¿De qué color?
La rubia pecas, siempre se ha caracterizado por su peculiar distraimiento. Es la persona más despistada del universo, siempre anda flotando sobre una nube de algodón.
Y sin embargo, esa tarde cuando retornaba de su jornada laboral, cruzóse en el camino con un trío de jovencitas no mayores que ella, que llamaron su atención. Las chicas sostenía alegre charla -¿Lo viste Fanny, lo viste? ¡El hermoso rubio de ojos azules!-
-¡Sí, es guapísimo y nos sonrió!- Al punto del infarto le respondió la más menudita de ellas.
-¡Ah, y que par de ojazos, azules como el cielo! Muero por él!- agrego una tercera.
Y así, se alejaron animadamente después de que el rubio objeto de su atención, les sonriera gentilmente.
La pecas, sintió como que un rayo la atravesaba de punta a punta, al escuchar esos comentarios. Un rayo calorífico que le bullía el tripaje- ¡Descaradas, aghhhhh! ¿Cómo se atreven a coquetearle a Albert? Tan indefenso y vulnerable, se quieren aprovechar de su amnesia- rumiaba la pecas hecha una furia.
La rubia ignoraba que eso que le estaba ocurriendo eran celos, y que esas niñas no tenían manera de saber del padecimiento de Albert, era que los celos la estaban ofuscando.
La chica pecosa, apresuro el paso, iba como alma que lleva el diablo -¿Ojos azules? ¡Ignorantes! Albert, mi Albert tiene los ojos…- Deteniendo de sopetón su tren- ¿De qué color tienen sus ojos Albert? ¿Verdes? ¿Azules? –
Golpeándose la cabezota, como si esto le ayudara a recodar -¡Diablos, Candy! ¿Cómo es posible que desconozca el color de ojos de Albert? ¡Tantos años de conocernos! ¡Tanto tiempo de convivencia diaria!-continuando inmisericorde su auto-castigo.
-Bueno, Candy…tampoco es para tanto. Pasa que Albert en su mirada posee el celeste del cielo en un día de primavera.
Cuando algo le aflige, su mirada se torna color golondrina. Y en ocasiones, me regala con el verde esperanza en mis días de tribulación. Y son océanos cuando su espíritu libre se proyecta en su mirar.
Sí, definitivamente, es fácil confundirse- Se consuela la rubia.
Y alegre, va a el encuentro de su joven amigo, el objeto de sus celos- ¡Albeeeeeeeeeeeert!- Grita a todo pulmón la pecas.
-¿Candy y esa energía tan desbordante?- Le sonríe el joven rubio, quien se encuentra haciendo labores de mantenimiento a la fachada del edificio donde habitan.
Candy, se encoge de hombres como única respuesta, aunque muere de ganas de abrazarlo sin existir razón, se conforma con mirarle a los ojos, como observando al través de una ventana.
Esto incomoda un poco al rubio -¿Qué pasa Candy? ¿Tengo algo en la cara pequeña?- Dejando por un momento su labor.
-¡Nou!-Moviendo su cabeza y agitando alocadamente sus coletas- ¿Albert, de qué color son tus ojos?- Suelta a bote-pronto.
-¡Ehhhhhhhhhhh!- Ante lo sorpresivo del cuestionamiento- Azules, ¿Por qué, Candy?- Sin darle importancia, pues conoce lo despistada que es su amiga.
-¡No, por nada! Simple curiosidad- Obsequiándole la más radiante de las sonrisas - ¡Preparare la cena, Albert!-
Ya en la calidez de su hogar, la rubia divagaba-Albert, tiene los ojos azules, pero la verdad es que su mirada es color arcoíris, tiene todos los matices- Suspirando enamorada.
La rubia pecas, siempre se ha caracterizado por su peculiar distraimiento. Es la persona más despistada del universo, siempre anda flotando sobre una nube de algodón.
Y sin embargo, esa tarde cuando retornaba de su jornada laboral, cruzóse en el camino con un trío de jovencitas no mayores que ella, que llamaron su atención. Las chicas sostenía alegre charla -¿Lo viste Fanny, lo viste? ¡El hermoso rubio de ojos azules!-
-¡Sí, es guapísimo y nos sonrió!- Al punto del infarto le respondió la más menudita de ellas.
-¡Ah, y que par de ojazos, azules como el cielo! Muero por él!- agrego una tercera.
Y así, se alejaron animadamente después de que el rubio objeto de su atención, les sonriera gentilmente.
La pecas, sintió como que un rayo la atravesaba de punta a punta, al escuchar esos comentarios. Un rayo calorífico que le bullía el tripaje- ¡Descaradas, aghhhhh! ¿Cómo se atreven a coquetearle a Albert? Tan indefenso y vulnerable, se quieren aprovechar de su amnesia- rumiaba la pecas hecha una furia.
La rubia ignoraba que eso que le estaba ocurriendo eran celos, y que esas niñas no tenían manera de saber del padecimiento de Albert, era que los celos la estaban ofuscando.
La chica pecosa, apresuro el paso, iba como alma que lleva el diablo -¿Ojos azules? ¡Ignorantes! Albert, mi Albert tiene los ojos…- Deteniendo de sopetón su tren- ¿De qué color tienen sus ojos Albert? ¿Verdes? ¿Azules? –
Golpeándose la cabezota, como si esto le ayudara a recodar -¡Diablos, Candy! ¿Cómo es posible que desconozca el color de ojos de Albert? ¡Tantos años de conocernos! ¡Tanto tiempo de convivencia diaria!-continuando inmisericorde su auto-castigo.
-Bueno, Candy…tampoco es para tanto. Pasa que Albert en su mirada posee el celeste del cielo en un día de primavera.
Cuando algo le aflige, su mirada se torna color golondrina. Y en ocasiones, me regala con el verde esperanza en mis días de tribulación. Y son océanos cuando su espíritu libre se proyecta en su mirar.
Sí, definitivamente, es fácil confundirse- Se consuela la rubia.
Y alegre, va a el encuentro de su joven amigo, el objeto de sus celos- ¡Albeeeeeeeeeeeert!- Grita a todo pulmón la pecas.
-¿Candy y esa energía tan desbordante?- Le sonríe el joven rubio, quien se encuentra haciendo labores de mantenimiento a la fachada del edificio donde habitan.
Candy, se encoge de hombres como única respuesta, aunque muere de ganas de abrazarlo sin existir razón, se conforma con mirarle a los ojos, como observando al través de una ventana.
Esto incomoda un poco al rubio -¿Qué pasa Candy? ¿Tengo algo en la cara pequeña?- Dejando por un momento su labor.
-¡Nou!-Moviendo su cabeza y agitando alocadamente sus coletas- ¿Albert, de qué color son tus ojos?- Suelta a bote-pronto.
-¡Ehhhhhhhhhhh!- Ante lo sorpresivo del cuestionamiento- Azules, ¿Por qué, Candy?- Sin darle importancia, pues conoce lo despistada que es su amiga.
-¡No, por nada! Simple curiosidad- Obsequiándole la más radiante de las sonrisas - ¡Preparare la cena, Albert!-
Ya en la calidez de su hogar, la rubia divagaba-Albert, tiene los ojos azules, pero la verdad es que su mirada es color arcoíris, tiene todos los matices- Suspirando enamorada.