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Hola chicas, pues trayendo mi historia que había prometido, esperando que les guste y la disfruten tanto como yo al escribirla. Terry es mi galan favorito de todos los tiempos y al igual que a muchas, es fuente de inspiración, espero dar una buena batalla en esta contienda, gracias a quienes me apoyaron y me animaron a compartir esta historia apesar de todo por lo que estaba y estoy pasando ahora, pero creo que escribir es una buena catarsis en estos tiempos, y bueno no me quiero extender mas con el asunto así que les dejo la primera parte de la historia.
" />DESPUÉS DE LA GUERRA
Parte 1
La noticia que el periódico más importante del Nueva York anunciaba este día, había transformado los rostros de las personas como por acto de magia. Lágrimas de felicidad y abrazos entre gente que siquiera se conocían se podían ver en las calles de la ciudad, era una gran noticia después de poco más de cuatro años de guerra, de hecho, era la noticia que todo el mundo esperaba, me alegraba tanto que fuese así, pues yo dejaría de ser el foco de atención de los medios de comunicación al menos por un buen tiempo, aunque en realidad me gustaría que fuese de por vida. A mis veintiún años me he convertido en una personalidad reconocida en el medio del espectáculo gracias al talento heredado por mí madre, bueno tengo que aceptar que mi talento es algo natural, algo que vine más bien de mí ser, que de mí herencia… - todo yo, soy la mezcla perfecta entre elegancia de mí madre y arrogancia de mí padre, “gran herencia la mía” – sonrió de mis propios pensamientos, bueno a decir verdad también sonrió por hecho de saber que la guerra al fin ha terminado – me pregunto ¿qué vendrá después de ello? – cuando se anunció la tregua de navidad se creyó que sería el fin de tan lamentables sucesos pero por desgracia a los soldados se les obligó a pelear aunque ellos no lo deseaban - ¿Por qué se dan las guerras?, ¿la muerte?, ¿las separaciones? – pude sentir el sobresalto en mí pecho y vi la tensión en mí rostro reflejada en el vidrió del aparador del almacén - ¿A qué vine? – sacudo mi cabeza para acomodar mis ideas - ¡ah, es cierto! – recordé con facilidad mi encomienda, mientras veía expuesto en el aparador. Entré al local con la firme intención de comprar una prenda como regalo de cumpleaños.
- ¡Buenos días! – saludo de modo amable al joven que estaba detrás del mostrador.
- ¿En qué puedo servirle? – el empleado respondió con la misma amabilidad que lo saludé, sus ojos cafés se abrieron tan grandes que casi se salen de sus orbitas, supongo que me ha reconocido – señor Graham, sea usted bienvenido – comenzó a ponerse de tapete como siempre pasa.
- Gracias – solo atiné a decir eso mientras al tiempo entorné los ojos mostrando mi inconformidad y fastidio por la misma situación – podría mostrarme el abrigo que está en el aparador – señalo con la mirada.
- Claro que sí, – respondió el joven, me da un poco de risa su nerviosismo, incluso sus manos tiemblan – permítame un momento – el tipo se dirige a paso apresurado hacia lo que supongo es la bodega, pues se encuentra en el fondo de la tienda, me pongo a ver y husmear un poco en lo que regresa el empleado, a decir verdad, lo que estoy tratando de hacer es no poner mucho atención a las miradas curiosas que me observan, incluso comienzo a tatarear una melodía para que mis oídos se centren en ese sonido y no en los cuchicheos de las damas que observan curiosas mis movimientos – lo siento, señor – el empleado ha regresado - ¿en qué talla desea que le muestre el abrigo? – me cuestiona, rio para mis adentros al darme cuenta que el hombre se fue sin preguntarme ese pequeño detalle.
- Bueno… - me quedo pensativo – es para una dama así de alta – con mi mano señalo una altura del suelo a mí hombro – y es delgada… - me quedo mirando a una chica que me daba la espalda – más o menos como ella – señalo con la mirada a la joven.
- ¡Ah! – el vendedor tenía una completa cara de confusión – enseguida vuelvo – dio la vuelta y regresó a la bodega. Apenado un poco por mí falta de información sobre prendas femeninas, recargo mi codo en el mostrador clavando la mirada en el techo – creo que esta es la talla – el hombre me sacó de mis pensamientos y de mí vergüenza.
- Muchas gracias – dije en tono sereno, el joven dejó la caja sobre el mostrador y la abrió, dentro de esta había un abrigo en color marfil perfectamente doblado – es hermoso – dije al sentir la tela entre mis manos frías.
- ¡Por supuesto! – afirmó el tipo en tono serio – nuestra tienda solo vende prendas de la mejor calidad – me miró.
- Me lo llevó – solté el abrigo – envuélvalo para regalo – pedí al tiempo que metí la mano en el bolsillo del saco, para buscar mi billetera, el vendedor se apresuraba a hacer la nota, tomo el dinero más rápido de lo que yo al sacarlo de mí cartera – es usted muy amable – traté de sonar lo más educado posible cuando me entregó la caja con el abrigo.
- ¡Vuelva pronto señor! – dijo el hombre mientras me dirigía a la puerta, pero no respondí ya que había vuelto a adoptar mi actitud habitual de arrogancia. Estaba tan ensimismado que no noté que una chica de mediana estatura estaba parada frente a mí y por la rapidez en la que iba terminé por hacerla titubear, tuve que soltar la caja para sujetarla con mí mano y así evitar que cayera al suelo.
- Lo siento tanto, seño… - no terminé de pedir disculpas ya que me quedé mudo al reconocer ese rostro.
- No tenga cuida… - Ella también enmudeció al reconocerme, ambos nos quedamos en silencio absoluto por algunos segundos tal vez, aunque a mí me parecieron minutos – ¡Hola Terry! – me saludó con tanta familiaridad que incluso me sorprendió.
- ¡Hola, Annie! – al fin me atreví a mirarla a los ojos, se ve diferente a como la vi la última vez en Chicago, hace cuanto fue eso, ¿cuatro o cinco años?
- No imaginé encontrarte aquí – dijo ella mientras se colocaba un mechón de su negra cabellera detrás de la oreja.
- Bueno, en realidad yo vivo en esta ciudad – respondo en tono de broma – debería ser yo el sorprendido, ¿no crees? – en ese momento llevé mi vista al suelo y recordé la caja con el abrigo.
- ¡Cuánto lo siento! – supongo que ella observó a dónde dirigí mi vista ya que se agachó y levantó la caja antes de que yo pudiera reaccionar y levantarla – toma – me entregó el paquete.
- ¡Gracias!, yo podía haberlo levantado – apreté los labios un poco apenado, la realidad era que aún no salía del asombro de volverla a ver.
- ¿Es un regalo? – me preguntó mientras observaba la caja con sus ojos azules.
- Sí, es para mí madre – aseguré antes de que ella pensará algo erróneo – pronto será su cumpleaños – expliqué, aunque no tenía la necesidad de hacerlo - ¿y tú qué haces aquí? – no pude evitar peguntar y me recriminé por ello.
- Vine a comprar algunas cosas y un regalo – respondió de manera tan natural a mis cuestionamientos – una amiga mía se casará pronto – sentí un frío invadirme desde la nuca hasta la punta de los pies – Terry, quién se casa no es “ella” – no sé qué cara pondría yo ya que Annie de inmediato me hizo la aclaración.
- ¿Qué? – fingí no haber entendido bien el último comentario que hizo.
- Nada Terry, olvídalo – Annie desvió el tema y yo agradecí que lo hiciera.
- Bueno… Annie me dio gusto verte después de tantos años – me despedí tal cual caballero soy, aunque lo que yo quería era salir huyendo, quería saber de “ella”, pero no debía preguntar, me lo había prometido a mí mismo desde que nos separamos.
- El gusto también fue mío – Annie me dio la mano y siguió su camino. En ese instante me invadió un extraño sentimiento que no podría describir al instante, “desolación”, “añoranza” o simple “curiosidad”, di la vuelta para buscar entre la multitud a Annie, mi altura me ayudó a visualizar su cabellera oscura entre el cúmulo de gente que caminaba por la acera, dejé caer la caja con el abrigo que acaba de adquirir, solo con la intención de alcanzar a Annie, bebía de hablar con ella, tenía tantas preguntas que desde hace un par de años me estaban carcomiendo el alma. Yo sabía que la familia Andley era una de las más importantes dentro de la sociedad estadounidense, es por ello que evitaba mirar las páginas de sociales siempre que leía los diarios, sabía que en algún momento aparecería alguna noticia sobre ellos y yo no quería saber nada que me la recordara… hasta este preciso instante en que me topé con Annie Britter.
Mis ojos seguían clavados en la taza de chocolate que estaba frente a mí, mis pensamientos se postraban borrosos en mí cabeza, había un completo desorden en ellos, las imágenes de los recuerdos se distorsionaban al igual que el sonido que entraba por mis oídos; por mucho tiempo me mantuve en una especie de letargo en la cual me sumergí por voluntad propia y ahora, de golpe la vida o el destino me regresaban a mí realidad. Cuando visualicé a Annie corrí con todas mis fuerzas para alcanzarla, choqué con un hombre, el cual creo me llamó idiota, no lo recuerdo bien, el caso es que en mí desesperación sujeté la mano de ella con todas mis fuerzas, con la intención de que no escapara, ahora que lo veo creo que me excedí ya que la piel blanca de su muñeca quedó enrojecida por mí brusquedad.
- Lo siento, Annie – me disculpé por decima vez.
- No te preocupes Terry – dio un sorbo a su taza de chocolate - ¿no tomaras tú chocolate? – me preguntó.
- Sí – respondí, pero siquiera tomé la taza.
- ¿Y, bien? – Annie levantó las cejas como señal interrogante.
- Bueno… yo – titubeé al no tener ninguna idea en orden.
- ¿Qué quieres saber de Candy? – Annie soltó de tajo la pregunta, desde cuándo se volvió tan directa, no… más bien, ¿desde cuándo yo me volví tan inseguro?
- Bueno yo… - Sentí tanta vergüenza de solo pensar la impresión que tenía de mí esa chica que tenía al frente, ¿qué habrá pensado cuando se enteró de nuestra ruptura?, no pude evitar los cuestionamientos en mí cabeza.
- Terry, ella nunca nos dijo el motivo por el cuál terminaron – aseguró, yo levanté mi vista y la miré con desconcierto, era como si hubiese adivinado mis pensamientos – pero después de leer los diarios no fue muy difícil imaginar cuál fue el motivo – se encogió de hombros al tiempo que yo lancé un suspiro, Annie recargó los codos en la orilla de la mesa y colocó su mentón en el dorso de sus manos – aunque te seré muy franca – habló con voz áspera – en ese momento te creí falto de carácter – añadió.
- ¿Cuándo te volviste tan crítica? – no pude evitar cuestionarla, ya que me sorprendió mucho la seguridad con la que se expresaba.
- Cuando… - se quedó callada, en ese momento su rostro pareció ensombrecerse y la seguridad con la que me estaba juzgando parecía desvanecerse – cuando, ella fue como voluntaria al frente – arrastró las palabras.
- ¿Qué? – Pude saber que había pegado un grito, ya que las miradas de los comensales se postraron en mí – pero… ¿Cuándo paso eso?, debes estar bromeando… - sus palabras estallaron en mis oídos, al grado incluso de percibir un zumbido en ellos, pero casi de inmediato el sonido regresó a la normalidad.
- Si leyeras los diarios te habrías enterado de eso – me respondió con cierto grado de recriminación – fue hace dos años – Annie prosiguió – después de la muerte de Stear – sus ojos se llenaron de tristeza.
- Me enteré de ello, cuanto lo siento – y en verdad lo sentía, ese chico inventor era un loco, pero era de esas personas locas que te alegran la vida, que le dan un sentido a la existencia, es una pena que nuestra amistad fue corta.
- Ella fue despedida del hospital y trabajó en una clínica para gente de bajos recursos – añadió, ahora Annie tenía los ojos clavados en la taza de chocolate – cuando se descubrió que Albert era la cabeza de la familia Andley trató de ayudar a Candy a regresar al hospital pero ella se rehusó, ya la conoces – sonrió con melancolía – el día de su cumpleaños se le hizo una reunión en el Hogar de Pony – yo escuchaba atento el relato de Annie – todo parecía normal, ella estaba feliz, así que nadie notó que en el fondo ella había tomado la decisión de ir a la guerra – los ojos azules de Annie me observaron.
- Ella está bien, ¿cierto? – cuestioné angustiado, el sepulcral silencio de Annie comenzó a preocuparme.
- Terry, lamento mucho la muerte de Susana Marlowe – Annie desvió el tema, ¿cómo para qué?, no venía al caso que mencionara la muerte de Susana, de eso había pasado casi medio año.
- Annie, ¿Candy está bien? – volví a cuestionarle, sin hacer caso al comentario sobre Susana – por favor, responde – esta ocasión escuché mi propia voz casi en un grito.
- Candy está bien – aseguró Annie, aunque no confié mucho en su palabra ya que su expresión no coincidía con sus palabras.
- ¡Mientes! – afirmé con evidente enojo.
- Si no me crees yo no puedo hacer nada – escuché como la silla se arrastró, Annie se estaba poniendo de pie.
- Lo… lamento – me disculpé por haberle levantado la voz – no te vayas – dije en tono suplicante – por ahora eres lo más cercano tengo de ella – la sumisión llenó mis palabras, necesitaba ayuda, pero no sabía cómo pedirla, no sé qué tipo de expresión tendría mi rostro que ella se volvió a sentar y lanzó un suspiro.
- ¡Terry!, Candy llegará mañana al puerto – dijo en apenas en un perceptible tono de voz que retumbo en mis tímpanos como ecos – en realidad no estoy de compras, bueno en parte sí – trastabilló – quiero decir – no sabía cómo expresarse, había vuelto la Annie nerviosa e insegura, de repente sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¿Qué sucede? – comencé a preocuparme ya que Annie estaba muy nerviosa, “dios, sabes que no soy devoto, pero por favor que Candy se encuentre con bien”, imploré en silencio. Ninguna amiga tuya se casará ¿cierto? – casi lo afirme al ver como Annie se contradecía.
- ¡No! – respondió sin titubear y mi alma fue golpeada como con una fuerte ventisca invernal - ¿Podrías acompañarme mañana al puerto? – me pidió mientras tenía la mirada clavada en el suelo, era evidente su tristeza, apreté los puños de mis manos, sabía que algo no andaba bien con Candy, pero ella no quiso decirme más y no tuve más remedio que esperar para descubrir aquello que guarda con tanto recelo.
CONTINUARÁ…
espero el siguiente capítulo XXXD.
me comeré las 
. Gracias Astareth. Buenísimo 
🥰 capitulo. 
felicidades. Tremendo comienzo. Será que candy está casada oh,vendrá herida. Hay me dejaste pensando. Te sigo Astareth 
estará lleno de trama e intrigas como todos a los que nos tienes acostumbrados. 
con esta incertidumbre de saber en que condiciones llegará Candy desde el frente, aunque por la tristeza mostrada por Annie ya me hago una idea 
