en llanto.
Tom y John fueron los encargados de entregar el destrozado cuerpo de Karen, el par de hombres contuvieron las lágrimas al escuchar los alaridos de Ralph, quién se dejó caer al suelo con su hija en brazos. Su preciosa hija, lo único que tenía, se lamentaba de no detener la aventura del heredero con Karen, si él bien sabía que su hija sería la más afectada; pero ella se veía tan ilusionada, soñaba con un futuro imposible. Era un hombre de mente abierta, por el ámbito en el que se desenvolvía no le escandalizaba la relación de su hija con el futuro rey de Inglaterra. Michael se ofreció a prepararle una bebida que lo confortara, para inútilmente tratar de mitigar su dolor.
—¿Puedo verla? —preguntó el castaño, algo incómodo.
—Pasa —fue la seca respuesta del hombre.
Terry entró hasta donde descansaba el cuerpo de Karen, el cual estaba totalmente vendado. El príncipe heredero se puso frente a ella.
—Perdón —suplicó en un susurró. La fortaleza de Terry se desmoronó y el remordimiento por la fría despedida que tuvieron antes de llegar al castillo, le aguijoneaba lacerando su estabilidad emocional. — Karen, ¿por qué fuiste? ¿Por qué me buscaste? Si yo te dije que te alejaras —Terry dejaba que su cara se empapara de lágrimas, no la amaba, pero la quería y el pecho le dolía tremendamente— Perdóname por no amarte, por no darte lo que buscabas. Mi amor, mi corazón, siempre tuvo dueña, solo que no sabía dónde estaba. Siempre tendrás un lugar en mi corazón, aunque no sea el que querías. Karen, nunca debiste seguirme, ni esperar tanto por algo que no iba a suceder; llevaré la culpa de tú muerte en mi mente toda la vida. Debí alejarte cuando era prudente y hoy estarías viva, pero te prometo que cuidaré de tu padre, no importa si él me odia, y no dejaré que nunca más manchen tu memoria. Adiós Karen, descansa en paz, mi amiga, mi hermana, mi primera ilusión.
Terry salió del cuarto, se arrodilló frente al actor y suplicó por su perdón, por arrastrarlos con él, y le prometió que lo cuidaría. Salió del lugar con una insondable soledad en su alma, Karen fue una amiga que lo acompañó por largo tiempo y ya no estaba.
—Hace mucho, ya no estabas— Se dijo pensativo. Era un día difícil y solo quería estar en un lugar, uno donde su corazón estaba en paz. —Candy —Susurró.
Deseaba más que nunca estar en los brazos acogedores de Candy, solo ella le brindaba calma a su corazón, era una luz resplandeciente en su lúgubre vida, pero no podría mirarla a la cara en esos momentos, necesitaba encontrar otra forma de apaciguar su culpa. Caminó sin rumbo, derramando su culpa por medio de lágrimas y luego regresó al castillo, entró sigilosamente sin detenerse hasta llegar a su alcoba y se encerró en ella. Sentado en la ventana miraba el firmamento, recordando la lamentable muerte de Karen y su cuerpo picoteado por las aves. Nadie merecía una muerte tan horrenda, se preguntaba por qué esos animales la habían atacado precisamente a ella.
Fue una noche casi interminable para Terry, que solo cuando el alba se asomó a la ventana pudo entrar a la cama. Durmió más de lo que esperaba, dos horas, las suficientes para devolverle la vitalidad y las ganas de ver a Candy.
Se dirigió al establo y se montó en su yegua pura sangre, Teodora, y partió.
Tras una larga cabalgata que lo relajó y cansó, se bajó del caballo en medio del bosque. Sin darse cuenta de que los celestes ojos de su hermano lo miraban.
—¿Qué haces aquí hermanito? —se preguntó Anthony viendo a Terry en la distancia.
Continuará…
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