En un instante puede cambiar
tu vida para siempre.
Camino con Espinas.
Capitulo Uno.
El encuentro.
Sale de la oficina y siente como le cala en el cuerpo el frio de la noche, el chico se frota sus manos para ganar un poco de calor entonces observa el auto de su amigo estacionado no muy lejos, llega gasta el y jala la palanca para abrir la puerta; como era de esperarse no tiene el seguro puesto, Terry mueve su cabeza en desaprobación y piensa que su amigo es un tonto o peca de ser demasiado confiado. Extrae del interior su chaqueta negra de piel y la desliza por sus brazos ajustándola a su cuerpo. De uno de los bolsillos extrae sus guantes y se los coloca lo más rápido que puede para luego subir a su moto, agarra el casco que está colocado en uno de los manubrios de la moto, lo mira y vacila por unos segundos en ponérselo o no, finalmente elige la segunda opción. El joven anhela en ese momento el golpe del aire frio en su cara y tal vez de esta manera pueda liberarse de toda la mierda que carcome su cordura.
Su pie da el pedalazo en la palanca de encendido y el motor ruge con toda fuerza a la vida, acelera y sale a toda velocidad por la avenida. En su recorrido pasa por el costado de una iglesia, escucha el tintinear de las campanas de la torre anunciando la hora, las tres de la mañana. Coloquialmente por estos lares se dicen que es la hora maldita o la hora del diablo donde los espíritus buscan apoderarse de las almas débiles o expuestas, pero Terry no cree que sea la hora, el mundo ya está corrompido por demonios tan grandes que poco a poco está acabando con el, porque sin darnos cuentas esos demonios los tenemos diariamente en las manos con solo dar un clic llegamos al mismo infierno.
Observa el espejo retrovisor y no logra ver el auto que venía detrás de él, y está seguro se ha quedado atrás en alguna parte. [[Es el colmo de los colmos trayendo tan buen auto conduce como un verdadero anciano, debería de tener el ímpetu colado en los huesos y en la sangre, aprovechar al máximo el regalo que nos da la juventud, pero creo que esa llama en él se ha apagado]] reflexiona con pesar Terry.
Una leve llovizna comienza a caer, las gotas de agua parecen danzar entre si antes de caer al pavimento y el olor que emana relaja los sentidos del castaño. La luz del semáforo ha cambiado a color rojo entonces detiene su marcha, comienza a observar el panorama de la avenida, no se ve ni una sola alma, todo está desierto. La farola de una tienda departamental se prende y apaga sin cesar balanceándose de un lado a otro reflejando las gotas de lluvia que caen oblicuamente contra la fachada.
La luz del semáforo ha cambiado a verde, pero no puedo continuar porque sus ojos han visto a una joven mujer que esta echa un ovillo aun lado de la escalinata de la tienda.
La observa por unos minutos, no le parece una indigente ni una delincuente, más bien parece alguien indefensa y con miedo. Entonces decide bajarse de la moto y llegar hasta ella; por un instante Terry experimenta la sensación de ser atraído como una polilla hacia la luz y quemarse por completo, le da un poco de risa y piensa que tal vez sea alguno de esos demonios que atraen el alma para hacerla pedazos.
Cuando llega al lugar donde se encuentra la chica, se da cuenta que dormita y no se ha percatado que se encuentra parado frente a ella. Terry la mira de arriba abajo y se da cuenta que su cabello esta echa una maraña y su ropa manchada de lodo; lleva puesto un vestido corto de finos tirantes que rozan la piel de sus hombros, la tela apenas si cubre sus piernas; sus brazos tienen heridas y arañazos con sangre seca. El cuerpo de la chica comienza a sacudirse con temblores incontrolables.
Pasan solo unos segundos cuando abre sus ojos y levanta el rostro, Terry ve como sus lágrimas se han mesclado con la suciedad que trae encima y han dejado una marca en su cara. Por instinto el cuerpo de la joven reacciona retrocediendo, sus ojos verdes esmeralda lo miran con miedo y desconfianza, pero para Terry son tan hipnotizantes que no puedo dejar de verlos. El castaño levanta las palmas de sus manos para indicarle que todo está en paz entonces se acuclilla para estar a su altura, le pregunta con voz suave y calmada.
—¿Estas bien? —los ojos de la chica viajan de un lugar a otro y detrás de él, como si buscara algo o a alguien. Terry percibe la angustia que emana de ella y entiende que algo esta está mal. —¿Necesitas ayuda? —Le pregunto de nuevo.
La joven no contesta solo niega con su cabeza, sus esmeraldas se llenan de más agua, el castaño trata de limpiar la humedad de su cara, pero ella retrocede y su rostro lo vuelve a un lado, su respiración se agita y comienza a temblar aún más. El corazón de Terry da un vuelco al verla de esta manera tan vulnerable. Lentamente el joven se sienta junto a ella y sin más comienzo a hablar.
—Me gusta mucho cuando las gotas de lluvia comienzan a caer, ese olor a tierra mojada me relaja y hace que recuerde mi niñez y mis días felices. — le brindo una tierna sonrisa, continuo con mi monologo, —mi mamá siempre me preparaba té de hojas de limón. Cuando estaba listo, ella tomaba las dos tazas y caminábamos juntos al porche donde se encontraba una tumbona. Nos acomodábamos plácidamente en ella, nos cubríamos con una frazada y observábamos como la lluvia mojaba aquel hermoso paisaje.
Se quitó la chaqueta y se la ofrezco, —Ayudara un poco a aminorar el frio, —le vuelve a sonreí cálidamente, sus palabras salen suaves para no asustarla, ella vacila, pero finalmente accede a tomarla. —Me llamo Terrence, pero puedes llamarme Terry, ¿Cuál es tu nombre? —las esmeraldas de la chica miran sus labios y después sus ojos, aún sigue dudando, mientras escudriña su rostro, al fin la escucha decir su nombre en voz bajita.
—Cccandy.
—Mucho gusto Candy —tomó su mano, pero la quita de inmediato. Terry está seguro que esta chica ha pasado por un evento traumático, —disculpa, solo quiero ayúdate. —El castaño se muestra sereno y trata de darle su espacio. Se quedo callado por unos minutos, pensando cómo hacerle para ganarse su confianza entonces comienzo a hablar nuevamente —estás pasando por un momento angustiante y lo siento mucho. No te conozco… pero aun así quiero ayudarte, mira, —saca su cartera del bolsillo trasero del pantalón y extrae su identificación oficial, se la entrega en una de sus manos, —puedes constatar que no te estoy mintiendo. —La chica la examina con detenimiento checando cada uno de los datos que se encuentran plasmados en la tarjeta, lo medita y al final se decide.
—Está bien acepto tu ayuda. — le dice Candy en un susurro y le entrega la identificación.
— Ya que hicimos las presentaciones necesarias y que sabemos quiénes somos, te invito a tomar algo caliente para que entres en calor —la ayudo a ponerse de pie, pero sus piernas no la sostienen, [[seguro las tiene entumecidas por la posición en la que estaba y por el frio]] pensó el chico, de forma automática la encierra en un abrazo para sostenerla.
—No siento mis piernas, solo un fuerte hormigueo. —Le dice apenada.
—Está bien, no te preocupes, —le sonríe para aligerar el momento — hay un remedio para esto, sabes mis manos hacen magia —le muestra una de sus manos, ya que la otra la sostiene por la cintura firmemente, la expresión de sus ojos de la joven lo divierten un poco, porque parecen los de una chiquilla pequeña. Acto seguido su otra mano toma sus piernas y la levanta completa, Candy sorprendida rodea con sus brazos el cuello de Terry.
—Vez son mágicas, flotas en el aire. ─Candy Tartamudea un poco, pero al fin contesta.
—Gggracias.
—No se diga más, vámonos. —Por primera vez desde que la vio le sonríe y por reflejo el castaño hace lo mismo. ─Cuidare de ti, hasta que te sientas bien, te lo prometo. —Terry iba a girarse cuando escucho una voz detrás de él que le hace pegar un pequeño salto del susto que le ha metido.
—¿Quién es? —Pregunta en tono divertido su amigo
—¿Qué diablos? me has pegado un maldito susto.
—¿Por qué? Acaso estás haciendo algo malo.
—Por supuesto que no idiota. Es solo una amiga que necesita de mi ayuda. —su voz se escucha molesta por su aparición. Por intuición atrae el cuerpo de Candy al de él para mitigar un poco el frio. [[quisiera cubrirla por completo para darle un poco de calor y protegerla de cualquier imbécil que le quiera hacer daño]] pensó. Candy encoge su cuerpo y esconde su cara en su cuello del joven buscando protección. Terry observa como los ojos curiosos de Albert la miran.
—Entonces ¿La conoces? —lo interroga su camarada.
—¡Claro que la conozco!, porque crees que la llevo conmigo. —Le mintió.
—¿Enserio? ¡Eso es raro! porque el tiempo que tengo de conocerte nunca te había visto con una chica. Y mucho menos en esas condiciones.
—¡Y eso tiene alguna importancia! Ocúpate de tus asuntos amigo ¡y no seas entrometido! —Con molestia le da un vistazo a Albert, lo mira con frialdad y comprende de inmediato el rubio que debe de parar con su interrogatorio. Candy agitada observa al castaño y al rubio. Terry de ninguna manera quiere que se asuste de nuevo, así que suaviza la mueca de enojo de su rostro, le sonríe y le guiña un ojo y comienza a caminar.
Lo sigue Albert de cerca y vuelve preguntar—¿a dónde la vas a llevar?
—A casa.
—Terry ¿estás seguro? ¿Cómo vas a llevar a una desconocida a nuestro departamento? —declara el rubio.
Terry de reojo pude ver la expresión de perplejidad dibujada en el rostro de su amigo.
— ¿Nuestro departamento? Que no es mi departamento. Hasta donde recuerdo soy dueño de un piso bastante grande en un edificio en el centro de la ciudad.
—Eso fue un golpe bajo amigo, nunca pensé que me lo echarías en cara. —Añade desconsolado Albert.
─Nunca lo haría, pero me está haciendo perder la paciencia ¿te vas o te quedas? ─Le dice con irritación.
—¿Piensas llevarla en tu motocicleta? ─Lo indaga con ironía.
Terry analiza la situación y maldice por lo bajo porque su amigo tiene razón, [[no puedo llevarla en la motocicleta se congelaría y le daría una pulmonía, ¡diablos!]] pero enseguida encuentra la solución.
─Dame las llaves de tu auto.
─ ¿Qué? ¡Nooo! tu caballo de acero no me gusta ¡es muy peligroso!
─ ¡No digas estupideces! dame las llaves. ─Le ordeno. Albert solo se rasca la cabeza y la mueve en negación, por los gestos de su cara sabe que esta avergonzado.
─Es que no se andar en motocicleta, si supiera con todo gusto te daría las llaves del auto.
—¡ahg! como puede ser posible. —Agrego con frustración.
Candy en brazos de Terry observa lo molesto que esta. Sus ojos se mueven en dirección donde está su amigo y luego regresan al rostro del castaño, entonces la escucha decir titubeante. ─Si estás de acuerdo, me voy con tu amigo en su auto y en tu departamento nos vemos.
—¿Estas seguras? —Mis palabras salen con preocupación. Me sonríe y mueve su cabeza en afirmación.
Terry no la quiere dejarla ir con Albert y se encuentra ante una situación que no le agrada, se siente renuente porque quiere que permanezca junto a él, pero comprende que en este momento no hay alternativa, prometió cuidarla y es lo que va a hacer. Camina hasta donde se encuentra aparcado el auto, Albert se le adelanta y abre la puerta, Terry coloca a Candy con cuidado en el asiento trasero del auto, ella se acomoda y reposa su espalda en el respaldo del asiento.
─Prende la calefacción para que entre en calor y en un momento te veo en casa. ─ Le dice a Albert. Sin más Terry se aleja en dirección al lugar donde dejo su motocicleta y comienza a experimentar un sentimiento de vacío y no entiende cual es el motivo.
Cuando llega al edificio entra en el estacionamiento, el auto de Albert ya está ahí, baja de su moto y apresura sus pasaos hacia el elevador, presiona los botones con la clave electrónica que lo llevaran hasta el último piso, el penthouse.
Las puertas se abren, camina con impaciencia hasta la sala y no escucha ningún ruido, sus ojos buscan algún indicio de Candy o de Albert, pero ni rastro de ellos. Dirige su andar hacia la habitación de invitados abre la puerta y llama a la joven, pero no hay respuesta, se introduce dentro e inspecciona toda la habitación, pero Candy no está ahí, una serie de maldiciones comienzan a salir de la boca de Terry, cuando llega la habitación de Albert no toca la puerta solo la abre y ahí está ella, tendida en la cama de del rubio, dormida profundamente. Terry esboza una sonrisa de medio lado y siente como lo embarga la cólera.
Continuará…..
Espero que la lectura haya sido de tu agrado
Y gracias por acompañarme en esta aventura
Agradezco a mi querida lucero por la ayuda para realizar la portada.
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Última edición por Inez Ruiz el Dom Abr 07, 2024 10:09 am, editado 4 veces