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INTRODUCCION
www.elainecandy.com/t19132-cosa-nostra-minific-aun-no-es-tarde-introduccion#303900CAPITULO 1
https://www.elainecandy.com/t19168-cosa-nostra-minific-aun-no-es-tarde-capitulo-1-4CAPITULO 2
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www.elainecandy.com/t19453-cosa-nostra-minific-aun-no-es-tarde-capitulo-3-4#310673~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~
Capitulo Final
Hogar de Pony, mayo de 1935
"Lo hice porque te amo y deseo que seas feliz... Aun no es tarde para que lo seas, Tía Candy... Terry es tu felicidad... Por favor no tengas miedo de ir con él..."
Aquellas palabras, que Rosie me dedicó, llegaron al fondo de mi alma y me despertaron de un mediocre y triste sueño en el que estuve sumergida. Nunca nadie, me habló con tanta claridad. La determinación de esa chica es extraordinaria. Supongo que es porque lo lleva en las venas, es igualita a su papá...
Respiro hondo y luego dejo salir el aire contenido, apenas puedo creer que solo dos años hayan pasado desde entonces.
Tomo asiento cuidadosamente sobre el césped de la colina y luego vuelvo a respirar profundo... Adoro el aroma que proviene de la tierra, la hierba y las flores... Estar aquí, me llena de tranquilidad, venimos muy seguido para ver a mis madres, pero aún así, siento algo muy especial cada vez que estoy aquí, sobre mi Colina de Pony.
— ¿Podrías dejar de hacerme esto? —me pregunta la imperiosa voz de Terry, mientras yo salgo de mis recuerdos y volteo para mirarlo—. Santo Dios Candy... Me dijiste que me esperarías —reclama con ese berrinchudo gesto, que tanto amo.
Terry se arrodilla y luego se acerca a mi... Me mira, y luego me inspecciona... Una vez que se asegura de que estoy perfectamente bien, sonríe aliviado.
—Tú y este pequeño pecoso, van a matarme de un susto...
Nuestro bebé Aidan llega hasta mi y me enreda en un abrazo, juguetea con mi cabello y luego de darme un beso, se aleja para jugar con el césped. Tiene un año, con menos de un mes de haberlo cumplido, ha comenzado a caminar y todo el tiempo, tiene a su padre con el alma en un hilo.
Yo me río mientras veo a Terry recostarse sobre el césped y resoplar con dramatismo... Es tan exagerado... Sin embargo su exageración me encanta.
—Terry, tengo cuatro meses de embarazo, no es como si ya fuera a dar a luz, no te esperé porque te vi muy entretenido con los chicos... —anuncio acariciando su rostro para tranquilizarlo—. He subido a la colina con especial cuidado... No debes temer... —Terry no dice nada, solo se reincorpora y me observa con sus penetrantes ojos azules.
—Estoy paranoico, lo se... —me dice con honestidad—. Pero no puedo evitarlo...
Yo lo tomo de la mano y para hacerlo olvidar sus preocupaciones, le pregunto:
— ¿Recuerdas el día que viniste por mi?
Terry me observa y de inmediato entrelaza los dedos de su mano con los míos.
—Por supuesto que lo recuerdo... —él acerca mi mano a sus labios y luego posa un beso—. Es de ese tipo de cosas, que jamás voy a olvidar...
—Rosie, me empujaba para subir hasta aquí y yo me negaba hacerlo... —río al recordar aquella escena.
—Te vi perder el color en tus mejillas.... Y me acerqué tan rápido como pude, creí que te ibas a desmayar...
Terry no está tan equivocado, en realidad, yo misma me sentí rara en ese momento... Cuando él se acercó a mi y me abrazó, yo me aferré a él, obligándome a permanecer serena y olvidar mi debilidad. No deseaba desmayarme, no en ese momento, el momento que esperé por tantos años...
Ese día, Terry me abrazó muy fuerte e inmediatamente me ahogó con un beso... "No quiero que pase un segundo más, sin decirte que te amo... Te amo con toda mi alma, Candy... " Me dijo mientras yo lloraba y lo abrazaba más fuerte...
—¿Sabes? A veces todavía, me pregunto... ¿Qué seria de nosotros, si Rosie no me hubiera mandado esa carta? —me cuestiona Terry, devolviéndome a nuestro presente.
Yo lo beso en la mejilla y luego le hablo con honestidad.
—Lo más seguro, es que seguiríamos separados... —digo y él hace un gesto de dolor—. Tú pensando que yo estaba casada y yo seguiría creyendo que eres un mujeriego de lo peor...
Ambos reímos ante aquel recuerdo... ¿Qué otra cosa nos queda por hacer? La vida es muy corta para llenarnos de reclamos y no debemos vivir con rencores, ambos estuvimos muy equivocados.
Duele mucho saber que los malos entendidos nos separaron, pero yo ya no quiero pensar en eso, Terry y yo hemos llorado lo suficiente.
Aidan se acerca a nosotros y nos lleva varias piedras... Es muy pequeño, pero desde ya, sabe como repartir... Una para mi, otra para Terry, una para Terry y otra para mi... Aidan luce muy feliz.
—Mamá... Papá...
Nos dice mientras sonríe y nos enamora una vez más. Terry toma las piedras y luego observa a nuestro bebé, lo acerca hasta él, le da un beso en su tierna mejilla y después de que lo deja ir, me mira y me dice:
—Cada día se parece mas a ti...
Yo suspiro y admito:
—También se parece a ti...
Terry niega con la cabeza.
—Tú me has ganado... Es castaño y de cabello lacio, pero esos hermosos ojos verdes, son tuyos y esa nariz adornada con adorables pecas, definitivamente no es mi herencia...
Esa declaración de Terry, toca una fibra muy sensible en mi corazón, él siempre me lo dice, me gustan tus ojos, me gustan tus pecas... Quizá estoy muy sentimental, pero no puedo evitar llorar.
Terry se acerca y limpia mis lágrimas... Sabe que soy una llorona... No se preocupa, solo se acomoda detrás de mi y luego me rodea con sus brazos. Acaricia mi pequeño vientre y posa un beso en mi cuello...
—Te amo... —susurra en mi oído, mientras yo me tranquilizo.
—Te amo también... —le contesto, volteando para regalarle un beso en los labios, es un beso tierno, el tipo de beso que nos damos cuando Aidan está cerca de nosotros.
Los gritos de los niños, me anuncian que los invitados han llegado... Así que luego de otro beso, hago que Terry me ayude a levantarme. Él me dedica un lastimoso puchero... Se que disfruta mucho de nuestros ratos a solas y que no quiere renunciar al momento que compartimos ahora. Sin embargo, a pesar de su renuencia, se levanta y luego me ayuda. Toma a Aidan en sus brazos y entonces caminamos lentamente hasta el Hogar.
Al acercarnos a la casa, alcanzo a ver la figura de Rosie, ella está observándonos desde la puerta.
Ha crecido tanto...
Me siento demasiado nostálgica al mirarla... La amo demasiado.
Definitivamente ha dejado de ser la bebé que yo cuidaba... Ya no es la pequeña que me acompañaba a todos lados, ni tampoco es la niña con la que compartí divertidos momentos de travesuras... Mis ojos amenazan con llenarse de lágrimas... Pero me obligo a no hacerlo, Rosie ya me ha visto llorar muchas veces.
— ¡Feliz cumpleaños! —me dice tan eufórica como siempre, se acerca hasta mi y me abraza con fuerza, se aleja un poco y luego me extiende un ramo con hermosas Dulce Candy.
Terry y Aidan la observan con atención y entonces ella se acerca para saludarlos también.
Luego vuelve hacia mi y me toma de la mano.
—Tengo algo que decirte... ¿Podemos hablar? —me pide mientras me mira con sus bellos ojos azules—. Es sobre... Ya sabes quien... —murmura en mi oído.
¡Buen Dios! De verdad ya no es mi niña...
Pienso al verla sonreír con timidez y jugar con los dedos de sus manos. Soy perfectamente capaz de darme cuenta de lo que está sucediendo. Reconozco todos los signos...
—Iremos al lago, espérame ahí ¿De acuerdo?
Rosie asiente con emoción y luego se aleja de mi.
Terry me sonríe y yo correspondo a su sonrisa. Aunque nunca le he dicho nada sobre el posible enamoramiento del que es víctima Rosie, él se ha dado cuenta de todo, claro, el afortunado jovencito fue su alumno, y nuestro huésped en Chicago... Pasó las vacaciones de primavera con nosotros.
—Ve con ella... Se lo debes... —me dice Terry posando un beso en mis labios—. No deseo espantarte, pero la gran verdad es que le debes mucho a esa niña... —agrega con falsa maldad—. Quien sabe... Quizá cuando tenga la edad suficiente, tendrás que traerle a Romeo Hathaway como regalo...
Yo me sonrojo de solo pensar en esa posibilidad y Terry simplemente se ríe de mi. Él me despide con otro beso y Aidan lo imita, me toma del cabello y luego se acerca para dejar sobre mi mejilla, uno de sus tiernos besitos.
Me alejo lentamente y luego volteo para mirarlos... Voy a volver a verlos en algunos minutos, lo se, pero aun así, no puedo evitar extrañarlos. Los quiero a mi lado todo el tiempo.
Vuelvo mi vista hacia el camino que me lleva al lago y veo que Rosie me esta esperando, al llegar a la mitad del sendero, me toma de la mano y caminamos juntas.
Me siento muy contenta por saber que ella confía en mi, se que soy muy afortunada. Somos las mejores amigas... Y espero que sigamos siéndolo por siempre.
Nunca olvidaré que Rosie me dio la oportunidad de seguir soñando...
Nunca podré borrar de mi mente, toda la felicidad que me ha traído...
Solo espero que la vida me alcance para recompensarla y recordarle lo mucho que aprendí de ella. No dejaré que olvide, que nunca es demasiado tarde, para hacer nuestros sueños realidad.
FIN
___________________________________________________________________________(Dos años después)
"Lo hice porque te amo y deseo que seas feliz... Aun no es tarde para que lo seas, Tía Candy... Terry es tu felicidad... Por favor no tengas miedo de ir con él..."
Aquellas palabras, que Rosie me dedicó, llegaron al fondo de mi alma y me despertaron de un mediocre y triste sueño en el que estuve sumergida. Nunca nadie, me habló con tanta claridad. La determinación de esa chica es extraordinaria. Supongo que es porque lo lleva en las venas, es igualita a su papá...
Respiro hondo y luego dejo salir el aire contenido, apenas puedo creer que solo dos años hayan pasado desde entonces.
Tomo asiento cuidadosamente sobre el césped de la colina y luego vuelvo a respirar profundo... Adoro el aroma que proviene de la tierra, la hierba y las flores... Estar aquí, me llena de tranquilidad, venimos muy seguido para ver a mis madres, pero aún así, siento algo muy especial cada vez que estoy aquí, sobre mi Colina de Pony.
— ¿Podrías dejar de hacerme esto? —me pregunta la imperiosa voz de Terry, mientras yo salgo de mis recuerdos y volteo para mirarlo—. Santo Dios Candy... Me dijiste que me esperarías —reclama con ese berrinchudo gesto, que tanto amo.
Terry se arrodilla y luego se acerca a mi... Me mira, y luego me inspecciona... Una vez que se asegura de que estoy perfectamente bien, sonríe aliviado.
—Tú y este pequeño pecoso, van a matarme de un susto...
Nuestro bebé Aidan llega hasta mi y me enreda en un abrazo, juguetea con mi cabello y luego de darme un beso, se aleja para jugar con el césped. Tiene un año, con menos de un mes de haberlo cumplido, ha comenzado a caminar y todo el tiempo, tiene a su padre con el alma en un hilo.
Yo me río mientras veo a Terry recostarse sobre el césped y resoplar con dramatismo... Es tan exagerado... Sin embargo su exageración me encanta.
—Terry, tengo cuatro meses de embarazo, no es como si ya fuera a dar a luz, no te esperé porque te vi muy entretenido con los chicos... —anuncio acariciando su rostro para tranquilizarlo—. He subido a la colina con especial cuidado... No debes temer... —Terry no dice nada, solo se reincorpora y me observa con sus penetrantes ojos azules.
—Estoy paranoico, lo se... —me dice con honestidad—. Pero no puedo evitarlo...
Yo lo tomo de la mano y para hacerlo olvidar sus preocupaciones, le pregunto:
— ¿Recuerdas el día que viniste por mi?
Terry me observa y de inmediato entrelaza los dedos de su mano con los míos.
—Por supuesto que lo recuerdo... —él acerca mi mano a sus labios y luego posa un beso—. Es de ese tipo de cosas, que jamás voy a olvidar...
—Rosie, me empujaba para subir hasta aquí y yo me negaba hacerlo... —río al recordar aquella escena.
—Te vi perder el color en tus mejillas.... Y me acerqué tan rápido como pude, creí que te ibas a desmayar...
Terry no está tan equivocado, en realidad, yo misma me sentí rara en ese momento... Cuando él se acercó a mi y me abrazó, yo me aferré a él, obligándome a permanecer serena y olvidar mi debilidad. No deseaba desmayarme, no en ese momento, el momento que esperé por tantos años...
Ese día, Terry me abrazó muy fuerte e inmediatamente me ahogó con un beso... "No quiero que pase un segundo más, sin decirte que te amo... Te amo con toda mi alma, Candy... " Me dijo mientras yo lloraba y lo abrazaba más fuerte...
—¿Sabes? A veces todavía, me pregunto... ¿Qué seria de nosotros, si Rosie no me hubiera mandado esa carta? —me cuestiona Terry, devolviéndome a nuestro presente.
Yo lo beso en la mejilla y luego le hablo con honestidad.
—Lo más seguro, es que seguiríamos separados... —digo y él hace un gesto de dolor—. Tú pensando que yo estaba casada y yo seguiría creyendo que eres un mujeriego de lo peor...
Ambos reímos ante aquel recuerdo... ¿Qué otra cosa nos queda por hacer? La vida es muy corta para llenarnos de reclamos y no debemos vivir con rencores, ambos estuvimos muy equivocados.
Duele mucho saber que los malos entendidos nos separaron, pero yo ya no quiero pensar en eso, Terry y yo hemos llorado lo suficiente.
Aidan se acerca a nosotros y nos lleva varias piedras... Es muy pequeño, pero desde ya, sabe como repartir... Una para mi, otra para Terry, una para Terry y otra para mi... Aidan luce muy feliz.
—Mamá... Papá...
Nos dice mientras sonríe y nos enamora una vez más. Terry toma las piedras y luego observa a nuestro bebé, lo acerca hasta él, le da un beso en su tierna mejilla y después de que lo deja ir, me mira y me dice:
—Cada día se parece mas a ti...
Yo suspiro y admito:
—También se parece a ti...
Terry niega con la cabeza.
—Tú me has ganado... Es castaño y de cabello lacio, pero esos hermosos ojos verdes, son tuyos y esa nariz adornada con adorables pecas, definitivamente no es mi herencia...
Esa declaración de Terry, toca una fibra muy sensible en mi corazón, él siempre me lo dice, me gustan tus ojos, me gustan tus pecas... Quizá estoy muy sentimental, pero no puedo evitar llorar.
Terry se acerca y limpia mis lágrimas... Sabe que soy una llorona... No se preocupa, solo se acomoda detrás de mi y luego me rodea con sus brazos. Acaricia mi pequeño vientre y posa un beso en mi cuello...
—Te amo... —susurra en mi oído, mientras yo me tranquilizo.
—Te amo también... —le contesto, volteando para regalarle un beso en los labios, es un beso tierno, el tipo de beso que nos damos cuando Aidan está cerca de nosotros.
Los gritos de los niños, me anuncian que los invitados han llegado... Así que luego de otro beso, hago que Terry me ayude a levantarme. Él me dedica un lastimoso puchero... Se que disfruta mucho de nuestros ratos a solas y que no quiere renunciar al momento que compartimos ahora. Sin embargo, a pesar de su renuencia, se levanta y luego me ayuda. Toma a Aidan en sus brazos y entonces caminamos lentamente hasta el Hogar.
Al acercarnos a la casa, alcanzo a ver la figura de Rosie, ella está observándonos desde la puerta.
Ha crecido tanto...
Me siento demasiado nostálgica al mirarla... La amo demasiado.
Definitivamente ha dejado de ser la bebé que yo cuidaba... Ya no es la pequeña que me acompañaba a todos lados, ni tampoco es la niña con la que compartí divertidos momentos de travesuras... Mis ojos amenazan con llenarse de lágrimas... Pero me obligo a no hacerlo, Rosie ya me ha visto llorar muchas veces.
— ¡Feliz cumpleaños! —me dice tan eufórica como siempre, se acerca hasta mi y me abraza con fuerza, se aleja un poco y luego me extiende un ramo con hermosas Dulce Candy.
Terry y Aidan la observan con atención y entonces ella se acerca para saludarlos también.
Luego vuelve hacia mi y me toma de la mano.
—Tengo algo que decirte... ¿Podemos hablar? —me pide mientras me mira con sus bellos ojos azules—. Es sobre... Ya sabes quien... —murmura en mi oído.
¡Buen Dios! De verdad ya no es mi niña...
Pienso al verla sonreír con timidez y jugar con los dedos de sus manos. Soy perfectamente capaz de darme cuenta de lo que está sucediendo. Reconozco todos los signos...
—Iremos al lago, espérame ahí ¿De acuerdo?
Rosie asiente con emoción y luego se aleja de mi.
Terry me sonríe y yo correspondo a su sonrisa. Aunque nunca le he dicho nada sobre el posible enamoramiento del que es víctima Rosie, él se ha dado cuenta de todo, claro, el afortunado jovencito fue su alumno, y nuestro huésped en Chicago... Pasó las vacaciones de primavera con nosotros.
—Ve con ella... Se lo debes... —me dice Terry posando un beso en mis labios—. No deseo espantarte, pero la gran verdad es que le debes mucho a esa niña... —agrega con falsa maldad—. Quien sabe... Quizá cuando tenga la edad suficiente, tendrás que traerle a Romeo Hathaway como regalo...
Yo me sonrojo de solo pensar en esa posibilidad y Terry simplemente se ríe de mi. Él me despide con otro beso y Aidan lo imita, me toma del cabello y luego se acerca para dejar sobre mi mejilla, uno de sus tiernos besitos.
Me alejo lentamente y luego volteo para mirarlos... Voy a volver a verlos en algunos minutos, lo se, pero aun así, no puedo evitar extrañarlos. Los quiero a mi lado todo el tiempo.
Vuelvo mi vista hacia el camino que me lleva al lago y veo que Rosie me esta esperando, al llegar a la mitad del sendero, me toma de la mano y caminamos juntas.
Me siento muy contenta por saber que ella confía en mi, se que soy muy afortunada. Somos las mejores amigas... Y espero que sigamos siéndolo por siempre.
Nunca olvidaré que Rosie me dio la oportunidad de seguir soñando...
Nunca podré borrar de mi mente, toda la felicidad que me ha traído...
Solo espero que la vida me alcance para recompensarla y recordarle lo mucho que aprendí de ella. No dejaré que olvide, que nunca es demasiado tarde, para hacer nuestros sueños realidad.
FIN
¡Hola a todas! Ya llegamos al final de esta pequeña aventura, infinitas gracias por acompañarme, espero de todo corazón que haya sido de su agrado este pequeño relato. Saludos y pronto estaré publicando en el Lado Oscuro, espero leerlas por allá