Dos Almas en la Eternidad
By: Lita Wellington
Capítulo Cuatro “El baúl de mamá”
By: Lita Wellington
Capítulo Cuatro “El baúl de mamá”
Las nuevas generaciones de la Familia Andley ven con ojos de asombro la Villa de Escocia, para ellos es un enorme castillo, rodeado de jardines, grandes habitaciones y un enorme lago.
La mayoría del tiempo los encuentran en el lago jugando, los primos mayores cuidan de los más pequeños, todos los días es un ambiente de fiesta, mientras sus padres disfrutan de unas merecidas vacaciones, olvidando un poco el trabajo y jugando croquet.
En unos días Rosemary y Madeleine cumplirán once años y la tía Candy les tiene preparada una linda fiesta sorpresa, los últimos en llegar fueron Alice y su hija Audrey.
Candy tomaba un poco de té, junto con Paty en el kiosko del jardín observando el partido de croquet que tenían sus hijos y sobrinos, en ese momento iban ganando las chicas Aurora, Mary Anne, Sophie, Cristine, Laure y Maríe por un puntaje apabullante, Alice se ofreció llevar el puntaje y ser imparcial
Los chicos trataron de sobornar a Alice desde una cena, hasta presentarle algún futuro pretendiente, pero no consiguieron nada, muy parecida a Elisa en el color de cabello cobrizo y veía como llevaba bien con sus primos, siempre alegre muy diferente a su madre.
- Extraño mucho a Annie – Paty comenzó la conversación, tenían varios minutos sin hablar – aun no me doy a la idea que ya no esté con nosotros Candy.
- Me siento igual que tú, Archie está en la misma situación quiere seguir activo, continuar en el bufete para tratar de mantener la mente ocupada, Alistair logro convencerlo y al fin va a descansar y disfrutar de sus nietos que lo adoran.
Candy mando un saludo a su hija, quien hizo una jugada que no esperaban dando el gane a las mujeres.
- Aurora siempre tan jovial, me recuerda mucho a ti, cuando jóvenes.
- Gracias Paty, me halaga tu comentario, lo que más extraño es trepar arboles a mis 65 años ya no son de gran ayuda.
- Ja, ja, ja, ja, no te preocupes dejaste buena escuela nuestros hijos y nietos aprendieron, yo sufría cada vez que Liam subía a un árbol retando a Aurora y Alistair – Paty observo cuando Liam y los demás entregaban el dinero de la apuesta a las chicas – recuerdo la vez que te escapaste de los dormitorios de las chicas en el colegio San pablo y tuve que cubrirte, en lugar de caer en el dormitorio de Archie y Stear caíste en el de…. – guardo silencio por el error que estaba por cometer – perdón Candy no quise hacerlo lo siento
- No te preocupes Paty – tomándola de la mano – ya paso mucho tiempo y ahora son hermosos recuerdos.
- Me deje llevar por mis propios recuerdos – Päty aún seguía apenada, su taza de té la cual le parecía más interesante
- Hola hermosas señoras – saludo Archie llegando al kiosko para después besar la frente de Candy y Paty.
- Siempre tan gentil Archie – Paty se ruborizo por el cumplido
- Por eso es mi primo favorito – Candy le sonrió a Archie – por favor toma asiento, gustas un poco de té.
- Claro, muchas gracias Candy, dime como quedo el partido de croquet.
- Ya sabes ganaron las chicas y los demás pagaron la apuesta establecida.
- Recuerdo cuando apostaban los dulces o la mesada de niños, por cierto en la biblioteca hay otra apuesta por una colección de libros, Albert y Nathan tienen una partida de ajedrez.
- Lo hemos perdido por un buen rato, cuando se enfrascan en el ajedrez no hay poder humano que los quite de los sillones de la biblioteca- Candy le entrego a Archie su té – no van a dar su brazo a torcer tan fácilmente ninguno de los dos
- Son unos bibliófilos de pies a cabeza – Paty hizo el comentario, provocando que Candy y Archie rieran.
En esos momentos se acercaban Aurora y Williams a ellos, aun con los palos de croquet.
- Hola mamá, nuevamente ganamos – Aurora se sirvió un poco de limonada para saciar un poco la sed, el día era caluroso.
- Eres una tramposa hermanita – William la abrazo con mucho cariño.
- Tu eres un odioso querido Bill, por eso te amo – Aurora se paró de puntitas para darle un beso en la mejilla a su hermano.
- Mamá voy a salir un rato, visitare al Duque de Grandchester, me llevaré a Olympia conmigo.
- Claro hija, te esperamos para cenar
- Solo estaré un rato, llego antes de la hora de la cena – Aurora fue a buscar a la perra San Bernardo para después irse a la Villa Grandchester.
- Yo voy al lago a buscar a los niños, de todos modos los demás deben ya estar con ellos.
William se retiró, dejando nuevamente a solas a Candy, Paty y Archie.
- Escuche por los medios que el Duque de Grandchester ha estado delicado de salud – pregunto Paty.
- Sí, es un leve resfriado solo necesita reposo absoluto, la visita de Aurora lo alegrará
- Candy, perdón que me entrometa en tus asuntos, no será ya el momento que le digas la verdad a tu hija – Archie se recargo un poco más en su silla esperando la respuesta
- Es lo mismo que me pidió Annie antes de morir, que le dijera la verdad, tengo miedo que me odie y me desprecie, no lo soportaría.
- No pienses mal de Aurora, ella es una mujer inteligente y sensata, comprenderá tus razones.
- Gracias Paty, tienen razón es el momento de entregarle mi pequeño baúl de recuerdos a mi hija.
= o =
Todo seguía igual, nada había cambiado en el año que no visito Escocia por cuestiones de la Universidad, Aurora observo que el vestíbulo era el mismo, solo las rosas dulces Candy alegraban la estancia, era como si el Duque de Grandchester quisiera conservar cada mueble, objeto, cuadro en su sitio.
Caminaba por el lobby mientras esperaba que la recibieran, Olympia se quedó en el jardín disfrutando de la sombra de un gran roble centenario, observaba un cuadro del Duque cuando era joven, algunos ragos del rostro le recordaban a su hijo Edward movió la cabeza para sacar esas ideas de la cabeza.
- Sra. Blackwood, el Duque de Grandchester la espera en la biblioteca – un hombre de mediana edad la acompaño hasta la biblioteca.
- Muchas gracias, es usted muy amable
- Es un placer servirle – el hombre hizo una reverencia y se retiró para seguir con sus ocupaciones.
La primera vez que entro a la biblioteca de la Mansión Grandchester, lo considero su lugar favorito, con grandes ventanales que iluminaban cada rincón, la vista al jardín realmente maravillosa, encontró al Duque en su silla de ruedas leyendo un libro, en esos momentos quiso darle un gran abrazo pero se contuvo, el dejo su lectura y una gran sonrisa fue su gran regalo.
- Mi pequeña Aurora, agradezco tu visita, ven siéntate a mi lado.
- Gracias Duque, no pude venir antes, mi mamá me dijo que se encontraba delicado de salud y no quiso importunarlo.
- Así es mi niña, pero con tu visita me alegras el corazón, además a mi edad ya estoy viviendo tiempo extra.
- No piense esas cosas, ¡arriba esos ánimos!
- Eres igual a tu madre de animosa y dime como estas mis… los chicos ya deben ser todos unos adolescentes.
- En efecto Edward ya cumplió los quince años y Mariel tiene 12 años, prometo traerlos el día de mañana.
- Las vacaciones de verano son largas puedes traerlos cuando tú quieras, lo importante que ya están aquí.
Platicaron un rato para ponerse al día, desde las clases que ella impartía en la universidad, la obra que tenía planeada con sus alumnos, como Edward y Mariel iban con excelentes notas en el colegio.
- Disculpe, siempre me ha intrigado este cuadro – Aurora lo señalo, mientras se levantó del sillón para admirarlo como tantas veces lo había hecho - ¿quién es la dama?
- Ella fue la mujer de mi vida, otro día te cuento la historia de la dama del retrato.
- Le digo algo, me recuerda algo que sucedió en mi niñez, mi mamá uso las mismas palabras cuando la vi abrazando una fotografía y hasta el día de hoy sigo esperando que me cuente la historia.
- Conozco a tu mamá desde hace muchos años y bueno todos tenemos nuestros secretos, tu igual tienes los tuyos, solo te pido que la escuches y no la juzgues por sus decisiones algunos fueron erróneas, otras fueron favorables.
- Es rara su petición, lo tomaré en cuenta, es momento que me retire, le prometo regresar el día de mañana con mis hijos.
- Muy bien mi niña, nos vemos el día de mañana.
Gilbert el ayuda de cámara del Duque entro minutos después de la salida de Aurora, para asistirlo para la cena de ese día.
- Duque de Grandchester, es momento de su cena.
- Gracias Gilbert, ya se pudo concentrar la cita con mi abogado.
- Tal como lo ordeno, su abogado vendrá el día de mañana a medio día.
- Muy bien, otra cosa más la Sra. Blackwood y sus hijos puedan que vengan el día mañana o en días posteriores, quiero que sean atendidos en todo lo que necesiten.
- Como usted diga, daré las instrucciones pertinentes
= o =
De regreso a casa Olympia decidió perseguir una liebre, provocando que Aurora llegará un poco tarde a la cena, eso sí tuvo que aguantar las bromas de Roger y Charles, la cena transcurrió con tranquilidad, los niños más pequeños fueron los primeros en irse a dormir acompañados de Mary Anne y Laure.
El partido de ajedrez quedo inconcluso y lo prosiguieron por un rato más ahora estaban acompañados por sus respectivos hijos, en tanto el resto tomaban una copa de vino.
Los niños mayores se fueron directamente a la sala para ver el programa de Los Vengadores una serie de espías que tenía vuelto locos a Edward y Anthony, sus primos de Canadá y Norteamérica lo disfrutarían por primera vez, Sophie, Cristine, Marie y Alice los acompañaron, algunos se acomodaron en los sillones y otros en la alfrombra.
Aurora decidió retirarse a descansar, se despidió de su mamá y su suegra que se quedaron un rato más en el comedor.
Encendió la luz de su habitación, que era la misma cuando soltera, sobre la cama matrimonial encontró aquel baúl azul con franjas plateadas que le pertenecía a su madre, se preguntó: ¿Quién pudo haberlo dejado?, dudo unos momentos en abrirlo, sus manos comenzaron a temblarle y sintió un hueco en el estómago, dejo el miedo atrás y abrió el pequeño baúl.
Encontro un libro con obras de teatro de William Shakespeare, boletos de teatro, la foto de un hombre muy atractivo que le recordó al Duque de Grandchester y los ojos de la mujer del retrato, varias cartas dirigidas a su madre y como remitente Terrence G. Grandchester, un periódico doblado en cuatro partes y una pequeña nota, observo los largos finos de la letras de su madre, lo tomo con ambas manos y comenzó a leer:
Terry:
Cada noche observo tu foto y me pregunto ¿qué habría sido tener una vida juntos?, han pasado tantos años de aquel accidente donde perdiste la vida y ese mismo día, yo perdí la mía.
Pero tuve un recuerdo tuyo y ahora Aurora es mi gran ilusión, tiene el mismo color de tus ojos, esa sonrisa radiante y sarcástica tuya, ella actualmente se encuentra en Londres estudiante Literatura.
Pueda que un día le cuente nuestra historia de amor, pero aun no es momento.
Yo sigo esperando el día que vengas por mí y estemos en la eternidad.
Candy.
Las lágrimas comenzaron a rodar por los ojos de Aurora, ahora podía comprender muchas cosas de su niñez, los desplantes de tía Elisa al llamarla bastarda, la mujer de sillas de ruedas que la miraba con odio una vez que fueron a New York, el trato amable del Duque de Grandchester, necesitaba respuestas, si era lo que ella imaginaba, solo necesitaba ver el periódico, lo desdoblo y en la primera página venía la foto de aquel hombre y en letras mayúsculas:
El reconocido actor de teatro Terrence G. Grandchester, falleció el día de ayer a la edad de 26 años, en accidente automovilístico, la Policía de New York informa que una falla en los frenos fue la causante del terrible deceso.
Su viuda la Sra. Susana Marlowe, se encuentra devastada, pide discreción a su dolor, por el momento no dará ninguna entrevista.
Ha caído el telón, sin embargo su estrella brillara en el firmamento, Descanse en paz.
Aurora ojeo hoja por hoja, todo era sobre los logros teatrales de Terrence Grandchester, fotografías de sus actuaciones, observo en uno de estas que lo acompañaba una mujer en sillas de ruedas, ella se veía sonriente en cambio él se veía fastidiado.
En otra fotografía lo vio bailando con su madre, estaban realmente felices, debajo de la foto decía: Gala de Beneficencia en Londres Agosto 1922, Terrence Granchester acompañado de rica heredera americana Candice White Andley.
- Aurora, hija mía – Candy estaba en la entrada de la habitación.
- Mamá ¿qué es todo esto? – mostrándole el periódico – necesito explicaciones y no quiero un después te digo
- La verdad que te oculte por muchos años.
- Eso quiero decir que Terrence G. Grandchester es…
- Si hija, Terrence G. Grandchester es tu padre y el amor de mi vida.
Continuara…
La mayoría del tiempo los encuentran en el lago jugando, los primos mayores cuidan de los más pequeños, todos los días es un ambiente de fiesta, mientras sus padres disfrutan de unas merecidas vacaciones, olvidando un poco el trabajo y jugando croquet.
En unos días Rosemary y Madeleine cumplirán once años y la tía Candy les tiene preparada una linda fiesta sorpresa, los últimos en llegar fueron Alice y su hija Audrey.
Candy tomaba un poco de té, junto con Paty en el kiosko del jardín observando el partido de croquet que tenían sus hijos y sobrinos, en ese momento iban ganando las chicas Aurora, Mary Anne, Sophie, Cristine, Laure y Maríe por un puntaje apabullante, Alice se ofreció llevar el puntaje y ser imparcial
Los chicos trataron de sobornar a Alice desde una cena, hasta presentarle algún futuro pretendiente, pero no consiguieron nada, muy parecida a Elisa en el color de cabello cobrizo y veía como llevaba bien con sus primos, siempre alegre muy diferente a su madre.
- Extraño mucho a Annie – Paty comenzó la conversación, tenían varios minutos sin hablar – aun no me doy a la idea que ya no esté con nosotros Candy.
- Me siento igual que tú, Archie está en la misma situación quiere seguir activo, continuar en el bufete para tratar de mantener la mente ocupada, Alistair logro convencerlo y al fin va a descansar y disfrutar de sus nietos que lo adoran.
Candy mando un saludo a su hija, quien hizo una jugada que no esperaban dando el gane a las mujeres.
- Aurora siempre tan jovial, me recuerda mucho a ti, cuando jóvenes.
- Gracias Paty, me halaga tu comentario, lo que más extraño es trepar arboles a mis 65 años ya no son de gran ayuda.
- Ja, ja, ja, ja, no te preocupes dejaste buena escuela nuestros hijos y nietos aprendieron, yo sufría cada vez que Liam subía a un árbol retando a Aurora y Alistair – Paty observo cuando Liam y los demás entregaban el dinero de la apuesta a las chicas – recuerdo la vez que te escapaste de los dormitorios de las chicas en el colegio San pablo y tuve que cubrirte, en lugar de caer en el dormitorio de Archie y Stear caíste en el de…. – guardo silencio por el error que estaba por cometer – perdón Candy no quise hacerlo lo siento
- No te preocupes Paty – tomándola de la mano – ya paso mucho tiempo y ahora son hermosos recuerdos.
- Me deje llevar por mis propios recuerdos – Päty aún seguía apenada, su taza de té la cual le parecía más interesante
- Hola hermosas señoras – saludo Archie llegando al kiosko para después besar la frente de Candy y Paty.
- Siempre tan gentil Archie – Paty se ruborizo por el cumplido
- Por eso es mi primo favorito – Candy le sonrió a Archie – por favor toma asiento, gustas un poco de té.
- Claro, muchas gracias Candy, dime como quedo el partido de croquet.
- Ya sabes ganaron las chicas y los demás pagaron la apuesta establecida.
- Recuerdo cuando apostaban los dulces o la mesada de niños, por cierto en la biblioteca hay otra apuesta por una colección de libros, Albert y Nathan tienen una partida de ajedrez.
- Lo hemos perdido por un buen rato, cuando se enfrascan en el ajedrez no hay poder humano que los quite de los sillones de la biblioteca- Candy le entrego a Archie su té – no van a dar su brazo a torcer tan fácilmente ninguno de los dos
- Son unos bibliófilos de pies a cabeza – Paty hizo el comentario, provocando que Candy y Archie rieran.
En esos momentos se acercaban Aurora y Williams a ellos, aun con los palos de croquet.
- Hola mamá, nuevamente ganamos – Aurora se sirvió un poco de limonada para saciar un poco la sed, el día era caluroso.
- Eres una tramposa hermanita – William la abrazo con mucho cariño.
- Tu eres un odioso querido Bill, por eso te amo – Aurora se paró de puntitas para darle un beso en la mejilla a su hermano.
- Mamá voy a salir un rato, visitare al Duque de Grandchester, me llevaré a Olympia conmigo.
- Claro hija, te esperamos para cenar
- Solo estaré un rato, llego antes de la hora de la cena – Aurora fue a buscar a la perra San Bernardo para después irse a la Villa Grandchester.
- Yo voy al lago a buscar a los niños, de todos modos los demás deben ya estar con ellos.
William se retiró, dejando nuevamente a solas a Candy, Paty y Archie.
- Escuche por los medios que el Duque de Grandchester ha estado delicado de salud – pregunto Paty.
- Sí, es un leve resfriado solo necesita reposo absoluto, la visita de Aurora lo alegrará
- Candy, perdón que me entrometa en tus asuntos, no será ya el momento que le digas la verdad a tu hija – Archie se recargo un poco más en su silla esperando la respuesta
- Es lo mismo que me pidió Annie antes de morir, que le dijera la verdad, tengo miedo que me odie y me desprecie, no lo soportaría.
- No pienses mal de Aurora, ella es una mujer inteligente y sensata, comprenderá tus razones.
- Gracias Paty, tienen razón es el momento de entregarle mi pequeño baúl de recuerdos a mi hija.
= o =
Todo seguía igual, nada había cambiado en el año que no visito Escocia por cuestiones de la Universidad, Aurora observo que el vestíbulo era el mismo, solo las rosas dulces Candy alegraban la estancia, era como si el Duque de Grandchester quisiera conservar cada mueble, objeto, cuadro en su sitio.
Caminaba por el lobby mientras esperaba que la recibieran, Olympia se quedó en el jardín disfrutando de la sombra de un gran roble centenario, observaba un cuadro del Duque cuando era joven, algunos ragos del rostro le recordaban a su hijo Edward movió la cabeza para sacar esas ideas de la cabeza.
- Sra. Blackwood, el Duque de Grandchester la espera en la biblioteca – un hombre de mediana edad la acompaño hasta la biblioteca.
- Muchas gracias, es usted muy amable
- Es un placer servirle – el hombre hizo una reverencia y se retiró para seguir con sus ocupaciones.
La primera vez que entro a la biblioteca de la Mansión Grandchester, lo considero su lugar favorito, con grandes ventanales que iluminaban cada rincón, la vista al jardín realmente maravillosa, encontró al Duque en su silla de ruedas leyendo un libro, en esos momentos quiso darle un gran abrazo pero se contuvo, el dejo su lectura y una gran sonrisa fue su gran regalo.
- Mi pequeña Aurora, agradezco tu visita, ven siéntate a mi lado.
- Gracias Duque, no pude venir antes, mi mamá me dijo que se encontraba delicado de salud y no quiso importunarlo.
- Así es mi niña, pero con tu visita me alegras el corazón, además a mi edad ya estoy viviendo tiempo extra.
- No piense esas cosas, ¡arriba esos ánimos!
- Eres igual a tu madre de animosa y dime como estas mis… los chicos ya deben ser todos unos adolescentes.
- En efecto Edward ya cumplió los quince años y Mariel tiene 12 años, prometo traerlos el día de mañana.
- Las vacaciones de verano son largas puedes traerlos cuando tú quieras, lo importante que ya están aquí.
Platicaron un rato para ponerse al día, desde las clases que ella impartía en la universidad, la obra que tenía planeada con sus alumnos, como Edward y Mariel iban con excelentes notas en el colegio.
- Disculpe, siempre me ha intrigado este cuadro – Aurora lo señalo, mientras se levantó del sillón para admirarlo como tantas veces lo había hecho - ¿quién es la dama?
- Ella fue la mujer de mi vida, otro día te cuento la historia de la dama del retrato.
- Le digo algo, me recuerda algo que sucedió en mi niñez, mi mamá uso las mismas palabras cuando la vi abrazando una fotografía y hasta el día de hoy sigo esperando que me cuente la historia.
- Conozco a tu mamá desde hace muchos años y bueno todos tenemos nuestros secretos, tu igual tienes los tuyos, solo te pido que la escuches y no la juzgues por sus decisiones algunos fueron erróneas, otras fueron favorables.
- Es rara su petición, lo tomaré en cuenta, es momento que me retire, le prometo regresar el día de mañana con mis hijos.
- Muy bien mi niña, nos vemos el día de mañana.
Gilbert el ayuda de cámara del Duque entro minutos después de la salida de Aurora, para asistirlo para la cena de ese día.
- Duque de Grandchester, es momento de su cena.
- Gracias Gilbert, ya se pudo concentrar la cita con mi abogado.
- Tal como lo ordeno, su abogado vendrá el día de mañana a medio día.
- Muy bien, otra cosa más la Sra. Blackwood y sus hijos puedan que vengan el día mañana o en días posteriores, quiero que sean atendidos en todo lo que necesiten.
- Como usted diga, daré las instrucciones pertinentes
= o =
De regreso a casa Olympia decidió perseguir una liebre, provocando que Aurora llegará un poco tarde a la cena, eso sí tuvo que aguantar las bromas de Roger y Charles, la cena transcurrió con tranquilidad, los niños más pequeños fueron los primeros en irse a dormir acompañados de Mary Anne y Laure.
El partido de ajedrez quedo inconcluso y lo prosiguieron por un rato más ahora estaban acompañados por sus respectivos hijos, en tanto el resto tomaban una copa de vino.
Los niños mayores se fueron directamente a la sala para ver el programa de Los Vengadores una serie de espías que tenía vuelto locos a Edward y Anthony, sus primos de Canadá y Norteamérica lo disfrutarían por primera vez, Sophie, Cristine, Marie y Alice los acompañaron, algunos se acomodaron en los sillones y otros en la alfrombra.
Aurora decidió retirarse a descansar, se despidió de su mamá y su suegra que se quedaron un rato más en el comedor.
Encendió la luz de su habitación, que era la misma cuando soltera, sobre la cama matrimonial encontró aquel baúl azul con franjas plateadas que le pertenecía a su madre, se preguntó: ¿Quién pudo haberlo dejado?, dudo unos momentos en abrirlo, sus manos comenzaron a temblarle y sintió un hueco en el estómago, dejo el miedo atrás y abrió el pequeño baúl.
Encontro un libro con obras de teatro de William Shakespeare, boletos de teatro, la foto de un hombre muy atractivo que le recordó al Duque de Grandchester y los ojos de la mujer del retrato, varias cartas dirigidas a su madre y como remitente Terrence G. Grandchester, un periódico doblado en cuatro partes y una pequeña nota, observo los largos finos de la letras de su madre, lo tomo con ambas manos y comenzó a leer:
Terry:
Cada noche observo tu foto y me pregunto ¿qué habría sido tener una vida juntos?, han pasado tantos años de aquel accidente donde perdiste la vida y ese mismo día, yo perdí la mía.
Pero tuve un recuerdo tuyo y ahora Aurora es mi gran ilusión, tiene el mismo color de tus ojos, esa sonrisa radiante y sarcástica tuya, ella actualmente se encuentra en Londres estudiante Literatura.
Pueda que un día le cuente nuestra historia de amor, pero aun no es momento.
Yo sigo esperando el día que vengas por mí y estemos en la eternidad.
Candy.
Las lágrimas comenzaron a rodar por los ojos de Aurora, ahora podía comprender muchas cosas de su niñez, los desplantes de tía Elisa al llamarla bastarda, la mujer de sillas de ruedas que la miraba con odio una vez que fueron a New York, el trato amable del Duque de Grandchester, necesitaba respuestas, si era lo que ella imaginaba, solo necesitaba ver el periódico, lo desdoblo y en la primera página venía la foto de aquel hombre y en letras mayúsculas:
Chicago Tribune
“TERRENCE GRANDCHESTER MUERE EN ACCIDENTE AUTOMOVILISTICO”.
“TERRENCE GRANDCHESTER MUERE EN ACCIDENTE AUTOMOVILISTICO”.
El reconocido actor de teatro Terrence G. Grandchester, falleció el día de ayer a la edad de 26 años, en accidente automovilístico, la Policía de New York informa que una falla en los frenos fue la causante del terrible deceso.
Su viuda la Sra. Susana Marlowe, se encuentra devastada, pide discreción a su dolor, por el momento no dará ninguna entrevista.
Ha caído el telón, sin embargo su estrella brillara en el firmamento, Descanse en paz.
Aurora ojeo hoja por hoja, todo era sobre los logros teatrales de Terrence Grandchester, fotografías de sus actuaciones, observo en uno de estas que lo acompañaba una mujer en sillas de ruedas, ella se veía sonriente en cambio él se veía fastidiado.
En otra fotografía lo vio bailando con su madre, estaban realmente felices, debajo de la foto decía: Gala de Beneficencia en Londres Agosto 1922, Terrence Granchester acompañado de rica heredera americana Candice White Andley.
- Aurora, hija mía – Candy estaba en la entrada de la habitación.
- Mamá ¿qué es todo esto? – mostrándole el periódico – necesito explicaciones y no quiero un después te digo
- La verdad que te oculte por muchos años.
- Eso quiero decir que Terrence G. Grandchester es…
- Si hija, Terrence G. Grandchester es tu padre y el amor de mi vida.
Continuara…
Última edición por Lita Wellington el Lun Abr 09, 2018 7:43 pm, editado 1 vez (Razón : no me respeta las correcciones.)