Eran finales de la década de los 70´s, el mundo aún se convulsionaba por la revolución cultural y social de una década antes. La década de los 60´s nos legó la contracultura que rompió con viejos y obsoletos esquemas sociales.
En los años 70´s se continuaban asimilados esas transformaciones en la sociedad, se disfruta de nuevas libertades. En las postrimerías de los años 70´s, ya se dejaban sentir los vientos de cambio de la siguiente década transformadora, los 80´s.
En este espacio de tiempo, caldo de cultivo donde se gestaría el shojo Candy-Candy. Kosashi publicaría el manga en el año de 1979.
El nacimiento de esta historia para Mizuki, debió de ser un parto doloroso, porque de alguna forma parió esa rebeldía tanto tiempo contenida.
Teniendo en cuenta que en Japón la igualdad por los derechos de la mujer llegó tardía y con dificultad.
El papel de la mujer por tradición en el Japón era el de “obedecer ciegamente” al varón, fuera padre, esposo o hijo. Hasta 1865 con la Restauración Meiji, las mujeres tuvieron acceso a recibir educación primaria, poder solicitar el divorcio, además de restringir la trata de mujeres.
Es decir que antes de la Restauración Meiji, el estatus social de la mujer era menor al de una cabra, se le mantenía en la ignorancia para poder subyugarla y se le educaba para ser una “buena esposa”, obediente y vientre fértil para la procreación.
Lamentablemente, aunque esta revolución de pensamiento de igualdad de género se vino gestando a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y a pesar de la restauración Meiji, no aplicó en la transformación que se tenía del status de la mujer, sino en las postrimería de la Segunda Guerra Mundial, en el año de 1946 cuando se le concedió el derecho de votar y se declaró la igualdad de sexos.
No obstante, estos derechos adquiridos, la lucha de la mujer nipona no fue fácil, aunque se agregaron a la fuerza laboral del país, eran mal vistas, despreciadas y no valoradas.
Con las Revoluciones juveniles de los 60´s en todo el mundo y la “liberación de la mujer”. que pregonaba igualdad, trastoco más los cimientos de la sociedad tradicionalista. Las jóvenes niponas no sólo querían ser madres o mano de obra, ellas ahora, querían estudiar, ser ingenieras, abogadas, etc.
Con estos antecedentes, Mizuki debió ser una de miles de jóvenes rebeldes que deseaban un cambio real y no sólo en “papel” de las féminas en todos sentidos, legales, políticas, económicas y sociales.
Mizuki, plasmó de la única forma que sabía hacerlo por escrito, ese despertar. Y nos obsequió con una historia, aparentemente inocente pero colmada de simbolismos de la contracultura sesentera, Candy-Candy.
¿Por qué tuvo tanto éxito a nivel mundial, la historia de una huérfana? Precisamente por esa rebeldía de la cual dotó a la protagonista, Mizuki.
Candy-Candy, rompería con viejos paradigmas, no es la típica historia de la princesas (rescatada por el príncipe azul y vivieron felices en su castillo), una rebelde a quien no le importan los convencionalismos sociales, es una mujer que aunque se enamora, no necesita de un hombre para ser existir y subsistir, es una mujer independiente y con algunas características consideradas masculinas, Candy se comporta como un chico la mayor parte de la historia.
A muchas jovencitas y niñas, les decepcionó el final del anime (siendo éste nuestro primer antecedente de esta historia). Pero, ¿por qué no se quedó con tal o cuál galán? Porque, posiblemente Mizuki proyectó en Candy, esa Mizuki niña, que anhelaba ser fuerte, independiente y romper con esos esquemas tradicionalistas que subyugaban a la mujer, como mero objeto.
Y repito, fue un parto difícil para la japonesa porque a su protagonista le podemos observar sombras de la ancestral educación secular del antiguo Japón, obediencia ciega: “Pon la otra mejilla”, tantas y tantas veces observamos a una estoica rubia (por no decir estúpida) soportando injusticias y guardando silencios.
Y sin embargo, en esa cándida historia para niñas se encuentra implícito el grito silencioso de esas mujeres que vivieron todas esas restricciones para las mujeres de futuras generaciones: Somos mujeres y tenemos derechos.
En los años 70´s se continuaban asimilados esas transformaciones en la sociedad, se disfruta de nuevas libertades. En las postrimerías de los años 70´s, ya se dejaban sentir los vientos de cambio de la siguiente década transformadora, los 80´s.
En este espacio de tiempo, caldo de cultivo donde se gestaría el shojo Candy-Candy. Kosashi publicaría el manga en el año de 1979.
El nacimiento de esta historia para Mizuki, debió de ser un parto doloroso, porque de alguna forma parió esa rebeldía tanto tiempo contenida.
Teniendo en cuenta que en Japón la igualdad por los derechos de la mujer llegó tardía y con dificultad.
El papel de la mujer por tradición en el Japón era el de “obedecer ciegamente” al varón, fuera padre, esposo o hijo. Hasta 1865 con la Restauración Meiji, las mujeres tuvieron acceso a recibir educación primaria, poder solicitar el divorcio, además de restringir la trata de mujeres.
Es decir que antes de la Restauración Meiji, el estatus social de la mujer era menor al de una cabra, se le mantenía en la ignorancia para poder subyugarla y se le educaba para ser una “buena esposa”, obediente y vientre fértil para la procreación.
Lamentablemente, aunque esta revolución de pensamiento de igualdad de género se vino gestando a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y a pesar de la restauración Meiji, no aplicó en la transformación que se tenía del status de la mujer, sino en las postrimería de la Segunda Guerra Mundial, en el año de 1946 cuando se le concedió el derecho de votar y se declaró la igualdad de sexos.
No obstante, estos derechos adquiridos, la lucha de la mujer nipona no fue fácil, aunque se agregaron a la fuerza laboral del país, eran mal vistas, despreciadas y no valoradas.
Con las Revoluciones juveniles de los 60´s en todo el mundo y la “liberación de la mujer”. que pregonaba igualdad, trastoco más los cimientos de la sociedad tradicionalista. Las jóvenes niponas no sólo querían ser madres o mano de obra, ellas ahora, querían estudiar, ser ingenieras, abogadas, etc.
Con estos antecedentes, Mizuki debió ser una de miles de jóvenes rebeldes que deseaban un cambio real y no sólo en “papel” de las féminas en todos sentidos, legales, políticas, económicas y sociales.
Mizuki, plasmó de la única forma que sabía hacerlo por escrito, ese despertar. Y nos obsequió con una historia, aparentemente inocente pero colmada de simbolismos de la contracultura sesentera, Candy-Candy.
¿Por qué tuvo tanto éxito a nivel mundial, la historia de una huérfana? Precisamente por esa rebeldía de la cual dotó a la protagonista, Mizuki.
Candy-Candy, rompería con viejos paradigmas, no es la típica historia de la princesas (rescatada por el príncipe azul y vivieron felices en su castillo), una rebelde a quien no le importan los convencionalismos sociales, es una mujer que aunque se enamora, no necesita de un hombre para ser existir y subsistir, es una mujer independiente y con algunas características consideradas masculinas, Candy se comporta como un chico la mayor parte de la historia.
A muchas jovencitas y niñas, les decepcionó el final del anime (siendo éste nuestro primer antecedente de esta historia). Pero, ¿por qué no se quedó con tal o cuál galán? Porque, posiblemente Mizuki proyectó en Candy, esa Mizuki niña, que anhelaba ser fuerte, independiente y romper con esos esquemas tradicionalistas que subyugaban a la mujer, como mero objeto.
Y repito, fue un parto difícil para la japonesa porque a su protagonista le podemos observar sombras de la ancestral educación secular del antiguo Japón, obediencia ciega: “Pon la otra mejilla”, tantas y tantas veces observamos a una estoica rubia (por no decir estúpida) soportando injusticias y guardando silencios.
Y sin embargo, en esa cándida historia para niñas se encuentra implícito el grito silencioso de esas mujeres que vivieron todas esas restricciones para las mujeres de futuras generaciones: Somos mujeres y tenemos derechos.