Venciendo toda reticencia abrió el cajón del escritorio de caoba y sacó aquel sobre, lo observó por algunos segundos y lo abrió, lentamente sacó la fotografía del interior, la observó con detenimiento.
No podía negar que le hervía la sangre al mirar aquellos ojos tan iguales a los suyos. Es tan hermosa, tan delicada, etérea e inalcanzable. Tan bella por fuera, toda sonrisas con aquellas miradas tímidas tras el abanico que podían engañar a todos, a todos menos a él… era tan fría con él. Sin enviarle ni una sola carta sólo una foto, de esas que sus fans compran a las afueras del teatro.
“PARA TERRY CON CARIÑO”
ELEANOR BAKER
Una dedicatoria para un fan, no para un hijo, ¡Él es su hijo! ¡No un fan!
Terry se lamentaba porque a pesar de aquella rabia que le llenaba el pecho había un sentimiento de añoranza en su corazón. ¡La extrañaba! ¡Maldición! Cómo la extrañaba, no a la mujer de la fotografía sino a su mamá, esa mujer sin maquillaje, peinada con un chongo fodongo el domingo por la mañana, comiendo hotcakes con mucha miel de maple.
Extrañaba a su hermosa mamá que…
¡BAM!
El sonido de su puerta cerrándose con violencia lo sacó de sus cavilaciones sin darse tiempo a reaccionar vio a Stear Cornwell, su vecino de habitación en el dormitorio de varones en el Real Colegio San Pablo, traía entre las manos varios papeles que apretaba contra su pecho.
Se lanzó sobre él y puso todos los papeles en las manos de un Terry asombrado.
-¡Rápido Terry, tienes que ayudarme!
- ¡Con un demonio! ¿Qué?
- ¡Escóndelas por favor! ¡Hay una inspección sorpresa de los dormitorios por el nuevo diácono encargado! –Stear hablaba rápidamente mientras recogía algunas cosas que se habían caído al suelo.
-¡Stear calmate! No te entiendo ¿De qué hablas?
Stear tomó de los hombros a Terry y muy serio susurró:
-Te voy a confiar nuestras posesiones más preciadas, no podría soportar perderlas, están confiscando de todo… tu habitación es el lugar más seguro.
Terry tomó uno de los papeles que tenía desordenados en sus brazos y sorprendido se dio cuenta de lo que era el tesoro de Stear. ¡Eran fotos! ¡Eran fotos de su mamá!
-Son… son fotos de…
-Son fotos de Eleanor Baker, mi actriz favorita –dijo Stear entornando los ojos con ensoñación-
Terry frunció el ceño, este mozalbete tenía fotos de contrabando de su mamá y las considera como un tesoro.
-¿Qué demo…
¡BAM!
La puerta volvió a cerrarse violentamente, ambos chicos voltearon y vieron a Archie acercándose a ellos apresuradamente, sin saludar al dueño de la habitación se acercó a Stear.
-¿Ya las guardaron? ¡Aún las tienen en las manos! ¿Por qué demonios no las han guardado? ¡Nos las van a confiscar!
-¡Un momento! Yo nunca he dicho que voy a guardarles nada, además tú –dijo poniendo el dedo en el pecho del menor de los Cornwell- No has dicho las palabras mágicas.
-¡Por favor! –Rogó Stear.
Los ojos de Terry brillaron con malicia al observar a Archie esperando que el bravucón le pidiera un favor. Estaba dispuesto a disfrutar como nunca escuchar a Archie suplicándole salvar su tesoro.
Archie apretó la mandíbula ante la mirada burlona de Grandchester, estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse antes que deberle algo al chiquillo malcriado ese, pero la mirada suplicante de su hermano lo desarmó.
-Por favor Terry, ayúdanos ocultando nuestras cosas.
Terry se irguió cual alto era y elevó el pecho con orgullo, ¡já! Lo había logrado, es americanito desabrido le pedía un favor… lo tenía en sus manos.
-Está bien, esta bién, voy a ayudarles ¿A quién se le ocurre traer a la escuela fotografías de una actriz?
-¡Eh! Ella no es “una actriz” cualquiera –replicó Archie –Ella es “la mejor actriz” norteamericana, no hay nadie como ella en ninguna parte del mundo, en Inglaterra no tienen a ninguna que le llegue a los pies.
Terry abrió los ojos con sorpresa al ver que Archie defendía a la mujer de las fotos con tanta fiereza.
-Su histrionismo es maravilloso, te conmueve hasta las lágrimas y…
-¡Es tan hermosa, tan delicada, etérea e inalcanzable! –Interrumpió Stear poniendo cara de ensoñación.
Archie se puso colorado al dar la razón a su hermano.
-Bueno… sí… es muy hermosa, viste elegantemente y huele delicioso.
-¿Cómo que huele delicioso? –Terry levantó la voz indignado ante la simple idea de que este infeliz se atreviera a olfatear a su mamá.
-Sí, de verdad, una vez Stear y yo la esperamos a fuera del teatro y al pasar junto a nosotros dejó tras de sí un delicioso aroma floral. Me parece que áun puedo olerlo.
Terry se escandalizó ante la idea de que este par de mocosos calenturientos tuvieran fantasías con su mamá, ¡Con su sacrosanta madre!
-¡A ver par de…
En eso
¡BAM!
La puerta se abrió con violencia y los tres adolescentes vieron entrar al nuevo diácono encargado de los dormitorios caminando hacia ellos con una enorme bolsa en las manos.
-¡Así los quería agarrar! Veo que tienen una gran cantidad de objetos no permitidos.
-Disculpe hermano, yo soy el hijo del Duque de Grandchester y mi habitación es pri-va-da, nadie puede entrar a menos que me pida autorización.
El hermano York con una perfecta etiqueta, con modales de un caballero y un porte que denotaba un origen noble se acercó a Terry.
-Disculpe usted excelencia –dijo mientras hacía una leve reverencia –da la casualidad que yo soy el hijo del duque de York por lo tanto tengo un rango un poquito mayor al de usted, y por ello sé perfectamente que personas de cuna noble como nosotros… ¡Solemos tener de todo lo no permitido en un internado! Por ejemplo ¡Fotos como las que tiene usted en las manos!
Terry instintivamente dejó caer las fotos al suelo ante la mirada lastimera de los chicos Corwell.
-No son mías, son de estos dos –dijo mientas señalaba con el dedo a Stear y Archie.
-Ah ¿No son suyas? –dijo el hermano York mientras recogía una de las fotos del suelo
-Entonces esta dedicatoria no es suya tampoco
“PARA TERRY CON CARIÑO
ELEANOR BAKER”
Los Cornwell miraron boquiabiertos a Terry quién no supo que decir, sólo pudieron ver que el Inglés admiraba a la actriz norteamericana y tenía un autógrafo de ella ¡Maldito suertudo!
*********
La fila de chicos que se adentraban en el bosque del colegio era larga, ese domingo no podrían salir con su familia, estaban todos castigados por andar contrabandeando chucherías prohibidas dentro de los dormitorios.
Eran más de 20 muchachos que no cabían en el cuarto de meditación así que los llevaron al torreón del bosque, al entrar el último cerraron la puerta con candado, los chicos escucharon los pasos alejándose y rompieron el silencio, las risas no se hicieron esperar, algunos comentaban cómo habían tratado de ocultar sus objetos y otros reían abiertamente.
Los Cornwell estaban con Terry en unos escalones cerca de la puerta, al menos, gracias a la influencia de Terry podrían recuperar sus fotos al final del curso.
Después de unos minutos Stear rompió el silencio al tomar a Terry por el cuello atrayéndolo hacia él y despeinándolo con la mano libre.
-¡Bribón! Tú también eres fan de Eleanor Baker –dijo Stear divertido.
-¡Y te autografió una foto! Cómo te envidio –terció Archie.
-¡Me atraparon! –les contestó un Terry ruborizado
Al pasar el tiempo los tres chicos hablaron de obras de teatro, de actores favoritos y actrices, hicieron planes para ir al teatro en Londres.
Terry los escuchaba animado, se dio cuenta que nunca se había divertido tanto un domingo de visita familiar como en compañía de ese par, hasta que el encierro comenzó a pesarles.
-¡Tengo hambre! –se escuchó gritar a una voz desconocida
-¡Tengo sueño¡ ¡Ya quiero salir! – gritaron otros, de pronto el bullicio inicial se fue apagando poco a poco haciendo que el hastío inundara al grupo.
Como debe ser en una típica mañana en Londres de la nada comenzó a llover, los chicos observaron el techo, ¡La mitad no existía! por eso comenzaron a hacerse bolita en el lado que no tenía goteras, se acercaron tanto que estaban empujandose contra la pared y de pronto.
¡BAM!
La pared cedió bajo la presión y cayó dejando un enorme agujero. Los chicos se miraron entre sí y sin más comezaron a salir corriendo por el hueco.
Parecían conejos al salir de la jaula, los hermanos custodios se vieron rebasados al verlos correr en todas direcciones, el trío corrió como alma que lleva el diablo, a una distancia prudente uno de ellos volteó y vió que se le unía otro miembro de la familia, Neal corría tras ellos ¡Claro! Era natural que lo atraparan con algo indebido también ¡Como si no lo conocieran!
Terry corrió hacia la colina del colegio y se encaramó en el enorme árbol, los otros tres chicos lo siguieron y treparon hasta ocultarse entre las ramas más altas, están cansados y agitados pero felices. Rieron de buena gana y siguieron charlando hasta bien entrada la tarde.
Los diáconos pasaron junto al árbol buscando.
-¡Faltan tres! Búsquenlos…
Los chicos en silencio los vieron marcharse, al asegurarse que estaban lo suficientemente lejos Stear pregunto.
-¿Tres? Pero si somos cuatro.
Los tres chicos miraron a Neal
El moreno estaba observándose las uñas cuando se dio cuenta que el trío lo observaba con atención y con su característica impaciencia les rezongó
¿Qué?
Stear preguntó
-¿A ti también te encontraron cosas prohibidas en tu habitación Neal?
-No –Contestó el moreno
-¿No estabas castigado en el torreón del bosque?
-No
-¿Entonces por qué corrías?
Neal contestó sin titubear entornando los ojos como si el trio fueran unos tontitos que les costara trabajo entender algo tan obvio.
-Si ustedes tuvieran que tomar el té en casa de una amiga de su hermana solitos y su alma ¡También huirían despavoridos!