[justify]Era dificil recordar la última vez que acarició sus orejas o había entrado escandaloso a la covacha con pedazos de sus proyectos en las manos.
Aún se acurrucaba en la cesta que cariñosamente había acondicionado para dormir la siesta tranquilo. El polvo se había acumulado ya sobre la mesa y los estantes, él siguió con su tarea de ahuyentar a los ratoncillos que amenazaban con instalarse en la covacha, defendía cada palmo de sus dominios como si le fuera la vida en ello, regresaba muy orondo al terminar con su labor.
Le extrañaba, su voz, su sonrisa y sus cosas brillantes que tenía sobre la nariz, al salir a su paseos nocturnos le buscaba entre los árboles o en el patio de la casa grande. No había entrado a la casa desde hacía mucho, era divertido entrar escondido en la maleta y dormir junto a él en su cama.
Le soñaba, entre ruido y humo de las cosas esas en las que pasaba las horas, le soñaba sentado al pie del árbol con él en su regazo y caminando por el sendero silbando muy contento.
Esa tarde cuando se quedó dormido escuchó su voz
-Levantate flojito que es hora de irnos
Abrió sus brillantes ojos amarillos y se estiró tan deliciosamente como no lo había hecho hacía tanto tiempo
¡Estaba ahí! Con la enorme chaqueta del abuelo Cornwell y la maleta para meterlo de contrabando a su habitación, salió tras el chico que caminaba ligero frente a él, entre hierba fresca, flores y nubes, lo siguió hasta perderse en la puesta de sol.
Última edición por Mimicat Cornwell el Jue Abr 25, 2019 9:03 pm, editado 1 vez