La Guerra Florida 2017
Candy Candy: Final Story de Keiko Nagita.
“Derivación” Yuri/+18
Advertencia:
Historia con contenido ADULTO, lenguaje EXPLICITO, de temática Homosexual. Si nada de lo anterior les incomoda, sean bienvenidas...
*Sugerencia: leer el capitulo escuchando lo siguiente
Terry abrazó a Karen por los hombros.
-Vámonos Kleise.- dijo en voz baja.
-Déjame un rato a solas con ella.- le dijo con firmeza.
Terry nunca había visto aquella mirada, solo asintió en silencio y se alejó del féretro dejándolas solas. Una vez alcanzada una prudente distancia se volvió a mirarla.
Karen estaba casi recostada sobre el ataúd, le hablaba como quien cuenta un secreto, como el susurro al oído de los amantes. Se sintió incomodo, como si presenciara algo que no le correspondía ver. Se giró nuevamente y se marchó.
Una vez en el departamento Karen buscó entre sus cosas hasta dar con el vestido, lo abrazó con fuerzas mientras aspiraba su aroma.
-Te veías tan bella de Julieta amor.- dijo en voz alta mientras miraba el vestido.
Nadie lo sabía, pero Karen se había hecho del vestido de Susanna cuando llego a reemplazarla, fue su tesoro por muchos años, lo abrazaba cada vez que se sentía angustiada.
Lo guardó en un bolso y salió con él.
Ya era media noche cuando llegó al cementerio, caminó en la quietud de la noche, la luna le alumbraba el camino, no tuvo problemas en encontrar su lápida. Acarició con cariño las letras que deletreaban su nombre. El olor de la tierra fresca llenaba sus pulmones, miró hacia los cielos con una dulce sonrisa, para luego tomar asiento.
Sacó del bolso el vestido de Julieta que alguna vez usara Susanna, le prodigó un dulce beso, y lo dejo sobre la húmeda tierra.
-¡Oh ingrata! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte? Besaré tus labios - se recostó sobre el vestido. - ¡Tus labios están calientes aún!- las lágrimas por fin comenzaron a brotar de su pecho mientras estrujaba el vestido y la tierra.
Se Se sentó limpiando de su rostro las lágrimas con la manga de su abrigo. Buscó en su bolso hasta dar con el arma. Miró hacia donde se encontraba el vestido.
-¡Seamos breves entonces!- miró la navaja.- ¡Oh daga bienhechora! esta es tu vaina- dijo en un murmullo mientras cortaba de sus muñecas. Se recostó nuevamente sobre el vestido.
-Enmohécete aquí y dame la muerte- sonrió...
Candy Candy: Final Story de Keiko Nagita.
“Derivación” Yuri/+18
Advertencia:
Historia con contenido ADULTO, lenguaje EXPLICITO, de temática Homosexual. Si nada de lo anterior les incomoda, sean bienvenidas...
*Sugerencia: leer el capitulo escuchando lo siguiente
Julieta
Nunca más volvió a verla, tampoco trató de saber de su existencia a través de Terry, no se atrevía, temía correr tras ella. Solo con saberla viva bastaba.
-¡No me vengas con tus lloriqueos Grandchester, y asume tu parte del trato! ¡¡Ahora vete!!- le gritó más de alguna vez, cuando su amigo buscaba consuelo.
Un día lo encontró riendo y llorando, borracho en el suelo de su camarín.
-Te volviste loco Grandchester?- sonrió socarrona.
-Soy libre…- dijo en un murmullo.
El corazón dio un brinco y corrió a su lado en el suelo. – ¿De qué hablas Grandchester?- Lo tomó por los hombros y empezó a sacudirlo. – ¿Acaso Susana te dejó?- volvió a menearlo con fuerza.
-Podría decirse… Fue mi culpa…- comenzó a llorar nuevamente
-¿¡De qué hablas!?- dijo Karen en un grito, temiendo lo peor
-Ella no era feliz… Se apagó ¡puf!- él hizo un torpe gesto con las manos.
-¡¿Cómo es eso que se apago?!-
-Como las velas… puff-
Karen lo soltó con brusquedad, intento ponerse de pie, pero sus movimientos eran torpes, como si ella hubiera bebido todo el día. Con dificultad llego hasta la puerta, con fuerza se agarró del manillar de esta, mientras se mordía la lengua para ahogar con sangre su grito.
Al día siguiente fueron los funerales de Susanna, Karen observaba todo como desde un palco; la misa, la procesión hasta llegar al cementerio. Sentía su corazón entumecido, uno tras otro se dieron los discursos, todos lloraron conmovidos con las palabras de la madre, las de Terry, salvo ella.
Solo miraba el féretro, adornado con el bello arreglo de camelias blancas, que ordenara para su amada. Todos la reconocían como una amiga cercana, la única amiga de Susanna, uno a uno se acercaron a darle el pésame, como si fuera parte de la familia. Ni una sola vez, con ninguno de ellos derramo una lágrima, uno a uno se fueron marchando, hasta que quedaron solo ellos.
-¡No me vengas con tus lloriqueos Grandchester, y asume tu parte del trato! ¡¡Ahora vete!!- le gritó más de alguna vez, cuando su amigo buscaba consuelo.
Un día lo encontró riendo y llorando, borracho en el suelo de su camarín.
-Te volviste loco Grandchester?- sonrió socarrona.
-Soy libre…- dijo en un murmullo.
El corazón dio un brinco y corrió a su lado en el suelo. – ¿De qué hablas Grandchester?- Lo tomó por los hombros y empezó a sacudirlo. – ¿Acaso Susana te dejó?- volvió a menearlo con fuerza.
-Podría decirse… Fue mi culpa…- comenzó a llorar nuevamente
-¿¡De qué hablas!?- dijo Karen en un grito, temiendo lo peor
-Ella no era feliz… Se apagó ¡puf!- él hizo un torpe gesto con las manos.
-¡¿Cómo es eso que se apago?!-
-Como las velas… puff-
Karen lo soltó con brusquedad, intento ponerse de pie, pero sus movimientos eran torpes, como si ella hubiera bebido todo el día. Con dificultad llego hasta la puerta, con fuerza se agarró del manillar de esta, mientras se mordía la lengua para ahogar con sangre su grito.
Al día siguiente fueron los funerales de Susanna, Karen observaba todo como desde un palco; la misa, la procesión hasta llegar al cementerio. Sentía su corazón entumecido, uno tras otro se dieron los discursos, todos lloraron conmovidos con las palabras de la madre, las de Terry, salvo ella.
Solo miraba el féretro, adornado con el bello arreglo de camelias blancas, que ordenara para su amada. Todos la reconocían como una amiga cercana, la única amiga de Susanna, uno a uno se acercaron a darle el pésame, como si fuera parte de la familia. Ni una sola vez, con ninguno de ellos derramo una lágrima, uno a uno se fueron marchando, hasta que quedaron solo ellos.
Terry abrazó a Karen por los hombros.
-Vámonos Kleise.- dijo en voz baja.
-Déjame un rato a solas con ella.- le dijo con firmeza.
Terry nunca había visto aquella mirada, solo asintió en silencio y se alejó del féretro dejándolas solas. Una vez alcanzada una prudente distancia se volvió a mirarla.
Karen estaba casi recostada sobre el ataúd, le hablaba como quien cuenta un secreto, como el susurro al oído de los amantes. Se sintió incomodo, como si presenciara algo que no le correspondía ver. Se giró nuevamente y se marchó.
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Una vez en el departamento Karen buscó entre sus cosas hasta dar con el vestido, lo abrazó con fuerzas mientras aspiraba su aroma.
-Te veías tan bella de Julieta amor.- dijo en voz alta mientras miraba el vestido.
Nadie lo sabía, pero Karen se había hecho del vestido de Susanna cuando llego a reemplazarla, fue su tesoro por muchos años, lo abrazaba cada vez que se sentía angustiada.
Lo guardó en un bolso y salió con él.
Ya era media noche cuando llegó al cementerio, caminó en la quietud de la noche, la luna le alumbraba el camino, no tuvo problemas en encontrar su lápida. Acarició con cariño las letras que deletreaban su nombre. El olor de la tierra fresca llenaba sus pulmones, miró hacia los cielos con una dulce sonrisa, para luego tomar asiento.
Sacó del bolso el vestido de Julieta que alguna vez usara Susanna, le prodigó un dulce beso, y lo dejo sobre la húmeda tierra.
-¡Oh ingrata! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte? Besaré tus labios - se recostó sobre el vestido. - ¡Tus labios están calientes aún!- las lágrimas por fin comenzaron a brotar de su pecho mientras estrujaba el vestido y la tierra.
Se Se sentó limpiando de su rostro las lágrimas con la manga de su abrigo. Buscó en su bolso hasta dar con el arma. Miró hacia donde se encontraba el vestido.
-¡Seamos breves entonces!- miró la navaja.- ¡Oh daga bienhechora! esta es tu vaina- dijo en un murmullo mientras cortaba de sus muñecas. Se recostó nuevamente sobre el vestido.
-Enmohécete aquí y dame la muerte- sonrió...
FIN