Desde hace un buen rato, se puede observar a la desgarbada rubia, garabatear algo en su cuaderno de notas, para luego, morder el lápiz y divagar en la inmortalidad del cangrejo.
Mueve frenéticamente la cabeza, como si quisiera sacudirse malos pensamientos y ante lo inútil de vaciar su mente remata con certero manotazo sobre su frente:
-¡No! ¡Estas alucinando!-Sin dejar de ejecutar reiteradamente los movimientos antes descritos.
-Observa con detenimiento y verás que es cierto- continúa con su diatriba.
Si la conociera como es de distraída, seguramente pensaría que la pecosa, perdió la razón. Sin embargo, esta forma de dialogo consigo misma, es más frecuente de lo habitual.
-Pero, es cierto. La mirada de Albert, poseé una hermosa sonrisa- dibujando en su rostro una mueca estúpida y lanzando un suspiro tan profundo, que casi se queda sin aire.
-Albert, sonríe con la mirada. Y es cierto, que también posee una cautivadora sonrisa en su rostro, pero la de su mirar es muy especial- proseguía la chiquilla.
-Y sin embargo, su mirada irradia una gran calidez, que es como si me cobijara sin tocarme, brindándole calor a mi corazón a veces herido. El brillo de su mirada celeste me reconforta, me siento tan segura a su lado- Muy emocionada y levantando un poco más la voz, al unísono de ambos brazos- ¡La mirada de Albert, posee una cálida y hermosa sonrisa!-
Tan ensimismada está con su discurso, que no se da cuenta que el atractivo rubio, la observa desde hace rato, hacer sus desvaríos:
-¿Qué yo qué?- casi al oído de la pecosa el rubio la aterriza de la luna a la tierra.
-¡Aaaaaaaay!- ante la sorpresiva presencia de su amigo, la pecosa se impulsa con fuerza y cae de espaldas con todo y silla-
-Candy, pequeña ¿Te hiciste daño?- mientras, ayuda a incorporarla de la cómica posición en que quedó- ¡Caramba, eres tan distraída!- La riñe suavemente.
-¡Me tomaste de sorpresa, Albert!- tomando la mano del rubio para levantarse y vuelta toda ella, un tomate de sonrojada.
-Candy, mañana tienes examen y no has preparado tu guía. Eres incorregible-fingiendo enojo, al darse cuenta que el cuaderno de notas esta en blanco y sólo rayones sin sentido rompen con lo inmaculado de las páginas.
-Vamos pequeña, te ayudaré a repasar- sentándose a su lado y obsequiándole la más tierna de las miradas.
-¡Es cierto, es cierto, la mirada de Albert, posee una hermosa sonrisa!- Diciendo para sí, la muy deschavetada.
-Niña tonta, apenas te diste cuenta, del poder que tienen esas pupilas celestes en quienes tienen el privilegio de mirar su reflejo en ellas – indignada le lanzó una mirada “acaba vidas”, para luego, acurrucarme en el regazo de mi príncipe, dispuesta a dormir. Después de todo, Albert como siempre tiene controlada la situación.
-¡Puppet!- ríen al unísono mis dos hermosos rubios, cuando busco el cobijo de mi querido Albert.
Mueve frenéticamente la cabeza, como si quisiera sacudirse malos pensamientos y ante lo inútil de vaciar su mente remata con certero manotazo sobre su frente:
-¡No! ¡Estas alucinando!-Sin dejar de ejecutar reiteradamente los movimientos antes descritos.
-Observa con detenimiento y verás que es cierto- continúa con su diatriba.
Si la conociera como es de distraída, seguramente pensaría que la pecosa, perdió la razón. Sin embargo, esta forma de dialogo consigo misma, es más frecuente de lo habitual.
-Pero, es cierto. La mirada de Albert, poseé una hermosa sonrisa- dibujando en su rostro una mueca estúpida y lanzando un suspiro tan profundo, que casi se queda sin aire.
-Albert, sonríe con la mirada. Y es cierto, que también posee una cautivadora sonrisa en su rostro, pero la de su mirar es muy especial- proseguía la chiquilla.
-Y sin embargo, su mirada irradia una gran calidez, que es como si me cobijara sin tocarme, brindándole calor a mi corazón a veces herido. El brillo de su mirada celeste me reconforta, me siento tan segura a su lado- Muy emocionada y levantando un poco más la voz, al unísono de ambos brazos- ¡La mirada de Albert, posee una cálida y hermosa sonrisa!-
Tan ensimismada está con su discurso, que no se da cuenta que el atractivo rubio, la observa desde hace rato, hacer sus desvaríos:
-¿Qué yo qué?- casi al oído de la pecosa el rubio la aterriza de la luna a la tierra.
-¡Aaaaaaaay!- ante la sorpresiva presencia de su amigo, la pecosa se impulsa con fuerza y cae de espaldas con todo y silla-
-Candy, pequeña ¿Te hiciste daño?- mientras, ayuda a incorporarla de la cómica posición en que quedó- ¡Caramba, eres tan distraída!- La riñe suavemente.
-¡Me tomaste de sorpresa, Albert!- tomando la mano del rubio para levantarse y vuelta toda ella, un tomate de sonrojada.
-Candy, mañana tienes examen y no has preparado tu guía. Eres incorregible-fingiendo enojo, al darse cuenta que el cuaderno de notas esta en blanco y sólo rayones sin sentido rompen con lo inmaculado de las páginas.
-Vamos pequeña, te ayudaré a repasar- sentándose a su lado y obsequiándole la más tierna de las miradas.
-¡Es cierto, es cierto, la mirada de Albert, posee una hermosa sonrisa!- Diciendo para sí, la muy deschavetada.
-Niña tonta, apenas te diste cuenta, del poder que tienen esas pupilas celestes en quienes tienen el privilegio de mirar su reflejo en ellas – indignada le lanzó una mirada “acaba vidas”, para luego, acurrucarme en el regazo de mi príncipe, dispuesta a dormir. Después de todo, Albert como siempre tiene controlada la situación.
-¡Puppet!- ríen al unísono mis dos hermosos rubios, cuando busco el cobijo de mi querido Albert.