Hola chicas les presentó el final de este minific espero les guste.
PARTE 2
Candy platicaba amenamente con Albert, le contó lo ocurrido con Michael, como él le había confesado su amor y que le pedía la oportunidad de hace la feliz.
-¿ Y tú pequeña, que sientes al respecto? - preguntó Albert con seriedad, sabía que Candy seguía pensando en el pasado y honestamente él quería que ella pudiera superar esa tristeza que la embargaba cada día.
- Pues, no se Albert. - dijo Candy algo insegura.
-¿ No sabes ? O te niegas a saber; pequeña por lo que me has dicho él te hace sentir cosas nuevas. - dijo Albert mirándola en sus verdes ojos.
- Ay! Albert, no se si estoy haciendo lo correcto, si él realmente es el hombre que necesito a mi lado. - dijo Candy con mirada perdida.
- Pequeña, que sientes por él. - dijo Albert. -¿ Lo quieres o te gusta ?
- Bueno yo... yo lo... lo besé. - dijo Candy tímidamente.
-¿ En serio? - dijo Albert con asombro. - Entonces el Dr. Michael sí te gusta.
-Ay! El es tan lindo conmigo, es encantador y además - se detuvo Candy un momento.
- Es atractivo - completo Albert la frase de Candy con una ligera sonrisa.
- Si , lo es. - dijo Candy con la cara muy roja.
- Entonces no se cual es el problema, deberías darte la oportunidad de amar nuevamente, ¿ No lo crees así? - le dijo Albert dejando un poco pensativa a Candy.
- Pero Terry , bueno yo le prometí que sería feliz y ... - Candy calló.
- Es por eso mismo que debes darte esa oportunidad, además cada uno debe seguir el camino que ha elegido, eso es lo que tú misma ya has dicho una y otra vez. -dijo Albert - Es hora de que seas feliz pequeña y si ese médico que te gusta puede darte esa felicidad, para que negarte. - añadió.
- Tienes razón Albert, este es mi camino y debo seguirlo. - dijo Candy con melancolía.
En ese momento Michael la vio sentada con ese hombre rubio ¿Quien era él? Se preguntaba, asi que sin darle vuelta al asunto se acerco a ellos.
- ¡ Hola Candy! - dijo el joven médico con una sonrisa.
-¡ Michael, Hola! Vamos siéntate con nosotros, déjame presentarte a William Albert Andrew, él es mi padre adoptivo.
-Mucho gusto, soy Michael amigo de Candy. - dijo el joven médico estrechando su mano.
- El gusto es mío. - dijo Albert.
- Candy no te interrumpo más, sigue conversando sólo vine a decirte que la jefa de enfermeras anda buscandote. - dijo Michael.
-Uy! Es verdad ya estoy un poco retrasada, disculpame Albert pero debo irme. - dijo Candy un poco apresurada.
-No te preocupes pequeña, yo también sólo pasé un momento George me espera. - dijo Albert mientras se ponía de pie.
- Fue un placer entonces Sr.Andrew. -dijo Michael estrechando nuevamente su mano.
- El placer fue mío Dr. Michael. -se despidió Albert - Nos veremos pronto pequeña. -añadió y luego se retiró del hospital.
- Se ve que le tienes mucho cariño Candy. - dijo Michael.
-Si, él siempre me ha apoyado en mis locas decisiones. -dijo Candy con una sonrisa.
Más tarde Candy estaba por terminar su turno cuando Michael se le acerco dándole un pequeño susto.
- ¡ Buu ! -dijo Michael.
-¡ Ay! Que malo eres. - dijo Candy dándole un leve puñetazo en pecho, él le tomó sus manos y le sonrió. Candy no resistió la tentación y besó ligeramente sus labios.
Michael la abrazo y la atrajo más hacia si mismo y poco a poco profundizó el beso. El cuerpo de Candy reaccionó al contacto y se abrazó más a él. Candy no lo podía negar Michael le gustaba mucho y si que quería darse la oportunidad de estar con él.
- Candy, te amo. - le susurró al oído.
Candy lo miró y le dijo - Yo quiero intentarlo, quiero estar contigo.
Michael la abrazó fuertemente, no podía creer lo que ella le decía, quería hacerla feliz darle todo el amor que podía, quería compartir su vida con ella.
Pasaron varias semanas Candy y Michael salían juntos, en ocasiones a cenar en otras a bailar. Cada día Michael le demostraba su amor y comprensión, Candy no podía ser más feliz, se sentía plena.
La tarde que Michael pidió la mano de Candy, conoció a la renombrada Tía Abuela Elroy, a la cual al saber que por fin Candy sentaría cabeza se alegro e inclusive se ofreció a organizar la boda. Candy se encontraba algo desconcertada por la actitud de la Tía Abuela; claro que la envidia de los Legan no se hizo esperar.
Así entre preparaciones y compras se organizó la boda de Candy con Michael, Annie estaba feliz por su hermana tan emocionada, sabía que Candy había superado muchas pérdidas y pruebas para ser feliz.
En el Hogar de Ponny todos se encontraban felices ya que la pequeña niña que alguna vez llegó a ese hogar, al fin alcanzaba la felicidad con la que siempre soñó.
En una de las visitas al Hogar de Ponny, Candy y Michael paseaban cerca del padre árbol. La hermana María y la Srita. Ponny derremaban lágrimas de felicidad, al notar como Candy había completado sus metas y que a su lado tendría a un hombre que estaba dispuesto a apoyarla siempre.
- Candy, este lugar es increíble. -decía Michael tomando de la mano a su prometida.
- Me alegra que te guste yo viví muchas aventura aquí, antes de vivir con la familia Andrew. -dijo Candy recordando su travesuras infantiles.
- También me platicaste que aquí conociste a todas las personas que más aprecias en tu vida, también lloraste la pérdida de algunas de ellas. -dijo Michael abrazandola.
- Lo sé, pero no me arrepiento de haber vivido esas experiencias, gracias a ellas pude ver y conocer lugares nuevos, - dijo abrazandolo por la cintura.
Candy y Michael se casaron un hermoso día del mes de mayo, justo cuando las dulces Candy estaban en flor, las noticias no se hicieron esperar la hija adoptiva del Sr.William A. Andrew se casaba con un joven médico héroe de guerra, eso se publicaba en los periódicos.
Candy y Michael decidieron vivir en la ciudad de Chicago, cerca del lugar donde ambos laboraban. Ambos lograron cumplir sus metas laborales, tenían una familia estable con 2 niños a los que adoraban, y aunque la vida ponga pruebas difíciles y existan momentos tristes, siempre habrá un mañana.
Michael siempre vio a Candy como una chica linda e inteligente con una calidez humana inigualable, pero lo que más amaba de ella era esa sonrisa que lo derretida y esos ojos verdes y cristalinos; los ojos verdes más lindos.
FIN
PARTE 2
Candy platicaba amenamente con Albert, le contó lo ocurrido con Michael, como él le había confesado su amor y que le pedía la oportunidad de hace la feliz.
-¿ Y tú pequeña, que sientes al respecto? - preguntó Albert con seriedad, sabía que Candy seguía pensando en el pasado y honestamente él quería que ella pudiera superar esa tristeza que la embargaba cada día.
- Pues, no se Albert. - dijo Candy algo insegura.
-¿ No sabes ? O te niegas a saber; pequeña por lo que me has dicho él te hace sentir cosas nuevas. - dijo Albert mirándola en sus verdes ojos.
- Ay! Albert, no se si estoy haciendo lo correcto, si él realmente es el hombre que necesito a mi lado. - dijo Candy con mirada perdida.
- Pequeña, que sientes por él. - dijo Albert. -¿ Lo quieres o te gusta ?
- Bueno yo... yo lo... lo besé. - dijo Candy tímidamente.
-¿ En serio? - dijo Albert con asombro. - Entonces el Dr. Michael sí te gusta.
-Ay! El es tan lindo conmigo, es encantador y además - se detuvo Candy un momento.
- Es atractivo - completo Albert la frase de Candy con una ligera sonrisa.
- Si , lo es. - dijo Candy con la cara muy roja.
- Entonces no se cual es el problema, deberías darte la oportunidad de amar nuevamente, ¿ No lo crees así? - le dijo Albert dejando un poco pensativa a Candy.
- Pero Terry , bueno yo le prometí que sería feliz y ... - Candy calló.
- Es por eso mismo que debes darte esa oportunidad, además cada uno debe seguir el camino que ha elegido, eso es lo que tú misma ya has dicho una y otra vez. -dijo Albert - Es hora de que seas feliz pequeña y si ese médico que te gusta puede darte esa felicidad, para que negarte. - añadió.
- Tienes razón Albert, este es mi camino y debo seguirlo. - dijo Candy con melancolía.
En ese momento Michael la vio sentada con ese hombre rubio ¿Quien era él? Se preguntaba, asi que sin darle vuelta al asunto se acerco a ellos.
- ¡ Hola Candy! - dijo el joven médico con una sonrisa.
-¡ Michael, Hola! Vamos siéntate con nosotros, déjame presentarte a William Albert Andrew, él es mi padre adoptivo.
-Mucho gusto, soy Michael amigo de Candy. - dijo el joven médico estrechando su mano.
- El gusto es mío. - dijo Albert.
- Candy no te interrumpo más, sigue conversando sólo vine a decirte que la jefa de enfermeras anda buscandote. - dijo Michael.
-Uy! Es verdad ya estoy un poco retrasada, disculpame Albert pero debo irme. - dijo Candy un poco apresurada.
-No te preocupes pequeña, yo también sólo pasé un momento George me espera. - dijo Albert mientras se ponía de pie.
- Fue un placer entonces Sr.Andrew. -dijo Michael estrechando nuevamente su mano.
- El placer fue mío Dr. Michael. -se despidió Albert - Nos veremos pronto pequeña. -añadió y luego se retiró del hospital.
- Se ve que le tienes mucho cariño Candy. - dijo Michael.
-Si, él siempre me ha apoyado en mis locas decisiones. -dijo Candy con una sonrisa.
Más tarde Candy estaba por terminar su turno cuando Michael se le acerco dándole un pequeño susto.
- ¡ Buu ! -dijo Michael.
-¡ Ay! Que malo eres. - dijo Candy dándole un leve puñetazo en pecho, él le tomó sus manos y le sonrió. Candy no resistió la tentación y besó ligeramente sus labios.
Michael la abrazo y la atrajo más hacia si mismo y poco a poco profundizó el beso. El cuerpo de Candy reaccionó al contacto y se abrazó más a él. Candy no lo podía negar Michael le gustaba mucho y si que quería darse la oportunidad de estar con él.
- Candy, te amo. - le susurró al oído.
Candy lo miró y le dijo - Yo quiero intentarlo, quiero estar contigo.
Michael la abrazó fuertemente, no podía creer lo que ella le decía, quería hacerla feliz darle todo el amor que podía, quería compartir su vida con ella.
Pasaron varias semanas Candy y Michael salían juntos, en ocasiones a cenar en otras a bailar. Cada día Michael le demostraba su amor y comprensión, Candy no podía ser más feliz, se sentía plena.
La tarde que Michael pidió la mano de Candy, conoció a la renombrada Tía Abuela Elroy, a la cual al saber que por fin Candy sentaría cabeza se alegro e inclusive se ofreció a organizar la boda. Candy se encontraba algo desconcertada por la actitud de la Tía Abuela; claro que la envidia de los Legan no se hizo esperar.
Así entre preparaciones y compras se organizó la boda de Candy con Michael, Annie estaba feliz por su hermana tan emocionada, sabía que Candy había superado muchas pérdidas y pruebas para ser feliz.
En el Hogar de Ponny todos se encontraban felices ya que la pequeña niña que alguna vez llegó a ese hogar, al fin alcanzaba la felicidad con la que siempre soñó.
En una de las visitas al Hogar de Ponny, Candy y Michael paseaban cerca del padre árbol. La hermana María y la Srita. Ponny derremaban lágrimas de felicidad, al notar como Candy había completado sus metas y que a su lado tendría a un hombre que estaba dispuesto a apoyarla siempre.
- Candy, este lugar es increíble. -decía Michael tomando de la mano a su prometida.
- Me alegra que te guste yo viví muchas aventura aquí, antes de vivir con la familia Andrew. -dijo Candy recordando su travesuras infantiles.
- También me platicaste que aquí conociste a todas las personas que más aprecias en tu vida, también lloraste la pérdida de algunas de ellas. -dijo Michael abrazandola.
- Lo sé, pero no me arrepiento de haber vivido esas experiencias, gracias a ellas pude ver y conocer lugares nuevos, - dijo abrazandolo por la cintura.
Candy y Michael se casaron un hermoso día del mes de mayo, justo cuando las dulces Candy estaban en flor, las noticias no se hicieron esperar la hija adoptiva del Sr.William A. Andrew se casaba con un joven médico héroe de guerra, eso se publicaba en los periódicos.
Candy y Michael decidieron vivir en la ciudad de Chicago, cerca del lugar donde ambos laboraban. Ambos lograron cumplir sus metas laborales, tenían una familia estable con 2 niños a los que adoraban, y aunque la vida ponga pruebas difíciles y existan momentos tristes, siempre habrá un mañana.
Michael siempre vio a Candy como una chica linda e inteligente con una calidez humana inigualable, pero lo que más amaba de ella era esa sonrisa que lo derretida y esos ojos verdes y cristalinos; los ojos verdes más lindos.
FIN