Lo veo junto a la chimenea observando cada foto que ahí tengo, cada uno de nuestros recuerdos y me pregunto por los pensamientos que en este momento ocupan su mente.
-Albert, le digo casi en un susurro para no sacarlo abruptamente de sus pensamientos.
Voltea y me sonríe, me sonríe con esos tentadores labios y esa azul e intensa mirada, imagino que con ella me dice que se alegra de verme pero creo que no se acerca al gusto que a mí me da tenerle aquí en este momento, su visita tan sorpresiva hace gritar, bailar, cantar mi corazón de alegría, me prometí confesar mis sentimientos pero ahora al tenerlo aquí tan cerca me hace tener miedo, mucho miedo porque no sé si podre soportar una respuesta en donde me diga que solo puede seguir siendo mi amigo o peor aún alejarse de mí por completo.
-Ven, acércate al fuego –me tiende su mano la cual no dudo en tomarla, nuestros dedos conectan y puedo sentir fluir una intensa energía entre nosotros, fuerte y poderosa pero también embriagadora.
Me veo en sus ojos y me atrapa con ellos, me deleito con sus rasgos perfectos y me encantaría perderme con mis dedos en ese dorado y sedoso cabello, su aroma a fresco me hace sentir extasiada.
-Estas helada, necesitas recuperar calor.
En un movimiento me atrapa en sus brazos cubriéndome por completo y no importa cuantas veces nos abracemos porque esta es distinta, más intima y no solo de amigos, cerrando los ojos me permito soñar con una vida a su lado, siendo muchos más que una amiga, mis pensamientos me llevan junto a ese hombre tierno, atento, delicado pero también apasionado y buen amante que imagino ha de ser y sin darme cuenta me lleva en un lento movimiento mientras me aprieta más a su cuerpo, acaricia mi cabello y sin él saber calma mis nervios y con toda certeza comprendo que este es el momento.
Levanto el rostro y me encuentro nuevamente con esos ojos que me contemplan, me escudriñan como en busca de algo y no puedo evitar sonreírle, levanto la mano y acaricio su mejilla es firme y en este momento se siente un poco rasposa y aún así es exquisitamente agradable y todo este instante que estamos construyendo es sublime, uno de sus brazos abandona mi cuerpo y esos largos dedos acarician mis labios y finalmente se reúne sus labios con los míos, su aliento dulce y fresco nubla mis pensamientos y solo me hace desear que llegue ese beso que he soñado hace tanto tiempo, por fin sus labios me seducen con un delicioso beso y las mariposas que hay en mi estómago se lanzan al vuelo mientras nos confesamos sin palabras hasta que el oxígeno nos abandonaba y con ello el beso terminaba.
-Yo, yo. –que podía decirle si me había quedado sin palabras.
-¡Shh!, dame tu mano.
Le entrego mi mano y él la dirige directo a su pecho, puedo sentir el intenso latir tamborilesco de su corazón.
-¿Lo sientes?
-Sí, es intenso.
-Eso es porque solo tú eres capaz de causarle un sentimiento tan fuerte y bello, tan sublime que enloquece de alegría de solo pensarte, sentirte y ahora también de besarte.
Quería atreverme a preguntar si estaba escuchando bien, pero como romper la magia de este momento si había soñado tanto con esto.
-Albert, desearía que tu entraras en mi corazón, vieras en el y saber mis sentimientos.
Se acerca nuevamente a mis labios, lento muy lento como gravando este momento, los acaricia y al fin nuevamente los besa.
-En cambio yo puedo decir que ya perdí la cuenta del tiempo en que tú entraste en el mío, conquistaste mis sentimientos y ahora puedo confesarte mi más valioso secreto.
-¿Un secreto?
Se acerca a mi oído y con la calidez de su aliento me susurra.
-Te amo no solo con el corazón sino con todo lo que yo soy.
Y entre besos y confesiones nuestra repisa goza de memorables momentos inmortalizados en innumerables fotos.