NUNCA TUVE UN PADRE
Nunca tuve un padre, aunque Albert me adoptó, más que padre, siempre ha sido un hermano mayor para mi…
Recuerdo cuando conocimos al sr. Britter, siempre fue tan cálido, tan amable, justo como yo imaginaba que debían ser los padres, sin embargo, nunca fue mi padre, pero sí el de Annie Britter.
Parece que fue ayer cuando nos reencontramos en Inglaterra en aquel quinto domingo y me pidió cuidar de Annie, volví a sentir su calidez, en ese momento envidié tanto a Annie, ella tenía un papá que la cuidaba, que la protegía, que la amaba y ella prefería estar con su mamá visitando a la tía abuela, ese quinto domingo con el sr. Britter fue lo más cercano a vivir la experiencia de tener un padre, y la atesoro con cariño en mi corazón.
Al retomar la amistad con Annie, pude conocer más de la historia de su padre, siempre estuvo enamorado de Clara Vagness, después Britter, sin embargo, ella nunca lo quiso realmente, se casaron porque ella sintió que si no se casaba, aunque fuera con él, sería una solterona para siempre, posteriormente, con la muerte de su hija, Clara Britter se encerró en sí misma y eternamente culpó a su esposo por el incidente, aun cuando la que se empeñó en ir a esa excursión al lago fue ella misma y quien forzó a Nataly Britter a nadar en el río fue ella también.
Tenia relativamente poco de ese suceso cuando lo conocí, un hombre amable, pero con tristeza en sus ojos, no sé qué hubiera pasado si en vez de Annie hubiera sido yo la niña Britter, pero sí sé como fue la historia con Annie Britter, unas cosas me las contó ella y otras yo fui testigo en primera fila…
En un principio, Annie deslumbrada por su nueva vida y por ahora tener una madre que supo aprovechar el carácter dócil y débil de mi amiga; convirtió al sr. Britter en mudo proveedor de caprichos, la mayoría de ellos con la firma de la Sra. Britter; clases de música, pintura, equitación, aunque a la pequeña le aterraban los caballos , guardarropas nuevos cada temporada, viajes a Europa y un sin número de gustos banales. Afortunadamente, la señorita Ponny y la hermana María hicieron un buen trabajo en los cimientos espirituales de Annie, sembrando la semilla del amor y la gratitud en su corazón y el Sr. Britter se encargó de cuidar y alimentar esa semillita, así pudo recoger los frutos cuando el corazón de la tímida morena la llamó de nuevo a la sensatez y así ella se dio cuenta de su mal proceder e hizo las paces con la Annie de antes para poder disfrutar de la relación filial que ambos merecían.
Mi corazón se hinchaba de felicidad viendo como padre e hija aprendieron a reconocerse, comunicarse y a amarse, aunque debo ser honesta conmigo misma también, y aceptar que una parte de mi siempre añoró y hasta podria decir que envidió la suerte de mi cohibida amiga al tener un papá, pero no solo un papá, al que a mi parecer fue el mejor papá del mundo, no como los padres de los demás; no ausente como el sr. Brown o el sr. Cornwell, , no tirano como el duque de Granchester, ni ciego ante los errores de los hijos como el sr. Leagan, definitivamente el Sr. Britter fue un padre excepcional, dispuesto siempre a aconsejarnos o brindar consuelo cuándo lo necesitábamos, apoyarnos en nuestros sueños y me parece que hasta se enorgullecía de cada uno de nuestros logros, siento que en ese aspecto fue un poco padre de Archie, Stear y también mío.
Si pudiera describir al Sr. Britter en una palabra esa seria luminoso, sin importar lo que sucediera a su alrededor, el siempre portaba su sonrisa característica y veía solo los aspectos positivos de cada situación, cuando la Sra. Britter decidió, unilateralmente, que debían vivir separados, él dijo -nos daremos espacio para cultivar intereses que no son comunes- y así, en silencio salió de la vida de la mujer que amaba, pero sin dejar de suministrar todos sus lujos y antojos: remodelar la casa, redecorarla, clases de ballet, jardinería, ¡hasta de esoterismo!, fiestas de jardín, donde ante las señoras más respetables de la sociedad justificaba la usencia del marido diciendo que estaba en interminables viajes de negocios, para no aceptar lo que ya era conocido por todo el mundo: que la señora Britter no soportaba la presencia de su esposo, y aun así, él siempre la amó y la respetó, nunca oí una sola queja o comentario desagradable del señor hacia su mujer. Y no es que él estuviera ciego ante la situación, la sabía, sabía de la aversión que ella sentía por él y no solo la justificaba diciendo que la prematura muerte de Nataly las había trastornado hasta limites infinitos , si no que decía además que ella seria siempre el amor de su vida y que el amor que él le profesaba bastaba para los dos, y así fue hasta la muestre de ella siete años antes, totalmente ajena a la realidad y sin reconocer al que fue su esposo por tantos años. Tengo fresco en mi memoria como nos dijo entre lágrimas que las últimas palabras que le dedicó momentos antes de expirar fueron: “¿y tú quién eres? ¿Por qué me cuidas? ¿Sabes? ¡Estas muy guapo!”. Y con esas ultimas palabras él supo que había valido la pena toda una vida de sacrificios por ella. Siempre he pensado que ha pesar de todo fue un hombre pleno y feliz dado que su felicidad provenía de la tranquilidad y bienestar de su esposa, aunque esta ni siquiera le diera las gracias.
Sigo vagando en el jardín de mis recuerdos y rememoro lo feliz que fue cuando Annie y Archie se casaron, se veía radiante ese día, o lo cálido de su abrazo el día de mi propia boda con Terry, cuando me dijo al oído que el amor siempre triunfa sobre la adversidad y que disfrutáramos a sorbitos el amor que había crecido y madurado a lo largo de los años de separación, como olvidar lo jovial que se volvió con “los muchachitos” como llamaba cariñosamente a sus nietos, incluso a mis hijos y a los de Patty … Y así me voy perdiendo entre más recuerdos, hasta sentir que una mano se entrelaza con la mía, apretándola para reconfortarme un poco. -Pecosa mía, ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?- -¡Ohh Terry! Esto es tan triste, sabíamos que el Sr. Britter era una persona mayor y que su salud en últimos tiempos era muy frágil, pero aun así no deja de sorprenderme y entristecerme mucho el estar aquí acompañándolo en su ultimo adiós, me parece increíble que una vida tan luminosa como la de él tenga que extinguirse y no puedo dejar de pensar si fueron justas las experiencias que vivió, siento que fue como un grillito que alegra con su canto y que a fuerza de oírlo siempre se va haciendo invisible y no se nota su ausencia hasta que el silencio ya lleva un buen rato invadiéndolo todo, vivió en paz y así se fue… - No aguanto más y gruesas lagrimas surcan mis mejillas, Terry me abraza y acaricia mi cabeza lentamente -Shhh shhh, tranquila pecosa, no sientas tristeza o pena por él, él vivió su vida plenamente, fue una persona alegre, sin rencores, con un alma pura y un corazón de oro tan grande que basto para vivir en paz aun en medio de las adversidades que marcaron su vida-. Me siento tan segura entre los brazos de Terry y no puedo mas que agradecer a Dios el habernos reunido y poder disfrutar al final de un amor pleno y correspondido que ha trascendido a través de nuestros hijos.
Momentos después, ya con mi corazón y mi respiración mas tranquilos, me dirijo a donde está Annie quien a pesar de estar triste y llorosa irradia una gran tranquilidad, la rodeo con mis brazos y le digo que estoy y estaré aquí para ella, para compartir su tristeza, así como hemos compartido tantas alegrías -Gracias Candy, mi hermana del corazón. Él te apreciaba tanto… muchas veces me pregunté si no hubiera sido mejor que te adoptaran a ti en vez de a mí, pero papá siempre me dijo que los designios de del universo son muchas veces inexplicables y debemos verlos siempre como oportunidades para ser feliz y que estaba seguro de que nosotros estábamos destinados a ser padre e hija-
“No nos queda mas que agradecerle a Dios el haberlo conocido y haber sido merecedores de su amor y de la luz que emanaba de él hasta el último momento” dijo Annie sujetando mi brazo para posteriormente concluir “Y la mejor manera de recordarlo y honrarlo es viviendo según su ejemplo, esparciendo paz y amor, aunque nuestro entorno se empeñe en llenarnos de piedras el camino”
Nunca tuve un padre, pero estoy segura de que el padre ideal debería ser como usted, sé que en algún momento volveremos a vernos, hasta entonces gracias por todo y que tenga un buen viaje señor Britter.
Nunca tuve un padre, aunque Albert me adoptó, más que padre, siempre ha sido un hermano mayor para mi…
Recuerdo cuando conocimos al sr. Britter, siempre fue tan cálido, tan amable, justo como yo imaginaba que debían ser los padres, sin embargo, nunca fue mi padre, pero sí el de Annie Britter.
Parece que fue ayer cuando nos reencontramos en Inglaterra en aquel quinto domingo y me pidió cuidar de Annie, volví a sentir su calidez, en ese momento envidié tanto a Annie, ella tenía un papá que la cuidaba, que la protegía, que la amaba y ella prefería estar con su mamá visitando a la tía abuela, ese quinto domingo con el sr. Britter fue lo más cercano a vivir la experiencia de tener un padre, y la atesoro con cariño en mi corazón.
Al retomar la amistad con Annie, pude conocer más de la historia de su padre, siempre estuvo enamorado de Clara Vagness, después Britter, sin embargo, ella nunca lo quiso realmente, se casaron porque ella sintió que si no se casaba, aunque fuera con él, sería una solterona para siempre, posteriormente, con la muerte de su hija, Clara Britter se encerró en sí misma y eternamente culpó a su esposo por el incidente, aun cuando la que se empeñó en ir a esa excursión al lago fue ella misma y quien forzó a Nataly Britter a nadar en el río fue ella también.
Tenia relativamente poco de ese suceso cuando lo conocí, un hombre amable, pero con tristeza en sus ojos, no sé qué hubiera pasado si en vez de Annie hubiera sido yo la niña Britter, pero sí sé como fue la historia con Annie Britter, unas cosas me las contó ella y otras yo fui testigo en primera fila…
En un principio, Annie deslumbrada por su nueva vida y por ahora tener una madre que supo aprovechar el carácter dócil y débil de mi amiga; convirtió al sr. Britter en mudo proveedor de caprichos, la mayoría de ellos con la firma de la Sra. Britter; clases de música, pintura, equitación, aunque a la pequeña le aterraban los caballos , guardarropas nuevos cada temporada, viajes a Europa y un sin número de gustos banales. Afortunadamente, la señorita Ponny y la hermana María hicieron un buen trabajo en los cimientos espirituales de Annie, sembrando la semilla del amor y la gratitud en su corazón y el Sr. Britter se encargó de cuidar y alimentar esa semillita, así pudo recoger los frutos cuando el corazón de la tímida morena la llamó de nuevo a la sensatez y así ella se dio cuenta de su mal proceder e hizo las paces con la Annie de antes para poder disfrutar de la relación filial que ambos merecían.
Mi corazón se hinchaba de felicidad viendo como padre e hija aprendieron a reconocerse, comunicarse y a amarse, aunque debo ser honesta conmigo misma también, y aceptar que una parte de mi siempre añoró y hasta podria decir que envidió la suerte de mi cohibida amiga al tener un papá, pero no solo un papá, al que a mi parecer fue el mejor papá del mundo, no como los padres de los demás; no ausente como el sr. Brown o el sr. Cornwell, , no tirano como el duque de Granchester, ni ciego ante los errores de los hijos como el sr. Leagan, definitivamente el Sr. Britter fue un padre excepcional, dispuesto siempre a aconsejarnos o brindar consuelo cuándo lo necesitábamos, apoyarnos en nuestros sueños y me parece que hasta se enorgullecía de cada uno de nuestros logros, siento que en ese aspecto fue un poco padre de Archie, Stear y también mío.
Si pudiera describir al Sr. Britter en una palabra esa seria luminoso, sin importar lo que sucediera a su alrededor, el siempre portaba su sonrisa característica y veía solo los aspectos positivos de cada situación, cuando la Sra. Britter decidió, unilateralmente, que debían vivir separados, él dijo -nos daremos espacio para cultivar intereses que no son comunes- y así, en silencio salió de la vida de la mujer que amaba, pero sin dejar de suministrar todos sus lujos y antojos: remodelar la casa, redecorarla, clases de ballet, jardinería, ¡hasta de esoterismo!, fiestas de jardín, donde ante las señoras más respetables de la sociedad justificaba la usencia del marido diciendo que estaba en interminables viajes de negocios, para no aceptar lo que ya era conocido por todo el mundo: que la señora Britter no soportaba la presencia de su esposo, y aun así, él siempre la amó y la respetó, nunca oí una sola queja o comentario desagradable del señor hacia su mujer. Y no es que él estuviera ciego ante la situación, la sabía, sabía de la aversión que ella sentía por él y no solo la justificaba diciendo que la prematura muerte de Nataly las había trastornado hasta limites infinitos , si no que decía además que ella seria siempre el amor de su vida y que el amor que él le profesaba bastaba para los dos, y así fue hasta la muestre de ella siete años antes, totalmente ajena a la realidad y sin reconocer al que fue su esposo por tantos años. Tengo fresco en mi memoria como nos dijo entre lágrimas que las últimas palabras que le dedicó momentos antes de expirar fueron: “¿y tú quién eres? ¿Por qué me cuidas? ¿Sabes? ¡Estas muy guapo!”. Y con esas ultimas palabras él supo que había valido la pena toda una vida de sacrificios por ella. Siempre he pensado que ha pesar de todo fue un hombre pleno y feliz dado que su felicidad provenía de la tranquilidad y bienestar de su esposa, aunque esta ni siquiera le diera las gracias.
Sigo vagando en el jardín de mis recuerdos y rememoro lo feliz que fue cuando Annie y Archie se casaron, se veía radiante ese día, o lo cálido de su abrazo el día de mi propia boda con Terry, cuando me dijo al oído que el amor siempre triunfa sobre la adversidad y que disfrutáramos a sorbitos el amor que había crecido y madurado a lo largo de los años de separación, como olvidar lo jovial que se volvió con “los muchachitos” como llamaba cariñosamente a sus nietos, incluso a mis hijos y a los de Patty … Y así me voy perdiendo entre más recuerdos, hasta sentir que una mano se entrelaza con la mía, apretándola para reconfortarme un poco. -Pecosa mía, ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?- -¡Ohh Terry! Esto es tan triste, sabíamos que el Sr. Britter era una persona mayor y que su salud en últimos tiempos era muy frágil, pero aun así no deja de sorprenderme y entristecerme mucho el estar aquí acompañándolo en su ultimo adiós, me parece increíble que una vida tan luminosa como la de él tenga que extinguirse y no puedo dejar de pensar si fueron justas las experiencias que vivió, siento que fue como un grillito que alegra con su canto y que a fuerza de oírlo siempre se va haciendo invisible y no se nota su ausencia hasta que el silencio ya lleva un buen rato invadiéndolo todo, vivió en paz y así se fue… - No aguanto más y gruesas lagrimas surcan mis mejillas, Terry me abraza y acaricia mi cabeza lentamente -Shhh shhh, tranquila pecosa, no sientas tristeza o pena por él, él vivió su vida plenamente, fue una persona alegre, sin rencores, con un alma pura y un corazón de oro tan grande que basto para vivir en paz aun en medio de las adversidades que marcaron su vida-. Me siento tan segura entre los brazos de Terry y no puedo mas que agradecer a Dios el habernos reunido y poder disfrutar al final de un amor pleno y correspondido que ha trascendido a través de nuestros hijos.
Momentos después, ya con mi corazón y mi respiración mas tranquilos, me dirijo a donde está Annie quien a pesar de estar triste y llorosa irradia una gran tranquilidad, la rodeo con mis brazos y le digo que estoy y estaré aquí para ella, para compartir su tristeza, así como hemos compartido tantas alegrías -Gracias Candy, mi hermana del corazón. Él te apreciaba tanto… muchas veces me pregunté si no hubiera sido mejor que te adoptaran a ti en vez de a mí, pero papá siempre me dijo que los designios de del universo son muchas veces inexplicables y debemos verlos siempre como oportunidades para ser feliz y que estaba seguro de que nosotros estábamos destinados a ser padre e hija-
“No nos queda mas que agradecerle a Dios el haberlo conocido y haber sido merecedores de su amor y de la luz que emanaba de él hasta el último momento” dijo Annie sujetando mi brazo para posteriormente concluir “Y la mejor manera de recordarlo y honrarlo es viviendo según su ejemplo, esparciendo paz y amor, aunque nuestro entorno se empeñe en llenarnos de piedras el camino”
Nunca tuve un padre, pero estoy segura de que el padre ideal debería ser como usted, sé que en algún momento volveremos a vernos, hasta entonces gracias por todo y que tenga un buen viaje señor Britter.
In memoriam CPM